En un acto muy digno vi que el abogado Gustavo Horvitz enfrentó a este lumpen y solo recibió insultos y escupos. Pamela Pereira hacía otro tanto por calmar el ambiente. El rencor histórico con el pasado reciente se manifestaba en todo su esplendor, claramente manipulado como lo es hasta el día de hoy, y ese era un momento para descargar tanto odio y frustración. En medio de aquel forcejeo, sentí que los escoltas me sacaban rápidamente de ahí y me subían al auto que estaba algunos metros más allá. Cuando vieron que partíamos, nos llovieron las piedras, pero no causaron mayor daño pues los manifestantes se confundieron con otro auto de apoyo que había llegado.
Al regresar a casa, me enteré de que mi familia había seguido tan triste y patético espectáculo en directo por televisión. Mis hijos estaban impactados por lo que habían visto y ¡no era para menos!
Tiempo después, militantes del propio PS me dijeron que el montaje había corrido por cuenta de un dirigente socialista de La Pintana, Simón Escalona, el cual tenía un grupo de personas destinadas a estas manifestaciones, a las cuales movilizaban en bus y les regalaban ¡un sándwich y una bebida! De hecho, estas brigadas compuestas por “soldados del odio”, actuaron de forma similar en contra del ex precandidato presidencial de la UDI Pablo Longueira, quien debía votar en la Escuela Salvador Sanfuentes de la comuna de Santiago para la segunda vuelta presidencial del 15 de diciembre de 2013.
Curiosamente, el Tribunal Supremo no llamó a declarar a Cuadra y tampoco lo hizo con Allamand, ni con Álvaro Briones, ni menos con Núñez; y para qué vamos a pensar en la periodista, la cual se habría escudado en el secreto profesional. Solo citaron a Carlos Cruz, quien evidentemente sufrió de una amnesia temporal10 y se escudó en que él había ido al baño en ese momento, es decir, una declaración funcional a Núñez y muy lejana a la verdad. Curiosamente, Cruz dio la misma respuesta ante el ministro Huerta, lo cual muestra que a Núñez había que protegerlo a todo nivel manteniendo la “mentira oficial”. Me imagino que el grupo del senador agradeció mucho a Cruz tan mal interpretada y malsana lealtad. Es decir, estábamos varios escalones más abajo de la “justicia en la medida de lo posible” y muy lejos del lema “verdad y justicia”.
Finalmente, no consiguieron que me expulsaran, ya que algunos miembros estaban simplemente por anular los cargos y otros por una sanción de suspensión. La petición del presidente del partido, Camilo Escalona, de expulsarme del PS, no tuvo un solo elemento real y contundente que justificara una acusación, y al parecer no encontró a alguien dispuesto a ir a mentirle al Tribunal Supremo o que dijera haberse visto perjudicado por mis relaciones con los militares.
Por razones evidentes, no daré nombres ni profundizaré en situaciones concretas, pero puedo asegurar que existieron solamente beneficiados de mis relaciones con algunos militares. Yo intenté siempre encontrar puntos de encuentros y propiciar acercamientos y no mantener una odiosa polarización, cosa que no resultaba muy difícil, pues muchos militares años antes del plebiscito ya tenían claro que en el poder no estarían indefinidamente.
Finalmente, la suspensión de mi militancia por tres años se debió exclusivamente al peso y control de “las máquinas internas” que presionaron para que recibiera alguna sanción. Estas son las que controlan diferentes instancias partidarias, pero también –y más importante todavía– controlan los cargos de Gobierno a todo nivel. Esto generalmente deriva en que exista una cantidad de mediocres sentados en puestos para nada despreciables, a los que también se les conoce como “operadores políticos” y últimamente, como la “grasa del Estado”. Como sea, su aporte es nulo, aunque siempre habrá excepciones.
El 31 de octubre de 1997, y luego de ver cómo a militantes que habían cometido faltas reales y graves, como estar ligados a actos de corrupción, recibían sanciones mínimas –si es que las recibían–, fui al Servicio Electoral y después de veintiocho años de militancia me retiré del PS, partido en el cual me inscribí en 1970.
Por su parte, el autor intelectual de “la brigada del odio”, Simón Escalona, renunciaría al Partido Socialista en mayo de 2008. Los motivos de fondo los desconozco, pero no tengo duda alguna de que no fueron discrepancias ideológicas con su hermano Camilo, presidente del partido en aquel entonces; sería algo muy fino para el personaje. No obstante, es en este mismo período en que Simón Escalona comienza a ser cuestionado por la Contraloría General de la República, luego de haber “trabajado” más de doce años en Gendarmería. Esto, se debió a una serie de licencias médicas que le rechazaron, justo en la época en que tenía una intensa actividad como coordinador metropolitano de la facción socialista Nueva Izquierda:
Su sueldo fue creciendo desde los $3.129.000 de 1997 a los $7.566.000 en 2006. […] En 2007, el director nacional de Gendarmería de esa época, Alejandro Jiménez, aceptó la renuncia que presentó Simón Escalona a su cargo en el Patronato Nacional de Reos, que depende del servicio de prisiones. “Hacía poco e iba nada” declaró Jiménez en ese momento, apuntando a la docena de licencias médicas que presentó el hermano de Camilo Escalona entre 2003 y 2005. Pese a que fueron todas rechazadas por el Departamento de Contabilidad y Presupuesto, Simón Escalona percibió su remuneración completa en todas esas ocasiones.11
En agosto de 2012, la jueza Carmen Gloria Escanilla sentenció una demanda de Gendarmería de Chile en contra de Simón Escalona y este fue condenado a restituir al Fisco $6.772.036, más reajustes, intereses y costas, por “haberse percibido reiteradamente por el demandado dineros que no le correspondían”.12
Muchos años después de este lamentable episodio de mi vida, pocos dudan de que existía droga en el parlamento en el año 1995. La propia candidata presidencial de la centroderecha, Evelyn Matthei, en la emisión del 21 de julio de 2013 del programa Tolerancia cero, reconoció que “[en ese tiempo,] no solamente [lo] creía, después se ha demostrado que había. […] Hubo personas condenadas. Ahora, fueron básicamente secretarias y juniors. Pero que había drogas en el Congreso, desgraciadamente, fue así”.13 Sobre el efecto de las declaraciones de Francisco Javier Cuadra, quien fue llevado a juicio precisamente por no querer entregar los nombres de los parlamentarios, Matthei precisó: “Lo que había tratado de decir Cuadra es ‘Miren, el problema no es si consume o no consume droga, sino hasta qué punto esa persona es vulnerable’. Pero hubo una reacción, a mi juicio, muy equivocada”.14
Sobrerreacción, que en este caso, enlodó a mi persona, perjudicó mis funciones públicas y además, puso un triste fin a mi militancia política por efecto de la cobardía, la hipocresía y el matonaje de una parte de la clase política de nuestro país.
2Ver: “‘Algunos parlamentarios consumen droga’. Entrevista a Francisco Javier Cuadra”, Qué Pasa Nº 1240, 14 de enero de 1995, pp. 4-8.
3“Lo único que puedo decir responsablemente es que Lenin Guardia nunca trabajó para la Dirección de Seguridad Pública”, afirmó Solís. En: La Tercera, “Reportajes”, 25 de noviembre de 2001.
4“Lenin Guardia nunca perteneció a la ‘Oficina’”, afirmó Velasco. En: #LaPruebaDeADN: Belisario Velasco desclasifica episodios desconocidos del caso Guzmán, Radio ADN, 28 de noviembre de 2018.
5Ver: Claudia Giner, “Radiografía de un operador político”, Cosas Nº 480, 15 de febrero de 1995.
6Ver: Bruno Sommer, “Sobre publicación de Qué Pasa”, 13 de julio de 2008. Recuperado de www.noalducto.com
7Ver: República de Chile, Cámara de Diputados, Legislatura 330a, Extraordinaria, Sesión 51a, en miércoles 22 de marzo de 1995.
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