Robert Silverberg - Muero por dentro
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- Название:Muero por dentro
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- Издательство:Martínez Roca
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- Год:1988
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Nombrado para el premio Nebula a la mejor novela en 1972.
Nombrado para el premio Hugo a la mejor novela en 1973.
Nombrado para el premio Locus en 1973.
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Aquí se puede observar toda la extensión del desarrollo intelectual de David Selig. Ésta es su colección de discos, unos cien discos gastados, algunos de ellos comprados en tiempos tan remotos como 1951. (¡Arcaicos discos monofónicos!) La mayoría son discos de música clásica, aunque notarán dos depósitos añadidos: cinco o seis discos de jazz que datan de 1959 y cinco o seis discos de rock que datan de 1969; tanto los de jazz como los de rock los compró tras grandes esfuerzos abortivos por extender el horizonte de sus gustos. De otro modo, lo que principalmente encontrarán aquí será música bastante austera, intrincada, inaccesible: Schoenberg, Beethoven de la última época, Mahler, Berg, los cuartetos de Bartok, pasacalles de Bach. Nada que tras oírlo una vez se podría silbar. Aunque no entiende mucho de música, sabe lo que le gusta; no les interesaría demasiado.
Y éstos son sus libros, acumulados desde que tenía diez años, que ha trasladado con amor de un lugar a otro. Los estratos arqueológicos de su lectura pueden ser aislados y examinados sin dificultad. Julio Verne, H. G. Wells, Mark Twain, Dashiell Hammett en el fondo. Sabatini. Kipling. Sir Walter Scott. Van Loon, La historia de la humanidad. Verrill, Grandes conquistadores de América del Sur y América Central. Los libros de un niñito sobrio, serio y enajenado. De repente, con la adolescencia aumenta la cantidad: Orwell, Fitzgerald, Hemingway, Hardy, lo más simple de Faulkner. ¡Miren estos libros en rústica tan poco comunes de los años cuarenta y principios de los cincuenta, de tamaños y formas extraños, con tapas de plástico laminado! ¡Vean lo que entonces se podía comprar por sólo 25 centavos! ¡Miren las ilustraciones eróticas, las letras llamativas! Estos libros de ciencia ficción datan también de la misma época. Uno tras otro los devoré todos, con la esperanza de encontrar alguna pista sobre mi propia naturaleza trastornada en las fantasías de Bradbury, Heinlein, Asimov, Sturgeon, Clarke. Miren, aquí está Juan Raro , de Stapledon, y aquí, La maravilla de Hampdenshire de Beresford, y aquí hay un libro que se llama Seres extraños: los niños prodigio , lleno de historias sobre supermocosos con poderes extraordinarios. En este último libro he subrayado un montón de párrafos, generalmente aquellos en los que no estaba de acuerdo con el autor. ¿Seres extraños? A pesar del talento que tenían, esos escritores eran los extraños, tratando de imaginar poderes que jamás habían poseído; y yo, que era uno de esos seres, yo, el joven merodeador de mentes (el libro está fechado en 1954), estaba en desacuerdo con ellos. Ponían énfasis en la angustia de ser sobrehumano, olvidándose del éxtasis. Aunque, pensando ahora en la angustia en contraposición con el éxtasis, debo admitir que sabían de qué hablaban. Amigos, ahora ya no estoy tan en desacuerdo con ellos. Éste es el callejón de las ratas, donde los muertos no pueden discutir.
Observen cómo a medida que nos acercamos a los años universitarios la lectura de Selig se vuelve más elevada. Joyce, Proust, Mann, Eliot, Pound, la vieja jerarquía de vanguardia. El período francés: Zola, Balzac, Montaigne, Celine, Rimbaud, Baudelaire. Todas estas obras de Dostoievsky que ocupan medio estante. Lawrence. Woolf. La época mística: Agustín, Aquino, el Tao Te Ching, los Upanishads, el Bhagavad Gita. La época psicológica: Freud, Jung, Adler, Reich, Reik. La época filosófica. La época marxista. Todos esos libros de Koestler. Vuelta a la literatura: Conrad, Forster, Beckett. Avanzando hacia la desordenada década de los sesenta: Bellow, Pynchon, Malamud, Mailer, Burroughs, Barth. Trampa 22 y La política de la experiencia . ¡Ah, sí, damas y caballeros, están en presencia de un hombre culto!
He aquí sus archivos. Un tesoro de efectos personales que aguardan a un biógrafo aún desconocido. Libretas de calificaciones, siempre con malas notas en conducta. (“David muestra poco interés en su trabajo y, a menudo, interrumpe la clase.”) Tarjetas de cumpleaños dibujadas toscamente a lápiz para su: madre y su padre. Viejas fotografías: ¿es posible que este chico gordo y pecoso sea el individuo enjuto que ahora está frente a ustedes? Este hombre de frente alta, rígida y forzada sonrisa es el difunto Paul Selig, padre de nuestro sujeto, fallecido (¡olavha sholom!) el 11 de agosto de 1971 debido a complicaciones surgidas tras una operación de úlcera perforada. Esta mujer de pelo gris con los ojos saltones debido al hipertiroidismo es la difunta Martha Selig, esposa de Paul, madre de David, fallecida (¡oy, veh, mama!) el 15 de marzo de 1973 debido a una misteriosa putrefacción de órganos internos, probablemente cancerosa. Esta joven ceñuda de rostro frío y afilado es Judith Hannah Selig, hija adoptiva de P. y M., odiosa hermana de D. La fecha anotada en el reverso de la foto es julio de 1963. Por aquel entonces Judith tiene dieciocho años y está en la plenitud de su odio hacia mí. ¡Cómo se parece a Toni en esta foto! Jamás me había dado cuenta del parecido, pero tienen el mismo aspecto yemenita moreno, el mismo negro y largo pelo. Pero los ojos de Toni fueron siempre cálidos y afectuosos, salvo al final, y los ojos de Jude jamás me mostraron otra cosa que no fuera hielo, hielo, hielo plutoniano.
Continuemos con la inspección de los efectos privados de David Selig. Ésta es la colección de sus trabajos académicos y de sus exámenes de su época universitaria. (“El refinado y elegante poeta Carew refleja en su obra influencias tanto del clasicismo preciso de Jonson como de la fantasía extravagante de Donne; una interesante síntesis. Estructura coherente y dicción clara es una constante en sus poesías; en una poesía como “Ya no me preguntes dónde otorga el Señor su gracia” refleja perfectamente la austeridad armoniosa de Jonson, mientras que en otras, tales como “La mediocridad en el amor rechazado” o “La belleza ingrata amenazada”, su ingenio es semejante al de Donne.”) ¡Qué afortunado fue David Selig al guardar este cotorreo literario! En estos últimos años estos trabajos se han convertido en su principal fuente de ingresos, porque ya saben, por supuesto, cómo se gana la vida en la actualidad la figura central de nuestras investigaciones.
¿Qué más encontramos en estos archivos? Las copias hechas con papel carbónico de innumerables cartas. Algunas de ellas son misivas bastante impersonales. Estimado presidente Eisenhower. Estimado Papa Juan. Estimado secretario general Hammarskjold. Hace tiempo enviaba con cierta frecuencia estas cartas a rincones remotos de la Tierra, pero en estos últimos años rara vez lo hace. Sus esfuerzos unilaterales intermitentes por ponerse en contacto con un mundo sordo; sus angustiados e inútiles intentos de restaurar el orden en un universo que se tambalea visiblemente hacia la destrucción termodinámica final. ¿Les parece que veamos algunos de estos documentos? Usted dice, gobernador Rockefeller, que “con la multiplicación de las armas nucleares nuestra seguridad depende de la credibilidad de nuestro deseo de valernos de un freno. Como funcionarios públicos y como ciudadanos tenemos la enorme responsabilidad de salvar y proteger las vidas y la salud de nuestro pueblo. No se puede excusar un esfuerzo lento por la defensa civil con nuestra convicción de que una guerra nuclear es una tragedia y que debemos luchar con todos los medios honorables para asegurar la paz”. Permítame manifestarle mi desacuerdo. Su programa de refugios contra bombardeos, gobernador, es el proyecto de una mente moralmente empobrecida. Desviar la energía y los recursos de la búsqueda de una paz duradera para utilizarlos en este plan al estilo del avestruz que esconde la cabeza es, a mi juicio, una política tonta y peligrosa que… El gobernador, a modo de respuesta, le dio las gracias y le envió una copia del mismo discurso contra el que Selig protestaba. ¿Se puede esperar más? Señor Nixon, toda su campaña se basa en la teoría de que los Estados Unidos nunca estuvieron mejor que durante la presidencia de Eisenhower y que, por lo tanto, sería bueno que durante cuatro años más siguiéramos igual. Usted me recuerda a Fausto gritándole al momento que pasa , ¡Bleibe doch, du bist so schoen! (¿Soy demasiado culto para usted, señor vicepresidente?) Por favor, tenga presente que cuando Fausto pronuncia esas palabras aparece Mefistófeles para llevarse su alma. ¿Realmente cree que este momento histórico que estamos viviendo es tan grato que habría que detener los relojes para siempre? Escuche la angustia que hay en el país. Escuche las voces de los negros del Mississippi, escuche los lamentos de los hijos hambrientos de los trabajadores de las fábricas que se han quedado sin trabajo debido a la recesión republicana, escuche… Estimada señora Hemingway: Permítame que agregue mis palabras a las de miles de personas que le expresan su pesar por la muerte de su esposo. El valor que demostró frente a una situación de vida que se había vuelto insoportable e intolerable es en verdad un ejemplo para aquellos de nosotros que… Estimado doctor Buber… Estimado profesor Toynbee… Estimado presidente Nehru… Estimado señor Pound: Todo el mundo civilizado se regocija con usted por su liberación del confinamiento cruel e inhumano que… Estimado lord Russell… Estimado presidente Khrushev… Estimado señor Malraux… estimado… estimado… estimado… Deben admitir que es toda una extraordinaria colección de correspondencia; con respuestas igualmente extraordinarias. Miren lo que dice esta respuesta: Es posible que tenga razón; y ésta dice: Le agradezco su interés; y ésta dice: No cabe duda de que el tiempo no permite respuestas individuales a todas las cartas recibidas pero, por favor, tenga la seguridad de que sus opiniones serán tenidas en consideración, y ésta dice: Envíenle una respuesta a este desgraciado.
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