• Пожаловаться

Jean-Paul Sartre: La Náusea

Здесь есть возможность читать онлайн «Jean-Paul Sartre: La Náusea» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Философия / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Jean-Paul Sartre La Náusea

La Náusea: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Náusea»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por ecima de su formato de diario íntimo, La náusea (1938) es sin duda una novela metafísica, una novela de un innegable calado filosófico, pero tambien es el relato detallado de la experiencia humana de una calamidad, de una calamidad de nuestro tiempo: el sentimiento y la contemplación del absurdo de la existencia

Jean-Paul Sartre: другие книги автора


Кто написал La Náusea? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La Náusea — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Náusea», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sucedió así. Así o de otro modo, poco importa. Así nació. Escogió para nacer el cuerpo gastado de ese judío de cejas como carbón. Sujetaba blandamente el lápiz y gotas de sudor caían de sus dedos enjoyados al papel. ¿Y por qué no yo? ¿Por qué se necesitaba precisamente ese gordo estúpido lleno de cerveza sucia y de alcohol para que se cumpliera el milagro?

– Madeleine, ¿quiere poner de nuevo el disco? Una vez más, antes de que me vaya.

Madeleine se echa a reír. Hace girar la manivela y la cosa empieza de nuevo. Pero ya no pienso en mí. Pienso en aquel tipo que compuso esta melodía, un día de julio, en el calor negro de su cuarto. Trato de pensar en él a través de la melodía, a través de los sonidos blancos y acidulados del saxofón. Hizo esto. Tenía dificultades, no todo le iba como Dios manda: cuentas que pagar -y además debía de haber por ahí alguna mujer que no pensaba en él como lo hubiera deseado-, y además había esa terrible ola de calor que transformaba a los hombres en charcos de grasa derretida. Todo aquello no tenía nada de muy lindo ni de muy glorioso. Pero cuando oigo la canción y pienso que la hizo aquel tipo, considero… conmovedores su sufrimiento y su transpiración. Tuvo suerte. Por lo demás, no se habrá dado cuenta. Debió de pensar: ¡con un poco de suerte, sacaré unos cincuenta dólares! Es la primera vez desde hace años, que un hombre me parece conmovedor. Quisiera saber algo sobre ese tipo. Me interesaría conocer sus dificultades, si tenía una mujer o si vivía solo. No por humanismo; al contrario. Porque hizo todo esto. No tengo ganas de conocerlo; además quizá haya muerto. Obtener sólo algunos informes sobre él y poder pensar en él, de vez en cuando, al escuchar este disco Eso es. Supongo que a aquel tipo no le haría ni fu ni fa si le dijeran que en la séptima ciudad de Francia, en los alrededores de la estación, hay alguien que piensa en él. Pero yo sería feliz si estuviera en su lugar; lo envidio. Tengo que irme. Me levanto, pero vacilo un instante, quisiera oír cantar a la negra. Por última vez.

Canta. Dos que se han salvado: el judío y la negra. Salvado. Quizá hasta el fin, se hayan creído perdidos, ahogadas en la existencia. Y sin embargo, nadie podría pensar en mí como yo pienso en ellos, con está dulzura. Nadie, ni siquiera Anny. Para mí son un poco como muertos, un poco como héroes de novela; se han lavado del pecado de existir. No por completo, claro, pero tanto como puede hacerlo un hombre. Esta idea me trastorna de golpe, porque ni siquiera la esperaba ya. Siento que algo me roza tímidamente y no me atrevo a moverme por temor de que se vaya. Algo que ya no conocía, una especie de alegría.

La negra canta. ¿Entonces es posible justificar la propia existencia? ¿Un poquitito? Me siento extraordinariamente intimidado. No es que tenga mucha esperanza. Pero soy como un tipo completamente helado que después de un viaje por la nieve, entrara de pronto en un cuarto tibio. Pienso que se quedaría inmóvil cerca de la puerta, frío aún, y lentos temblores recorrerían todo su cuerpo.

Some of these days

You’ll miss me honey.

¿No podría yo intentar…? Naturalmente, no se trataría de una música… ¿pero no podría, en otro orden?… Tendría que ser un libro; no sé hacer otra cosa. Pero no un libro de historia; la historia habla de lo que ha existido, un existente jamás puede justificar la existencia de otro existente. Mi error era querer resucitar a M. de Rollebon. Otra clase de libro. No sé muy bien cuál, pero habría que adivinar, detrás de las palabras impresas, detrás de las páginas, algo que no existiera, que estuviera por encima de la existencia. Por ejemplo, una historia que no pueda suceder, una aventura. Tendría que ser bella y dura como el acero, y que avergonzara a la gente de su existencia.

Me voy, me siento vago. No me atrevo a tomar una decisión Si estuviera seguro de tener talento… Pero nunca, nunca he escrito nada de este tipo; artículos históricos, sí. Un libro. Una novela. Y la gente leería esa novela y diría: la escribió Antoine Roquentin, era un individuo pelirrojo que se arrastraba por los cafés; y pensarían en mi vida como yo pienso en la de esa negra: como en algo precioso y semilegendario. Un libro. Naturalmente, al principio sólo sería un trabajo aburrido y fatigoso; no me impediría existir ni sentir que existo. Pero llegaría un momento en que el libro estaría escrito, estaría detrás de mí y pienso que un poco de su claridad caería sobre mi pasado. Entonces quizá pudiera, a través de él, recordar mi vida sin repugnancia. Quizá un día, pensando precisamente en esta hora, en esta hora lúgubre en que espero, con la espalda agobiada, que llegue el momento de subir al tren, quizá sienta que el corazón me late más rápidamente, y me diga: fue aquel día, aquella hora cuando comenzó todo. Y llegaré -en el pasado, sólo en el pasado- a aceptarme.

Cae la noche. En el primer piso del hotel Printania acaban de iluminarse dos ventanas. El depósito de la Nueva Estación huele fuertemente a madera húmeda; mañana lloverá en Bouville.

Fin

[1] Por ejemplo, ésta es una caja de cartón que contiene la botella de tinta. Habría que tratar de decir cómo la veía antes y cómo la [1] ahora. ¡Bueno! Es un paralelepípedo rectángulo; se recorta sobre… es estúpido, no hay nada que decir. Pienso qué éste es el peligro de llevar un diario: se exagera todo, uno está al acecho, forzando continuamente la verdad. Por otra parte, es cierto que de un momento a otro -y precisamente a propósito de esta caja o de otro objeto cualquiera-, puedo recuperar la impresión de ante ayer. Debo estar siempre preparado, o se me escurrirá una vez más entre los dedos. No [2] nada, sino anotar con cuidado y prolijo detalle todo lo que se produce. Naturalmente, ya no puedo escribir nada claro sobre las cuestiones del miércoles y de anteayer; estoy demasiado lejos; lo único que puedo decir es que en ninguno de los dos casos hubo nada de lo que de ordinario se llama un acontecimiento. El sábado los chicos jugaban a las tagüitas y yo quise tirar, como ellos, un guijarro al agua. En ese momento me detuve, dejé caer el guijarro y me fui. Debí de parecer chiflado, probablemente, pues los chicos se rieron a mis espaldas. Esto en cuanto a lo exterior. Lo que sucedió en mí no ha dejado huellas. Había algo que vi y que me disgustó, pero ya no sé si miraba el mar o la piedrecita. La piedra era chata, seca de un lado, húmeda y fangosa del otro. Yo la tenía por los bordes, con los dedos muy separados para no ensuciarme. Anteayer fue mucho más complicado. Y hubo además esa serie de coincidencias y de quid pro quo que no me explico. Pero no me entretendré poniendo todo esto por escrito. En fin; lo cierto es que tuve miedo o algo por el estilo. Si por lo menos supiera de qué tuve miedo, ya sería un gran paso. Lo curioso es que no estoy nada dispuesto a creerme loco; hasta veo con evidencia que no lo estoy: todos los cambios conciernen a los objetos. Por lo menos quisiera estar seguro de esto. Espacio en blanco.

[2] Por ejemplo, ésta es una caja de cartón que contiene la botella de tinta. Habría que tratar de decir cómo la veía antes y cómo la [1] ahora. ¡Bueno! Es un paralelepípedo rectángulo; se recorta sobre… es estúpido, no hay nada que decir. Pienso qué éste es el peligro de llevar un diario: se exagera todo, uno está al acecho, forzando continuamente la verdad. Por otra parte, es cierto que de un momento a otro -y precisamente a propósito de esta caja o de otro objeto cualquiera-, puedo recuperar la impresión de ante ayer. Debo estar siempre preparado, o se me escurrirá una vez más entre los dedos. No [2] nada, sino anotar con cuidado y prolijo detalle todo lo que se produce. Naturalmente, ya no puedo escribir nada claro sobre las cuestiones del miércoles y de anteayer; estoy demasiado lejos; lo único que puedo decir es que en ninguno de los dos casos hubo nada de lo que de ordinario se llama un acontecimiento. El sábado los chicos jugaban a las tagüitas y yo quise tirar, como ellos, un guijarro al agua. En ese momento me detuve, dejé caer el guijarro y me fui. Debí de parecer chiflado, probablemente, pues los chicos se rieron a mis espaldas. Esto en cuanto a lo exterior. Lo que sucedió en mí no ha dejado huellas. Había algo que vi y que me disgustó, pero ya no sé si miraba el mar o la piedrecita. La piedra era chata, seca de un lado, húmeda y fangosa del otro. Yo la tenía por los bordes, con los dedos muy separados para no ensuciarme. Anteayer fue mucho más complicado. Y hubo además esa serie de coincidencias y de quid pro quo que no me explico. Pero no me entretendré poniendo todo esto por escrito. En fin; lo cierto es que tuve miedo o algo por el estilo. Si por lo menos supiera de qué tuve miedo, ya sería un gran paso. Lo curioso es que no estoy nada dispuesto a creerme loco; hasta veo con evidencia que no lo estoy: todos los cambios conciernen a los objetos. Por lo menos quisiera estar seguro de esto. Hay una palabra tachada (quizá “forzar” o “forjar”); otra, agregada encima, es ilegible.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Náusea»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Náusea» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Marcos Aguinis
José Somoza: La Caja De Marfil
La Caja De Marfil
José Somoza
Hermann Hesse: Viaje a Oriente
Viaje a Oriente
Hermann Hesse
Jean-Paul Sartre: Les Mots
Les Mots
Jean-Paul Sartre
Отзывы о книге «La Náusea»

Обсуждение, отзывы о книге «La Náusea» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.