Robert Silverberg - Muero por dentro

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg - Muero por dentro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1988, Издательство: Martínez Roca, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muero por dentro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muero por dentro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Muero por dentro es un clásico de referencia y una de las más inspiradas historias de su autor: en ella aborda un tema tan clásico como es la telepatía de manera sutil, ahondando en el lado oscuro del ser humano, rebosa soledad, devastación interior y sensibilidad.
Nombrado para el premio Nebula a la mejor novela en 1972.
Nombrado para el premio Hugo a la mejor novela en 1973.
Nombrado para el premio Locus en 1973.

Muero por dentro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muero por dentro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Por qué has llamado?

—Eso tendría que ser evidente. Quiero que vuelvas.

—No puedo.

No dijo “no quiero”. Dijo “no puedo”.

—¿Puedes decirme por qué? —le dije.

—En realidad no.

—Ni siquiera me dejaste una nota. Ni una palabra de explicación. Saliste corriendo a toda prisa…

—Lo siento, David.

—Fue algo que viste en mí cuando estabas viajando, ¿verdad?

—No hablemos de eso —dijo—. Ya se acabó.

—No quiero que se acabe.

—Yo sí.

Yo sí . Fue como el ruido de una gran puerta que se cerraba con estrépito en mi cara. Pero no iba a dejar que echara el cerrojo todavía. Le dije que se había dejado olvidadas algunas cosas en mi apartamento. Era mentira; había barrido con todo. Pero cuando algo me interesa puedo ser persuasivo, y comenzó a pensar que podía ser cierto. Me ofrecí a llevarle las cosas en ese mismo momento. No quería que fuera. Me dijo que prefería no volver a verme jamás. Así resultaría menos doloroso. Pero no había convicción en su voz; era más aguda y mucho más nasal que cuando hablaba con sinceridad. Sabía que aún me amaba, más o menos; incluso después del incendio de un bosque, algunos de los troncos quemados siguen viviendo, y nuevos retoños verdes vuelven a brotar de ellos. Eso fue lo que me dije a mí mismo. ¡Qué tonto fui! De cualquier modo, no pudo rechazarme del todo. Del mismo modo que había sido incapaz de no ponerse al teléfono, ahora le resultaba imposible negarse a recibirme. Hablando muy rápidamente, la forcé a que aceptara.

—De acuerdo —dijo—. Ven. Ven. Pero estás perdiendo el tiempo.

Era casi medianoche. El aire veraniego era húmedo y pegajoso, presagiaba lluvia. No había estrellas. Atravesé la ciudad de prisa, sofocado por los vapores de la población húmeda y la amargura de mi amor destrozado. El apartamento de Larkin estaba en el piso diecinueve de una inmensa torre nueva de ladrillos blancos con terraza, en la avenida York. Cuando me invitó a entrar, me sonrió con ternura y compasión, como diciendo: Pobre infeliz, te han lastimado y estás sangrando, y ahora la herida se te volverá a abrir. Tenía unos treinta años, un hombre regordete, con rostro juvenil, largo pelo castaño rizado e indócil y grandes dientes desparejos. Irradiaba simpatía. compasión y bondad. Comprendí por qué Toni recurría a él en momentos como éste.

—Está en la sala —dijo—. A la izquierda.

Era un apartamento grande, impecable. Estaba decorado de forma algo extravagante, con las paredes pintadas de varios colores, piezas precolombinas en vitrinas iluminadas, grotescas máscaras africanas, muebles de cromo: el tipo de apartamento estrafalario que uno ve fotografiado en la revista del Sunday Times . La sala era el centro de espectáculo, una amplia habitación de paredes blancas con una gran ventana curva que revelaba todos los esplendores de Queens al otro lado del East River. Toni estaba sentada en el otro extremo de la sala, junto a la ventana, en un sofá angular color azul oscuro, veteado en oro. Iba vestida con ropa vieja y pasada de moda que contrastaba enormemente con el esplendor que la rodeaba: un apolillado suéter rojo que yo detestaba, una falda negra corta y pasada de moda, medias oscuras. Estaba hundida en el sofá con expresión sombría, apoyada en un codo, y las piernas le sobresalían hacia adelante en forma desgarbada. Era una postura que la hacía parecer huesuda y falta de gracia. Tenía un cigarrillo en la mano y en el cenicero que había junto a ella se amontonaban las colillas. La expresión de sus ojos era triste. Su largo pelo estaba enredado. No se movió cuando caminé hacia ella. Emanaba tal hostilidad que me detuve a unos pasos de ella.

—¿Dónde están las cosas que me ibas a traer? —preguntó.

—No habías dejado nada. Sólo lo he dicho para tener una excusa para verte.

—Lo imaginaba.

—¿Qué es lo que ha ido mal, Toni?

—No preguntes. No preguntes. —Su voz se había vuelto muy grave, un contralto áspero y ronco—. No has debido venir.

—Si al menos me dijeras lo que hice…

—Trataste de lastimarme —dijo—. Trataste de arruinarme el viaje.—Apagó el cigarrillo e inmediatamente encendió otro. Sus sombríos ojos se negaban a encontrarse con los míos—. Por fin me di cuenta de que eras mi enemigo, que debía huir de ti. Así que hice las maletas y me fui.

—¿Tu enemigo? Sabes que eso no es cierto.

—Fue extraño —dijo—. No comprendía lo que estaba pasando. Incluso he hablado con algunas personas que se han drogado muchas veces con ácido y tampoco lo pueden comprender. Fue como si nuestras mentes estuvieran conectadas, David. Como si un canal telepático se hubiera abierto entre nosotros. Y todo tipo de cosas fluían de ti hacia mí. Cosas abominables. Cosas venenosas. Estaba pensando tus pensamientos. Viéndome como tú me veías. ¿Recuerdas cuando me dijiste que también estabas viajando, a pesar de que no habías tomado ácido? Y luego me dijiste que estabas leyendo mi mente. Eso fue lo que realmente me asustó; el modo en que nuestras mentes parecían confundirse, superponerse, convertirse en una. Nunca pensé que el ácido podía provocar eso.

Ésa era mi ocasión para decirle que no había sido sólo el ácido, que no había sido una alucinación provocada por la droga que lo que había sentido era el impacto de un poder especial que se me había otorgado al nacer, un don, una maldición, una anormalidad. Pero las palabras se congelaron en mi boca. Me parecieron una locura. ¿Cómo podía confesar algo semejante? Dejé pasar de largo la ocasión. En cambio, con voz débil dije:

—De acuerdo, fue un momento extraño para ambos. Estábamos algo delirantes. Pero el viaje ya ha terminado. Ahora no tienes que esconderte de mí. Regresa, Toni.

—No.

—Ahora no pero, ¿quizá dentro de unos días?

—No.

—No lo comprendo.

—Todo ha cambiado —dijo—. Ahora no podría vivir contigo, me asustas demasiado. El viaje ha terminado, pero te miro y veo demonios; veo unas cosas que son mitad murciélago, mitad hombre, con grandes alas elásticas y largos colmillos amarillos y… ¡Dios mío, David, no lo puedo evitar! Aún tengo la impresión de que nuestras mentes están unidas. Cosas que se deslizan de tu cabeza hacia la mía. Jamás debí haber probado el ácido.—Sin acabarlo, apagó el cigarrillo e inmediatamente encendió otro—. Ahora haces que me sienta incómoda. Preferiría que te marchases. El mero hecho de estar tan cerca de ti me produce dolor de cabeza. Por favor. Por favor. Lo siento, David.

No me atreví a mirar dentro de su mente, temía que lo que pudiera encontrar me consumiera y destrozara. Pero el poder era aún tan fuerte en aquellos días que no podía evitar recibir, quisiera o no, una radiación mental generalizada y de bajo nivel de aquellos a los que me acercaba. Lo que entonces recibí de Toni confirmó lo que estaba diciendo. No había dejado de amarme, pero el ácido, a pesar de ser lisérgico y no sulfúrico, había lastimado y corroído nuestra relación al abrir esa puerta terrible entre los dos. Para ella era una auténtica tortura estar conmigo en la misma habitación. Yo no podía hacer nada que solucionase eso. Consideré estrategias, busqué ángulos de acercamiento, formas de razonar con ella, quise curarla con palabras dulces y fervorosas. No había forma. No había ninguna forma. Ensayé una docena de diálogos con la cabeza y todos terminaron con Toni rogándome que me alejara de su vida. Ése era el fin. Permanecía allí sentada, casi inmóvil, abatida, con el rostro sombrío, su ancha boca apretada de dolor, su otrora brillante sonrisa ahora extinguida. Parecía haber envejecido veinte años. Su extraña belleza exótica de princesa de! Desierto había desaparecido por completo. De repente, envuelta en su dolor, me pareció más real de lo que me había parecido jamás. Invadida de sufrimiento, viva en su angustia. No había modo de que yo llegara hasta ella.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muero por dentro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muero por dentro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Silverberg - He aquí el camino
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Rządy terroru
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Poznając smoka
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Yokel with Portfolio
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Push No More
Robert Silverberg
Robert Silverberg - La porte des mondes
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Morire dentro
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Por el tiempo
Robert Silverberg
Pablo Paredes M - Los animales por dentro
Pablo Paredes M
Отзывы о книге «Muero por dentro»

Обсуждение, отзывы о книге «Muero por dentro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x