Jessica Hart - Amar sin reglas

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Amar sin reglas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Amar sin reglas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Amar sin reglas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Seth Carrington necesitaba una novia y Daisy Deare un pasaje al Caribe… ¡parecía un intercambio justo! Sin embargo, después de haber pasado satisfactoriamente la exhaustiva entrevista de Seth, a Daisy le surgieron algunas dudas: Seth era un déspota y tenía unos modales bastante rudos… excepto cuando sonreía. Entonces, se transformaba en una persona sumamente atractiva.
Sonriente o no, Daisy tenía que enfrentarse a la realidad. Su trabajo sería algo estrictamente temporal. Tenía que actuar como señuelo para desviar la atención del romance secreto que Seth mantenía con una sofisticada y bella mujer casada.

Amar sin reglas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Amar sin reglas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Seth le dirigió una de sus repentinas y seductoras miradas.

– Yo no diría eso -dijo-. Será un cambio agradable para mí poder cenar con una mujer que come algo más que unas ensaladas.

Después de escuchar esas palabras, Daisy confió en que podría también ordenar algún plato sustancioso, aparte de elegir el más apetitoso primer plato que vio en la carta. Dudó al intentar escoger el segundo y Seth, impaciente, lo hizo por ella.

– Tomará cordero -le indicó al camarero, quien estaba esperando de pie, bolígrafo en mano.

– Iba a ordenar otra cosa -protestó Daisy con indignación.

El camarero se llevó la carta con considerable alivio.

– Creí que estabas hambrienta -replicó Seth-. Si no hubiera tomado una decisión en tu lugar, tendríamos que haber esperado toda la noche.

Daisy se contentó con murmurar entre dientes. Comenzó a untar su pan con mantequilla en cierta actitud de desafío.

– Y ya que hablamos de toda la noche -continuó diciendo Seth, al apoyarse contra el respaldo de la silla-, es mejor que mañana te mudes a mi suite.

Daisy se sobresaltó.

– ¿Mudarme? -repitió con desasosiego-. ¿Por qué?

– Por supuesto que la razón no es ese bonito cuerpo que escondes debajo del amplio vestido -señaló él rudamente y la hizo enrojecer.

Daisy agradeció la tenue luz del ambiente que los rodeaba e intentó luchar contra el traicionero recuerdo de aquellas manos cerca de sus senos.

– No veo la razón por la que deba mudarme.

– Tienes que hacerlo porque pronto surgirán rumores si te dejo marcharte en un taxi por la noche. Aunque sabemos que no nos vamos a acostar juntos, deseo que los demás sí lo crean. ¿No te parece?

– No entiendo cómo la gente puede saber si dormimos juntos o no -objetó Daisy.

Quería evitar imaginarse la escena y trataba desesperadamente de ocultar su perturbación.

– Podría salir a hurtadillas cuando no me viera nadie -propuso.

– Pero alguien podría verte y al día siguiente las columnas del corazón especularían sobre la veracidad de nuestra relación -dijo él.

– ¿Y a quién le importa lo que hagamos? -gritó Daisy-. ¿A quién le interesará la hora en que me marcho a casa?

Seth se encogió de hombros.

– Te sorprendería saber que a muchas personas. Me temo que es uno de los inconvenientes de la fama. La gente cree que, tan pronto como ganas dinero o adquieres influencia, pierdes tu derecho a la privacidad. Es algo a lo que tendrás que acostumbrarte durante las próximas semanas.

Seth se quedó pensativo durante un momento.

– Si nadie mostrara interés por mí o por Astra, no habría necesidad de que estuvieras aquí en este instante -siguió diciendo Seth-. Puedes agradecer a la prensa del corazón el hecho de haber conseguido este trabajo… y el trabajo consiste en que tienes que vivir conmigo.

– ¿Y…? -ella dudó, se aclaró la garganta y trató de parecer despreocupada-. ¿Y no tendremos que compartir la cama, verdad?

– No -los ojos de Seth brillaron irónicamente-. Hay otra habitación en mi suite. María la utilizaba, pero va a quedarse en casa de algunos amigos. No la necesitará. Vendrá durante el día, pero también te necesito a ti.

– ¿Para qué? -inquirió ella.

Algo aliviada por la promesa de una habitación propia, Daisy mordió un trozo de pan. Su voz sonaba un poco confundida.

– Por si viene gente -explicó Seth.

Un camarero se aproximó con el vino y sirvió una copa a Seth para que lo probara. Él hizo un gesto de aprobación.

– Algunas de mis citas de trabajo están programadas pero, a veces, la gente se presenta inesperadamente y eso implica que debes estar allí para demostrar que somos inseparables.

– No puedo estar sentada durante el día entero sin hacer nada -protestó ella-. Me volveré loca.

Seth observó al camarero, que servía la copa de Daisy.

– Hubiera pensado que estabas habituada a eso -espetó.

– ¿Qué quieres decir? -preguntó Daisy indignada.

¡Muchos días casi no tenía oportunidad de tomarse un respiro!

– Eres una actriz en paro -señaló él con las cejas arqueadas-. Siempre creí que eso significaba estar sentado al lado del teléfono y esperar a que te llamen para algún trabajo.

Daisy había olvidado que se suponía que era una actriz en paro.

– Para eso existen los contestadores automáticos -replicó ella.

¡Se estaba transformando realmente en una hábil embaucadora!

– De esa forma, puedo dedicarme a otras cosas -explicó.

– ¿A qué? ¿O debo deducirlo de la talentosa actuación que me ofreciste esta tarde? -inquirió él irónicamente.

Daisy le dirigió una mirada hostil. No le gustaba que se lo recordase.

– Ahora estoy trabajando en una floristería -le dijo con frialdad, mientras decidía que no convenía apartarse demasiado de la verdad-. Lo hago cuando no trabajo como actriz -añadió.

– Supongo que no se gana demasiado en una floristería, ¿no? -le preguntó Seth.

Él podría haber adquirido una cadena entera de floristerías sin siquiera notar una disminución en su saldo bancario. Daisy suspiró. Pensaba en lo difícil que había sido ese año para el negocio. Tenían un montón de deudas.

– No -contestó.

– Hubiera creído que una chica que tiene tanto interés en el dinero estaría encantada de que le paguen por poder sentarse sin hacer nada -le dijo Seth con su sarcástico tono de voz-. No será un trabajo duro. Dispones de televisión y gimnasio. También puedes dedicarte a leer algún libro.

– Claro -aceptó ella sin entusiasmo.

Se hizo silencio. Daisy pasó un dedo por el borde de la copa de vino y observó el profundo color dorado de la bebida.

Deseó dejar de advertir las manos de ese hombre, de contemplar el lugar del rostro donde lo había besado la primera vez. Seth bebía. Ella percibió su incómoda mirada y tenía la horrible certeza de que él sabía exactamente lo que estaba pensando en ese momento.

– ¿Le contaste a Astra algo sobre nosotros? -inquirió de pronto.

Fue lo primero que se le ocurrió al buscar desesperadamente algo que decir. Tan pronto como pronunció esas palabras, se dio cuenta de la intimidad que sugerían.

– Quiero decir si le has contado algo acerca de mí -corrigió.

La mirada de Seth era curiosamente inexpresiva.

– Sí.

– ¿Y qué dijo?

– Le pareció bien, por supuesto.

– Ah -Daisy estaba desconcertada-. ¿Le contaste que yo no era Dee Pearce?

– Expliqué que llegué a un acuerdo contigo en lugar de ella -manifestó Seth-. No entré en detalles.

– ¿Y no quiso saber cómo era yo?

Si ella hubiera estado enamorada de Seth Carrington, le habría gustado saber exactamente quién era la persona que iba a compartir el tiempo con él. Quizás Astra Bentingger sabía que no había razones para preocuparse.

– Le dije que no eras muy apropiada para representar el papel de mi novia -comentó Seth.

Parecía tan aburrido que Daisy se indignó.

– ¿Le contaste la forma en que te convencí para que me dieras el trabajo? -le preguntó sarcásticamente.

Esperaba que él se sintiera abochornado, pero debería haber sabido que eso era imposible. Sencillamente, Seth la observó con ojos inescrutables.

– Le comenté que eras mejor actriz de lo que parecías. Y también que era muy probable que me sacaras de mis casillas, pero como ya hemos llegado hasta este punto, tendré que soportarlo lo mejor posible.

Capítulo 3

El incómodo silencio, al menos para Daisy, fue interrumpido por el camarero. Traía unos platos presentados de manera exquisita.

Ella se alegró de tener una excusa para hacer algo y se concentró en la comida. No le gustaba la idea de que Seth discutiera sobre ella con Astra. ¡Tendría que soportarlo! ¡Estaba claro que Astra estaría satisfecha por la forma en que él se había referido a Daisy!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Amar sin reglas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Amar sin reglas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Amar sin reglas»

Обсуждение, отзывы о книге «Amar sin reglas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x