1 ...6 7 8 10 11 12 ...19 7Samir Amin, L’implosion du capitalisme contemporain , ob. cit.
8Frantz Fanon, Los condenados de la tierra , trad. Julieta Campos, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 65.
9Ver como complemento en el segundo capítulo todo lo relacionado con Rosa Luxemburgo.
10Según una empresa especializada en “inclusión a través de las finanzas”, en Kenia, entre las millones de personas que recurren al microcrédito, 2,7 millones son declaradas insolventes, de las cuales 400 mil deben devolver menos de 2 dólares (la tasa de interés es usurera: por un préstamo de 30 dólares hay que pagar intereses de 4,5 dólares).
11Los monopolios y oligopolios están “financiarizados”, lo que no significa que estén constituidos simplemente por empresas financieras, compañías de seguros o fondos de pensiones que operan en los mercados especulativos. Los monopolios y oligopolios son grupos que controlan a la vez las grandes instituciones financieras, los bancos, las compañías de seguros y los fondos de pensiones, tanto como los grandes grupos productivos. Controlan los mercados monetarios y financieros que ocupan una posición dominante respecto del resto de los mercados.
2. EL TRABAJO “GRATUITO” DE LAS MUJERES Y LAS PERSONAS RACIALIZADAS EN LA GLOBALIZACIÓN Y LA REVOLUCIÓN
Al resumir todas las oposiciones sociales en términos de lucha de clases –y de una única y precisa lucha de clases–, Marx y Engels han reducido todos los conflictos a dos términos. Se produce aquí una operación de reducción que ha dejado de lado toda una serie de conflictos que eran calificados como “anacronismos del capital”. El racismo, el antisemitismo y el sexismo quedaron excluidos del campo de la reducción marxista. Y, sin embargo, la teoría del conflicto que han generado estos “anacronismos” podría describirse como un paradigma de opresión transversal a todas las “clases” marxistas.
MONIQUE WITTIG
El capital no solo “gotea, de arriba abajo, sangre e inmundicia por todos los poros”, sino que se impone así, paso a paso, en su marcha a través del mundo.
ROSA LUXEMBURGO
El capital siempre ha explotado y dominado una multiplicidad de clases haciendo malabarismos con diferentes modos de producción y dispositivos de poder heterogéneos. Las luchas de las mujeres y los colonizados han iluminado el pasado y el presente de estas diferentes multiplicidades que el movimiento obrero occidental ha descuidado.
El capital y el Estado constituyen una máquina de dos cabezas, el “capitalismo político”, que, desde sus inicios, ha organizado una doble territorialidad productiva (centro/periferia) y un doble régimen de trabajo: trabajo asalariado (abstracto) en el centro, trabajo no asalariado (gratuito) en las periferias.
La organización del sistema político mezcla la división internacional del trabajo con un régimen dual de poder y guerra : un régimen político constitucional en el Norte y un régimen de poder arbitrario en el Sur (estado de emergencia permanente), guerra reglamentada en el centro y guerra sin límites en las periferias.
La máquina política capitalista asegura la producción económica de valor trazando una línea de color que divide al proletariado del centro del proletariado de las colonias y una división sexual transversal, tanto al primero como al segundo. El trabajo no asalariado de las mujeres es, como el trabajo de los esclavos, otra condición ignorada durante mucho tiempo del trabajo asalariado, del trabajo abstracto y de la productividad capitalista.
La instauración de este régimen planetario es inseparable de la invención de la raza, mientras que la dominación de la mujer establecida desde hace mucho tiempo requiere un plus de violencia y control ejemplificado por la “caza de brujas”. El sexismo y el racismo son la expresión de dos modos de producción (patriarcal/doméstico/heterosexual y racial/esclavista) capaces de organizar la explotación del trabajo gratuito en gran escala y su legitimación por medio de la producción de sujeciones (mujer, obrero, esclavos, colonizados).
La primera condición de la máquina capital/Estado y de la existencia de clases ha sido siempre la globalización. Solo en este nivel podemos evaluar la fuerza de la máquina capital/Estado y las chances de la revolución.
1. EL MERCADO MUNDIAL ES UNA MULTIPLICIDAD DE MODOS DE PRODUCCIÓN
El modo de entender el capitalismo como coexistencia de diferentes formas de producción y de modalidades de ejercicio del poder heterogéneos ha sido sintéticamente resumido por Heidi Hartmann, una feminista materialista que nos invita a realizar un desplazamiento respecto de la economía política tanto como del marxismo:
No hay un “capitalismo puro”, como tampoco hay un “patriarcado puro” […] Sería, pues, tal vez más exacto referirnos a nuestras sociedades no como sociedades simplemente “capitalistas”, por ejemplo, sino como “sociedades capitalistas patriarcales basadas en la supremacía blanca”.
Jason W. Moore, un historiador del medio ambiente, ha producido recientemente, en polémica con la definición hoy dominante del Antropoceno, una teoría muy original del capitalismo y su historia, 12cuya multiplicidad de luchas de clases impide pensarlo como un “capitalismo puro”.
El capitalismo no se centra exclusivamente en la relación capital-trabajo, ni en Europa (y el Norte del mundo), ni en la Revolución Industrial. Las condiciones para repensar el capital y su funcionamiento son tres. Aunque Moore define su método como centrado en el capital, poniendo entre paréntesis la lucha de clases y los movimientos sociales, “no podría haber salido a la luz sin las luchas llevadas a cabo por las mujeres, los ecologistas, los colonizados, los indígenas y los esclavos a lo largo de toda la historia del capitalismo y especialmente en el siglo XX, donde son la punta de lanza de la revolución mundial”.
El uso de los saberes producidos por estas luchas hace surgir un nuevo funcionamiento de formas de explotación y dominación que en realidad es muy antiguo. Desde la conquista de América, el capitalismo ha constituido un mercado mundial que puede describirse como una máquina político-económica que ensambla y separa , conecta y divide “islas de trabajo abstracto” –en otras palabras, un (supuesto) trabajo libre, asalariado, progresivamente institucionalizado y jurídicamente reconocido, en su mayor parte concentrado en Europa y en el Norte del mundo, y “océanos” de trabajo no asalariado , servil, muchas veces gratuito, no reconocido y devaluado, localizado en el Sur del planeta–. Históricamente, estos océanos de mano de obra gratuita o barata han sido proporcionados por la tierra, las mujeres, los colonizados, los indígenas y los esclavos.
El marxismo, aunque reivindica el mercado mundial, se ha centrado en el trabajo abstracto y el trabajo asalariado, ignorando desde el punto de vista político y teórico la enorme masa de trabajo no remunerado (o subpago) sin el cual “el capitalismo no podría durar ni un solo día”.
Rosa Luxemburgo se anticipó a Moore y comprendió el funcionamiento del mercado mundial más allá de Marx:
El crecimiento incesante de la productividad del trabajo […] implica y requiere el uso ilimitado de todas las materias primas y todos los recursos del suelo y de la naturaleza. […] En su impulso hacia la apropiación de fuerzas productivas para fines de explotación, el capital recorre el mundo entero; saca medios de producción de todos los rincones de la Tierra; apropiándoselos o adquiriéndolos de todas las formas de sociedad y grados de civilización y […] necesita como mercados capas sociales no capitalistas para colocar su plusvalía. Ellas constituyen a su vez las fuentes de sus medios de producción, y reservas de mano de obra para su sistema asalariado . 13
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