Francisco Pavón - Historias de Plinio

Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Pavón - Historias de Plinio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Historias de Plinio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Historias de Plinio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

“Plinio” no es miembro de la Benemérita, sino jefe de la policía local de Tomelloso. Los casos que resuelve casi siempre tienen una componente escandalosa: crímenes de criadas que aspiran a ocupar el lugar del ama, de padres que vengan el honor mancillado de sus hijas. Pero el talante y la técnica de “Plinio” son los de Sherlock Holmes o el padre Brown (más el segundo, a mi entender, que el primero).
Las dos historias que ocupan este librito ocurren, respectivamente, en carnaval y durante la vendimia, dando ocasión al autor para describir estos dos eventos, según transcurren en el Tomelloso de los años veinte. Pero las descripciones están magistralmente engarzadas a la narración, sin estorbarla. Queda por debajo, en cambio, la impresión de que el verdadero asunto de estas novelettes tan bien trabadas es la monotonía de la vida en los pueblos pequeños. Y una incurable nostalgia soterrada, esa “íntima tristeza reaccionaria” de la que hablaba el mejicano López Velarde en un memorable poema. En ese sentido, estas historias pertenecen al mismo género que La calle estrecha de Pla.

Historias de Plinio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Historias de Plinio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mucha gente del Casino se dio cuenta de aquello y en las tertulias próximas a Plinio comenzaron a hacer comentarios de quién podría haber malo en casa de don Gonzalo. Él no podía ser, porque muchos aseguraban haberlo visto aquel mismo día.

La Banda comenzó a tocar Don Quintín el Amargao, y Plinio prestó su atención a aquellos compases. Le hubiese gustado comentar el asunto de don Gonzalo con el veterinario, pero aquel día estaba en una casería vacunando ganado.

Cuando acabó el concierto y la gente comenzaba a desplazarse, el camarero se aproximó a Plinio y le dijo que le llamaba don Felipe. Plinio fue hacia la puerta de la sacristía. Al verle llegar, don Felipe se adelantó a él.

– ¿Me llamaba?

– Haga usted el favor de ir a casa de don Gonzalo, que quiere hablar con usted -le dijo con tono muy misterioso.

– ¿Qué le pasa a don Gonzalo?

– Está bastante mal… No creo que sea decisivo, pero él está muy asustado.

– ¿De qué se trata?

– Vaya usted -dijo el cura con gravedad-. Yo le he aconsejado esta entrevista.

Y miró a Plinio con ojos misteriosos, casi policíacos, como solía ponerlos don Lotario.

Cuando la mujer de don Gonzalo entró a Plinio en la habitación del médico, éste estaba sentado en la cama, con mucha fatiga y gesto caído. A Plinio le pareció asma o cosa así. Tenía puesto el médico un camisón tan blanco que la barba de plata no se distinguía apenas sobre la tela.

– Siéntate, Manuel -le dijo con fatiga al verlo entrar en la habitación.

– ¿Qué le pasa, don Gonzalo?

– Siéntate, siéntate aquí, junto a mí -dijo con cierta ansiedad.

Plinio acercó una descalzadora y se sentó junto a la cama.

– Déjanos solos -dijo don Gonzalo a su mujer, que permanecía en la puerta.

La mujer se retiró y cerró con cuidado.

– Usted dirá.

Don Gonzalo, cuando parecía que iba a hablar, inclinó la cabeza y comenzó a tocarse la barba con desesperación, como no sabiendo por dónde empezar.

Plinio aguardó pensando que no debía fumar allí, a pesar de las ganas que tenía y de lo bien que a él se le daba escuchar y pensar con un cigarro en la boca.

– Lleva razón don Felipe -dijo don Gonzalo, como convenciéndose a sí mismo-. Debí hablarte de este asunto hace mucho tiempo, pero… Todavía, en conciencia, no estoy seguro, Manuel, no estoy seguro… Llevo tres meses dándole vueltas a la cabeza…, es mi obsesión. Me refiero a la muerte de doña Carmen Calabria.

Plinio levantó bruscamente la cabeza y quedó mirando al médico con sus ojillos, siempre entornados y maliciosos, mejor: socarrones.

– ¿Tú te acuerdas que os dije en el Casino aquella misma noche que estaba fuera de peligro, que la enfermedad había hecho crisis…? ¡Yo sé lo que es una pulmonía, Manuel! He tenido miles de casos en mi vida. Y, de pronto, aquella mujer muere, muere a los pocos minutos de salir yo de allí. ¿Recuerdas que dijo don Onofre que a las doce el cadáver estaba frío? Dijeron que fue un colapso… En este sentido firmé yo el certificado de defunción. ¡Pero si aquella mujer, Manuel, tenía el corazón como un toro! Su estado general siempre fue bueno. Su debilidad, la debilidad ingénita de todos los Calabria, a ella le afloró en los nervios, en una sensibilidad enferma. Pero, ¿su corazón…? Y la sangre le circulaba muy bien, Manuel, pero que muy bien…

– Entonces, ¿qué cree usted que pasó?

– Su cara no me gustó nada -siguió don Gonzalo sin responder directamente a Plinio-. ¿Tú no la viste?

– No.

– Estaba desencajada, con una contracción rara… No la olvidaré nunca. Tenía las uñas clavadas en el pecho…, sus propias uñas…

Don Gonzalo calló. La fatiga le ahogaba. Descansó un poco. Luego, continuó:

– Yo estaba completamente aturdido, Manuel. Todos aquellos síntomas me parecieron un poco anormales, pero ¿hasta qué punto estaba yo seguro? Uno siempre desconfía de su sabiduría. Cada enfermo es un caso particularísimo. ¿Por qué a aquella mujer no pudo pasarle algo que yo ignoro? Durante el velatorio yo no dejaba de darle vueltas a la cabeza pensando qué podría ser aquello…, recordando todos los casos que había visto de muertes repentinas. Opté por la posición más cómoda, lo confieso: la de desconfiar de mí, la de creer que no tenía la convicción suficiente para solicitar la autopsia de doña Carmen. Ello suponía una acusación, tal vez gratuita a los de la casa. A su mismo marido, que tú sabes que es un alma de Dios. Íbamos a dar la campanada, y al final yo podía quedar en ridículo. No se trataba de unos cualquiera. Ya sabes tú lo que pesan estas cosas en un pueblo. Cuando la enterraron, descansé. Mejor dicho: creí descansar. Pero no. Entonces fue cuando comenzó mi verdadero martirio. La cosa ya no tenía remedio. Si había habido violencia, quedaría impune por mí cobardía… Y llevo tres meses, Manuel, dándole vueltas y vueltas al asunto. Por culpa de ello he desmejorado y me encuentro enfermo, muy enfermo… Porque cada día veo con más claridad que hice mal… Y a estas alturas, estoy convencido, que Dios me perdone, que doña Carmen Calabria no murió de muerte natural.

– ¿ Cómo cree usted que murió?

– Asfixiada.

– ¿Asfixiada, cómo?

– Seguramente con la almohada.

– Si ahora se exhumara el cadáver, ¿se sacaría algo en claro?

– No. Si hubiera sido veneno, tal vez, pero los pulmones no aguantan mucho bajo tierra.

Plinio, sin darse cuenta, había liado un cigarro y lo encendió.

– Como comprenderás, he relacionado esta presunta muerte con la de Antonia.

– Ya…

– Esta noche no podía aguantar más. Me dio la puñeta el asma, me acobardé, creí que me tranquilizaría confesándome. Pero don Felipe, con muy buen acuerdo, me ha aconsejado que éstos son asuntos de la Tierra y que en la Tierra conviene arreglarlos. Para ello nadie mejor que tú. Para él es un secreto de confesión; para ti…, igual, Manuel.

– Sí, señor.

– ¿Qué piensas hacer?

– Esperar… Desde la muerte de Antonia tengo la impresión de que en esa casa hay un mal duende encerrado. ¿Quién es? ¿Qué pretende? No lo sé. Luchamos con muchas dificultades para averiguar lo que pasa en la mejor casa del pueblo. Ese duende es listo y no deja huellas… hasta ahora. No hay más que esperar, ésta es mi teoría… Ese duende, don Gonzalo, camina muy deprisa hacia su fin y debe de estar al descubrirse.

– ¿Y si mientras esperamos ocurre otro… accidente?

– Es que no puedo hacer nada… ¿Cree usted que el criminal es don Onofre?

– Chico, a mí me parece un alma de Dios.

– Y a mí también; pero ¿quién sabe lo que se esconde en el último rincón de una cabeza? ¿No podría interesarle la muerte de doña Carmen para heredarla y casarse con otra?

– Carmen murió sin hacer testamento. Además, él manejaba todos los bienes. ¿Y casarse con otra…? Él era feliz a su manera. Además, ¿para qué necesitaba eliminar a Antonia?

– Podría saber demasiado.

– No lo veo claro.

– Igual me pasa a mí, don Gonzalo. No lo veo claro, no tengo pruebas, no lo veo lógico… Pasemos a otra persona. A Joaquinita.

– Es una cría…

– Desde luego. Pero una cría que muy bien pudiera aspirar a ser la dueña de la casa.

– No la creo con arrestos. Estuvo llorando todo el día la muerte de doña Carmen. Inconsolable… Además, es mucho orgullo el de don Onofre para casarse con una criada.

– Depende de cómo sea la criada.

– ¿ Por qué iba a eliminar a Antonia?

– Por la misma razón: podría saber demasiado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Historias de Plinio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Historias de Plinio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Historias de Plinio»

Обсуждение, отзывы о книге «Historias de Plinio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x