Andrea Camilleri - Las Alas De La Esfinge

Здесь есть возможность читать онлайн «Andrea Camilleri - Las Alas De La Esfinge» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Alas De La Esfinge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Alas De La Esfinge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Montalvano se encuentra sumido en un mar de dudas. Su relación con Livia (se entenderá mejor si se ha leído Ardores de Agosto) es… compleja.
Entonces aparece el cadáver de una joven, de quien por toda identidad se tiene el tatuaje de una esfinge (mariposa nocturna) en su espalda. Y esta pista le lleva a investigar una asociación benéfica (La Buena Voluntad) dedicada a redimir chicas de la calle. La asociación está respaldada por gente importante… pero a Montalvano el tema le huele mal…

Las Alas De La Esfinge — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Alas De La Esfinge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Es lo que intentaré hacer -contestó el comisario levantándose.

Katia y don Antonio también se levantaron.

– Te deseo una vida tranquila y feliz -le dijo Montalbano a Katia. Y la abrazó.

Pero antes de salir del bar, llamó a Livia desde el teléfono del local. Nada.

Catarella volvió a verlo pasar como el consabido rayo.

– Ah, dott…

– ¡No estoy, no estoy!

Ni siquiera se sentó a su escritorio. De pie, llamó de nuevo a Livia. La misma respuesta grabada. Llegó a la conclusión de que Livia, después de esperarlo en vano, habría regresado a Boccadasse. Desconsolada, tal vez desesperada. ¿Qué noche pasaría sola en Boccadasse? Pero ¿qué hombre de mierda era Salvo Montalbano, que la dejaba de aquella manera? Entonces buscó una hoja en un cajón, la cogió, tomó el teléfono directo y marcó un número.

– ¿Comisaría de Punta Raisi? ¿Está el dottor Capuano? ¿Me lo pasa? Soy el comisario Montalbano.

– ¿Qué hay, Salvo?

– Capuà, tienes que encontrarme una plaza para el vuelo de las siete de esta tarde a Génova. También tienes que sacarme el billete.

– Espera.

Tabla del seis. Seis maldiciones. Tabla del siete. Siete maldiciones. Tabla del ocho. Ocho maldiciones.

– ¿Montalbano? Hay plaza. Te mando sacar el billete.

– Decir que eres un ángel es poco, Capuà.

En cuanto colgó, entraron Fazio y Augello respirando afanosamente.

– Catarella nos ha dicho que habías regresado y entonces… -empezó Mimì.

– ¿Qué hora es? -lo interrumpió Montalbano.

– Casi las cuatro.

Tenía una hora escasa a su disposición.

– Los hemos convocado a todos -dijo Fazio-. Guglielmo Piro estará aquí sobre las cinco en punto y después vendrán los demás.

– Ahora escuchadme bien, porque en cuanto termine de hablar, la investigación pasará a vuestras manos. A las tuyas, Mimì, y las de Fazio.

– ¿Y tú qué haces?

– Yo desaparezco, Mimì. Y que no se os ocurra tocarme los cojones buscándome, porque, aunque consiguierais encontrarme, no hablaré con vosotros. ¿Está claro?

– Clarísimo.

Y Montalbano les contó lo que le había dicho Katia.

– Es evidente -concluyó- que el cavaliere Piro estaba conchabado con Lapis. Y también es evidente que Lapis ha sido asesinado por venganza. Había obligado a Zin a volver a robar, pero entonces Morabito dispara contra la chica. Y el amante de Zin, que al parecer estaba locamente enamorado de ella, mata a su vez de un disparo a Lapis.

– No será fácil descubrir el nombre del asesino -repuso Augello.

– Te lo digo yo, Mimì. Se llama Peppi Cannizzaro. Con antecedentes penales.

Fazio y Augello lo miraron estupefactos.

– Sí, pero… será difícil encontrarlo.

– Hasta te doy la dirección, Mimì: via Palermo dieciséis, de Gallotta. ¿Quieres que te diga también qué número calza?

– ¡Pues no! -saltó-. Tienes que decirnos cómo has hecho para…

– Cosas mías.

Mimì se levantó, hizo una reverencia y volvió a sentarse.

– Sus explicaciones nunca dejan espacio para la duda, maestro.

Sonó el teléfono.

– ¡Ah, dottori , dottori ! ¡Ah, dottori , dottori !

La cosa era grave.

– ¿Qué ocurre, Catarè?

– ¡Tilifonió el siñor jefe superior! Desde Roma tilifonió.

– ¿Y por qué no me lo has pasado?

– Porque a mí sólo me dijo que le dijera a usía que quiere encontrarlo de manera absolutamente absoluta a las cinco y cuarto en punto que él vuelve a llamar desde Roma.

– En cuanto llame, me lo pasas. -Miró a Fazio y Augello-. Era el jefe superior desde Roma. Volverá a llamar a las cinco y cuarto.

– ¿Qué quiere? -preguntó Mimì.

– Nos rogará que manejemos el asunto con mucha prudencia. Es una cuestión explosiva. Oye, Fazio, ¿está Gallo?

– Está aquí.

– Dile que llene el depósito de un coche de servicio. La gasolina la pago yo. Y que se mantenga preparado.

Fazio se levantó y salió.

– No me convence -dijo Mimì.

– ¿Qué?

– La llamada del jefe superior. Ése nos lo quita de las manos.

– Mimì, si eso ocurre, ¿qué le vamos a hacer?

Augello lanzó un profundo suspiro.

– Hay veces en que me gustaría ser don Quijote.

– Hay una diferencia sustancial, Mimì. Don Quijote creía que los molinos de viento eran monstruos, mientras que éstos son monstruos de verdad y se hacen pasar por molinos de viento.

Regresó Fazio.

– Todo arreglado.

No les apetecía hablar. A las cinco Catarella anunció por teléfono que había llegado el señor Giro.

– Debe de ser Piro -dijo Fazio-. ¿Qué hago?

– Hazlo pasar al despacho de Mimì. Y haz esperar a ese desvergonzado.

A las cinco y cuarto sonó el teléfono.

– ¡Ah, dottori , dottori !

– Pásamelo -dijo Montalbano poniendo el altavoz-. Buenos días, señor jef…

– ¿Montalbano? Escúcheme con atención y no conteste. Estoy en Roma con el subsecretario y no tengo tiempo que perder. Me han informado de lo que está ocurriendo por ahí. Entre otras cosas, usted ni siquiera ha advertido al dottor Tommaseo de la precipitada convocatoria del dirigente de La Buena Voluntad. A partir de este preciso instante, la investigación pasa al jefe de la brigada móvil dottor Filiberto. ¿Está claro? Usted ya no debe encargarse de este caso. De ninguna manera y en ninguna forma. ¿Entendido? Adiós.

– Tal como queríamos demostrar -comentó Augello.

Sonó el otro teléfono.

– ¿Quién puede ser? -se preguntó el comisario.

– El Papa, que te excomulga -dijo Mimì.

El comisario levantó el auricular.

– ¿Sí? -respondió en tono circunspecto.

– ¿Montalbano? Todavía no hemos tenido ocasión de conocernos; soy Emanuele Filiberto, el nuevo jefe de la brigada móvil. ¿A qué fase había llegado tu investigación?

– A la fase que tú quieras.

– ¿O sea?

– Por ejemplo, ¿quieres que te diga que conozco el nombre y apellido de la chica asesinada?

– ¿Por qué no?

– ¿Quieres que te diga que Tommaso Lapis era el jefe de una banda de ladronas?

– ¿Por qué no?

– ¿Quieres que te diga el nombre del asesino de Lapis?

– ¿Por qué no?

– ¿Quieres que te hable de las conexiones entre Lapis y una organización benéfica llamada La Buena Voluntad, que tiene unos protectores situados muy pero que muy arriba? ¿O bien me callo y ya no te digo nada más?

– ¿Por qué me ofreces callar en el momento más interesante?

– Porque hace poco me ha llamado el jefe superior desde Roma.

– A mí también.

– ¿Qué te ha dicho?

– Que actúe con prudencia.

– ¿Y nada más?

– Nada más. La relación con la organización benéfica me interesa de una manera muy especial. Ya no podemos tomárnoslo a la ligera. ¿Has oído Retelibera?

– No. ¿Qué ha hecho?

– Está armando un escándalo a este respecto, acerca de los líos de ese tal Piro. En dos horas ya ha sacado en antena dos ediciones especiales.

– Pues entonces, ahora mismo va a tu despacho mi subcomisario, el dottor Augello, que lo sabe todo.

– Lo espero.

Montalbano colgó y miró a Fazio y Mimì, que lo habían oído todo.

– A lo mejor, puede que todavía haya un juez en Berlín -dijo levantándose-. Mimì, llévate contigo al cavaliere Piro. Una muestra de amistad a Filiberto. Adiós, muchachos. Nos vemos dentro de unos días.

Gallo lo esperaba en el pasillo.

– ¿Podrás llegar a Punta Raisi en cuestión de una hora?

– Poniendo la sirena, sí, señor.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Alas De La Esfinge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Alas De La Esfinge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Andrea Camilleri - The Age Of Doubt
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Zapach Nocy
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Złodziej Kanapek
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - La Excursión A Tindari
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - La Forma Del Agua
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Il cane di terracotta
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Il medaglione
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - The Track of Sand
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Der unschickliche Antrag
Andrea Camilleri
Отзывы о книге «Las Alas De La Esfinge»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Alas De La Esfinge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x