Robert Wilson - La ignorancia de la sangre

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Wilson - La ignorancia de la sangre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La ignorancia de la sangre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La ignorancia de la sangre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una oscura noche de septiembre, Vasili Lukyanov, un mafioso ruso que se dirige a Jerez de la Frontera, muere en un aparatoso accidente de tráfico. El inspector Javier Falcón se persona en el lugar del siniestro: además de la terrible visión del cadáver ensartado en una barra de hierro, encuentra en el portaequipajes del coche una maleta que contiene casi ocho millones de euros en billetes usados, champán Krug y vodka helado. A Falcón no le será difícil seguir el rastro del muerto hasta la mafia rusa que opera en la Costa del Sol, donde el tal Lukyanov había sido acusado de violación, pero nunca juzgado.
Entre tanto, la vida de los allegados al inspector jefe de Homicidios sevillano va transformándose en una pesadilla: su amante, Consuelo Jiménez; su ex mujer, Inés, y su marido, el juez Esteban Calderón parecen víctimas de una maldición. Demasiada casualidad, porque Falcón sigue empeñado en cumplir su promesa de detener a los autores del atentado del 6 de junio en una mezquita de Sevilla y ha encontrado una conexión, aparentemente improbable, entre éste y el trágico destino de Lukyanov. Poco a poco se va acercando…
Nunca habría imaginado lo que aún le esperaba: algún que otro fantasma del pasado, fanatismo y dolor. La verdad tiene a veces un precio muy alto.

La ignorancia de la sangre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La ignorancia de la sangre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Un BMW oscuro había parado delante de los portones. El guardia de las pantallas lo cotejó con la lista y lo dejó pasar.

– Éste es el grupo de invitados registrado como Sánchez -comentó.

El coche entró en el recinto, aparcó delante del edificio principal. Una mujer joven salió del asiento del copiloto del coche. Era alta, con unas piernas largas impresionantes, y llevaba tacones de diez centímetros. Se le movía la melena al caminar hacia la recepción.

– ¿No hay cámaras secretas en las habitaciones? -preguntó Ramírez.

Ferrera le dio un codazo.

– ¿Nombres? -preguntó Falcón.

– Isabel Sánchez y Stanislav Jankovic. Ella es española, él es serbio -dijo el guardia.

La mujer apareció en la pantalla de recepción, entregó el carné de identidad y el pasaporte de su pareja.

– ¿Podemos aislarle la cara a ella? -preguntó Falcón-. Descárgala y envíala a nuestros expertos en crimen organizado, Cortés y Diez, en la Jefatura.

– ¿Quién crees que es?

– Por la descripción que nos dio Cortés de la novia de Viktor Belenki como un «monumento de la leche», pensé que valdría la pena comprobarlo -dijo Falcón.

Ferrera fue a sacar el portátil. El guardia de las pantallas le dijo que no era necesario. Él mismo descargó la imagen, la pegó en un correo electrónico y se la envió a Díaz. Al cabo de treinta segundos, Díaz estaba al teléfono, confirmando que Isabel Sánchez era su informante conocida como Carmen.

– Así que este serbio, Stanislav Jankovic, en realidad es Viktor Belenki, la mano derecha de Leonid Revnik -dijo Ramírez-. ¿Tenéis cámaras delante de las puertas principales de las suites, de manera que le podamos captar la cara?

– En cuanto entran en las cocheras, tienen total privacidad -dijo el jefe de seguridad-, pero, por supuesto, se puede comprobar la identidad de alguien que se acerque a su puerta con el sistema de cámara de seguridad exterior.

– Éste debe de ser el taxi de Alejandro Spinola que llega al portón principal -dijo Ferrera.

– ¿Qué hacéis en una situación así? -preguntó Ramírez.

– Él tiene que identificarse y declarar su actividad -respondió el jefe de seguridad.

Alejandro Spinola salió del taxi, pulsó el botón del interfono y se identificó ante la cámara. Le dijeron que entrase en recepción. Abrieron las puertas.

Isabel Sánchez tenía ya la llave de su habitación, volvió al coche, que arrancó hacia la suite y dio marcha atrás, fuera de la vista, para entrar en las cocheras. Alejandro Spinola llegó a recepción. El taxi volvió al portón principal.

– También podemos poner voz en recepción -dijo el guardia-. Eso se hace cuando hay riesgo de conflictos.

El guardia de las pantallas pulsó un conmutador. Oyeron que Spinola pedía que le pasasen con Antonio Ramos. El recepcionista hizo una llamada. Spinola habló con Ramos de forma inaudible. El recepcionista hizo señas a un botones.

– ¿Tenéis idea de lo que están tratando? -preguntó Ramírez.

– Creo que significa que los rusos tienen en sus garras a Spinola, posiblemente desde hace algún tiempo -dijo Falcón-. Le han dicho quién aparece en los discos y él va a utilizar esa información lo mejor que pueda.

– ¿Para chantajear al consorcio I4IT/Horizonte con el fin de que complazcan a los rusos? -dijo Ramírez-. Él se va al final del día.

– Nada como una firma de contrato inminente para acelerar el proceso -dijo Falcón-. Les dará cuarenta y cinco minutos para aceptar las condiciones de los rusos, mientras Fallenbach los estará vigilando todo el rato. Creo que eso es lo que se llama política de alto riesgo.

Apareció el botones, que guió a Spinola por el camino de las suites. Viktor Belenki salió de su suite y encendió un cigarrillo, llamó la atención de Spinola, asintió.

– Saca un primer plano de Belenki -dijo Falcón-. Envíaselo a Díaz, sólo para comprobar.

Incluso en blanco y negro, Belenki era impresionante, con el pelo rubio, los pómulos altos y una musculatura animal bajo una camisa blanca y unos pantalones negros. Caminaba ociosamente de un lado a otro del exterior de su suite, fumando, respirando el aire nocturno. Spinola entró en la suite de Ramos. Pasaron varios minutos. Díaz llamó para confirmar que el supuesto serbio, Jankovic, era Viktor Belenki.

– Mira el estado de Valverde -dijo Ramírez.

Juan Valverde, el jefe de I4IT Europa, salió de su suite con los puños apretados dentro de los bolsillos de su albornoz entreabierto, bajo el cual asomaba el traje de baño. Tenía la mandíbula rígida y un aspecto furibundo bajo el ceño fruncido. Se dirigió a la suite de Antonio Ramos.

– Al menos ha recibido parte de la mala noticia -dijo Ramírez.

Viktor Belenki encendió su tercer cigarrillo. De pronto dejó de moverse. Algo había pasado. Juan Valverde salió, ahora con el albornoz bien abrochado y prieto, con aspecto menos aciago, más asustado. Antonio Ramos lo siguió, mirando fijamente el sendero como si no pudiera creer que le estuviera pasando esto. Los dos se dirigieron rápidamente a la suite de Alfredo Manzanares.

– Yo no implicaría al banquero en esta fase, ¿verdad? -preguntó Ramírez.

– No sabemos cómo les ha planteado Spinola la propuesta de los rusos -dijo Falcón-. Valverde y Ramos deben de tener buena relación con los banqueros, si no con Manzanares personalmente. Intentarán convencerlo, o bien invocarán un acuerdo anterior, cualquiera que fuese, entre su predecesor, Lucrecio Arenas, y los rusos.

Viktor Belenki parecía contento con cómo iban las cosas. Tiró el cigarrillo, lo aplastó con la suela y, con las manos en los bolsillos, lo tiró al césped de un puntapié.

– ¿De verdad esperáis que haya violencia aquí? -preguntó el jefe de seguridad, reaccionando ante la tensión de la sala.

– A decir de todos, estamos tratando con gente muy impredecible -dijo Falcón.

– Pero sólo es uno, ¿no?

– No lo sabemos -dijo Falcón-. No existe ni una fotografía de Leonid Revnik y sólo una foto de gulag de Yuri Donstov, aunque tiene abundantes tatuajes, si conseguimos verlo tan de cerca. El único mafioso reconocible al instante es Nikita Sokolov, un ex levantador de pesas.

– Hay otro grupo en la puerta -dijo el guardia mirando las pantallas-. Es la gente de Ortega.

El coche traspasó los portones y continuó hasta el edificio principal. Salieron un hombre y una mujer, entraron en recepción. Los dos tenían cuarenta y largos años y eran claramente españoles. La señora Ortega tenía una amplia lista de peticiones, que explicó detalladamente durante el proceso de inscripción.

– No se puede inventar una mujer así -dijo Ramírez-. Así que sólo quedan por llegar el grupo de Cano y los compañeros de mesa de Alejandro Spinola, la delegación del alcalde.

– ¿Habéis visto a los Zimbrick o a los Nadermann cuando han entrado? -preguntó Falcón.

– Claro -dijo el hombre de las pantallas-. Parecían turistas.

– ¿Tenéis copia de los pasaportes?

– En esta pantalla -dijo el jefe de seguridad.

Falcón pulsó en los Nadermann, pero la mano le tembló en el segundo pasaporte americano, cuyo titular era Nathan Zimbrick. La cara que aparecía en la foto era la de Mark Flowers.

– ¿Hay algún lugar en el hotel que pueda servir como calabozo? -preguntó Falcón, limpiando la pantalla, incapaz de calcular qué significaba la presencia del agente de la CIA.

– Tenemos unos edificios para el personal junto a la valla perimetral, donde pueden dormir los conductores -dijo el jefe de seguridad-. Hay una habitación que podríamos utilizar para encerrar a alguno hasta que venga a llevárselo la Guardia Civil.

Pasaron quince minutos. Viktor Belenki entró en la suite, volvió a salir vestido con un traje caro con corbata. Valverde y Ramos salieron solos de la suite de Manzanares, encorvados, sin hablar, con un lenguaje corporal que revelaba su absoluto fracaso. Se dirigieron a la suite presidencial.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La ignorancia de la sangre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La ignorancia de la sangre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Robert Wilson
Robert Wilson - Mysterium
Robert Wilson
Robert Wilson - À travers temps
Robert Wilson
Robert Wilson - Quarantäne
Robert Wilson
Robert Wilson - Julian Comstock
Robert Wilson
Robert Wilson - Chronos
Robert Wilson
Robert Wilson - Die Chronolithen
Robert Wilson
Robert Wilson - Los cronolitos
Robert Wilson
Robert Wilson - Les Chronolithes
Robert Wilson
Robert Wilson - The Harvest
Robert Wilson
Отзывы о книге «La ignorancia de la sangre»

Обсуждение, отзывы о книге «La ignorancia de la sangre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x