Joe Hill - Fantasmas

Здесь есть возможность читать онлайн «Joe Hill - Fantasmas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Fantasmas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Fantasmas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Imogene es joven y guapa. Besa como una actriz y conoce absolutamente todas y cada una de las películas que se han filmado.
El caso es que también está muerta y a la espera de Alec Sheldon en el teatro Rosebud una tarde de 1945… Arthur Rod es un niño solitario con unas ideas brillantes y un don para atraer los malos tratos. No es fácil hacer amigos cuando eres el único chico hinchable de tu ciudad…
Francis no es feliz. Francis fue humano una vez, pero eso tuvo lugar hace ya algún tiempo. Ahora es una langosta de dos metros y medio de altura, y todo el mundo en Calliphora se estremece cada vez que lo escuchan cantar… John Finney está encerrado en un sótano lleno de manchas de sangre que pertenecen a los asesinatos de otra media docena de chicos. Con él en el sótano hay un viejo teléfono, desconectado desde hace mucho tiempo, pero que cada noche suena con llamadas de los muertos…

Fantasmas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Fantasmas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Floté junto a su ventana mientras se sacaba la falda por la cabeza y se desprendía de su sencilla ropa interior. El baño estaba contiguo a su dormitorio y tuvo el detalle de dejar la puerta abierta. La miré ducharse a través de la mampara transparente. Se tomó su tiempo, levantando los brazos para retirar de la cara sus cabellos color miel mientras el agua caliente le bañaba los pechos. Ya la había visto ducharse antes, pero nunca me había resultado tan interesante. Deseé que se masturbara con la alcachofa de la ducha, algo que, según me contó, solía hacer cuando era adolescente, pero no lo hizo.

Durante un rato la ventana se cubrió de vaho y no podía verla tan claramente, tan sólo su silueta de color rosa pálido moviéndose de aquí para allá. Entonces escuché su voz, estaba al teléfono y le preguntaba a alguien por qué estaba estudiando un sábado por la noche. También dijo que estaba aburrida y que tenía ganas de practicar un juego. Hablaba con un tono entre petulante y erótico.

Cuando el vapor condensado de su habitación se esfumó, en el centro de la ventana se abrió un círculo de cristal limpio. Entonces la vi, con un top blanco sin tirantes y unas braguitas negras de algodón, sentada frente a una mesa pequeña y con el cabello envuelto en una toalla. Había colgado el teléfono y estaba jugando en el ordenador, tecleando un mensaje de vez en cuando. Se había servido una copa de vino blanco y la vi bebérselo. En las películas los mirones espían a modelos bailando en sus apartamentos en ropa interior de encaje, pero lo ordinario también puede resultar pervertido: los labios en la copa de vino, el elástico de unas braguitas de algodón ciñendo un muslo blanco.

Cuando dejó el ordenador parecía satisfecha, pero inquieta. Se metió en la cama, encendió un televisor pequeño y empezó a cambiar de un canal a otro. Se detuvo en uno y se puso a ver a unas focas apareándose. Una trepaba sobre el lomo de la otra y la embestía mientras su capa de grasa temblaba con furia. Angie miró con nostalgia en dirección al ordenador.

– Angie -dije.

Pareció costarle un momento darse cuenta de que había oído algo. Después se sentó y se inclinó hacia delante, escuchando. Repetí su nombre y pestañeó nerviosa. Volvió la cabeza hacia la ventana casi de mala gana, pero de nuevo no vio más que su propio reflejo… hasta que golpeé el cristal.

Entonces encogió los hombros en un acto reflejo y abrió la boca para gritar, aunque no emitió sonido alguno. Transcurrido un instante se levantó de la cama y se acercó hacia la ventana con paso indeciso. Miró afuera y la saludé con la mano. Entonces buscó una escalera bajo mis pies y cuando no la vio levantó los ojos hacia mí. Se tambaleó y apoyó las manos en la cómoda para no caerse.

– Abre la ventana -dije.

Estuvo peleándose con el cerrojo largo tiempo y por fin abrió.

– Dios mío -dijo-. Dios mío, Dios mío. ¿Cómo haces eso?

– No lo sé. ¿Puedo entrar?

Me apoyé en el alféizar, tratando de ponerme cómodo. Tenía un brazo dentro de la habitación pero las piernas me colgaban por fuera.

– No -dijo-. No me lo creo.

– Pues es real.

– ¿Cómo es posible?

– No lo sé, te lo prometo -contesté cogiendo la esquina de la capa-. Pero ya lo había hecho antes, hace mucho tiempo. ¿Sabes lo dé la rodilla y la cicatriz en el pecho? Te dije que me lo hice al caerme de un árbol. ¿Te acuerdas?

Una mirada de sorpresa mezclada con súbita comprensión se dibujó en su cara.

– La rama se rompió y cayó al suelo. Pero tú no. No inmediatamente. Te quedaste en el aire. Llevabas puesta la capa y fue como mágico, no te caíste.

Ella lo sabía, lo sabía y yo ignoraba cómo, porque nunca se lo había contado. Yo podía volar y ella era vidente.

– Me lo contó Nicky -dijo al notar mi confusión-. Me contó que cuando cayó la rama pensó que te había visto volar. Me contó que estaba tan seguro de haberte visto que él intentó volar también y se hizo aquello en la cara. Estábamos hablando y él trataba de explicarme por qué llevaba dientes postizos. Me dijo que por aquel entonces estaba loco. Que los dos lo estabais.

– ¿Cuándo te contó lo de sus dientes? -le pregunté. Mi hermano nunca superó su inseguridad respecto a su cara, su boca sobre todo, y no solía contarle a nadie que llevaba dientes postizos. Angie movió la cabeza.

– No me acuerdo.

Me di la vuelta en el alféizar y apoyé un pie sobre la cómoda.

– ¿Quieres probar lo que se siente al volar?

Tenía la mirada vidriosa por la incredulidad y la boca abierta en una sonrisa aturdida. Entonces ladeó la cabeza y entrecerró los ojos.

– ¿Cómo lo haces? -preguntó-. Lo digo en serio.

– Tiene que ver con la capa, no lo sé exactamente. Magia, supongo. Cuando me la pongo puedo volar, eso es todo.

Puso un dedo junto a uno de mis ojos y recordé el antifaz que me había pintado con carmín.

– ¿Y qué es eso que llevas en la cara? ¿Para qué sirve?

– Me hace sentirme sexy.

– Joder, tío. Mira que eres raro. Y he vivido contigo dos años. -Pese a todo, se reía.

– ¿Quieres volar o no?

Entré del todo en la habitación y me senté en la cómoda con las piernas colgando.

– Siéntate en mi regazo y te llevaré por la habitación.

Paseó la mirada de mi regazo a mi cara, con una sonrisa que se había vuelto maliciosa y desconfiada. Una brisa se colaba por la ventana, a mi espalda, agitando la capa. Angie tembló y se encogió. Entonces se dio cuenta de que aún estaba en ropa interior. Inclinó la cabeza y se quitó la toalla del pelo todavía húmedo.

– Espera un minuto -dijo.

Fue hasta el armario y, detrás de la puerta, se agachó para coger un jersey. Mientras lo hacía un grito lastimero salió del televisor y no pude evitar dirigir la vista hacia la pantalla. Una foca mordía a otra en el cuello con furia, mientras la víctima gemía. El narrador explicaba que los machos dominantes hacían uso de todas las armas a su alcance para alejar a cualquier rival que amenazara su acceso a las hembras de la manada. La sangre derramada sobre la nieve parecía zumo de grosella.

Angie carraspeó para atraer mi atención y cuando la miré su boca me pareció, por un instante, delgada y pálida, con las comisuras torcidas hacia abajo, expresando irritación. De inmediato aparté la vista y me centré de nuevo en el programa de televisión, aunque no me interesaba en absoluto. No pude evitarlo. Es como si yo fuera el polo negativo y la televisión el positivo. Juntos formamos un circuito y nada que quede fuera de él importa. Era igual que cuando leía cómics. Una debilidad, lo admito, pero verla allí juzgándome me puso de mal humor.

Se colocó un mechón de cabello húmedo detrás de la oreja y me dirigió una sonrisa rápida y picara, tratando de aparentar que no había estado mirándome con reprobación. Me incliné hacia atrás y trepó con torpeza hasta sentarse sobre mis muslos.

– ¿Por qué no puedo dejar de pensar que esto no es más que un truco pervertido para hacerme sentar en tu regazo? -preguntó.

Yo me dispuse a despegar y ella dijo:

– Vamos a caernos en…

Me deslicé del borde de la cómoda y me elevé en el aire, inclinándome atrás y adelante mientras Angie se sujetaba con los dos brazos a mi cuello y profería gritos de alegría y miedo al mismo tiempo.

Yo no soy muy robusto, pero aquello no era como cogerla en brazos… sino como si ambos nos balanceáramos en una mecedora invisible suspendida en el aire. Lo único que había cambiado era el centro de gravedad, y yo tenía la impresión de estar maniobrando en una canoa con demasiados pasajeros. La llevé flotando alrededor de la cama, y luego por encima, mientras ella gritaba, y reía y gritaba de nuevo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Fantasmas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Fantasmas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Fantasmas»

Обсуждение, отзывы о книге «Fantasmas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x