Robert Wilson - En Compañía De Extraños

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Wilson - En Compañía De Extraños» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En Compañía De Extraños: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En Compañía De Extraños»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lisboa, 1944. Bajo el tórrido calor veraniego, mientras las calles de la capital bullen de espías e informadores, el final de partida de la guerra del espionaje se libra en silencio. Los alemanes disponen de tecnología y conocimientos atómicos. Los aliados están decididos a que los rumores de un «arma secreta» no lleguen a materializarse.
Andrea Aspinall, matemática y espía, entra en este mundo sofisticado a través de una acaudalada familia de Estoril. Karl Voss, agregado militar de la Legación Alemana, ha llegado, reconcomido por su implicación en el asesinato de un Reichsminister y traumatizado por Stalingrado, con la misión de salvar a Alemania de la aniquilación.
En la placidez letal de un paraíso corrompido, Andrea y Voss se encuentran y tratan de encontrar el amor en un mundo donde no se puede creer en nadie. Tras una noche de terrible violencia, Andrea queda atrapada por un secreto que le provocará adicción al mundo clandestino, desde el brutal régimen fascista de Portugal hasta la paranoia de la Alemania de la Guerra Fría. Y allí, en el reino helado de Berlín Este, al descubrir que los secretos más profundos no obran en manos de los gobiernos sino de los más allegados, se ve obligada a tomar la decisión más dura y definitiva.
Un thriller apasionante que abarca desde la Europa de los tenebrosos días de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín.

En Compañía De Extraños — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En Compañía De Extraños», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Voss llamó a la puerta de Wolters, esperó el instante de costumbre y anunció la llegada del especialista en diamantes.

– Que pase, Voss, hazle pasar.

– Acabo de decirle que se instale en la otra habitación. -Que pese y tase las piedras una por una. -Sí, señor.

– Y que haya alguien con él en la habitación en todo momento. -Sí, señor.

Wolters le lanzó la bolsa como si no fuera más que un saquito de canicas. Voss se la llevó al belga, que rehusó el cigarrillo que le ofreció y se puso manos a la obra.

Jim Wallis había presentado su informe a las 8:00 a.m. y se había ido a casa a dormir. Sutherland lo leyó poco después y fumó una pipa entera mientras le daba vueltas. A las 9.30 Cardew envió un mensaje cifrado a la embajada y una hora después Cardew y Rose se encontraban en una casa franca cercana al Largo do Rato, mientras Anne se sentaba con las rodillas juntas y el bolso encima de ellas, como la virgen por quien Sutherland la había tomado.

Anne les relató lo sucedido la noche anterior. Sutherland silbaba a través de la pipa, ya vacía, lo cual le molestaba. Repasó los números del diario de Wilshere que les había dado. Hablaron sobre la caja fuerte, su marca, si funcionaba con llave o con combinación. Sutherland le dijo que Cardew se encargaría de que la instruyesen para abrir la caja. Anne siguió con su relato, como ya había hecho con Cardew. Que Wilshere la había sorprendido en el estudio, que había salido por la ventana, que había deambulado por el jardín y el incidente final en la terraza de atrás. Sutherland no dejó de asentir con la cabeza.

– Su informe es incompleto -dijo cuando hubo acabado.

– No lo creo, señor.

– A lo mejor se ha olvidado de algo.

– No, seguro que no.

Anne sudaba en la sala cerrada y con las cortinas echadas. La luz de la única bombilla del techo parecía ictérica tras el resplandor salvaje de la calle. Una náusea le revolvió el estómago.

Sutherland mostró los dientes por el punto en que roían la boquilla de la pipa.

– Su ángel -apuntó Rose.

Anne parpadeó. Jim Wallis. Se había olvidado de Jim Wallis, a quien habían enviado para que la vigilara. Sudor en caída libre.

En la calle sonaron los acordes lastimeros de la flauta de un afilador.

– Desde el principio -dijo Sutherland, taladrándola.

Le habló de Karl Voss. Del casino. Del hombre que cargó con Wilshere hasta la casa. De la playa. Del cóctel. Del primer encuentro accidental y del segundo, observado por Wallis, el que no había sido intencionado.

– Tal vez recuerde que le dije que Voss estaba con la Abwehr -dijo Sutherland.

– Sí, señor.

– ¿Le ha hablado de alguno de nuestros asuntos?

– No, señor. Cree que trabajo de secretaria para la Shell.

– Karl Voss es un oficial experimentado -explicó Sutherland-. Ha trabajado en inteligencia militar con el equipo de Zeitzler de Rastenburg. Ha trabajado en la central de Zossen, en Berlín, en la avenida Foch de París y ahora aquí, en Lisboa. ¿Creería por un instante que no sabe cómo… jugar con las ilusiones románticas de una joven?

– Lo único que puedo decirle, señor, es que no le he contado…

– ¿Ha tenido…? -interrumpió Rose con rudeza-. ¿Ha tenido relaciones físicas con Voss?

– No, señor.

– Algo es algo. Es un hombre carismático, este Voss. Tiene mucho éxito con las mujeres. Usted no hubiera sido la primera ni, desde luego, la última.

Las palabras tóxicas de Rose le entraron por vía intravenosa. Le llegaron directamente al corazón y a la cabeza, donde el virus se multiplicó y produjo fiebre. Primero llegó la ira, una furia torrencial, seguida de celos fríos y duros. Trazaban un círculo en su cabeza y perseguían, acosaban sin llegar nunca a atrapar a las palabras, que permanecían intactas, claras y nítidas como en el momento en que las habían pronunciado.

– ¿Me permite una sugerencia? -preguntó Sutherland, sin esperar respuesta-. Deje al capitán Voss con sus flirteos y concéntrese en su trabajo.

El bolso le colgaba de las manos como un cachorro malo cuando se acercó a Sutherland y lo eclipsó con su sombra.

– No hice el amor con él -dijo con firmeza-. No le hablé de nuestros asuntos.

– Si lo hubiese hecho, querida, habría salido con el primer avión de vuelta a Londres -dijo, con las manchas violáceas debajo de los ojos hinchadas por la falta de sueño-. Retírese.

Para cuando la contessa della Trecata llegó a la Legación Alemana, a las 11:00 a.m., la temperatura a la sombra rebasaba los treinta grados y los agentes británicos estaban ocupados en su rutina, consistente en observar desde los edificios traseros y laterales. Sutherland había dispuesto hombres de refuerzo aparcados en los callejones, mientras que sus ardinas a sueldo, los chicos de los periódicos, recorrían descalzos la calçada caliente, listos para ondearlos y poner en marcha la Operación Red Barredera.

La condesa, que llevaba un vestido de seda azul gasolina cortado a media altura de sus todavía excelentes pero inestables pantorrillas, subió los pocos escalones que llevaban a la Legación, ojeó la esvástica que colgaba inerte sobre la puerta y se dio aire en la barbilla con el abanico. La acompañaron al piso de arriba y la sentaron en una silla dorada delante del despacho de Wolters donde esperó, abanicándose, en el pasillo silencioso. Voss la observó por la puerta desde detrás del encorvado especialista en diamantes.

La hicieron pasar al despacho del general. No se dieron la mano. La ausencia de contacto era una parte sobreentendida de su acuerdo. Wolters chupó intensamente su puro, como si tratara de fumigar la oficina.

– Sé que lo considera parte de su tapadera, pero ¿podría ser un poco… mucho menos grosera cuando estamos acompañados? -dijo Wolters.

– Siento haber sobreactuado.

– Lo achaqué a su pasado sobre los escenarios.

La condesa aceptó la pequeña humillación.

– ¿Qué tiene para mí? -preguntó Wolters.

La condesa empezó a hablar en francés, su idioma común, y las habituales construcciones barrocas comenzaron a desfilar por el aire cargado de la habitación. Wolters se hundió en la silla mientras encajaba el puro en un lado de la boca, en la brecha de su dentadura. Estaba acostumbrado a los adornos de la condesa, las despampanantes elaboraciones de elegantes detalles que acompañaban a los minúsculos pedacitos de información que le llevaba. Para él era como apartar cuatrocientas enaguas hasta que ¡albricias!, sí, el tobillo. Pero ese día no fue así. Dio un puñetazo en la mesa que hizo que a la condesa se le cayera el abanico de debajo de la barbilla.

– Cuente -ordenó.

– La inglesita que vive en casa de los Wilshere es una espía. -¿Pruebas?

– Dona Mafalda la ha visto deambular por la casa a todas horas y ha mentido sobre su padre en el formulario de la PVDE. Les dijo que estaba vivo y era contable, y a mí que está muerto.

– ¿Eso es todo?

La condesa quería redondearlo, darle cuerpo y profundidad, disfrazar lo que en realidad estaba haciendo. Trató de llenar el silencio. Wolters la hizo callar de malos modos y se puso en pie para echarla. Agachó la cabeza y tembló al convertirse en la perra que se arrastra.

– Mi familia -preguntó- ¿la han encontrado ya?

Wolters posó la mirada en ella. ¿Qué iba a ser hoy? ¿Esperanza o desesperanza? Se sentía bondadoso.

– Los han encontrado -dijo-. Dentro de poco los trasladaremos. Estaban en Polonia.

– ¿En Polonia?

– Tengo trabajo -dijo él, y señaló la puerta.

Voss echó un vistazo por encima del especialista en diamantes cuando se fue la condesa. Samuel Hirschfeld firmó un recibo por la reducida suma que le habían pagado por el trabajo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En Compañía De Extraños»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En Compañía De Extraños» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Robert Wilson
Robert Wilson - Mysterium
Robert Wilson
Robert Wilson - Julian Comstock
Robert Wilson
Robert Wilson - Chronos
Robert Wilson
Robert Wilson - Die Chronolithen
Robert Wilson
Robert Wilson - Los cronolitos
Robert Wilson
Robert Wilson - Les Chronolithes
Robert Wilson
Robert Wilson - The Harvest
Robert Wilson
Отзывы о книге «En Compañía De Extraños»

Обсуждение, отзывы о книге «En Compañía De Extraños» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x