Alicia Bartlett - Muertos de papel

Здесь есть возможность читать онлайн «Alicia Bartlett - Muertos de papel» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Год выпуска: 1998, Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muertos de papel: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muertos de papel»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un periodista del corazón especialista en divulgar las noticias más escandalosas es asesinado en su propia casa. La inspectora Petra Delicado y el subinspector Fermín Garzón se encargan del caso. La lista de sospechosos se extiende a todos los personajes del gran mundo y la farándula que se habían visto perjudicados por las publicaciones de sus distintos devaneos.
No es un ambiente que guste demasiado a los dos policías. Además, su caso se verá complicado con el asesinato de una joven azafata de congresos con el que parece guardar relación. Todo se convierte en una complicada maraña de la que nadie saldrá limpio al final.

Muertos de papel — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muertos de papel», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Las revistas están en Barcelona, pero para la televisión habrá que ir a Madrid. Valdés pasaba allí dos días a la semana, grababa el programa y volvía.

—Está bien, hable con Coronas e infórmele, necesitaremos un contacto en alguna comisaría de Madrid. Entérese de dónde se alojaba el muerto cuando iba a la capital.

—Me encargaré de todo, no se preocupe.

—Y hay algo que estamos dejando de lado.

—¿Qué?

—¿Tiene alguna información nueva sobre el posible sicario?

—No, pero he quedado mañana a las diez con el inspector Abascal; él y sus ayudantes son quienes tienen en comisaría toda la información sobre asesinos a sueldo y han estado contrastando nuestros datos.

—Muy bien.

—Sólo que con todas estas cosas que acaba de ordenarme, no sé si podré estar a tiempo a las diez en punto.

—Yo hablaré con Abascal. ¿Hay algo especial que deba saber?

—Sólo tiene que escuchar lo que le digan, eso es todo.

—Eso es lo único que a estas alturas de mi vida he aprendido a hacer bien.

Habíamos organizado el trabajo con celeridad y eficacia usando una tarde de fiesta para ello. Merecíamos una medalla, pero como estaba segura de que no iban a concedérnosla, me limité a sentir satisfacción interior. Llegué a casa dispuesta a irme pronto a dormir, aunque si rememoraba las incidencias de lo que habíamos visto en televisión probablemente no consiguiera pegar ojo. Al pasar por el salón vi que parpadeaba el avisador de mi contestador automático. Con sorpresa relativa oí la voz de mi hermana Amanda diciendo: «Petra, llámame a casa esta noche, aunque sea muy tarde da igual.» Miré mi reloj, eran las doce. En condiciones normales jamás la hubiera llamado a esa hora. Mi hermana Amanda era una mujer de orden, rutinaria y convencional. Casada con un cirujano de prestigio, con dos hijos adolescentes, tras su matrimonio se había trasladado a vivir a Gerona, donde llevaba una existencia tranquila y feliz como ama de casa. A pesar de tener dos años menos, siempre había sido más juiciosa y adulta que yo. Por eso me extrañó tanto su mensaje y la circunstancia de que alterara una noche de domingo con el teléfono.

Su voz al contestar me pareció distante e inexpresiva.

—¿Ocurre algo? —pregunté con inquietud.

—No, sólo quiero ir a tu casa para pasar unos días, ¿es posible?

—¡Por supuesto que sí!, aunque yo tendré que seguir con mi trabajo.

—Ya cuento con ello. No te molestaré.

—Te dejaré una llave en el bar de la esquina. Cuando llegues, diles que eres mi hermana y no tendrás ninguna dificultad. ¿Seguro que no ocurre nada?

—Ya hablaremos —musitó dando nuevas alas a mi preocupación.

Tras colgar, me pregunté cuál era el misterio de aquella inesperada visita. Todas las posibilidades que vinieron a mi mente tenían una base sólida y real: un hijo con problemas, el diagnóstico de una enfermedad, una infidelidad de Enrique, su marido... No me planteaba nada frívolo o azaroso. Amanda no era el tipo de mujer que decide un domingo a última hora irse de compras a Barcelona. Pero especular no tenía sentido, era una pura deformación profesional; de modo que me acosté y tomé un libro que no hablara de crímenes ni de revistas del corazón.

Acudí a la entrevista con Abascal un cuarto de hora antes de las diez. Sorprendida, topé en la puerta de su despacho con Moliner, que salía en ese momento. También había ido a consultar con Abascal. Al parecer, el asesino de la mujer refinada podía ser un profesional a sueldo. Sin embargo, no se mostraba muy contento del resultado de su entrevista.

—Ni una puta pista. No tienen ni idea, por el modo de operar, de quién puede ser. Un tío con los nervios templados que trabaja en solitario. Ya ves tú qué precisión. Me ha dado un par de contactos que podemos explotar y eso es todo.

—¿Confiabas en que el asesino dejara más rastro?

—Pues sí, la verdad; porque la cosa está bien jodida, pero en fin, ya veremos, por algún lado tendré que tirar.

—Nada es fácil.

—Ni que lo jures. Oye, ¿tienes tiempo de tomar un café?, Abascal aún tardará un rato en poder atenderte, le han llamado de Madrid.

Cruzamos a La Jarra de Oro con paso cansino. Moliner estaba de pésimo humor, renegaba todo el tiempo sin parar, sobre los asesinatos de difícil resolución, sobre los pocos medios con los que contábamos para enfrentarnos a matones a sueldo. Nunca habíamos tenido un contacto muy directo, pero por lo que recordaba de él, era habitualmente un hombre optimista y cordial. De pronto, frente a nuestras tazas de café bien cargado se volvió hacia mí y, mirándome de modo intenso, me espetó:

—Petra, tú has estado casada dos veces, ¿verdad?

Atónita por el brusco cambio de conversación, intenté banalizar.

—¿Los asesinatos a sueldo te sugieren el matrimonio?

Me dejó de una pieza contestando:

—No me sugieren nada bueno, mi mujer va a abandonarme.

¿Qué se hace frente a una confidencia de un calibre tan grueso cuando apenas conoces a tu interlocutor? Sonreír no, desde luego, de modo que me puse seria y farfullé:

—¡Vaya por Dios!

—Sí, vaya por Dios y por el diablo, pero el caso es que se larga.

Intenté relajarme. Al fin y al cabo, no era tan extraordinario que alguien te contara su vida. La gente necesita hablar de esas cosas con personas con quienes no tengan vinculaciones. Me atreví a preguntar:

—¿Por qué te deja?

—No lo sé, Petra, no lo sé. Entiendo menos lo que ha sucedido que la muerte de la tipa que llevo entre manos. Estoy despistado, ésa es la verdad.

—¿Qué razones te da ella?

—Dice que llevamos diez años casados y que nunca me he ocupado de ella realmente, que no me gusta su personalidad, que nunca se ha sentido protagonista. ¿Puedes explicarme eso? ¡Protagonista! ¿Qué es lo que quiere ahora, que le monte una película con escenas de amor?

—Bueno, tú has estado siempre muy dedicado a la policía y a veces las mujeres necesitamos cierta atención exclusiva. Aunque supongo que pronto saldrá de su crisis.

—Sí, pero a la salida estará esperándola otro.

—¿Qué quieres decir?

—Que se larga con un tipo mucho más joven que ella. Su monitor de gimnasia, para ser más exacto.

No supe qué contestar. Touchée . Sin duda las mujeres habíamos empezado a levantar el vuelo cada vez a más altura. ¿Qué podía decirle, que me alegraba, que en el fondo me parecía una liberación que su mujer se largara si no se sentía a gusto con él? Pero Moliner me miraba como si esperara de mí una reacción oficial por el tercio femenino. Carraspeé. Me percaté con horror de que ni siquiera conocía su nombre de pila.

—¿Tenéis hijos? —me dio por preguntar.

—No.

—Entonces será más fácil, ¿no te parece?

—¿Para quién?

—Mira, Moliner, yo no sé qué decirte. Como no conozco a tu mujer...

—Bueno, pero tú piensas también como una mujer y te has divorciado dos veces, algo podrás explicarme.

No salía de mi asombro. Iba a ser muy difícil hacerle comprender a mi compañero que no piensa igual una mujer que otra, que no todas somos partícipes de una única conciencia colectiva, que influyen los caracteres, la ideología, la época y la herencia, que nunca fueron iguales ni parecidas Marilyn Monroe y Madame Curie. En fin, mucho me temía que fuera a ser muy difícil hacerle entender cualquier cosa relacionada con las féminas, de modo que me salí por la tangente del sentido común, que suele ser una línea aceptable en cualquier circunstancia.

—Mira, Moliner; ante todo mucha calma. Déjala que recapacite, no la presiones ni cometas ninguna tontería.

Hubiera podido enviarme al cuerno, pero tocado en algún resorte interno que funcionaba adecuadamente, se tranquilizó.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muertos de papel»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muertos de papel» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Muertos de papel»

Обсуждение, отзывы о книге «Muertos de papel» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x