La ocupación de crear una imagen externa y que esta figura sea competitiva en el contexto adecuado demanda tiempo y consciencia. El caso es que quien posee el tiempo en esta ecuación es la otredad, ya que se estará trabajando permanentemente en dar con los estándares. Por ejemplo, desde lo más trivial, como sacar una foto de cualquier acontecimiento que se viva con el objetivo principal de mostrarlo y obtener la aprobación de los demás, hasta cumplir con mandatos sociales de comportamiento con la finalidad de encajar o ser aceptado, al estilo de los hombres no lloran y deben ser fuertes. Se pueden citar muchos ejemplos más, pero lo que se quiere explicar aquí es que el yo deja de ser el poseedor absoluto de su tiempo —que dicho sea de paso es uno de los bienes más preciados que tiene— para ser hijo de las circunstancias del TENGO QUE, ese tengo que hacer esto o aquello porque si no… En esta fórmula otorga su tiempo a otro amo que no es él, comienza a vivir su vida en una cadena de acontecimientos ejecutados más por obligatoriedad que por voluntad propia, llevándolo una vez más al autoengaño, a fin de sustentar la resignación solapada en la que vive.
Otro aspecto importante sin duda es la consciencia. Se involucra con los acontecimientos de manera que nunca está en el tiempo presente, sino en el pasado o en un futuro, creando un estado de ansiedad y ausencia, viviendo de los recuerdos pasados o esperando los resultados de los logros a futuro, mas le es imposible permanecer en el aquí y ahora, en el tiempo y espacio presentes, siendo esta otra razón para vivir desconectados de la otredad. Está claro que este proceso de crear y mantener una imagen donde se involucra tiempo y consciencia resulta desgastante y estresante para el meta-individuo, por lo que creará los anticuerpos necesarios para evitar todo aquello que ponga en evidencia su forma de vida aparente, en la que invierte tanto. Así que las relaciones pasarán por un tamiz donde quedarán aquellas que avalen, sustenten o admiren —aunque sea por interés o no— su imagen creada, mas todo aquel que no sea condescendiente representará un riesgo, teniendo en cuenta que si no tiende a la adulación es por lo general alguien difícil de manipular, dejando una vez más al meta-individuo ante relaciones superficiales.
En conclusión, el meta-individuo es en gran parte hijo del CoNES, comparación numérica especulativa subconsciente, ya que, como es evidente, en la mayoría de las circunstancias en que se relaciona con la OTREDAD, necesitará de esta para categorizarse de manera consciente o no. Casi siempre, la calidad de la relación dependerá de la utilidad de la otredad para con el yo meta-individual, quien continuará centrándose en los logros personales, comparándolos con los de los demás, con el objetivo de afianzar la autoestima y la construcción del YO por sobre el OTRO. Dicha actitud comúnmente se conoce como egoísmo o egocentrismo, y contribuye a percibir al otro como un competidor en el caso de no considerarse útil para los propósitos del yo, situación que será vista como un reflejo de lo fraccionada que se encuentra la sociedad hoy en día. Esto da lugar al temor en las relaciones por sobre la fraternidad que debiera caracterizar al ser humano, donde brindarse y mostrarse tal cual se es resulta “peligroso”, y en su lugar siempre existe la opción de un disfraz que muestre lo que el otro quiere ver. Del “pienso y luego existo” —con el objetivo de racionalizar la existencia al extremo, donde nada es si no es pensado previamente, y por creer que no hay nada más allá del cogitatio— hemos pasado al “especulo y luego aparento que existo”, al especulo en tanto existo, donde la opinión del otro se ha transformado en el objetivo final de toda acción y dominar el arte de la apariencia es hoy en día necesario.
La idea principal es trascender estos viejos paradigmas con el objetivo de encontrarnos ante la evolución inminente de la raza humana en su totalidad. No se pretende simplificar de esta manera lo complejo de la psicología humana ni su capacidad de interactuar en la sociedad, más bien se busca teorizar cómo influye en ciertas personalidades con tendencias meta-individuales la comparación numérica especulativa subconsciente, CoNES, y como vemos reflejadas estas en la sociedad actual, no olvidando que CoNES es una herramienta y como toda herramienta dependerá de qué perfil psíquico tenga el que la utilice, definiendo de esta manera el efecto que tendrá en la sociedad, ya sea fragmentándola aún más o generando un aporte constructivo. El meta-individuo se relacionará desde una perspectiva amigdalina (léase Salud Consciente método MAKAM, capítulo Azuam, del mismo autor), desde el miedo y la desconfianza, generando neurotransmisores afines a provocar desórdenes de ansiedad, estando a la defensiva y favoreciendo la especulación con el objetivo de cuantificar cuán en riesgo se está respecto a la otredad.
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