Matthew acabó de tomarse el café y se limpió la boca.
– Bueno… siempre, desde que Aarón arrojó a Azazel por el precipicio y éste sobrevivió, Azazel se ha jurado a sí mismo que nos devolvería todos nuestros pecados… los mismos pecados que Aarón colocó sobre él el día de la expiación. Para ello mantendría al mundo en un perpetuo estado de contiendas, eliminando a todo aquel que pareciera capaz de traer paz y buen entendimiento. Sus hombres blancos blancos procrearían con mujeres humanas, para que los linajes de sangre del mundo estuvieran constantemente contaminados. Como se dice en la Biblia: «Él y sus seguidores vieron que los hijos de los hombres se habían multiplicado y que de ellos nacían hijas hermosas y bellas. Entonces ellos empezaron a mezclarse con las mujeres y a deshonrarse a sí mismos con ellas.»
»Los hombres blancos blancos enseñaron a sus esposas toda clase de sortilegios y hechizos, así como la ciencia de cortar raíces y de la botánica; y Azazel les enseñó a sus hijos el arte de la guerra, y a fabricar espadas y escudos. También enseñó a las mujeres a usar cosméticos, «el arte del engaño mediante el adorno de sus cuerpos», y les reveló los secretos de la brujería.
«Azazel ha estado provocando el caos, las guerras y los disturbios sociales durante siglos, enfrentando hermano contra hermano, raza contra raza. ¿A qué creen que se deben todos esos disturbios de la calle Seaver? A los hombres blancos blancos, que están haciendo añicos nuestra comunidad. ¿A qué creen que se debió el asesinato de John O'Brien? Cada vez que algún ser humano ha sido favorecido por Dios y muestra señales de intentar aliviar algún problema importante en la condición del mundo, Azazel hace que lo maten. No que lo maten hombres blancos blancos, eso no ocurre a menudo… sino algún hombre de paja, como Sirhan Sirhan, que mató a Bobby Kennedy; o James Earl Ray, que le disparó a Martin Luther King.
»Azazel es la Gran Cabra, Azazel es todos los pecados de Israel elevados a la enésima potencia, porque va a devolvernos con intereses aquel día de la expiación.
Thomas se recostó en el respaldo de la silla y se golpeó los dientes con el bolígrafo en actitud pensativa.
– Se dará usted cuenta de lo absurdo que suena todo eso.
– Claro que suena absurdo -dijo Matthew-. Pero eso es porque los hombres blancos blancos se han mantenido bien ocultos durante mucho tiempo. Yo tengo que llamarlos ángeles, porque así es como los llamaba la gente en tiempos del Levítico, y no sé qué otra cosa podrían ser. Antes se pensaba que los esquizofrénicos estaban poseídos por Satanás, y el hecho de que hayamos aprendido que no es así no impide que sigan estando locos. A lo mejor, estos hombres blancos blancos no están más que «capacitados de manera diferente…» puede que padezcan algún desajuste genético que les impide dormir y les produce una extraordinaria sed de adrenalina. Hasta que tengamos oportunidad de estudiarlos, nunca lo sabremos con certeza.
– ¿Usted cree realmente que Azazel sigue vivo? ¿El mismo Azazel que Aarón condujo al desierto?
– No lo sé. ¿A usted qué le parece? ¿Es posible para un ser terrenal de cualquier clase vivir 1600 años? No creo que eso tenga importancia. Aunque el propio Azazel no esté vivo, su nombre, su obra y sus rituales sí lo están. Siempre que los hombres blancos blancos asesinan a alguien, se llevan una parte vital del cuerpo de esa persona para que la resurrección les resulte imposible.
Victor intervino para decir:
– No sabía que la resurrección fuera posible.
Matthew se volvió hacia él y no hizo ningún esfuerzo por ocultar el desdén que se le reflejaba en la voz.
– Es evidente, amigo mío, que usted no ha estado nunca en Haití, ni ha estudiado la religión vudú, porque la resurrección no sólo es posible, sino que además es bastante corriente… y no sólo en el Caribe. Hay hombres muertos que caminan por Boston, amigo mío. Hay hombres muertos que caminan por Manhattan. Si empieza usted a buscarlos, los verá.
– ¿De manera que hicieron eso con todas las víctimas de los asesinatos? -le interrumpió Thomas intentando retomar el hilo de la conversación.
– Eso es. Con todas y cada una de ellas. Se llevaron el corazón de Abraham Lincoln, el cerebro de John F. Kennedy, los ojos de Martin Luther King y los pulmones de Anwar El-Sadat. Si no pueden llevarse nada en la misma escena del crimen, tienen a montones de médicos y de empresarios de pompas fúnebres a su servicio.
Michael tuvo una vivida imagen mental del doctor Moorpath mientras intentaba trepar precariamente por el aire. Quizás Matthew Monyatta estuviera exagerando. Puede que estuviera mezclando hechos reales con supercherías. Pero había tenido oportunidad de ver el poder de los hombres blancos blancos con sus propios ojos, los llamados muchachos blancos como las azucenas, y sabía que aquello era espantosamente real.
Un poder que procedía de los tiempos del Antiguo Testamento. Un poder que llevaba implícitos toda la magia y todo el misterio de la propia Biblia.
– ¿Qué parte se llevaron de John O'Brien? -le preguntó Matthew-. En las noticias no se hizo mención de que sufriera ningún tipo de mutilación.
– ¿Cómo sabe usted que estaba mutilado?
– Porque fueron los hombres blancos blancos los que lo eliminaron y, como digo, los hombres blancos blancos siempre se llevan algo de la víctima.
Thomas permaneció en silencio durante un rato, aún recostado en la silla, aún pensativo.
– Muy bien -dijo finalmente-. Se llevaron la cabeza. Lo decapitaron con unas cizallas, la misma herramienta que utilizan los bomberos para sacar a la gente de entre los restos de los accidentes automovilísticos. Había sangre por todas partes, pero la cabeza no estaba. Lo único que pudimos hacer fue suponer que el asesino se la había llevado como trofeo.
– Bueno, eso es cierto hasta cierto punto -asintió Matthew-. Se la llevaron en parte como trofeo, en parte como precaución.
– Permítame que le pregunte una cosa -dijo Víctor-. ¿Se sabe de algún hombre blanco blanco que haya muerto alguna vez?
Matthew hizo un gesto negativo con la cabeza.
– Mantienen sus secretos muy bien guardados: cómo viven, cómo sobreviven. Tienen muchísimos amigos en las altas esferas, amigos que son generosamente recompensados por proporcionarles ayuda. También cuentan con muchísimos enemigos en esas mismas esferas, pero casi todos sus enemigos se encuentran demasiado asustados como para meterse con ellos. Es mejor mirar hacia otra parte, si saben a qué me refiero.
»Sin embargo, existe una historia que habla de un mercader de Marruecos que fue a visitar a los hombres blancos blancos porque le habían raptado a su hija favorita para ultrajarla. Le suplicó al hombre blanco blanco que la había secuestrado que se la devolviera, pero éste se negó.
«Pero es una norma de cortesía árabe que al que viene de visita a la casa de uno no puede pedírsele que se marche. Así que el mercader se quedó todo el día y toda la noche en la casa del hombre blanco blanco suplicándole que no mancillase la pureza de su hija, y naturalmente, el hombre blanco blanco no tuvo más remedio que quedarse sentado escuchándolo. El mercader se quedó allí otro día y otra noche, apenas conseguía mantenerse despierto, pero claro, el hombre blanco blanco nunca dormía. El mercader tenía claro que pronto tendría que dormirse, y entonces el hombre blanco blanco tendría la oportunidad de dejarlo solo y de tomar a su hija. Así que empezó a entonar una canción que su abuela solía cantarle cuando era niño para que se durmiera, y se puso a mover un medallón delante de los ojos del hombre blanco blanco, adelante y atrás.
»El hombre blanco blanco se quedó dormido y entonces empezó a acusar su verdadera edad, y comenzó a secarse, a encogerse, hasta que no fue más que…
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