Caralarga estaba sentado junto a el en silencio aunque seguía balanceándose ligeramente, como si lo moviera una brisa invisible. Estaba tan ensimismado, sin ningún contacto con el mundo exterior, que parecía que estuviera rezando.
Kellicut aparto a Susan de un codazo; volvió a examinar al chico, esta vez mas atentamente; le levantó un brazo, le palpo la caja torácica y le tomo el pulso. Tenia una actitud arrogante pero Susan le conocía lo suficiente para saber que había que achacarlo a los nervios. Intentaba estrujarse los sesos con el objeto de recordar los escasos conocimientos médicos que había adquirido hacia treinta años, cuando estudio seis meses en una facultad de medicina.
– ¿Que vas a hacer? -le preguntó Susan.
– Ya lo veras -le respondió con brusquedad-. Si sales del medio y me ayudas, claro.
Susan se contuvo para no contestarle. Kellicut le mando a ella y a Matt a buscar toda una serie de objetos cuya utilidad no lograron comprender. Matt llevo una cantimplora y el botiquín. Susan, una botellita de vodka que había guardado y su chaqueta. Al igual que Matt, lo obedecía ciegamente, como en sus tiempos de estudiantes.
Tal y como les ordeno, los dos cavaron un hoyo, que llenaron de ramitas; cogieron una brasa del fuego de la comunidad con el fin de encender el montoncito de ramas que habían preparado. Prendió con rapidez, emanando oleadas de calor tras las cuales los árboles que había mas allá parecía que bailaran, y también una estrecha columna de humo.
– Hierve el agua de la cantimplora unos diez minutos, no mas -ordeno Kellicut-. Tendré que verterla aquí-añadió alzando la botella de vodka-, porque necesito la cantimplora para otra cosa. -Vertió vodka en la frente del chico y después en la parte interior del codo, y la extendió con un trapo. Dejo un dedo de vodka en la botella, la levantó y se lo bebió-. Otra cosa -le dijo a Susan mientras dejaba el frasco y le daba la espalda para inclinarse sobre el chico-. Ves a buscar al chaman, porque lo vamos a necesitar. Ya sabes donde está su choza. No te molestes en llamar a la puerta, el sabrá que estas ahí.
Susan sabia en efecto donde estaba la choza que tan mal olía y que tenia siempre la puerta cerrada. No le gusto nada tener que ir. Estuvo un momento esperando fuera; no había señales de vida en el interior. Finalmente se acercó a la puerta con cautela y la empujo. Estaba hecha de espesas ramas entrelazadas y al entornarla no vio nada: estaba a oscuras; en el ambiente había un olor fétido y sintió nauseas. Se quedó quieta, respirando por la boca, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. Poco a poco vio contornos de objetos. En un rincón había un rudimentario estante que era un tronco cincelado; encima había unos cuencos hechos de caparazones de tortuga; estaban llenos de un liquido espeso y de objetos redondos que parecían bolas. El olor era tan fuerte que casi lo sentía en la piel. Dio un paso hacia delante para verlos mejor y descubrió que había trocitos de cuerda flotando en el liquido, que servía para atar los objetos. Al darse cuenta de que eran ojos sintió una incontenible repugnancia. Había cientos de ojos.
Estaba mareada. Tuvo una extraña sensación; noto que se le empañaba el cerebro, como el espejo de un cuarto de baño. Dio dos pasos hacia atrás para irse y choco con Ojo Oscuro, que llevaba un bastón largo con una cabeza de lobo grabada en la empuñadura; parecía el cayado de un pastor.
Susan se echó hacia atrás tambaleándose y por poco se cayo.
El no se movió para ayudarla; tan solo emitió unos sonidos guturales que a Susan le parecieron hostiles. Su ojo blanco resplandecía como una estrella; glaucoma, pensó Susan, y muy avanzado. Debe de estar completamente ciego de ese ojo. El otro también presentaba síntomas de enfermedad.
¿Ve solo a través de los ojos de los demás?, se preguntó. ¿Pero si es así, por que mueve la cabeza en mi dirección?
Entonces Ojo Oscuro la cogió de la mano y la llevo hacia fuera.
Eagleton todavía no había tomado ninguna decisión y el tiempo apremiaba. Encendió un pitillo, inhalo hondo y se quedó mirando fijamente a Schwartzbaum, que estaba sentado enfrente de el. Este es un charlatán pero también una buena fuente de información, pensó. Casi a desgana, porque para el silencio era un tesoro, le formulo otra pregunta.
– Dígame. ¿Comparte usted la teoría de la doctora Arnot sobre la contienda entre el Homo sapiens y el hombre de Neandertal?
Schwartzbaum frunció el entrecejo y estiro las piernas.
– La teoría de la doctora Arnot no es original.
››En los años veinte un tipo llamado Hermann Klaatsch, un antropólogo de la Universidad de Heidelberg, dijo que era imposible que el Homo sapiens descendiera del hombre de Neandertal, que era un ser tosco. Desarrollo una teoría, novedosa a la sazón, según la cual hubo una lucha por la supervivencia en la cual los neandertales murieron y se extinguieron. La llamo la batalla de Krapina.
– ¿Y es verosímil esta teoría?
– Bueno, nadie la creyó, y tenían buenas razones para ello.
Para empezar, los neandertales estaban por toda Europa, así que resultaba un poco difícil imaginar que pudiesen reunirlos a todos y aniquilarlos en una única y decisiva batalla.
– Ejércitos enteros son derrotados en una sola batalla. Hay montones de ejemplos: Gettysburg, Waterloo, Agincourt.
La mayoría de las guerras acaban a causa de un enfrentamiento decisivo.
– Una de las partes pierde pero no es aniquilada en su totalidad. Algunos de los vencidos se retiran y se esconden en una cueva a lamerse las heridas. No se les puede exterminar a todos.
– Entiendo -dijo Eagleton haciendo una mueca casi imperceptible. Callo un momento, encendió un cigarrillo y preguntó-: Así pues, ¿esta usted de acuerdo con el doctor Mattison, quien sostiene que nuestros genes se mezclaron con los de ellos?
Schwartzbaum se sintió acorralado pero fue un acicate para dar rienda suelta a sus pensamientos.
– Esta teoría también presenta problemas. El gran dilema de la investigación sobre el hombre de Neandertal es como explicar este único misterio: el fósil mas reciente es mas neandertaloide que los mas antiguos. Tiene un torus frontalis mas pronunciado; me refiero al arco superciliar; el cráneo es alargado y las extremidades son mas arqueadas. Todas estas características son propias del hombre de Neandertal clásico, de modo que al parecer se apartan del Homo sapiens; están cada vez mas lejos de nosotros, hecho que entra en contradicción con nuestras teorías sobre lo que debió de suceder. ¿Como se explica eso?
– ¿Y como se lo explica usted?
– Bien, como es de esperar, las teorías abundan. Una de ellas sostiene que había distintas poblaciones de neandertales, separadas por grandes bloques de hielo, impracticables durante las glaciaciones; al vivir aisladas, evolucionaron en direcciones distintas. El factor critico en el cambio de la evolución es, en efecto, el aislamiento, porque como es obvio impide el cruce entre subespecies diferentes.
– ¿Y en que sentido afecta eso al hombre de Neandertal?
– Los especimenes neandertales que tienen un aspecto mas humano proceden de un periodo anterior y mas calido, y se han hallado restos de fósiles por todas partes. El hombre de Neandertal clásico es de un periodo posterior, data de la ultima glaciación. Se han hallado en áreas aisladas y su morfología esta adaptada al clima subartico. Sus extremidades son mas robustas, sus cráneos, mas largos, y los huesos de la nariz mas anchos, tal vez para calentar el aire al respirar.
Curiosamente su capacidad encefálica también es mas grande, pero no sabemos por que. Por lo demás, se trata de un caso típico de adaptación a un medio hostil. Se produjo por selección natural, o tal vez hubo una desviación genética.
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