• Пожаловаться

Henri Lœvenbruck: El síndrome de Copérnico

Здесь есть возможность читать онлайн «Henri Lœvenbruck: El síndrome de Copérnico» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Henri Lœvenbruck El síndrome de Copérnico

El síndrome de Copérnico: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El síndrome de Copérnico»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

“Según los especialistas que lo visitan, Vigo Ravel padece una esquizofrenia paranoide aguda que le hace tener lo que se conoce como "síndrome de Copérnico", y que consiste en creerse en posesión de una verdad que el mundo entero rechaza, una verdad que podría modificar radicalmente el futuro de la humaniad. Pero, ¿y si Vigo estuviera en lo cierto y, por tanto, las voces que escucha en su cabeza fueran como él cree, pensamientos de gente real? Después de que una de esas voces lo librara de morir, junto con miles de personas, en un cruel atentado que casi destruye el barrio de La Défense, en París, Vigo empieza a tener dudas sobre la enfermedad que le han dicho que padece. Al contrario de lo que el resto del mundo se empeña en hacerle creer, tal vez no sólo no esté loco, sino que además puede ser la clave de un secreto celosamente guardado que amenaza con cambiar el mundo tal y como lo conocemos.”

Henri Lœvenbruck: другие книги автора


Кто написал El síndrome de Copérnico? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El síndrome de Copérnico — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El síndrome de Copérnico», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Después hubo otras palabras. Y entonces el pánico se apoderó de mí por completo.

La voz se calló durante unos segundos, después volvió, más grave todavía, y pronunció estas últimas palabras: «Ya está. Va a saltar. Todo el mundo morirá en esta puta torre de vidrio. Por la causa. Nuestra causa. Se van a enterar. Van a reventar todos. Esto va a saltar por los aires».

Llevaba años intentando ignorar las voces que hablaban en mi cabeza y no darles importancia. Pero aquel día, de repente, sin poder explicar por qué, sentí miedo y creí en aquellas palabras que acababa de escuchar. Me convencí en lo más hondo de mi ser de que eran reales. Muy reales. Comprendí que no mentían, que la torre iba a explotar literalmente…

Entonces huí. Sin esperar, sin razonar. Corrí fuera de la torre a toda velocidad, como perseguido por una horda de demonios. La gente me miraba con extrañeza. Algunos, como el vigilante de la torre, sabían tal vez que era uno de los locos que iban al gabinete del doctor Guillaume y no prestaron atención…

Cuando las bombas explotaron, estaba a unos treinta metros de la torre, no más; pero fue suficiente para salvar mi vida. Impulsado por la deflagración, caí al suelo, perplejo, herido, lastimado, pero vivo. Vivo.

Y a la mañana siguiente, sentado frente al televisor, después de haber pasado una noche alelado en el gran salón blanco de mis padres, con los ojos fijos en la pantalla, me acordé repentinamente de algunas frases. Aquellas voces que me habían salvado la vida. «Brotes transcraneanos, 88, es la hora del segundo mensajero. Hoy, los aprendices de brujos en la torre; mañana, nuestros padres asesinos en el vientre, bajo 6,3.»

Y entendí que todo iba a cambiar.

¡Porque, después de todo, tenía que haber oído aquellas extrañas palabras! ¡Por muy increíble e imposible que parezca! Si todavía estaba vivo allí, en aquel sofá, era porque las había oído, ¿no? Y si me habían salvado del atentado las voces de mi cabeza, y si me habían permitido huir apenas unos segundos antes del instante fatídico…, ¿cómo podía explicarlo?

Angustiado y agotado, me esforzaba por creer lo que acababa de comprender. No osaba formularlo, ni admitirlo. Llevaba tanto tiempo convencido de que estaba enfermo, que no podía negarlo de repente. No. Tenían que ser mentiras de mi cerebro enfermo, simples mentiras, alucinaciones. Y sin embargo, ¡el atentado no había sido un sueño! Aparecía en las pantallas del mundo entero. Las heridas de mi frente y mis manos no eran invención mía. Había estado al pie de la torre, y aquellas voces me habían ordenado huir. Me habían salvado la vida. Ésa era la verdad objetiva, ni más ni menos. Por tanto, debía tener el coraje de admitir la evidencia, la fuerza necesaria para aceptarla: cuestionarme aquello en lo que llevaba creyendo desde hace tanto tiempo, cuestionarme lo que me había costado tanto esfuerzo.

No había otra explicación, ningún otro razonamiento posible. Si había sobrevivido era porque las voces de mi cabeza no eran alucinaciones.

Sí, haber sobrevivido sólo podía significar una cosa: yo no era un esquizofrénico. Era… Era otra cosa.

11.

Cuaderno Moleskine, nota n.° 103: el otro.

Estoy yo. Estáis vosotros. Están ellos.

Yo escribo; vosotros leéis, tal vez. Pero estas palabras no son yo. No me leéis a mí: yo soy inaccesible. Y no lo digo para vanagloriarme. Es así, forma parte del ser humano.

¿Acaso me oís? No. ¿Acaso podéis ver en mi interior? Todavía menos. Igual que yo no veo dentro de vosotros, aquí, ahora. No lo intentéis. Siempre seremos extraños.

El otro. Necesitaba estar seguro. Lo he buscado en diccionarios, y he comprobado que a ellos también les suscita dificultades. Normalmente se puede confiar en ellos, pero en este caso, pinchan hueso. El Petit Robert se ríe de nosotros.

Otro: Pronombre. El otro. Los otros hombres. V. próximo.

¡Qué graciosos! «¡Véase próximo!» Difícilmente podrían ser menos precisos. No es el tipo de definición que tranquiliza. Hay que buscar en la filosofía para que dé menos miedo. En el diccionario de Armand Colin, hay algo que casi resulta reconfortante.

Otro: 1. En sentido general: el otro como yo que no es yo, como correlativo del yo. 2. Fil.: en Rousseau: el otro designa a mi semejante, es decir, a todo aquel que vive y que sufre, con el que me identifico en la experiencia privilegiada de la piedad. En Hegel: el otro, dato irrecusable como existencia social e histórica, es, en una relación intersubjetiva, constitutivo de cada conciencia en su mismo origen…

Dato irrecusable… Hegel lo dice para gustar.

No hay mayor soledad que la que se siente frente a los demás.

Es una soledad que resulta agotadora. Solo, solo, solo, estoy solo. A veces, siento ganas de estar con otro, pero ¿para qué?

El otro es un misterio y una paradoja. Desde siempre, es el causante de todos mis tormentos. No os escondáis. Verdaderamente no es culpa vuestra. Es así. Y de todas maneras, sólo existo a través de vosotros.

Ésta es la verdad: el Homo sapiens no puede existir solo. Necesita un padre y una madre para ver la luz. Somos el producto de otros. Y esta dependencia jamás nos abandona. Se ve en todas partes. El lenguaje, la cultura… Todo viene de los otros. Somos herederos constantes.

Y, sin embargo, el otro permanece siempre inaccesible. Veo el cuerpo del otro, pero jamás veo su espíritu. Jamás veo su alma, su interioridad. Y mi interpretación del otro es forzosamente inexacta, igual que la que vosotros hacéis de mí.

Mientras el otro siga siendo otro, seremos víctimas de una eterna incomunicabilidad por mucho que intentemos evitarlo.

La invención del lenguaje es la mejor prueba de nuestra incapacidad de comprendernos.

12.

Sentado en el salón de mis padres, me pasé el día entero dando vueltas a esa frase en mi cabeza. «No soy un esquizofrénico, soy otra cosa.» Parecía que intentara convencerme, y aquello me angustió terriblemente. Desde luego, la angustia era una vieja compañera; pero aquel día tenía un sabor que no conocía y que me atenazaba el corazón.

Habían pasado veinticuatro horas desde los atentados. Intentaba pensar con claridad y calmarme, reparar los habituales desvarios de mi pensamiento lógico. Los fallos.

«Esquizofrenia paranoide: el sujeto puede estar convencido de que fuerzas sobrenaturales influencian sus pensamientos y acciones.»

Mientras me fumaba un cigarrillo Camel, escribí frenéti camente todo lo que pude en un papel para no perder el hilo. Las cenizas caían sobre las hojas, pero no las apartaba. Muy pronto, había llenado centenares de páginas, que tiraba al suelo alrededor del sofá y que se amontonaban como en otoño las hojas al pie de un árbol. Hice esquemas, dibujos. Subrayaba las frases importantes, las que servían de vínculo entre las diferentes afirmaciones de mi razonamiento. Las conjunciones. «Unas voces en mi cabeza me han dicho que el edificio iba a saltar por los aires. POR TANTO, salí corriendo del edificio. El edificio explotó. POR TANTO, las voces no eran alucinaciones. POR TANTO, no soy esquizofrénico.»

De vez en cuando, soltaba algún grito de rabia o de miedo. Me levantaba tembloroso y daba vueltas por el apartamento de mis padres, sin dejar en ningún momento de morderme las uñas. «Pero, si no soy esquizofrénico, ¿qué soy entonces, doctor?»

Después volví a sentarme y me quedé unas cuantas horas sumido en una familiar apatía.

«Por tanto, por tanto, por tanto.¡Mierda de CQFD! CQ mierda de FD.»

Más tarde, tras recuperar la calma, intenté poner orden en los acontecimientos. Anoté varias veces la fecha y la hora del atentado, después las comparé con la cita con el doctor Guillaume que tenía apuntada en mi agenda. El 8 de agosto a las 8 horas. Las horas encajaban. Miré el billete de metro que todavía guardaba en el bolsillo. La hora y la fecha de la validación probaban sin dudas que había acudido a la cita. «Por tanto, estaba allí en el momento de la explosión. Por tanto, por tanto, por tanto.»

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El síndrome de Copérnico»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El síndrome de Copérnico» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Артур Кларк: Voces de un mundo distante
Voces de un mundo distante
Артур Кларк
Robert Sawyer: Hibridos
Hibridos
Robert Sawyer
Margaret Weis: Ámbar y Hierro
Ámbar y Hierro
Margaret Weis
José Saramago: Ensayo Sobre La Ceguera
Ensayo Sobre La Ceguera
José Saramago
Alejo Carpentier: El Reino De Este Mundo
El Reino De Este Mundo
Alejo Carpentier
Отзывы о книге «El síndrome de Copérnico»

Обсуждение, отзывы о книге «El síndrome de Copérnico» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.