Mijail Shólojov - Lucharon Por La Patria
Здесь есть возможность читать онлайн «Mijail Shólojov - Lucharon Por La Patria» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Lucharon Por La Patria
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Lucharon Por La Patria: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lucharon Por La Patria»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Lucharon Por La Patria — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lucharon Por La Patria», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– ¡Uno menos! -gritó con entusiasmo Sashka Kopytovski. Lopajin saltó a la trinchera, levantó la cabeza y pudo ver cómo el avión que encabezaba la patrulla giraba sin control sobre un ala, se envolvía en humo negro y empezaba a caer oblicuamente. Entre silbidos y chillidos pasó por encima de las trincheras y después de caer sobre la apisonada tierra de los prados de la aldea, estalló a causa de sus propias bombas. El ruido del estallido fue tan fuerte que Lopajin cerró los ojos un instante. Luego miró a Sashka con rostro iluminado.
– ¡Magnífico! ¡Estaba cargado de bombas! ¡Ojalá estos demonios de artilleros dispararan siempre así!
Otro aparato atacado por el fuego de la posición se desintegró en pedazos en el aire y fue a caer más allá de la aldea. Los demás orientaron su rumbo hacia el río. Recibidos por el fuego de las ametralladoras y de la segunda batería de artillería, los aviones dejaban caer las bombas de cualquier manera; a continuación se dirigieron hacia el oeste, después de haber circundado una zona extremadamente peligrosa.
Aún no había tenido tiempo para posarse el polvo de las bombas cuando por detrás de la montaña apareció una segunda oleada de bombarderos alemanes, alrededor de treinta. Cuatro aparatos se separaron y volvieron a las líneas de defensa.
– ¡Vienen a por nosotros! – exclamó Sashka con voz temblorosa y con los dientes apretados – ¡Mira, Lopajin, los bombarderos bajan en picado! ¡Ahora empezarán a caer! ¡Ahí vienen!
Tras tomar el fusil, Lopajin, un poco pálido, apoyó con fuerza un pie en el peldaño inferior de la trinchera y apuntó con precisión. Sus ojos claros estaban entornados y Sashka, al dirigirle una mirada rápida, sólo vio unas rendijas diminutas como cortadas con un cuchillo, y profundas arrugas en la oscura y tensa piel alrededor de los ojos.
– ¡A tres cuerpos…! ¡A tres y medio! ¡A cuatro! ¡Dispara, vamos! -pudo gritar el desorientado Sashka en medio del rugido ensordecedor de los motores, que perforaba los oídos.
Lopajin oyó su grito como en sueños y la conocida y temblorosa voz del teniente Golostchiekov, que con su tono elevado de costumbre voceaba: «¡A los aviones e-ne-mi-gos!» Logró disparar, sintió en su hombro el retroceso y en una pequeñísima fracción de segundo se dio cuenta de que había fallado el tiro. El conocido y odiado silbido de la bomba se incrementó rápidamente hasta terminar con un bramido ensordecedor.
Sobre el casco y la inclinada espalda de Lopajin empezaron a caer trozos de tierra, como una lluvia de granizo; el olor metálico corrosivo de la explosión se le metía por las fosas nasales impidiéndole respirar.
Las bombas estallaban de vez en cuando a lo largo de la línea de trincheras; sin embargo, la mayoría de las explosiones se producían detrás de las trincheras, en el jardín de la escuela. Haciendo un esfuerzo Lopajin levantó la cabeza y a través de
una nube de polvo sucio y revuelto vio a la izquierda, en medio del cielo azul, un avión; incluso pudo divisar la esvástica que llevaba en la cola. Saltó como un muelle, los dientes le rechinaron de nuevo y otra vez cogió el fusil con ímpetu.
– ¡Dispara a esa carroña! ¡Dale pronto! -Sashka gritaba a su oído, tembloroso y febril.
Esta vez Lopajin no podía, no debía fallar el tiro. Estaba como petrificado; sus manos, moviéndose hacia la izquierda, cogían el fusil con la férrea fuerza de un minero, parecían fundidas con él; mientras tanto sus ojos seguían entornados, como inyectados y despidiendo llamas de ira, sin perder de vista el avión que volaba en lo alto, preparado para atacar. Pero otra vez falló el tiro… Un ligero temblor se apoderó de sus labios al ver cómo el aparato tomaba altura y se lanzaba de nuevo en picado sobre las trincheras.
– ¡Un cartucho! -gritó enfurecido.
El J-87 bajaba veloz, regando con fuego de ametralladoras los amarillos surcos de las trincheras. En tierra la ametralladora del sargento Nikiforov disparaba sin cesar; las ráfagas de las ametralladoras sonaban al unísono, sordas y tableteantes. Lopajin esperaba. Observaba sin cesar el avión que descendía con un tiroteo bajo, intenso y creciente; al mismo tiempo, sin proponérselo, su oído captaba los demás sonidos de la contienda: el estallido de las bombas que caían en el jardín dé la escuela, junto a las posiciones de la batería, y los estridentes ladridos de las ametralladoras. Incluso pudo distinguir algunos disparos de fusil antitanque. Por lo visto, no era él el único fusil antitanque que intentaba acertar al bombardero en picado.
– ¿Te has quedado de piedra? ¡Pregunto si te has quedado petrificado! ¿No estarás herido? -le gritaba Sashka.
Pero Lopajin, que no perdía de vista el avión, se limitó a soltar algunos tacos. Sashka se sentó en el ancho fondo de la trinchera cubierta de cascotes, ya seguro de que Lopajin estaba vivo e ileso.
En el segundo ataque, la llama ardiente de las ametralladoras levantó mucho polvo y tronchó el ajenjo que había en el parapeto delantero de la trinchera, logrando incluso alcanzar un extremo y desmoronar parte del parapeto. Pero Lopajin ni siquiera se inmutó.
– ¡Agáchate! ¡Te va a acribillar, insensato! -gritó Sashka. -¡Ni hablar, no tendrá tiempo! -exclamó Lopajin; y en el momento en que el avión iba a entrar en picado, apretó el gatillo.
El avión inclinó ligeramente el morro pero en seguida se enderezó para tomar rumbo sur, balanceándose como un pájaro, elevándose lentamente, ya sin seguridad. Por el costado izquierdo de su fuselaje plano empezaba a salir una nubecilla de humo.
– ¡Toma! ¡Has terminado tu viaje! -dijo Lopajin con voz queda-. ¡Has acabado de volar! – repitió en voz más baja y con tono significativo, mientras seguía con ansia todos los movimientos del avión alcanzado.
Aún no había superado la cima de la montaña, cuando el aparato comenzó a dar bandazos para caer finalmente a plomo. Chocó en tierra con tal crujido que parecía como si alguien hubiera soltado un huevo cocido sobre una mesa. Lopajin suspiró aliviado, con alegría y satisfacción, mientras dirigía una mirada a Sashka.
– ¡Así hay que atizar! -exclamó tomando aire fuertemente por la nariz, sin ocultar su triunfo.
– ¡Sin comentarios! ¡Le has dado de pleno y certeramente, Piotr Fedotovich! -exclamó admirado Sashka, que por primera vez desde que estaban juntos le honraba llamándole por su patronímico.
Con las manos temblorosas, Lopajin se puso a liar un cigarrillo. Estaba fatigado y, hasta cierto punto, destrozado. Se sentó en el fondo de la trinchera y dio con avidez varias chupadas seguidas, soltando nubes de humo.
– ¡Casi se escapa el maldito! – dijo, ya más apaciguado; pero a causa de la emoción sus palabras eran lentas todavía – Si hubiera pasado más allá de la loma, ¡demonios, quién sabe! Quizás hubiera caído, o podía haber llegado a su guarida. Pero se la pegó contra el suelo y ahora se quema a gusto…
Sin acabar de fumar el cigarrillo se levantó y contempló con satisfacción durante un rato, en silencio, los restos humeantes del aparato en lontananza. Los otros tres aparatos que habían bombardeado la batería de ametralladoras se dirigieron hacia el sur. Pero los bombarderos aún sobrevolaban como aves de rapiña el paso del río; la artillería disparaba infatigable, estallaban las bombas y densas columnas de agua se alzaban en la espesa humareda. Pronto terminó la incursión y un enlace se acercó a Lopajin para decirle que le llamaba el comandante.
Todo el terreno alrededor de las trincheras parecía plagado de úlceras, agujeros redondos y amarillos de diversos tamaños, con los bordes calcinados. Los senderos oblicuos abiertos por las bombas en el jardín de la escuela se hallaban cruzados por árboles caídos y destrozados que dejaban al descubierto las paredes y los tejados de las casas, antes invisibles, cubiertos por las ramas.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Lucharon Por La Patria»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lucharon Por La Patria» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Lucharon Por La Patria» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.