P. Cast - Diosa Por Derecho

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Aunque Morrigan fue concebida en medio de una mentira, y estuvo atrapada en un árbol durante toda su gestación, su nacimiento fue verdaderamente mágico. Después de aquel comienzo, pasó
los siguientes dieciocho años de su vida como cualquier chica normal de Oklahoma. Cuando descubrió la verdad de su origen, la rabia y la pena se apoderaron de ella y la llevaron de vuelta al mundo de Partholon. Pero allí, en vez de ser respetada como hija de la encarnación de una diosa, Morrigan se sintió como una intrusa rechazada. En su desesperación por formar parte de Partholon, se enfrentará a fuerzas que no podía comprender ni controlar por entero. Y pronto empezaría a sufrir el acecho de una extraña oscuridad…

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– Sois ricos, ¿verdad?

– Siempre hemos sido un pueblo próspero. Aquí hay piedras preciosas y valiosas que no pueden encontrarse en ningún lugar de Partholon. Nuestra gente tiene talento para encontrar vetas de piedra ocultas, sino también para crear objetos bellos con esas piedras. Las tierras del exterior de las Cuevas son fértiles, y aunque el clima es más frío aquí que en el resto del reino, nuestras cosechas son abundantes. No tenemos muchos motivos para salir de nuestro reino. Además, para nuestros Señores, la creación y la adquisición de riquezas son lo más importante.

– A ti tampoco te caen bien Perth y Shayla.

Birkita titubeó y respondió con palabras cuidadosamente elegidas.

– Me ha entristecido ver cómo cambiaba el objetivo de muchas personas, desde el amor por la belleza que pueden crear y la alabanza a Adsagsona por todo lo que nos ha dado, al amor por las riquezas que podemos comprar en el mundo exterior.

– Shayla me produce una sensación mala.

Birkita miró a Morrigan con inteligencia y complicidad.

– Confiad en vuestra intuición, mi señora.

– Eso haré.

Morrigan tomó de la mano a Birkita. Si no podía confiar en aquella mujer, que era el reflejo de su abuela, entonces estaba completamente perdida.

– Birkita, Oklahoma no está más allá del Mar de B'an. Es algo mucho más complicado.

Birkita le apretó la mano a Morrigan y asintió con solemnidad.

– Podéis contármelo, mi señora. Guardaré vuestro secreto.

– Oklahoma está en otro mundo. Yo soy de otro mundo. No sé casi nada de dioses y espíritus, mucho menos de la Portadora de la Luz.

– Pero… habéis dicho que pensabais que erais la Elegida de Epona.

Morrigan asintió.

– Conozco a Epona, pero sólo un poco. Verás, mi madre murió al darme a luz, y a mí me criaron mis abuelos -dijo. Sonrió, y añadió-: Tú eres como mi abuela.

– Eso es muy amable por vuestra parte, mi señora -dijo Birkita, con los ojos empañados.

– No, no lo entiendes. No me refiero a que te parezcas a ella. Quiero decir que eres ella, o su reflejo en este mundo. Sé que es muy raro, y ni siquiera yo lo entiendo. No entiendo cómo es posible que puedan existir dos mundos. Pero sé que es así. Sé que es así porque mi madre era de Partholon. Se quedó atrapada en Oklahoma, y por eso yo nací allí.

– Pero… habéis dicho que os criaron vuestros abuelos. ¿Eran los padres de vuestro padre?

– No. Son los padres del reflejo de mi madre.

– Mi señora, esto no tiene sentido.

Morrigan se mordió el labio.

– ¿Quién es la Elegida de Epona?

– Rhiannon MacCallan es la Amada de Epona, la Elegida.

– No. Rhiannon MacCallan fue la Elegida de Epona. Era mi madre. Murió hace dieciocho años, al darme a luz. La mujer que ha sido Elegida de Epona durante todo este tiempo se llama Shannon Parker, y es de Oklahoma.

Birkita se había quedado pálida.

– ¿Cómo es posible? Ella tiene las bendiciones de Epona.

– Yo no he dicho que Shannon no sea la Elegida de Epona. Lo que quiero decir es que no es Rhiannon MacCallan. Es el reflejo de Rhiannon. Intercambiaron sus lugares antes de que yo fuera concebida. Mi madre, Rhiannon, cometió errores bastante grandes. Comenzó a prestarle atención a un dios oscuro, y le dio la espalda a su pueblo. Epona tuvo que reemplazarla. Por eso yo creía que era la Elegida de Epona. Creía que tal vez la diosa me había dado un poder especial, para demostrar que de veras había perdonado a Rhiannon antes de que muriera.

– Sois la Elegida, lady Morrigan. No de la diosa de Partholon, Epona, sino de la diosa que reina en el Mundo Subterráneo. Adsagsona es una diosa llena de amor, que le da todo al corazón de nuestra tierra. Os resultará fácil quererla y serle fiel.

– Pero estoy asustada, porque no me crié aquí, y no sé si voy a reconocer la voz de Adsagsona. ¿Y si oigo al dios equivocado?

Birkita tomó a Morrigan por la barbilla y le secó suavemente las lágrimas.

– Vos no sois vuestra madre.

– Algunas veces tengo dudas…

– Las Portadoras de la Luz no se mezclan con el mal -dijo Birkita con firmeza.

– Tampoco la Elegida de Epona.

Birkita negó con la cabeza.

– En vos no hay mal. De eso estoy muy segura.

– Eso parece algo que hubiera dicho mi abuela.

Birkita sonrió.

– Entonces, deberíais creerme -dijo. Después, su expresión se volvió grave-. Mi señora, no creo que sea buena idea hablarle a nadie sobre este mundo de Oklahoma, ni de que la Elegida de Epona no es quien debería ser. No creo que esos conocimientos favorecieran a nadie en Partholon. Divulgarlos podría tener el efecto contrario. Podrían dañar los cimientos de nuestro mundo.

– Ella tiene una hija de mi edad, ¿no es así?

– Sí, la Elegida de Epona fue bendecida con una hija llamada Myrna. Hace poco recibimos la noticia de que pronto dará a luz.

– Tal vez yo sea su reflejo, o ella el mío.

Birkita bajó la mirada.

– ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?

– Quizá Shayla os haya reconocido. Me comentó cuánto os parecéis a lady Myrna.

– Si me parezco tanto como Rhiannon a Shannon, puede que seamos como dos gotas de agua.

– Entonces, es bueno que los Sidethas no se alejen mucho de nuestro reino. Y no es bueno que Shayla no cumpla esa norma.

«¡No debes esconderte de tu destino!».

Aquellas palabras, susurradas en su mente, sobresaltaron a Morrigan.

– Bueno, no voy a hacer un gran anuncio sobre mi madre, pero tampoco me voy a esconder como si hubiera hecho algo malo.

– ¡Claro que no habéis hecho nada malo! Pero todo esto es bastante sorprendente.

Birkita se pasó una mano por los ojos, y Morrigan se dio cuenta de que estaba más pálida que antes.

– Para mí también. Es decir… Siempre supe que era distinta de los demás niños. Ninguno de mis amigos entendía por qué me gustaba tanto estar al aire libre, y además, oigo voces desde que era niña. Siempre he estado fuera de lugar.

– Ahora ya no, Portadora de la Luz -dijo Birkita.

– Hace pocos días que supe quién era mi madre verdadera, y que supe de la existencia de Partholon. Fue el mismo día en que oí a los espíritus de los cristales y los iluminé. Entonces, ocurrió algo horrible en las cuevas de Oklahoma, y yo pasé aquí a través de la piedra de selenita.

– A vuestro hogar, mi señora. Adsagsona os trajo a casa a través de Usgaran, y mañana, llevaréis a cabo vuestro primer ritual para la diosa.

– ¿Estás segura de que debería hacerlo? No sé qué tengo que decir…

– El ritual es muy sencillo, y estaréis sola la mayor parte del tiempo, así que no debéis temer hacer algo equivocado. Las demás Sacerdotisas y yo os bañaremos y os ungiremos, y os llevaremos a Usgaran. Allí, le pediréis a Adsagsona su bendición para el nuevo ciclo lunar.

– ¿Eso es todo? Entonces, ¿por qué no querías que lo llevara a cabo cuando Shayla lo propuso?

– Me preocupaba vuestra salud, no vuestra capacidad para hacerlo. La Suma Sacerdotisa debe ayunar antes del ritual, y yo sé que vuestro viaje os ha agotado -dijo Birkita, y le apretó la mano a Morrigan para transmitirle confianza-. Sin embargo, Shayla tenía razón al decir que sois joven y fuerte, y que contáis con las bendiciones de la diosa. Todo irá bien, Portadora de la Luz. Y ahora, debéis descansar y prepararos para la diosa.

Birkita se acercó al gran armario y sacó un camisón. Ayudó a Morrigan a desvestirse y a ponérselo, y después, la acostó.

– La puerta que hay junto a la entrada de esta habitación es la de vuestros baños. Son sólo para vuestro uso, así que nadie invadirá vuestra privacidad -le dijo, y le acarició el pelo con ternura-. Bienvenida a casa, Portadora de la Luz.

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