Autorretrato
Emilio Gavilanes
ISBN: 978-84-15930-73-0
© Emilio Gavilanes, 2015
© Punto de Vista Editores, 2015
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ÍNDICE
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
PRÓLOGO
CARTA A LOS REYES
HISTORIA SAGRADA
EL TIMBRE
HISTORIA DE NUESTROS COCHES
LA ISLA DE LOS MUERTOS
CUATRO FÁBULAS
LAS FLORES IMAGINARIAS Y LA CALAVERA DE GOYA
GONZALO DE BERCEO IMAGINA AL NIÑO JESÚS DESCUBRIENDO QUE ES DIOS
CABALLO DE AJEDREZ
AGUAS SAGRADAS
UNA TERTULIA
LAS COSAS DE LA INFANCIA
SEÑORA DE LOS ANIMALES
LA RESURRECIÓN DE MOZART
ENERO DEL GREÑO
LOS HERMANOS
ODIO
LOS AMADOS VERSOS DE JOHN KEATS
EL LIBRO DE RYS
FRAGMENTOS DEL DIARO DE UN IMBÉCIL
SIN DIOS, SIN AMO
CAMINO DE LA GUERRA
QUÉ LEJOS TENEMOS EL CUERPO
EN EL BOSQUE
NOCHE DE FRÍO
SOBRE EL ABISMO DEL MAR
EL LABERINTO DE LA VIDA
EL ASOMBRO
LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL POR EL FÚTBOL
UNA PAGINA DE KIPLING
GEMIDOS EN EL PATIO
DE LECTORES Y ESCRITORES
VIDA Y OBRA DE FRANZ KAFKA
LAS COSAS DEL CAMPO
EL PERRO DE MAGÍN
LA MEMORIA DE UN LUGAR
POR LA UNIVERSITARIA, CAMINO DE MONCLOA
RECUERDO DE WILHELM REICH
RETORNO AL PASADO
UNA HISTORIA MUY CORTA
EFECTO MARIPOSA
UN CUENTO DE BUENOS Y MALOS SIN BUENOS
DIBUJOS ANIMADOS
NOSTALGIA
EL JILGUERO, UN GRANO DE ALPISTE, EL OTRO MUNDO
COLOQUIOS DEL PASADO
UN CUENTO DE ARTHUR C. CLARKE
AUTORETRATO
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Emilio Gavilanes nació en Madrid, en 1959. Realizó estudios de Geológicas y de Físicas, y se licenció en Filología Románica. Ha desempeñado una buena variedad de oficios y desde hace años trabaja en el Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española. Ha publicado las novelas La primera aventura (Seix Barral, 1991), El bosque perdido (Seix Barral, 2001), Una gota de ámbar (Ediciones de La Discreta, 2007) y Breve enciclopedia de la infancia (XVI Premio Tiflos de Novela, Edhasa/Castalia, 2014), los libros de relatos La tabla del dos (Premio de relatos NH 2003), El río (Finalista del III Premio Setenil, Ediciones de La Discreta, 2005), El reino de la nada (Menoscuarto, 2011) e Historia secreta del mundo (Ediciones de La Discreta, 2015), y las colecciones de haikus Salta del agua un pez. 101 haikus (La Veleta, 2011) y El gran silencio (La Veleta, 2013). También ha preparado la edición de la obra de Camilo Bargiela Luciérnagas (Renacimiento, 2009) y ha escrito numerosos artículos y colaboraciones en diversas publicaciones.
PRÓLOGO
Quiero comenzar este prólogo con unas palabras del último relato del libro, que, bajo el título “Autorretrato”, da nombre al conjunto. Escribe el narrador:
“No me gustan los prólogos. Me los salto. Salvo que sean de Borges. En ese caso lo que me salto es el libro.”
Estoy completamente de acuerdo con él. ¿Y entonces?, me pregunto, ¿por qué el propio autor me pide este exordio? Pues, no siendo yo Borges ni teniendo el poder o la capacidad de emularlo (ya me gustaría a mí), ¿se me está pidiendo que escriba algo que pueda (y deba) evitarse para dar paso sin dificultad a la lectura del libro?
Aunque así fuera, me respondo, no tengo inconveniente. La amistad y devoción que profeso a Emilio Gavilanes me lleva a dar este salto al vacío sin vacilación, incluso con ganas. De modo que para los pocos y aguerridos lectores que, haciendo caso omiso de la sana recomendación del autor con respecto a los prólogos, la curiosidad lleve a continuar con la lectura, me pongo manos a la obra.
Y seguramente la curiosidad en primer lugar dirigirá su atención —como ocurrió conmigo— al título, Autorretrato , y a preguntarse si es que con este libro Emilio Gavilanes pretende describirse a sí mismo. Una cuestión que como toda buena pregunta no admite un sí o un no concluyentes. Esta es la respuesta que más me ha convencido, sin que por ello pretenda yo que sea la única y verdadera explicación.
Si juzgáramos a partir del relato señalado —el que cierra el libro—, la respuesta sería afirmativa. Sí, en ese “Autorretrato”, con el estilo elegante y sencillo al que nos tiene habituados, Emilio Gavilanes se retrata en un humilde decálogo de preferencias y aversiones en el que lo reconocemos. Sin embargo, basta leer unas cuantas narraciones del principio, que nos llevan —casi siempre en tiempo presente— a María, la madre de Cristo, a Clara, una muchacha de un barrio del extrarradio que asiste sin saberlo a los diez últimos minutos de la vida de su abuelo, a la hija de un cabrero, que vive atormentada por un terrible acontecimiento de la infancia, para desdecirnos de lo que habíamos afirmado. Lo más sencillo, entonces, tal vez sería convenir que se trata de un conjunto de cuarenta y ocho relatos —algunos muy cortos, de unas cuantas líneas— de gran intensidad emocional y poética, en el que se ha tomado el último de ellos, de corte claramente biográfico, para dar título al libro. Pero tampoco eso me parece del todo acertado y sigo pensando que “Autorretrato” no es solo un título, sino que su carácter vertebra todo del conjunto. ¿Y quién mejor que el mentado Jorge Luis Borges, predilecto del autor y de quien confiesa no saltarse ni siquiera los prólogos, para apoyar mi argumento?
Es conocido el texto “Borges y yo”, en el que, al alimón, el personaje y el célebre escritor argentino se describen sin que al final pueda saberse quién realmente escribe el autorretrato. Pues bien, a mi entender, este mismo juego está en las entretelas del libro de Emilio Gavilanes. Si en la última narración el autor aparece en "carne y hueso", en el resto del libro se ha convertido en un Guadiana que se esconde entre las palabras y produce con ellas esa alquimia en que se mezcla lo real con lo imaginario para salir de nuevo a la luz transformado en lo que reconocemos verdadero.
Sueños, recuerdos, obsesiones, gustos, aversiones del personaje son utilizados por el escritor para elaborar su producto. Y también, claro, datos biográficos de Emilio Gavilanes. Por ejemplo, de su ascendencia campesina, según declara en ese último relato —“casi todos mis antepasados son de dos aldeas del noroeste que distan un par de kilómetros”—, deriva La Carballa, territorio mítico que ha creado su imaginación, poblado por soberbios personajes y mitos y costumbres enraizados en una remota y rica cultura, de la que también se alimentó otro escritor de culto de Emilio: Álvaro Cunqueiro. De esta estirpe entiendo que son los relatos: “Historia de nuestros coches”, “La isla de los muertos”, “Una tertulia”, “Enero del Greño”, “Camino de la guerra”, “En el bosque”, “El perro de Magín”, “Coloquios del pasado”.
Y de la "parte visible urbanita" de Emilio Gavilanes, y, más en concreto, de la atmósfera de los barrios humildes de las afueras de Madrid y de la época mágica de la infancia y primera adolescencia, saca el escritor el material de, por ejemplo: “Carta a los Reyes Magos”, “Las cosas de la infancia”, “Los hermanos”, “Noche de frío” o “El jilguero, un grano de alpiste, el otro mundo”. (Esta misma veta biográfica inspira, a mi entender, otro de los mejores y más recientes libros del autor, Breve enciclopedia de la infancia , por el que Emilio obtuvo el pasado año el XVI Premio Tiflos de novela.)
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