Sergio Barce - El libro de las palabras robadas

Здесь есть возможность читать онлайн «Sergio Barce - El libro de las palabras robadas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El libro de las palabras robadas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El libro de las palabras robadas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Marcado profundamente por varios acontecimientos ocurridos en el pasado, el escritor Elio Vázquez, para tratar de salvar la relación que mantiene con Sara, la mujer a la que ama, se enfrenta a sus demonios desvelando sus secretos más íntimos a Moses Shemtov, un viejo psiquiatra. Durante estas sesiones sabremos que una serie de hechos imprevisibles cambiaron por completo su vida.
Todo comienza en Málaga el día en el que presenta su nueva novela. Al terminar el acto, Arturo Kozer, un hombre al que no conoce, le acusa de haber puesto en peligro su vida con su nueva novela y, además, de haber desvelado el secreto de El libro de las palabras robadas, un codiciado manuscrito que hasta ese instante nadie sabe dónde se oculta. Ese mismo día, su padre sufre la primera pérdida de memoria que le llevará, días después, a ser internado en el hospital, y su madre, Ágata, muerta años antes, reaparece de manera imprevista. Mientras tanto, Elio trata de comunicarse con su hijo Marco pero, como suele ocurrir desde hace tiempo, no lo logra.
Tras recibir una inquietante amenaza, Elio Vázquez trata de encontrar a Arturo Kozer para desenmascarar su farsa y demostrar que su novela sólo es una creación ficticia que nada tiene que ver con la realidad. Su editor, Joan Gilabert, y la mujer de éste, Francesca, junto a Félix Quintá, un guardia civil retirado que escribe novelas negras de misterio, lo ayudarán en su tarea. Sin embargo, la codicia por hacerse con el códice al precio que sea va desvelando los motivos reales por los que actúan algunas de las personas en las que, hasta ese momento, Elio confiaba ciegamente. Todo vale con tal de hacerse con tan valioso botín.

El libro de las palabras robadas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El libro de las palabras robadas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Damián siempre fue un gran aficionado a la fotografía, y se especializó en campos de fútbol. Los buscaba y los fotografiaba, siempre vacíos, cuando nadie jugaba y las gradas parecían diques que contuviesen lagos que se habían secado. En algunos lugares, se olvidaba la cámara en la habitación del hotel y no nos hacía ningún retrato de recuerdo, pero jamás nos marchábamos sin pasar por el estadio de fútbol de la ciudad, aunque fuese un modesto campo de tierra. De la que se sentía más orgulloso era de la fotografía que tomó desde una avioneta sobrevolando San Mamés. A Vilches le fascinó la instantánea del campo de la Balona que mi padre había realizado en mil novecientos sesenta y cuatro, tan vacío que Vilches dudó unos segundos antes de reconocer el estadio del equipo de su alma. Ese fue un buen regalo que le hice después de que me contratara para escribir semanalmente en el suplemento dominical. Y esa foto es la que preside su despacho desde entonces.

Asentí a mi padre, creyendo que también él estaría recordando alguno de aquellos viajes o tal vez el día que sobrevoló el San Mamés y captó el silencio desde el cielo. Pero me equivocaba. Mi padre tenía otra cosa metida en la cabeza.

−¿Llevas la cartera en el bolsillo trasero? En cuanto te distraigas, te la robo…

No pude evitar sonreír, aunque amargamente. Di una calada al Ducados, sopesando su ridícula amenaza, y me acordé de nuevo del artículo del periódico que el día anterior le había impresionado tanto a Irene; sin saber la razón, imaginé entonces a Damián encaramándose al pretil de la terraza y arrojándose al vacío.

−Arréglate, papá, nos vamos –le rogué desganado.

Cogí una de las revistas que tenía en la mesa, el Hola de esa misma semana. Me extrañó que ahora comprara esa clase de publicaciones, jamás lo había hecho antes. Estaba abierta en un reportaje sobre las mansiones de California.

−Si vas a comprarme la casa, búscala junto a la de Paul Anka.

Le observé de nuevo por encima de la revista, y en ese instante lo habría acogido entre los brazos para protegerlo del frío. Se giró lentamente, y pensé que por fin iba a hacerme caso y que se cambiaría para marcharnos, cuando sonó mi móvil. Miré el número de la pantalla, no lo conocía, pero pulsé el botón verde y contesté.

−¿Señor Vázquez?

−Sí –me hablaba alguien resolutivo, con acento inglés, pero con un dominio perfecto del castellano, alguien que me conocía sin duda por mis libros ya que se dirigía a mí por mi segundo apellido.

−Mi nombre es Robert O´Neal. Le llamo desde las oficinas de Brautigan House Book… −hizo una pausa, y al ver que ese nombre no me decía nada continuó hablando−. Soy director general de esta empresa editorial. Un amigo común nos ha remitido varias páginas escaneadas de su última novela, y ciertamente estaríamos interesados en verlo para tratar ciertos aspectos de la misma…

Pensé inmediatamente que trataría de proponerme la cesión de los derechos de la novela para su edición en inglés, pero eso era algo que manejaba Joan Gilabert y yo apenas sabía nada del asunto.

−Bueno, tendrá que hablarlo con mi editor español…

−Creo que no me ha entendido, señor Vázquez –me interrumpió, alzando la voz−. La razón de que pretendamos verlo es que hemos descubierto que algunos párrafos de su nueva publicación plagian un libro del que poseemos los derechos. No sabemos cómo ha llegado al original, pues aún no se ha editado, pero…

−¡Un momento! –ahora era yo el que levantaba la voz, lleno de ira, herido en mi amor propio−. ¿Cómo se atreve a decirme eso?

No podía creer que una editorial inglesa me llamara para acusarme gratuitamente. Parecía que en torno a mi nueva novela se hubiesen propuesto montar una especie de broma colosal, por un lado el presunto plagio del que me hablaba ese tipo y por otro un loco chiflado que afirmaba que mi historia era su propia vida.

−No se altere, señor Vázquez. No vamos a demandarlo. Lo que pretendemos es llegar a un acuerdo satisfactorio –su socarronería seguramente le venía de su flema británica−. Usted y yo sabemos que una parte de su novela está basada en hechos reales, y que hay muchas personas relacionadas con esa historia a las que no les interesa que se hurgue en sus vidas... No cuenta con el consentimiento de ninguno de ellos, y además…

−¿De qué me está hablando? Primero me dice que he plagiado un libro que no se ha editado y ahora que se basa en hechos reales… Aclárese. Sólo es una novela, si hay algún parecido con la realidad…

−Es pura coincidencia –terminó mi frase con ironía−. No me haga reír, señor Vázquez, por favor… Su error estriba en haber descrito tan fielmente El libro de las palabras robadas que no deja margen a la duda. Se ha delatado a sí mismo de una manera tan ingenua…

−¿Qué quiere decir con que me he delatado?

−Confíe en mí. Vamos a ayudarle… ¿Cómo ha llegado a usted?

−¿Qué es lo que debiera haberme llegado? −notaba mis labios resecos, la voz me había temblado al hacerle la pregunta, y tragué saliva. Damián comenzó a dar voces en la misma terraza, regando otra vez.

−¡Hay que mudarse este mismo año, hijo! –gritó−. He visto una casa a cien metros de la de Paul Anka. ¡En su jardín cabría un bosque entero! Esto lo podríamos trasplantar…

Le di la espalda, tratando de concentrarme en la conversación con ese tipo de Brautigan House Book. Presionaba con fuerza el móvil contra mi oído, y con la otra mano seguía sosteniendo el pitillo. Comenzaba a dolerme la cabeza, como si un taladro la atravesara de lado a lado.

−Creemos en su buena fe, señor Vázquez… Su anterior novela es muy apreciada en nuestra casa, y estamos convencidos de que todo se debe a un hecho fortuito. Nadie en su sano juicio habría cometido tamaña imprudencia.

Esta última afirmación hizo que me acordara de Arturo Kozer. También él me echó en cara mi supuesta desfachatez, pero no sabía cuál era mi pecado.

−No sé qué coño les habrán dicho, pero señor…

−O´Neal. Robert O´Neal…

−Sí… Quiero decir, señor O´Neal, que le doy mi palabra de que cuanto me dice carece para mí de significado…

Le oí suspirar al otro lado, como si se viera obligado a mantener a raya a su paciencia.

−Simplemente ha sucedido que ha cometido un desliz… Seré directo, señor Vázquez: queremos recuperar el libro…

Fue entonces cuando me di cuenta de que ese tipo estaba cometiendo un terrible error. Sin duda, mi novela les había hecho creer que yo poseía realmente esa obra que me había inventado por completo y que constituía el núcleo del misterio que hacía avanzar la trama, ni más ni menos que un libro fantástico que permitía a su dueño leer las poesías que ordenó quemar el sultán Abdelmumen. Cerré los ojos, oyendo a mi padre farfullando de nuevo sobre mi apellido mientras yo buscaba la manera de zanjar este absurdo problema con unos editores ingleses de los que no sabía ni que existiesen.

−¡Señor Elio Vázquez, saque sus cuartos del banco y cómpreme la puñetera casa!

−Escúcheme –dije tratando de concentrarme en la conversación−. ¿No se da cuenta de que hablamos de algo absurdo? No existe ningún libro como el de mi novela, es un libro imaginario que describe algo imposible, como puede serlo La historia interminable… Son mundos creados para evadirnos de este otro mundo real y cruel que nos ahoga diariamente. Ojalá existiera El libro de las palabras robadas, pero puestos a fantasear estará de acuerdo conmigo que el derecho a poseerlo sería entonces de los poetas árabes, ¿no lo cree así?

Estaba seguro de que había terminado por convencerlo con mi reconvención. Aguardé más de un minuto a que respondiera, creyéndolo derrotado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El libro de las palabras robadas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El libro de las palabras robadas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El libro de las palabras robadas»

Обсуждение, отзывы о книге «El libro de las palabras robadas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x