LA CUCHILLADA EN LA FAMA
SOBRE LA AUTORÍA DEL LAZARILLO DE TORMES
LA CUCHILLADA EN LA FAMA
SOBRE LA AUTORÍA DEL LAZARILLO DE TORMES
Joaquín Corencia Cruz
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
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© Del texto: Joaquín Corencia Cruz, 2013
© De esta edición: Universitat de València, 2013
Coordinación editorial: Maite Simón
Maquetación: Inmaculada Mesa
Corrección: Pau Viciano
Cubierta:
Ilustraciones de la edición del Lazarillo , París, Imprenta de Gaultier-Laguionie, 1827 Diseño: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9314-7
Edición digital
Peor es la cuchillada en la fama que la pedrada en la cabeza, porque la herida de la cabeza en un mes sana, mas la mancilla de la fama no saldrá en toda su vida.
Liber facetiarum Ludovico Pinedo et amicorum
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN: « Nuestro victorioso emperador »
1. AUTORÍA: ESTADO DE LA CUESTIÓN
2. DE LAS «COSAS TENIDAS EN POCO DE ALGUNOS QUE DE OTROS NO LO SON». UN PRÓLOGO, CICERÓN Y UNA SOSPECHA
3. ASPECTOS ANÓMALOS DEL TRATADO TERCERO: «SEÑALÁNDOSE TODO LO QUE PODRÍA CONTRA MÍ»
4. DE LAS FORTUNAS Y ADVERSIDADES DE DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA
1. Genealogía, biografía
2. Fortunas
3. Adversidades
5. LA PROSA DE MENDOZA. ANALOGÍAS Y COINCIDENCIAS CON EL LAZARILLO DE TORMES
1. Diálogo entre Caronte y el ánima de Pedro Luis Farnesio, hijo del papa Paulo III
2. La Carta del bachiller de Arcadia al capitán Salazar, y la Respuesta del capitán Salazar
3. Sermón de Aljubarrota con las Glosas de D. Diego Hurtado de Mendoza .
4. Carta de D. Diego de Mendoza, en nombre de Marco Aurelio, a Feliciano de Silva
5. Carta de los catarriberas A las muy Illes. señoras las damas de su Magd. y Alteza, habiendo estado en Aranjuez muchos días muy solas
6. La Guerra de Granada hecha por el rey D. Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes
7. Otros textos: las cartas cruzadas entre Hurtado de Mendoza y el emperador con especial relevancia de las escritas en el tiempo de la fortifcación y caída de Siena
6. NOVELA DE VIAJE, NOVELA DE PILLAJE
Novela realista e irónica: las Cortes de Toledo de 1538-39
7. ACERCA DE ALGUNOS PERSONAJES
1. Lázaro, un superviviente y un perdedor
2. Lázaro González Pérez, un hombre corriente
3. El arcipreste de San Salvador
4. Del comendador de la Magdalena
8. CODAS
1. Nuevas tecnologías, novicias metodologías
2. De las inadecuadas grafías del verbo «haber»
3. De las Cortes de Toledo de 1538-1539 al desastre de Argel
4. «Con reverencia hablando»
5. El papel de los Catarriberas o Carta de los Catarriberas
6. D. Diego Hurtado de Mendoça a don Francisco de Mendoça»
7. De esta nonada
BIBLIOGRAFÍA
Introducción
«NUESTRO VICTORIOSO EMPERADOR»
Harto difícil es aportar algo nuevo a una obra literaria tan excepcional y tan expertamente analizada antes de nuestro modesto intento crítico. La feliz expresión de que no hay que buscar a su autor, porque así lo quiso él o porque está evidenciado en su protagonista, Lázaro de Tormes, no debe poner freno al intento de encontrarlo en su escondite. No obstante, somos conscientes de que la autoría no es lo más importante de la novela, aunque sí es cierto que desde ella emerge la verdadera dimensión de algunas de sus críticas, personajes y contextos.
El paso de los años y los afortunados asedios críticos nos han ido aproximando al narrador y su fresco social, pese a las desventuras que ha sufrido la novela con otros intentos espurios.
José Hierro solía decir que la poesía, como la literatura, para ser más verdadera, tenía que mentir. Y eso ha hecho nuestro novelista en su texto, presentarlo como anónimo y unívoco. Por nuestra parte, ensayamos también un acercamiento poético a la novela, y así, al observar cómo se articulaba la realidad representada y su imaginario desde un momento tan importante como el final del texto literario, pensamos que el Lazarillo recobraba otros valores decisivos. Las últimas líneas de la novela no trataban exclusivamente de datar un texto a partir de unas fechas o hechos históricos que se citan en la conclusión. Creemos que debemos detenernos y analizar qué es lo que el autor ha seleccionado para finalizarla, y contemplar, con la misma ironía que recorre toda su creación, esas fechas, personajes y acontecimientos históricos.
En efecto, una ficción narrativa en la que la ironía y la sutil sátira no han dejado títere ni estamento con cabeza, no detendrá su visión irónica precisamente al final. Pues decía también José Hierro que la poesía es un texto que se abre desde dentro y desde el final, como una caja fuerte, que tuviera sus cerrojos en el interior y en su parte postrera. Y este ha sido nuestro camino. Hemos intentado desentrañar la novela aprendiendo de todos los muy importantes estudios que nos han precedido y ayudado; pero sin perder de vista el interior de la novela, sus adentros, y, especialmente, su final. Creemos que el creador de una buena poesía o una buena novela sabe que los últimos versos o líneas son su clímax, el momento culminante no sólo por su ubicación estratégica; sino porque es el broche desde donde el autor intensifica la especificidad de su mensaje, nos resuelve sintética y concluyentemente su intención y emoción, culmina, en definitiva, la trayectoria y sentir de todas las palabras que preceden a este momento dominante. Y un poeta del 27, Pedro Salinas, decía que dicha secuencia climática contiene, además, una sensación de despedida. En verdad, ahí deja escrito datos esenciales, termina su entero mensaje e intención comunicativa, abandona a su criatura para ceder el paso al lector.
El colofón de la novela es precisamente el momento en que leemos, por ejemplo en su edición de Medina del Campo de 1554, que «nuestro victorioso Emperador en esta insigne ciudad de Toledo entró, y tuvo en ella cortes, y se hicieron grandes regocijos y fiestas, como Vuestra Merced habrá oído». El final de la novela no debe ser entendido sólo, pues, como una fechación, para eso ya estaba el remate de los impresores o editores. El final del Lazarillo es de su autor, pertenece al mismo autor del resto de la novela. Y este antepone, pensamos que con el mismo tono irónico de toda la narración, el adjetivo «victorioso» a su emperador, e «insigne» a la ciudad de Toledo. Pero las Cortes de Toledo (1538-1539) están escritas con minúscula –«cortes»– ampliando la polisemia del vocablo porque los nobles no le dieron ni un ducado a su empobrecido y «victorioso» emperador, que venía, por cierto, de ser derrotado en Préveza (1538) y se dirigía, terco y torpe, hacia el calamitoso y silenciado gran desastre de Argel (1541). Y no se hicieron «grandes regozijos y fiestas», como era costumbre al finalizar las Cortes, aunque el autor sí escribió «regocijos y fiestas» con ánimo burlón porque rescataba de la memoria los acontecimientos políticos y personales que agraviaron a su emperador al acabar dichas Cortes. Sucesos que Lázaro de Tormes, el protagonista de la ficción novelesca, pregonaría por la ciudad de Toledo y que llegarían a oídos de «Vuestra Merced».
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