Louise Cooper - Espectros
Здесь есть возможность читать онлайн «Louise Cooper - Espectros» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Espectros
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Espectros: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Espectros»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Espectros — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Espectros», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
La corona yacía en medio de los escombros. Se había partido por la mitad, y, mientras Índigo la contemplaba, las dos mitades empezaron a cambiar; se oscurecieron, se retorcieron. Escuchó un débil sonido áspero, como si el óxido estuviera royendo la corona, y luego el apagado chasquido del metal viejo al ceder. Ante sus ojos, la vieja y rota corona del Benefactor y sus antepasados se convirtió en polvo y desapareció.
Un sonido parecido al de una rama de árbol al desgajarse surgió de la garganta del Benefactor.
—Se acabó. Por fin se acabó. Mi último deseo ha sido cumplido; he visto el final de esta desdichada era. —Se volvió con dificultad hacia Índigo—. Me has hecho muy feliz.
Se desplomó de improviso, y, cogida por sorpresa, Índigo apenas si tuvo tiempo para detener su caída. Lo depositó con cuidado sobre el suelo —no había ningún otro lugar— y él se quedó allí mirándola con ojos nublados, mientras respiraba con suma dificultad. Pero, no obstante su debilidad, todavía pudo sonreír y hablar.
—Creo que ya no habrá más lamentaciones —musitó—. Excepto, quizá, por una cosa. — Intentó reír pero sólo consiguió emitir un débil jadeo—. Me gustaría poder recordar...
—¿Recordar... ? —apuntó Índigo en voz baja cuando él no continuó.
—Recordar... cómo era, hace tanto tiempo, tantísimo tiempo... —se quedó sin voz e hizo un esfuerzo por seguir—... ser besado por una mujer que... me amara...
Índigo no dijo nada. Pero se inclinó sobre él y, despacio y con suma dulzura, depositó un beso sobre los marchitos labios que temblaban en el apergaminado rostro. No sintió la menor repulsión, ni disgusto; no le pareció en absoluto grotesco. Se trataba simplemente de su propia respuesta y despedida a un amigo muy querido.
Lo vio sonreír, vio cómo sus ojos se cerraban definitivamente, y poniéndose en pie se alejó; sabía que el tiempo aún no había finalizado su acción destructiva incluso ahora que él estaba muerto y no quería presenciar la transformación final. Pedazos de cristal se desmenuzaron bajo sus pies cuando cruzó la habitación, y deseó haber podido alcanzar las altas ventanas y abrirlas de par en par para dejar entrar la luz del día.
Entonces, a lo lejos, escuchó sonidos. Voces, muchas voces que cantaban, y tras ellas el golpear y resonar de una alegre percusión improvisada: palos, bastones, cacerolas e instrumentos de labranza y de cocina en un alborozado ritmo saltarín. Y en medio del estrépito, débil pero inconfundible, el suave tintineo argentino de los cascabeles de un arnés.
«Pronto vendrán aquí desde la ciudad, para abrir las puertas y bailar en el jardín. » El Benefactor no había vivido para ver cumplida su profecía, pero Índigo esperaba —y, en el fondo de su corazón, creía— que, a donde fuera que hubiera ido su alma, escucharía aquella alegría y se regocijaría con los suyos. Y a lo mejor ése era el más apropiado de los epitafios.
La procesión llegaría aquí en pocos minutos, y ella quería verlos llegar. Por encima de todo quería ver a Grimya, que sabía que iría montada en el carromato. Incluso percibía ya la mente de la loba buscándola con ansiedad —¿cómo lo habría sabido Grimya, se preguntó— pero, aunque ansiaba devolver su llamada mental, se obligó a esperar. Sólo unos instantes más y respondería; luego volverían a estar reunidas y daría la bienvenida a su muy querida amiga y la abrazaría y besaría. Habría también otros amigos a los que saludar: Koru y Ellani, Hollend y Calpurna y Mimino; incluso Thia y tío Choai y tía Osiku. Las desavenencias del pasado habían quedado atrás y olvidadas, pues el Benefactor había devuelto la magia que había robado a Alegre Labor hacía mucho tiempo. Ahora empezaría la auténtica curación, aquella que estaba más allá del poder de un simple médico.
Y en cuanto a ella... ah, sí. Para ella habría un nuevo amanecer, tan significativo a su manera como el amanecer que empezaba a brillar sobre Alegre Labor. También ella estaba curada, y, aunque había tocado a Fenran para volver a perderlo otra vez, en esta ocasión — al contrario que en las otras que habían terminado en desilusión y pena— no había simplemente una esperanza, sino una promesa. Por primera vez Fenran estaba realmente a su alcance, pues sabía dónde encontrarlo. No en una dimensión de demonios, ni en un limbo imposible, sino en este mundo, en un lugar del que sólo la separaba un viaje por mar. Qué era aquel lugar ahora después de cincuenta años, qué significaba para las gentes que en una ocasión habían sido su propia gente, Índigo no lo sabía. Pero podía darle un nombre: la Torre de los Pesares...
En su interior, en un lugar tan profundo y primitivo que no podía definirlo, se agitó una presencia: su enemiga, pero que ya no era su enemiga. Némesis tenía un nuevo nombre ahora, y ambas eran una sola.
Un destello plateado volvió a aparecer en los ojos de Índigo al pensar las palabras, al sentirlas: «Hermana. Me voy a casa. Nos vamos a casa».
Se apañó de la ventana. Era difícil reunir las fuerzas necesarias para mirar en dirección a la peana, porque no sabía qué encontraría allí y, al no saberlo, imaginaba lo peor. Pero no había nada. Ni un cadáver en descomposición, ni huesos ennegrecidos, ni ropas viejas desintegrándose en el polvo. Al final, el tiempo había sido benévolo, y había concedido a los restos mortales del Benefactor la dignidad —puede que la dignidad final— de la inexistencia.
Una sonrisa agridulce asomó a los labios de la muchacha, que musitó:
—Adiós, querido amigo.
La desnuda habitación del piso superior de la Casa repitió sus palabras en un sordo eco que se apagó lentamente. Durante cinco segundos Índigo permaneció inmóvil, con la mirada fija en el lugar donde había estado el Benefactor, mientras escuchaba las voces triunfales, cada vez más cercanas al edificio.
¡Todos a una, bailad y cantad!
¡Esta alegre danza con nosotros bailad!
Pena, alegría y triunfo llenaron el corazón de Índigo, que descendió corriendo la escalera para salir a la luz del sol.
Интервал:
Закладка:
Похожие книги на «Espectros»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Espectros» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Espectros» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.