Armado y composición:Eduardo Rosende
Diseño general:Gerardo Miño
Correctora:Lucía López Arzuaga
Edición:Primera. Marzo de 2021
ISBN:978-84-18095-59-7
Depósito legal:M-25451-2020
THEMA:DDT [Tragedias]; JKSM [Cuidado de enfermos mentales]; JM [Psicología]
Lugar de edición:Buenos Aires, Argentina
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Ilustración de portada:Bárbara Vuillermet Molina
Siendo que el texto se inicia analizando la figura Función Mensajero en las tragedias griegas, la portada propuesta presenta las siguientes características:
La totalidad de la obra es un frontispicio de estilo griego en ruinas, invadido por vegetación. La dicotomía occidental arriba/abajo o de orden superior/inferior establece la disposición de las figuras elegidas.
En el margen inferior izquierdo hay una cornucopia, elemento que acompañaba a los faunos o sátiros en las celebraciones dionisíacas de la Antigüedad y que representa la abundancia, el desborde y el exceso, y es por esto que las frutas emergen de los límites del cuerno. A su vez, representa también la dicotomía Vida/Muerte en relación con el fin del principio de individuación de la teoría Nietzscheana. La vida, en este caso, está simbolizada en las hojas verdes de parra que brotan de las frutas.
Hacia la derecha, un casco de guerrero simboliza la caída irremediable del héroe trágico.
Una columna griega con un capitel corintio presenta un aspecto ruinoso, como los llamados Folies, expresión toma da de la Arquitectura y que designa una “locura” o “extravagancia” respecto a un elemento construido en jardines por parte de su creador.
El término folie, muy usado por los alienistas en el siglo XIX, refiere asimismo a los trastornos psicóticos compartidos. Tal es el caso del “Folie à deux” (locura de a dos) o el “Folie en famille” (locura familiar).
Los capiteles corintios, en diálogo con el tema de la caída del héroe trágico, representaron un punto culminante en la arquitectura griega y fueron los últimos en desarrollarse luego de los dóricos y jónicos.
Las columnas que se alzan a ambos lados, también con aspecto ruinoso, se ven envueltas de naturaleza ya muerta. Ambas sostienen el orden superior, el Logos para los estoicos, que gobierna sobre los hombres y sobre los dioses en la religión politeísta grecorromana.
En el margen superior, diversas plantas envuelven la escena. El verde que hace de ellas seres vivos enfatiza la importancia del dominio del orden sobre el ser.
El triángulo, sostenido por ambas columnas, presenta una larga tradición simbólica a lo largo de la cultura y es un elemento tomado por el psicoanálisis para explicar desde distintos enfoques la estructuración de la psiquis humana.
Finalmente y lo más importante, de presencia sutil y casi imperceptible, dentro del triángulo del frontispicio se pueden leer caracteres en griego antiguo cuyo significado es Palabra en caso nominativo. Esta elección se funda en la tesis central del presente trabajo y, a su vez, porque cada sujeto se apropia de la lengua en un acto individual de utilización para decir al mundo así como también para nombrarse a sí mismo. La palabra, como presenta el autor, es el canal de articulación entre los caminos que recorre el sujeto para no ceder a las pasiones y dar lugar a los sentimientos.
Índice de contenido
Prólogo,por Raúl Teyssedou
Introducción
Capítulo I
Poner en palabras: de la tragedia al descubrimiento del Inconsciente
Sobre el nacimiento de la tragedia
Estructura de la tragedia griega
Sobre algunas oposiciones en la tragedia
Los trágicos griegos
Acerca de la Función Mensajero en la tragedia griega
Acerca de la hybris , las pasiones, Edipo y la palabra
Consideraciones finales
Bibliografía
Capítulo II
La sociedad terapéutica y los procesos de Medicalización de la vida en la era del Realismo Capitalista
Consideraciones preliminares
Parte I: Acerca de algunas de las condiciones que hicieron posibles los procesos de Medicalización de la vida cotidiana
Parte II: Medicalizar la vida
Parte III: La Infancia amenazada
Parte IV: Algunas Propuestas generales y específicas
Bibliografía
Raúl Teyssedou
Dr. en Psicología Clínica
(Córdoba, septiembre de 2019)
¿Por qué Eduardo López Molina, avanzado el siglo XXI, nos propone pensar las Tragedias griegas?, ¿acaso su invitación a retrotraernos a más de dos mil quinientos años para visitar a aquellos antiguos trágicos es un anacronismo?, ¿cuál es hilo con el que trenzó las obras del lejano mundo heleno con el medicalizado de hoy?, ¿qué caminos lo llevaron de la Argentina neoliberal del 2019 en la que escribió las líneas que aquí se presentan, a la democrática Atenas del siglo V a. de c.?, ¿será que él viajó a buscar en las viejas Tragedias griegas el antídoto al que siempre se recurre cuando el sujeto se encuentra amenazado?
Lo cierto es que, al leer las páginas de este libro, con el poeta, se puede decir que el autor “es prisionero / (La sentencia es de Omar) de otro tablero. / De negras noches y de blancos días / Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. / ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza. / De polvo y tiempo y sueño y agonías?”.
Pues, la sugerencia de Eduardo López Molina a seguir sus pasos nos llevará hasta donde veremos a un rudimentario sujeto asomarse desgarrado por la desamparada singularidad con la que debe enfrentar a un absoluto que lo abandona. Momento crucial en el cual hallaremos al endeble sujeto en sus primeros tropiezos, condenado a errar, lanzado a re-ligar, a hacer religión, en la intemperie, sin la monolítica cosmogonía con la que, poco antes, en férrea comunidad, se supo proteger ante el asombro de existir. Allí, donde la sabida vulnerabilidad de la carne humana se desligó del Todo que imponía su indiscutible ubicación en el orden que regía la vida de los escasos habitantes en la Tierra, el sujeto aparece arrojado al mundo como un singular hecho de ineludible soledad y vacío. El otrora cuerpo gozado por un cerrado universo colectivo, fue impelido a gozar. Cuando la solidez de la mitología cosmogónica se partió, desde esa división o fisura fue parido el sujeto. De la grieta abierta en el enunciado mítico surgió la enunciación o el sujeto hablante, portador de palabra y de voz hecha singularidad.
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