– Así pues, el Cazador ha seguido el patrón de la última vez: la víctima es un hombre y lo ha asesinado en su casa, a la que ha accedido sin necesidad de forzar la entrada. Además, ha dejado sobre la víctima una cruz greco-ortodoxa, aunque en esta ocasión es de abedul y parece casera, mientras que la cruz que puso sobre el cuerpo de Jonasson era de haya lacada y sin duda de fabricación industrial. Por lo demás, son iguales. En cambio, el contraste está claro con Gabriella Dahlström, que fue asesinada al aire libre y en la que no se dejó ninguna cruz.
– A no ser que algún transeúnte la robara. El cadáver de Dahlström estuvo allí toda la noche.
– Es cierto, es una complicación.
– ¿Qué podemos pensar de las tres muertes vistas como una serie?
– Una posibilidad es que el Cazador no encontrara su estilo, por así decirlo, hasta la segunda muerte. Quizá su motivo no sea sexual y la elección, en el primero de los casos, de una escena del crimen similar a la de una violación tal vez sea un camuflaje angustiado para desviar las pistas hacia violadores conocidos. Por eso no dejó ningún crucifijo (a no ser que lo robaran). Porque eso habría indicado que se trataba de algo diferente a la violación.
– ¿Por qué lo emplea luego?
– El Cazador se vuelve más osado. En lugar de esconderse en la masa de violadores, se atreve a mostrar algo más de su identidad y planifica cada caso con precisión. Lo que vimos en el caso Dahlström era una «crisálida»: un asesino en serie en su capullo que aún no está preparado para mostrar todas sus cualidades. Solo los ojos son su seña de identidad. Ahora ha hecho acto de presencia la mariposa completamente desarrollada. Llevó su tiempo, pasaron seis meses en los que estuvo luchando para sacar su verdadera identidad y buscando a sus víctimas. Luego todo fue rápido. Primero uno de los asesinatos, luego el otro, probablemente en un lugar que ya había escogido antes. El orden de las dos últimas muertes podría ser aleatorio. Pudo haber estado vigilando a ambas víctimas a la vez.
– Entonces nada indica que no haya señalado ya una cuarta víctima. Y una quinta, o más.
– Es posible. Y el rápido ritmo, con solo dos semanas entre las dos últimas, no augura nada bueno. El Cazador ha acelerado.
[Pausa.]
– ¿Y cómo es entonces… la identidad de la mariposa?
– Empieza a inclinarse hacia lo religioso. Las letras «A», «M», «E» apuntan hacia la palabra «amén». Además, parece que la carencia de una sexualidad abierta, que en el primero de los casos interpretamos como un fracaso, forma parte de la identidad del Cazador. Anda buscando algo más complicado que la satisfacción sexual y parece tener una doble relación hacia las víctimas: agresión, pero también una especie de cuidado señalado por la cruz.
– ¿Pudiera pensarse que también los ojos señalan ese cuidado? Las víctimas reciben una cruz que les permite la entrada a la eternidad de Dios, y los ojos indican lo mismo: que abandonan cuanto han visto en el mundo. Como que el Cazador los libera de la suciedad del mundo y sus ropajes. También se podría entender así…
– Tal vez. Entonces las agresiones se limitarían al estrangulamiento y es posible que el Cazador lo considere un acto de caridad: la liberación de este malvado mundo. Es un patrón que se ha dado varias veces entre los asesinos en serie que actúan en hospitales y residencias: permiten que la víctima encuentre reposo. En el contexto de los casos anteriores sería nuevo en combinación con las circunstancias externas que hemos visto, pero es totalmente posible. Los asesinos en serie también evolucionan, quieren definir su identidad haciendo algo que no se haya hecho antes.
– Pero este no es el caso, me refiero a que las víctimas no estaban enfermas de gravedad, no necesitaban la eutanasia, como en los casos de los hospitales. Los informes de las autopsias refieren que todos estaban sanos.
– Sí, pero como ya se ha dicho, el caso Gudmundsson puede significar un desarrollo de los escenarios anteriores. El Cazador va más allá y contempla a todas las personas como enfermas y sufrientes en un mundo perverso y decadente.
– ¿Qué significa «decadente»?
– Es ese mundo que, tras el pecado de Adán y Eva, ha pasado de ser un paraíso a ser un valle de lágrimas.
– Desde el punto de vista religioso, hay otro motivo típico de los asesinos en serie: la venganza, el castigo, el juicio condenatorio de Dios.
– Ya hablamos antes de ello: un fanático religioso puede ver un motivo en la soltería y el embarazo de Dahlström y en la homosexualidad de Jonasson. Pero ¿cuál podría ser el motivo en el caso de Lennart Gudmundsson?
– ¿Quizá cometió algún abuso sexual en el pasado? Violación o pedofilia.
– No hay nada que lo indique. No estaba fichado como delincuente aunque los pecados secretos no pueden descartarse.
– ¿Qué sabemos de él?
– Horticultor en el ayuntamiento, hábil en su trabajo, apreciado. Vivió durante cuarenta años en su casa, primero con sus padres, luego con su esposa, que, por cierto, desapareció hace casi cuatro años.
– ¿Desapareció?
– Su desaparición se comunicó en el verano de 2002; desapareció en Helsinki durante un viaje de vacaciones. El caso sigue allí como no aclarado, algo que mirar en la medida de que haya recursos para ello.
– ¿Estamos seguros de esto?
– En Forshälla no se ha realizado ningún seguimiento. Nuestros datos son escasos y se basan completamente en el informe de Helsinki.
– Curioso.
– Si se mira con atención, hay algo extraño en todas las víctimas. Dahlström es despedida debido a la disputa sobre la seguridad en la central nuclear; Jonasson es homosexual y entrena a muchachos en balonmano, y la mujer de Gudmundsson desapareció misteriosamente. Quizá el Cazador sabe algo que nosotros no sabemos.
– ¿Te refieres a que los… castiga por algo?
– Sí.
– Pero entonces, ¿por qué la cruz?
– Los castiga por lo que han hecho en este mundo, pero no quiere enviar su alma a la condenación eterna. En la eternidad podrán empezar de nuevo. With a clean slate.
– Entonces tendría que haber una especie de vínculo entre las personas, aunque nunca se hayan visto: tal vez Jonasson abusaba de chicos jóvenes, puede que Gudmundsson matara a su mujer, y Dahlström… ¿qué hizo? Quizá cometió falso testimonio: mintió sobre el problema de la central nuclear, y sembró la intranquilidad entre mucha gente.
– ¡Si se lo hubieran publicado! Los únicos que conocen sus sospechas son los compañeros de trabajo y algunos periodistas.
– ¿Quién más? ¿Quién más puede tener conocimiento de todos esos delitos cometidos?
[Pausa.]
– Nosotros. La policía.
– Pero ni siquiera son delitos, no hay ninguna denuncia, solo la desaparición de la señora Gudmundsson, y no consta como sospecha de delito.
– ¿Quién se entera de estas cosas antes de que lleguen a la policía?
– ¿Los periodistas, quizá?
– Hum…
– Un sacerdote, especialmente si es católico, que recibe en confianza las confesiones.
– ¿Hay alguien así en el pasado de las víctimas?
[Ruido de papeles.]
– Dahlström y Gudmundsson eran creyentes pero no practicantes; los de su entorno no los consideraban religiosos. Jonasson no pertenecía a ninguna iglesia. En cualquier caso, ninguno era católico.
– Y la posibilidad de que el Cazador fuera un sacerdote…
[Pausa.]
– ¡El personal de los teléfonos de la esperanza!
– ¿A qué te refieres…?
– Claro, uno puede llamar y contar cualquier cosa que le oprima. Todo esto puede haber pasado por allí. Dahlström llama y se queja de la seguridad de la central nuclear, esos riesgos que la tienen intranquila y la desazonan. Algún chico víctima de abuso sexual llama y se queja de Jonasson, o quizá llama él mismo y confiesa el abuso. Y Gudmundsson llama alarmado por la desaparición de su esposa.
Читать дальше