Alfonso Reyes - La experiencia literaria y otros ensayos
Здесь есть возможность читать онлайн «Alfonso Reyes - La experiencia literaria y otros ensayos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La experiencia literaria y otros ensayos
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La experiencia literaria y otros ensayos: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La experiencia literaria y otros ensayos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La experiencia literaria y otros ensayos — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La experiencia literaria y otros ensayos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
La ansiedad por una obra fatal e intensamente dispersa desemboca en el primer volumen de sus Obras completas porque aspira así a «acercarse a la Unidad cuanto sea posible», según escribe en los preliminares del primer volumen, en 1955. Quizá desde este ángulo mixto entre lo público y lo privado se entienda mejor la rara observación de un gran poeta como José Emilio Pacheco a propósito de la memoria intelectual de Reyes. En 1989, cuando se celebra el centenario de su nacimiento, Pacheco anotaba en un artículo para el diario Proceso la dificultad de escribir sobre Reyes. Había que hacerlo «siempre a la defensiva», como si suscitase resquemores a tantas bandas que nunca había plena seguridad de estar entre lectores respetuosos de su legado o de su obra30. Octavio Paz no había olvidado en 1949, cuando acaba de publicar Libertad bajo palabra con ayuda de Reyes, algo de la incomprensión que un sector intelectual de México demostró hacia su labor de civilización quince años atrás, y Rafael Gutiérrez Girardot quiso subrayar en su estudio preliminar a Última Tule, en 1990, que el fondo de un proyecto civilizador está en la depuración de la asfixiante huella católica por la vía de la difusión utilitaria de la Antigüedad grecolatina, la cultura clásica acosada y marginada en la América hispana frente a la cultura católica: «El descubrimiento de Grecia debía encauzar en la educación y en la vida social las fuerzas y esperanzas que desató la Revolución Mexicana»31. La cultura clásica era un programa moral contra el peso represivo de la tradición católica y era una garantía de ensanchamiento y curiosidad inquieta y gratuita, una forma de aprender a ver el mundo fuera del propio corral. Un reciente estudioso lo ha dicho con contundencia a partir de Visión de Anáhuac y otros textos reunidos en El suicida, ambos de 1917: el trabajo de Alfonso Reyes es «mucho más revolucionario que el de sus contrapartes nacionalistas», y sugiere que su impregnación en la cultura española es lo que «constituye el archivo privilegiado que Reyes utilizará para contrarrestar las ideologías nacionalistas»32.
Por eso creyó siempre que en América podía alentar la última esperanza o el último refugio de la esperanza (que eso significa última tule ) de un proyecto de civilización solvente y estable, como si la lección de las catástrofes europeas del siglo XX hubiese de valer de guión o pauta para un proyecto de civilización más seguro o, en todo caso, más capaz de cumplir las promesas que entregaba por escrito desde hacía dos mil años la Grecia clásica que tanto frecuentó Reyes y la misma tradición occidental. Su estudio y divulgación tenían un objetivo práctico, utilitario, político : acercar a América un sueño humanista de realización plena. Y ese rasgo utópico es quizá uno de los vértices más secretos de una actividad tan hiperactiva como la suya: la entrega de los materiales que habrían de hacer mejores las vidas de los lectores. Vale tanto para el lector que ignora quién es Gómez de la Serna como para el que necesita leer el Poema del Cid prosificado, vale tanto para el lector actual de la Ilíada como para quien pueda aprovechar la diáspora de la inteligencia republicana tras la guerra española. Reyes pensó alguna vez, entre las páginas de un diario todavía en su mayor parte inédito, que el sacrificio de su voz más veraz y dramática —la del dolor y el llanto, la del quebranto y la pena— debía servir para aumentar el caudal de saber disponible, debía servir para hacer más felices a los demás: más sabios.
VIGENCIA DE UN ESCRITOR Y ENSAYO DE UNA ANTOLOGÍA
Lo que no es tan seguro es que en España perviva la conciencia del Reyes escritor y ensayista, a pesar de que algunos de los autores más relevantes del ámbito hispánico han sido deudores explícitos de su magisterio o de su colaboración. Nadie ha olvidado que La región más transparente de Carlos Fuentes debe su título a uno de los textos más celebrados de Alfonso Reyes, Visión de Anáhuac. El arco y la lira, de Octavio Paz, ha sido uno de los ensayos más influyentes en nuestras letras del último medio siglo, y ese libro se abre con una explícita nota de agradecimiento a Reyes en términos nada retóricos aunque sí algo rimbombantes a propósito de varios ensayos que «me hicieron claro lo que me parecía oscuro, transparente lo opaco, fácil y bien ordenado lo selvático y enmarañado. En una palabra: me iluminaron». No son desde luego virtudes menores de un ensayista: hay en esa página de reconocimiento una excelente medida de lo más perdurable hoy mismo del ensayista Alfonso Reyes, objeto preferente de esta antología, y en particular el ámbito estético y literario.
Estas son algunas de las razones por las que la selección de textos quiere rehuir la reproducción en miniatura del macrocosmos de las Obras completas de Reyes. He optado por dar una inventada coherencia interna al libro, con su larga cuota de sacrificio de otros Reyes posibles, como el narrador ficticio o semificticio o el divulgador de la Grecia clásica o de la actitud vital de Goethe. No aspira a ser un microcosmos de su obra sino sólo una antología posible armada en torno a tres ejes: su vinculación intelectual y biográfica con la España de la Edad de Plata, como crítico, escritor y personaje de su vida literaria; su papel como repensador de América Latina, y, por fin, su exploración de La experiencia literaria tal como aparece en su libro así titulado y en El deslinde, que no es un ensayo sino un acercamiento metódico y muy trabado a la teoría literaria. Las lecciones de un lector están por todas partes en su obra, pero las que recojo aquí quieren mostrar el brío de prosa y libertad de un lector que disfruta de los clásicos y los modernos desde una locuacidad irreprimible y juvenil. En la madurez, sin embargo, prefiere atrapar y sistematizar el sedimento teórico y reflexivo de esa frecuentación literaria. Mientras tanto habrá ido haciendo miles de cosas y se habrá ocupado de centenares de libros, habrá traducido a Chesterton y a sus clásicos griegos y habrá explicado la Antigüedad grecolatina, habrá hecho exploraciones minuciosas en el pasado americano y habrá seguido atento a la actualidad política como diplomático en activo, y nunca habrá renunciado a la vocación secreta y mágica de seguir siendo poeta ni tampoco al uso literario, narrativo, de la prosa.
Pero no aparece aquí nada de eso, o apenas nada, por imposibilidad material de incrustarlo en una antología limitada y esencialmente divulgativa como es esta. Adolfo Castañón anotó que Eugenio d’Ors fue uno de los «maestros secretos»33 de Reyes, y la observación ha de enlazarse con una estrategia habitual del escritor: la aptitud para trepar a la abstracción desde la agilidad del relato, la aptitud para mostrar la bonhomía de Giner de los Ríos o la peculiaridad de Valle-Inclán con unos cuantos retales de sus figuras humanas. Pero también la intuición con la que encuentra en sus trabajos más ásperos la cita oportuna, el modelo de referencia, los versos que ilustren el caso teórico que explica, y nunca limitado a una sola tradición literaria ni a una sola época. Quizá el dato decisivo de sus mejores páginas está en el equilibrio de un escritor que entrega una mirada empapada de experiencia de lector feliz con memoria prodigiosa, y muy renuente al palmetazo o la lección ejemplarizante (eso lo separa tantas veces de Eugenio d’Ors como la suntuosidad retórica aleja a Ortega de la prosa más habitual de Reyes). Al contrario: su estilo de pensar es compartir. Busca la generosidad difundidora antes que la rectificación o la condena. Ese don conciliador que tantas veces se le ha reconocido está también como actitud crítica en su prosa de ensayista: conciliar desde una comprensión respetuosa de lo examinado, sin perder de vista el objetivo final de explicar claro lo complejo. Lo dijo en una frase con aire improvisado en 1924, a instancias de un periodista de México: «Yo siempre escribo bajo estímulos —¿cómo diré?— constructivos»34. Porque el tono de su ensayo es una prolongadísima conversación literaria —Díez-Canedo puso bajo ese título buena parte de su propia obra crítica, dictada por la necesidad de comunicar palpitantemente el hallazgo o la idea, el gozo del hallazgo—. Rara vez afluye a su prosa publicada el quejido o el lamento, reservado episódicamente para el diario y muy disfrazado de figuras y mitos en su poesía. Por eso escribió con perspicacia Adolfo Castañón que de haberlo leído en los años cincuenta, los jóvenes habrían perdido todo interés por Alfonso Reyes, por su placidez reflexiva y su jovialidad sin estridencia: «Le hubiésemos reprochado a don Alfonso su falta de desesperación. Probablemente lo hubiésemos enterrado junto a Giraudoux y France, con Valera y Rodó, antes de seguir debatiéndonos entre La peste y La náusea»35.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La experiencia literaria y otros ensayos»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La experiencia literaria y otros ensayos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La experiencia literaria y otros ensayos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.