19. Madrigal expuso sus argumentaciones, sugerentes y sopesadas, en su artículo «Cervantes de Salazar, autor del Lazarillo », Artifara , 2, 2003.
20. De Alfredo Rodríguez López-Vázquez utilizamos tres estudios acerca del Lazarillo en el año 2010. Todos están editados en Internet: «Juan de Arce de Otálora y el Lazarillo de Tormes » ( Artifara , 10, 2010); «El “tractado del escudero” en el Lazarillo de Tormes y la metodología de atribución de la obra. Nuevas aportaciones al stemma » ( Lemir , 14, 2010, pp. 259-272); «Una refutación de las atribuciones de Lazarillo a Alfonso de Valdés, Hurtado de Mendoza y Arce de Otálora: La hipótesis de Juan de Pineda» ( Lemir , 14, 2010, pp. 313-334). Nuestra impresión es que fiar una autoría sólo a una mayor presencia estadística de ciertas palabras o frases no decide una verdad absoluta. De ahí su cambio de propuesta autorial. Y ponderar unos resultados basándose en «una fórmula algebraica basada en logaritmos neperianos», como indica el autor, para desvelar una obra anónima es un procedimiento incompleto, insuficiente. Ambas interesantes y necesarias direcciones de estudio demuestran quien utiliza más un repertorio léxico, no quien escribió el Lazarillo . Pensamos que su valor es de aproximación, no de identificación. A. Rodríguez muestra que CORDE permite lucubraciones ya ineludibles para un crítico; pero en esta metodología hay, entre otros, un olvido de lo mínimamente literario, del sentido y emoción que vibra en cada autor, de la voluntad expresiva, la intencionalidad y el sentir personal que impregnan cada contexto lingüístico y situación comunicativa de la palabra escrita. Además, A. Rodríguez niega la autoría de A. de Valdés e ilustra las intertextulidades del Lazarillo con Alonso Venegas, J. de Pineda, etc.
21. Sobre este añadido textual, Jack Weiner [«Las interpolaciones en El Lazarillo de Tormes (Alcalá de Henares, 1554) con énfasis especial sobre las del ciego»] sugería en 1971 que las seis interpolaciones «encajan temática y literariamente con la obra en general» y consideraba necesarias las interpolaciones del ciego para desvelar su sutil relación con el ciego pagano Tiserias y su papel de profeta en la novela.
22. Dalai Brenes Carrillo, « Lazarillo , La Vlixea y Anón», BBMP , LXIII, 1987, p. 58.
23. «El otro dia vino un correo de Francia con prisa y se despachó luego otro que nos dio que pensar, fue sobreque el rey pedia licencia para que el dia de su coronación pudiese almorzar, el y el clerigo antes de comulgarse, porque el officio, sería largo. El papa dijo a la mitad por el rey solo», en Brenes (1987, p. 64).
24. «¿Quién es V. M. en Lazarillo de Tormes?», BBMP , LXVIII, 1992, p. 83.
25. «Lazarillo, La Vlixea y anón», BBMP , LXIII, 1987, p. 100.
26. «Informe que dio a Carlos V sobre los que componían el Consejo Real», en Colección de documentos inéditos para la Historia de España , Madrid, Imprenta Viuda de Calero, 1842.
27. Dalai Brenes en «¿Quién es V. M. En Lazarillo de Tormes?», BBMP , LXVIII, 1992, p. 78.
28. El italiano Mercurio Arborio de Gattinara fue canciller de Carlos V desde 1518 hasta su muerte en 1530. Juan de Enciso, contador y banquero de Carlos V. Martínez de Silíceo, preceptor de Felipe II desde 1534. También fue su ayo González de Mendoza, sustituido por Juan de Zúñiga.
29. Fred Abrams, «Hurtado de Mendoza’s Concealed Signatures in the Lazarillo de Tormes », Romance Notes 15, 2; 1973, pp. 341-345.
30. «Algunas reflexiones sobre el proceso de edición en el siglo XVI y la bibliografía textual», Edad de Oro , vol. XXVIII, 2009, pp. 59-73.
31. Joaquín Corencia Cruz, «Anotaciones a la quinta y sexta parte del Abecedario espiritual y Lazarillo de Tormes (Medina del Campo, 1554). De ediciones, portadas, colofones, pobres, Lázaros e hilanderas», Lemir , 16, 2012, pp. 329-348.
Capítulo 2
DE LAS «COSAS TENIDAS EN POCO DE ALGUNOS QUE DE OTROS NO LO SON». UN PRÓLOGO, CICERÓN Y UNA SOSPECHA
Una ironía es que hayamos estado leyendo el prólogo de manera ortodoxa, esto es, como un texto introductorio escrito en primera persona y dotado de los habituales componentes: presentación y justificación de la narración (variación del horaciano «Aut prodesse aut delectare est»); citas de autoridades (Plinio y Cicerón) apoyadas ya en argumentación probatoria, ya en modelos sociales (soldado/armas, predicador/letras, caballero) demostrativos de cita; tópico de la falsa modestia; invocación y dedicatoria de la obra a un superior jerárquico; defensa de la valía y ejemplaridad de una vida miserable, etc.
En realidad, parece que, en una obra en la que todo tiene una doble lectura y en la que el aspecto mordaz es sobresaliente, también deberíamos tomar el prólogo como un texto preambular de intencionalidad si no heterodoxa o ambigua, sí, al menos, turbia, con sombras enigmáticas contagiadas del distanciamiento irónico del autor. Y estas sombras desvelan no sólo un rasgo satírico de la personalidad del escritor sino una pista inicial para conocer a la entera persona verdadera, a él mismo, que está jugando a esconderse entre sus palabras.
En efecto, prescindiendo de prejuicios eruditos, daremos la autoridad al narrador y crédito a sus conjeturas. Así, vamos a subrayar con cursiva todas las frases del primer párrafo del prólogo que pudieran resultar ambiguas o dilógicas, que pudieran indicar que hay una invitación para desentrañar un mensaje críptico en la novela. La segunda mitad del párrafo resalta la importancia que al reconocimiento intelectual otorga el escritor.
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas vengan a noticia de muchos 1 y no se entierren en la sepultura del olvido , pues Podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite. Y a este propósito dice Plinio que «no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena»; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello, y así vemos cosas tenidas en poco de algunos que de otros no lo son . Y esto para que ninguna cosa se debría romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto . Porque, si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben . Y a este propósito dice Tulio: «La honra cría las artes» . 2
Sin mucho esfuerzo podría entenderse que el autor del prólogo avisa de que en su texto hay «cosas señaladas (...) nunca oídas ni vistas», y que es bueno que lleguen a ser conocidas por muchos y no se entierren en el olvido, «pues podría ser que alguno que las lea halle algo» siempre que ahonde mucho. Así, «vemos cosas tenidas en poco de algunos que de otros no lo son».
En la segunda parte del párrafo, y con intencionalidad diferente, advierte que no se escribe para uno, «pues no se hace sin trabajo», y que los escritores «quieren (...) ser recompensados (...) con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben. Y a este propósito dice Tulio: “La honra cría las artes”».
Profundizando en el texto, penetrando en las entrañas de sus palabras y de «cosas tan señaladas», podemos, por tanto, hallar «algo». Y, sin duda, pensamos que al escritor le gustaría ser reconocido literaria y socialmente por su trabajo como narrador.
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