Alicia Bartlett - Muertos de papel

Здесь есть возможность читать онлайн «Alicia Bartlett - Muertos de papel» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Год выпуска: 1998, Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muertos de papel: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muertos de papel»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un periodista del corazón especialista en divulgar las noticias más escandalosas es asesinado en su propia casa. La inspectora Petra Delicado y el subinspector Fermín Garzón se encargan del caso. La lista de sospechosos se extiende a todos los personajes del gran mundo y la farándula que se habían visto perjudicados por las publicaciones de sus distintos devaneos.
No es un ambiente que guste demasiado a los dos policías. Además, su caso se verá complicado con el asesinato de una joven azafata de congresos con el que parece guardar relación. Todo se convierte en una complicada maraña de la que nadie saldrá limpio al final.

Muertos de papel — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muertos de papel», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Hacía rato que volvíamos a circular.

—¿Quiere que siga?

El subinspector negó con la cabeza y se sumió en un profundo silencio. Deduje que estaba reflexionando y le di una pequeña conclusión por si coincidíamos.

—¿Cree que una mujer puede preocuparse por todas estas cosas a la vez? ¿Cree que queda espacio en su mente o su tiempo para algo interesante de verdad, aunque sólo sea el placer personal?

Continuó callado. Me disponía a prolongar lo que ya se había convertido en una arenga bastante dogmática cuando Garzón musitó:

—Los hombres también leemos prensa deportiva.

—¿Y?

—Si te preocupas por la alineación de los equipos, por los cambios de entrenador, los puntos de la liga, las declaraciones de los jugadores y demás pijotadas también puedes acabar pareciendo subnormal.

—¡Bueno, por fin logramos ponernos de acuerdo en algo esta noche! ¿Quiere llevarme a casa, Fermín? Ya está bien por hoy.

—¿Y los borlones?

—¿Cómo?

—¿Qué piensa hacer con Pepita Lizarrán?

—Intentaremos que la identifique Mallofré.

—¡¿Qué?! ¿Y cómo demonio piensa hacer una cosa así?

—Algo se me ocurrirá. No tengo tiempo de pensar ahora, he de empezar a decidir con qué cremas me embadurnaré antes de ponerme el pijama.

Vi luz en la cocina antes de entrar en casa. ¿Había olvidado a Amanda? De ningún modo. Recordaba perfectamente su aviso de llegada y había previsto que saliéramos a cenar a un restaurante cercano. En cuanto abrí la puerta la llamé. Salió enseguida y, al tenerla delante, advertí que sus rasgos exactos se habían borrado de mi mente desde la última vez que nos vimos. Fue una sensación especial, una alegría profunda, un reconocimiento de que durante todos aquellos meses me había privado de una presencia grata.

Nos abrazamos riendo en el pasillo, divertidas de ser hermanas después de todo. Entonces, casi de modo inmediato, me di cuenta de que Amanda había pasado de la risa al llanto.

3

Le preparé un té. Es un sistema para consolar a la gente que, desconozco los motivos, a los ingleses suele funcionarles. Nos sentamos a hablar a la mesa de la cocina. Se limpió las lágrimas intentando serenarse.

—Se trata de Enrique —comenzó al modo clásico—. Se ha liado con una enfermera y creo que se irá.

—¿Adónde se irá?

—¡Petra, es una manera de hablar! Quiero decir que lo más probable es que se vayan a vivir juntos, que Enrique me abandone.

—¿Eso te ha dicho?

—Estuvimos hablando. Está loco por ella, así lo expresó. Tiene dudas sobre el futuro, pero estoy segura de que se irá.

—Ya entiendo.

—La chica es bastante más joven que yo.

—¿La conoces?

—Puede que la haya visto alguna vez por el hospital, pero no sé quién es.

—El médico casado que se enamora de su joven enfermera, no es nada nuevo, ¿verdad?

—Supongo que estas historias son siempre parecidas.

—Puedes estar segura de eso. ¿Qué piensas hacer?

—De momento he venido aquí para poder pensar. Lo he dejado solo con los chicos. Pueden apañárselas muy bien sin mi presencia.

Me miraba de hito en hito, sin duda esperando una reacción más clara por mi parte. Exhaló un suspiro melancólico para decir:

—La vida es una mierda.

—Jodida de verdad. ¿Piensas darle tiempo para reflexionar a él también?

—No sé qué pienso, ni siquiera he tenido ocasión de plantearme seriamente lo que quiero.

—Yo te aconsejaría que empezaras a buscar un trabajo.

Noté en su voz algo cercano al escándalo y la incredulidad.

—Petra, aprecio tu sentido de lo práctico, pero antes de hacer ninguna otra cosa me gustaría comprender.

—Comprender ¿qué?

—La manera de actuar de mi marido.

—Amanda, el amor no es materia analizable, se siente o no se siente; pero con dificultad puede encontrársele un sustrato racional.

Dejó la taza de té sobre la superficie de la mesa dando un golpe más fuerte de lo normal.

—¡Sustrato racional! ¡Hay que ver, Petra! ¿Has sacado ese estilo un frío de la policía?

—¡Pero Amanda, me refiero a...!

—¡Dime si tiene o no un sustrato racional que hayamos pasado un montón de años juntos, que tengamos dos hijos, que yo abandonara mis estudios para casarme con él!

—Bueno, de acuerdo, ha sido una expresión desafortunada, pero el trasfondo es el mismo: Enrique no va a poder darte buenas razones para que tú las aceptes, simplemente porque carece de ellas.

—¿Qué es lo que valoran los hombres, Petra? Tú debes saberlo, has estado casada dos veces. ¿De qué modo funcionan esas mentes estrechas?

Me abandonaron las fuerzas, y noté cómo los músculos me pesaban. En poco tiempo la misma pregunta. Los hombres y las mujeres. La imposible generalización. El deseo de despersonalizar al máximo el dolor para repartirlo entre una comunidad genérica y antigua. No era sorprendente; lo único curioso es que se me considerara una experta en la materia cuando mi bagaje era sólo de fracasos. ¿No viene un divorcio tras el fracaso de un matrimonio? ¿Qué podía yo saber de las seriadas estirpes de Adán y Eva una vez expulsados del Paraíso? Aunque lo más probable es que tampoco se esperara ninguna respuesta de mí, sino sólo que sirviera de interlocutora paciente y amable.

—Los hombres son muy egoístas —acerté a decir en un delirio de vulgaridad.

—Enrique ha sido un marido perfecto.

—Pues entonces...

—¿Entonces?

—Entonces déjalo marchar y no le guardes rencor.

Volvió a llorar con una amargura que me asustó. Las lágrimas le caían silenciosas y se precipitaban en su jersey. Si pudiéramos evitar el dolor amoroso, los humanos seríamos una raza omnipotente, pensé. No existía consuelo posible. Ni ella misma sabía de qué estaba compuesta su desesperación: pena por la pérdida, miedo al futuro, ego dolido, humillación social, decepción, sensación de tiempo dilapidado... semejante mezcla, cuando hubieran transcurrido unos años, sería considerada como experiencia de la vida y contaría como un tanto a su favor. ¿Atemperaría eso su sufrimiento si se lo decía? No, a buen seguro me lanzaría la tetera a la cabeza si me atrevía a soltarle algo así. Tampoco estaba convencida de que el conocimiento y la experiencia tuvieran mucho que ver entre sí. ¿No sería preferible estudiar en los libros, meditar en lo abstracto, en vez de ir dando trompicones por la existencia? ¿No se perdía con la llamada experiencia capacidad de dilucidación? Serví una nueva taza de té. Mi hermana estaba llorando a moco tendido y a mí sólo se me ocurría ponerme a filosofar. Me pregunté qué se esperaría de mí en una ocasión como aquélla. Era inútil disimular, cada uno es como es, de modo que le pregunté a Amanda:

—¿Tú crees que los sentimientos forman parte del conocimiento global?

Amanda empezó a reír otra vez, entre sollozos.

—¡Por Dios, Petra!, ¿es así como resuelves los casos? ¿Cuando te encuentras a un tío destripado en la Morgue empiezas a preguntarte por el ser y el no ser?

Solté una carcajada.

—A veces, sí. Lo cual pone de muy mala uva a mi compañero Garzón.

—Me siento solidaria con él.

A ambas nos habían educado en el sentido del humor. No existe herencia más rica. Aproveché la apertura del claro para intentar que escampara de una vez, al menos aquella noche.

—Justamente, estoy llevando un caso que me ha puesto en contacto con las delicias de ser mujer.

—¡Ah, maravilloso, de ésas puedo dar fe yo también!

—Sí, ya te contaré todo lo que me permita la discreción profesional. Pero, de momento, te diré lo que vamos a hacer. Mañana me tomaré la tarde libre e iremos a experimentar todas las cosas que teóricamente detesto, pero que quizás en la práctica no estén mal.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muertos de papel»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muertos de papel» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Muertos de papel»

Обсуждение, отзывы о книге «Muertos de papel» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x