Para utilizar una imagen de la industria del dibujo animado, podría decirse que el libro nos lleva hacia lo que está “más allá de lo evidente”, como rezaba el personaje Lion-O de los famosos Thundercats. Los autores desarrollan exploraciones limítrofes para acercarse a las “estructuras no obvias de los mundos religiosos”, yendo más allá del poder “superficial” de lo instituido para acercarse al poder generador de lo instituyente. De lo clasificado a lo inclasificado, de la fuerza de las taxonomías a la resistencia y novedad descategorizante de sus rupturas y reconfiguraciones, el libro nos ofrece ejemplos etnográficos de estos tránsitos dinámicos por los mundos sagrados de Buenos Aires.
Así, puedo señalar a modo de viñetas el análisis de la construcción social de los luvavitchers y en qué consiste la “lubavitcheidad” en la comunidad judía ortodoxa porteña, sus taxonomías centrales, perfiles espirituales y sociológicos. Dentro de ella se ilustra la trayectoria paradójica musical-espiritual del grupo rockero Atzmus (cuarteto donde dos de los músicos son miembros de la comunidad jabadiana y dos cristianos evangélicos) con su nombre derivado de la Cábala, y sus dilemas tanto internos como dentro de la industria del rock a secas. También se pueden conocer desde dentro los detalles de creación y elecciones temáticas de guion, estética, producción y marketing del film Francisco en Buenos Aires y cómo la industria cultural de bienes “espiritualmente marcados” recrea estratégicamente la mito-historia del cardenal Jorge Bergoglio. Por otra parte, lo sagrado urbano-popular aparece en el culto a San Expedito, objeto-persona numinosa: allí la administración del culto, las actividades y materialidades sagradas recorren clivajes varios desde los esfuerzos eclesiásticos por controlar credos, cuerpos y espíritus hasta las intersubjetividades plebeyas que siguen sus intereses y nociones más allá de la lógica institucional. En cuanto al carisma, se llama la atención sobre el curioso “carisma de sustancia”, según el cual en la fiesta jabadiana llamada farbrenguen la ingesta de alcohol puede ser vista como el consumo de una sustancia sagrada que facilita la “conexión con lo divino”. Finalmente, las prácticas anticarismáticas de las reuniones de Meditación Masiva Argentina, ejemplo de prácticas de espiritualidad alternativa en Buenos Aires, muestran la búsqueda de lo sagrado interior tratando de abolir la exaltación de dones o carismas, sintetizado en un ethos que sanciona las manifestaciones excesivas del ego y la espiritualización pública exagerada.
Este libro logra el efecto de cambiar nuestro imaginario conceptual para aproximarnos a los fenómenos de la religión, la religiosidad y la espiritualidad contemporáneos al modo de la arquetípica sugerencia que don Juan Matus, indio yaqui creado por el controvertido antropólogo Carlos Castaneda, le diera al autor: para percibir diferente la realidad, debía hacer los ejercicios necesarios –definitivamente iniciáticos– para cambiar su “punto de encaje”. Este era el lugar desde donde en la tradición yaqui, tanto fuera inventada por el autor como etnográficamente comprobada (aquí no interesa tanto la autenticidad sino simplemente su potencia filosófica), se arman las certezas que cruzan la ontología, o sea las definiciones de lo que es el mundo, con la epistemología, es decir, cómo es posible conocerlo. Después de leer el trabajo de Joaquín y Damián queda esa sensación de que algo se ha modificado en nuestros puntos de encaje para comprender las peripecias actuales del creer, y la alquimia semiótica, simbólica y sociológica que posibilita esas tramas existenciales, ese habitar en lo sagrado. Las travesías por estos mundos religiosos nos dejan herramientas recargadas para dejar de concebir lo incompleto, lo inestable, lo ambiguo, lo imperfecto, lo anómalo taxonómico como aberraciones conceptuales a ser corregidas, sino para integrarlas como parte del mundo social y sus dinámicas. Estas liminalidades no crean más angustia y desazón conceptual, ya que, desde ahora, para explorar las múltiples bifurcaciones de los jardines de lo sagrado, siguiendo los consejos borgeanos, tenemos brújulas con nuevos ajustes para orientarnos en el mundo. Este texto nos introduce eficazmente para comprender mejor esas cardinalidades de la sociedad y la cultura por donde transita lo social numinoso.
Para un observador distante el acto de creer y razonar de acuerdo con principios sagrados puede manifestarse a simple vista como un punto de resolución, vale decir, un estado de conformidad con las inquietudes, los malestares y las desavenencias de la experiencia cotidiana, todas ellas redistribuidas en función de significados más profundos y un sentimiento de destino. Esta tesis sostiene que la religión ordena, soluciona, ofrece certezas y modelos de conducta apropiados para cada circunstancia. La lectura es paradójicamente afín tanto a las interpretaciones escépticas de impronta secular como a los discursos que las posiciones sacerdotales y las organizaciones religiosas sostienen muchas veces sobre sí mismos. En una primera aproximación, las imágenes metafísico-religiosas del mundo aparecen entonces bajo una cierta unidad de pensamiento y acción, reconstruida en una cosmovisión y un ethos que las exhibe en toda su congruencia teórica.
No obstante, cuando reemplazamos el punto de vista externo o formalmente estandarizado por el esfuerzo interpretativo de los agentes en contextos de interacción, nos encontramos con definiciones múltiples y contradictorias de lo real en donde se reproducen, sin proponérselo, estructuras y procesos colectivos de mayor escala. El preconcepto de que la religión resuelve, de manera automática, problemas de sentido, o nos dice cómo actuar y percibir, pierde fuerza. Se afirma, en contrapartida, la pregunta por el modo en que se habitan los espacios de creencias indisociables de las relaciones objetivas y los principios institucionales que los estabilizan.
Simbologías sagradas, tradiciones, festividades, memorias e historias de mediano y largo plazo informan las prácticas en direcciones, a veces contrapuestas, que deben esclarecerse. La verdad de una idea, postula el pragmatismo, reside en su eficacia y en el sentimiento de realidad que suscita. Este puede ser un criterio de elección que prioriza las necesidades urgentes. Otro criterio sugerente afirma que las ideaciones se conservan, incluso, contra toda utilidad o aplicación inmediata a partir de hábitos aprendidos en el pasado; tal vez, durante la socialización primaria de los individuos. Habitar las definiciones sagradas supone ambas orientaciones en apariencia opuestas. Requiere pensarlas en su carácter simultáneamente incorporado y operativo, sin asumir que su presencia es sinónimo de una acción fácil de tipificar. De hecho, la estructura de los mundos religiosos comprende la producción activa de identificaciones imperfectas.
¿A qué nos referimos con esta expresión? Nos interesa captar sociológicamente la zona de encuentro, de actividad, entre los agentes sociales y los múltiples escenarios reglados por instituciones de distinto tipo. Allí se negocian, reformulan, adaptan y determinan modalidades complejas de adhesión en donde se expone la plasticidad de las relaciones sociales. El carácter “imperfecto” de las identificaciones no remite a una norma, un ideal de la acción correcta, sino al intento por explorar las apropiaciones reales, priorizando analíticamente las circunstancias en las que la interpelación religiosa falla en algún sentido, esto es, requiere ajustes y compromisos inesperados. Nuestras indagaciones tienden hacia situaciones de tensión o desacuerdo, a veces incluso conflicto ostensible, en donde se imponen estrategias de negociación que transforman las definiciones de la realidad, de las instituciones y de las personas involucradas. La religión y su potencia constructora de mundos se hacen fuertes en sus expresiones imperfectas. Y ellas se revelan en los modos de habitar estructuras objetivas y en el conocimiento que se desprende de esta acción.
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