Juan Sasturain - Manual De Perdedores

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Sasturain - Manual De Perdedores» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Manual De Perdedores: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Manual De Perdedores»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

No me ha gustado este libro tan mentado. Sasturain es un personaje, y a veces se lo ve actuando en fotonovelas para revistas literarias coloridas. Le entré con mucha expectativa, pero pronto me cansé. Tal vez el esfuerzo de mantener el libro abierto (la encuadernación de Sudamericana no tiene parangón), o lo simplón de la trama. Tal vez la hilaridad que despierta leer las proezas físicas de un jubilado municipal, o ese esfuerzo por hacer de la historia algo cotidiano. Si bien hay algunos hallazgos en la escritura, no llegué a leer la segunda historia. Ya me pudrí cuando la misma se insinúa al final de la primera. De todas maneras, pueden hacer la prueba. Tengo dudas sobre el abandono de las lecturas, pues a veces me ha pasado que retomé un libro varios años después del abandono, y me pregunté por qué había dejado una obra que ahora me gustaba. El libro está en las mesas de saldo de los supermercados a $6 (sí, seis pesos).
Sólo para mi vanagloria: comenzado el 1º de noviembre y abandonado al día siguiente.

Manual De Perdedores — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Manual De Perdedores», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Acostado de panza en el asiento, Tony intentó cerrar la puerta sin éxito. El impacto había deformado la chapa. En ese momento doblaron a la derecha y la chica dijo:

– Apurate… nos van a seguir.

19. Caminito

Etchenaik aceleró y el Peugeot saltó hacia adelante. Pasó una bocacalle, otra más. Ya no había disparos.

– Creo que los jodimos -dijo con una sonrisa transpirada y sucia.

El gallego giró la cabeza.

– Parece que no nos siguen.

– Sí. Nos van a seguir a cualquier parte.

La chica habló y luego se dejó deslizar por el asiento hasta que su cabeza quedó por debajo del nivel del respaldo. Suspiró.

El veterano puso la mano sobre el pelo despeinado. Sonrió levemente sin volverse.

– Tranquilízate. Tenemos mucho que hablar.

Llegaron a la esquina del río y el auto se inclinó chirriando sobre los adoquines hasta enderezarse a dos metros del borde del agua. Etchenaik volvió a acelerar.

– Vos, Chola, te venís con nosotros. Hay que buscarlo a Alfredo -dijo con naturalidad, como si todo lo que pasaba fuese algo rutinario; Alfredo, un amigo entrañable; la piba, una desvalida típica de esas novelas que tanto conocía.

El primero que gritó fue Tony:

– ¡Guarda!

– ¡Cuidado! -dijo la chica.

El colectivo 64 apareció de pronto, como si surgiera del río con los faros encendidos. Etchenaik viró todo a la izquierda y mientras el otro pasaba zumbando comprendió oscuramente que había poco que hacer. Consiguió corregir para no irse al agua pero al tocar el freno el auto se despegó del suelo y giró sobre sí mismo. Salió hacia adentro, cruzó toda la calle y Etchenaik vio cómo se iba de costado contra el mástil de la Vuelta de Rocha. El auto golpeó de lleno y se levantó como para darse vuelta; estuvo un momento interminable en equilibrio y finalmente cayó parado sobre las cuatro ruedas.

Cuando Tony salió, gateando, del auto, ya la chica y Etchenaik estaban afuera. Ella se apretaba el hombro y él tenía un tajo en la frente.

– ¿Te lastimaste, gallego?

– Creo que no. Pero casi no puedo apoyar el pie.

Etchenaik vio que el pantalón de Tony estaba roto a lo largo de la pantorrilla. Se veía la media manchada; el zapato se estaba llenando de sangre.

– Hay que rajar de acá -dijo mirando para todos lados.

La piba estaba indecisa, le preguntaba con los ojos.

– Yo me quedo con él. Vos ándate -dijo el veterano.

Hurgó en su bolsillo y sacó billetes arrugados, una tarjeta manoseada:

– Toma, que te van a hacer falta… Y llámame mañana. No falles.

Chola sonrió por primera vez.

– Gracias -dijo.

Dio media vuelta y echó a correr hacia Caminito que brillaba iluminado en la noche como un escenario vacío. Etchenaik la siguió con la mirada hasta que un hombre apareció junto a él y le habló al oído:

– ¿Necesita ayuda?

Eran varios parroquianos del bar de enfrente. Uno observaba los agujeros de bala en la puerta del Peugeot y codeaba ostensiblemente al que lo acompañaba.

– Llame a la policía, al Comando Radioeléctrico -dijo Etchenaik.

Sonaron dos disparos. Lejos, no eran para ellos.

Etchenaik giró la cabeza y la vio. No se había alejado ni cien metros. Estaba como detenida en el aire, como si hubiera chocado contra una pared de vidrio. Entonces, desde el extremo opuesto de Caminito dispararon dos veces más. La figurita se conmovió como si tropezara y se desplomó hacia adelante. Al fondo de la calle, un auto se alejó.

Etchenaik se incorporó y corrió como pudo. Pocos metros antes de llegar al lado de ella dejó de correr. Se detuvo junto a sus pies. Chola también había perdido los zapatos. Casi siempre los pierden.

20. La Ley

El patrullero llegó tres minutos después y se detuvo con ruido de frenos y todas las luces encendidas. Un oficial bajó de un salto al mejor estilo televisivo, lanzó la puerta hacia atrás y se vino cansinamente, las piernas separadas, el mentón adelantado y la mano distraídamente sobre la pistola reglamentaria. Detrás, tres policías se abrían en abanico haciendo secos ruidos con sus armas.

– ¿Qué pasó acá? -dijo el oficial indicando vagamente el cadáver.

– La mataron desde un auto. Veníamos juntos… -Etchenaik se llevó la mano al bolsillo.

– Quieto.

Repentinamente, la 45 apareció en la mano del policía.

– ¡Oviedo! -gritó volviéndose apenas. Señaló a Etchenaik con un golpe de cabeza-. Desnúdalo.

Un cana chiquitito y lampiño se acercó por detrás y le toqueteó toda la ropa, de la nuca a los tobillos. Sacó el revólver, los documentos. Hizo una bolsita con el pañuelo manchado de sangre, puso todo allí y se lo alcanzó al otro.

– Cuídamelo un momento -dijo el oficial haciéndose a un costado y metiendo la pistola entre el cinturón y la barriga.

Caminó hasta ubicarse bajo el foco y revisó los documentos. En un momento dado levantó la mirada.

– Etchenique -dijo-. Los tipos como usted son divertidos pero joden. Además, estas tarjetitas no dicen nada… No crea que se la va a llevar de arriba. ¿Tiene testigos?

– Cualquiera de los que están en ese bar. Veníamos rápido porque teníamos unos tipos encima; hice una maniobra brusca y chocamos contra el mástil. Le dije a la chica que siguiera sola porque yo tenía que ayudar a mi socio, que no podía andar. Me entretuve con él y otra gente cuando sonaron los tiros. Le dispararon de allá, pero no llegué a ver el auto. Y si me permite, le voy a hacer una sugerencia…

– Guárdesela.

El oficial se volvió al otro agente, que estaba arrodillado junto al cadáver de la chica.

– No toques nada, Gómez. Alcánzame la cartera.

Había algo de obsceno en el modo displicente con que metía la mano entre las pequeñas intimidades, los papelitos, el lápiz de labios, un pañuelo húmedo todavía.

– Escúcheme -dijo Etchenaik irritado-. Esto tiene que ver con…

– Gómez -dijo el oficial sin prestarle atención-. Vení, mira este documento.

El otro se acercó. Juntaron las cabezas. Se miraron. Sonrieron apenas. Sonrieron definitivamente.

Volvieron a sonreír.

– Un quilombo menos, Bertoldi.

El oficial miró el cadáver casi con agradecimiento. Se restregó las manos.

– Prepare un lindo verso, alcahuetón -le dijo a Etchenaik sin mirarlo-. Tiene diez minutos para preparar algo más o menos creíble. Vamos.

Habían llegado otros dos patrulleros. Algunos policías tomaban declaración a los testigos mientras otros llenaban al Peugeot de marcas de tiza. El pobre Tony estaba sentado en el mástil, junto al busto de Brown. De ahí lo levantaron para meterlo esposado en el asiento trasero de un patrullero con un policía de civil junto a él.

En seguida entró Etchenaik, por la otra puerta, con las mismas esposas y con un guardián parecido. Después subió Bertoldi con un portazo triunfal y se pusieron en marcha.

– Oficial -dijo Etchenaik-. Quiero hablar con el inspector Macías.

– Déjeme de joder.

Y ni se dio vuelta.

21. Inventar algo mejor

Cuando Etchenaik entró a la oficina arriado por el agente que lo dejó frente al escritorio, el comisario Cittadini no levantó la mirada de sus papeles.

El reloj de pared marcaba las seis y media. Por la ventana entraba una claridad sucia pero nítida. Hacía rato que el sol borroneaba las paredes pero el veterano recién veía la luz del día. La celda donde lo habían encerrado no tenía ventanas y tampoco la habitación donde un oficial de modales corteses le embadurnaba los dedos después de hacerle contar por tercera vez su versión de la historia.

Pasaron algunos minutos. El comisario siguió leyendo cuidadosamente los folios que tenía frente a sí. Cuando terminó, observó al hombre parado ahí con aire perplejo y maltratado. Carraspeó levemente y retornó a algunos pasajes de las primeras hojas. Hizo varias marcas con un lápiz rojo de mina gruesa y finalmente dejó todo a un costado con un suspiro. Lo miró.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Manual De Perdedores»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Manual De Perdedores» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Manual De Perdedores»

Обсуждение, отзывы о книге «Manual De Perdedores» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x