Nos pregunta también si queremos hacer algún cambio en las habitaciones de los clientes, que ella decoró muy bonitas: sábanas nuevas de seda, más espejos o colores diferentes. Una vez, cuando preguntó, Liza le respondió: «Sin clientes, las habitaciones está bien».
Entonces Denja se quedó callada. Ella es como una mamá que hace la comida y da medicinas o busca piojos en el pelo, pero también quiere ganar dinero y no soltarnos. Galina intentó una vez que le dieran permiso para salir y lloró y rogó un lunes cuando no había clientes. Faltó poco para que Denja la soltara y la dejara salir a tomar el aire, casi lloraba ella también, pero entonces oímos las llaves, la doble cerradura de la puerta, porque Sergej volvía a casa y las dos corrieron a sus habitaciones y sabían que habían estado cerca de que Sergej las hubiera pegado y mucho. También le puede pegar a Denja.
A veces las chicas hablamos de pedir a los clientes que nos ayuden, además de al que ama a Galina. Pero es difícil. Sergej y Denja dicen que los clientes no quieren ir a la policía porque entonces sus amigos sabrán que han estado aquí. O su familia. No puedo entenderlo, pero algunos tienen incluso mujer e hijos. Por eso no merece la pena contarle al cliente que las ventanas tienen cristales blindados y están cerradas con llave y que nunca podemos salir fuera.
Así es mi vida en Finlandia, en Forshälla, donde llevo un año. Así es nuestro día a día. Pero ahora hay algo nuevo: Galina está enferma. Hace una semana sintió dolor de estómago y las medicinas de Denja no le ayudaban. Sergej y Denja tenían miedo de que Galina tenía un niño, pero luego le vino la regla, por lo que el dolor de estómago era otra cosa. Está tan mal que no puede recibir clientes porque le hace mucho daño y suda mucho, y la cara se le pone de un color raro. Sergej consiguió una medicina fuerte de Rusia que Denja le pone con una jeringa. Con ella Galina no tiene tanto dolor, pero sí fiebre y sudores. Se cambió a la cama de Liza porque así es más fácil mudarla; me quedo mucho tiempo sentada junto a ella. Es mi mejor amiga aquí en Finlandia y le pido a Dios que mejore.
Cuando Galina puede, habla un poco de su época en Rusia, de la que antes nunca quería hablar. No está todo el tiempo despierta completamente, así que lo que dice está mezclado como en un sueño y quizá no todo sea cierto. Habla de un chico que se llama Sasha que le gustaba mucho en Toksovo. Él nadaba, entrenaba natación de veras para competir, y Galina iba a menudo a verlo nadar. Luego Sasha y ella bailaban, se besaban y hacían lo otro, que ahora nosotras tenemos que hacer todo el tiempo. Pero con Sasha lo hacía porque ella quería. Era una habitación que olía a especias y en el techo había una red que ella miraba cuando estaba con él. Eso recordaba y contaba.
Sasha luego estuvo con otra chica y Galina se puso tan triste que terminó con él y con su natación. Pero ahora pienso que le perdona y quiere que él lo sepa. Me dio su dirección en Toksovo y me preguntó si podía hablar con él. Le dije que lo intentaría y le di un vaso de agua porque sus labios estaban completamente secos de tanto hablar, mucho más tiempo de lo que yo puedo escribir.
Galina quería también decir que no estaba enfadada con su madre, que metió a un hombre nuevo en la casa y casi la apartó de ella cuando bebía con él, y que luego se volvió distinta y solo quería estar con él y no pensar en Galina. Por eso y por Sasha fue por lo que Galina se marchó con el primer Sergej, pero ahora los perdona a todos y le dice a su madre que no esté triste. Me dio también su dirección y procuraré encontrarla y quizá escribirle si Denja me deja. De todos modos, también pido a Dios que Galina se ponga bien y pueda hablar ella misma con Sasha y con su madre. A veces está mejor y no tiene tanto dolor, pero parece cansada.
Denja y Sergej se pelean cada día sobre si deben buscar un médico, pero Sergej dice que no puede fiarse de ninguno y que irían a la cárcel si el médico se lo cuenta a la policía. Dice que las medicinas son buenas y muy fuertes, y ayudan a Galina. Denja se retuerce las manos y comprueba la frente de Galina todo el rato, pero no encuentra otra solución, porque también ella puede ir a la cárcel. Hoy Galina está mejor por una medicina nueva, y no tiene mucha fiebre, solo 38,5, pero parece tener diez años más, casi como Denja, aunque solo tiene dieciséis.
Pasan unos días y Galina ya no tiene fuerzas para hablar. Está echada en silencio y sus ojos parecen hundirse más dentro de ella, como si viera en el aire algo más allá de nosotros, que somos sus amigos y procuramos cuidarla. También huele mal, aunque le cambiamos todos los días el camisón, la lavamos y le ponemos desodorante. Sale de la boca y no puede pararse. Nos cuesta mucho estar alegres con los clientes porque solo pensamos en Galina. Denja tiene que ponerle cada vez más inyecciones para el dolor.
Dos días después Galina se vuelve hacia la pared y no quiere que la lavemos. No come ni bebe, solo un poco de agua o un cubito de hielo que se le deshace en la boca. Denja cambia ahora de opinión y quiere traer a un médico, pero Sergej sigue diciendo que no y habla todos los días por teléfono con alguien de Rusia sobre medicinas y enfermedades.
Hoy dice Sergej que mañana llega un médico de Rusia, uno en el que puede confiar. Volará hasta el aeropuerto de Helsingfors-Vanda desde Petersburgo y Sergej irá a buscarlo mañana después de mediodía. Galina ahora solo duerme.
Liza me despertó temprano esta mañana y dijo que Galina no respiraba. Juntas nos atrevimos a despertar a Denja, que siempre quiere dormir hasta tarde junto a Sergej. Estaba fea sin maquillaje y recién despertada, pero no se enfadó. Miró a Galina, le puso un espejo delante de la boca y dijo que aún respiraba pero que menos mal que el doctor venía hoy. Me quedé sentada todo el tiempo junto a Galina y le secaba la frente aunque ya no sudaba. A veces ponía los dedos suavemente sobre su pecho. No sentía que respirara y su cabeza caía hacia un lado como me parece que no cae la cabeza de una persona que solo está dormida. Estaba asustada como si tuviera un gran pedazo de hielo en el pecho y no me atrevía a levantarme de la silla junto a Galina. También Denja estaba tan preocupada que dijo que no a los clientes, aunque no era lunes. Busqué el pulso en la mano de Galina y no sentí nada, pero Denja dijo que era difícil encontrarlo si no estabas acostumbrado a hacerlo.
Sergej viajó al aeropuerto de Helsingfors-Vanda y llegó poco después con el médico ruso. Tenía arrugas y el pelo canoso, pero no llevaba bata de médico, solo traje normal. Pero tenía un estetoscopio y un maletín de médico, y yo me levanté para que pudiera sentarse en la silla junto a Galina. Escuchó su corazón, le tomó el pulso y le levantó los párpados para verlos. Tiró de los dedos para notar su fuerza. Luego se levantó y se fue solo con Sergej a la sala de estar. Denja tenía un pañuelo en la mano y se lo presionaba contra la boca para no llorar. Larissa, Liza y yo nos mirábamos asustadas.
El médico volvió y dijo que era demasiado tarde. Puso la sábana sobre la cara de Galina y dijo que estaba muerta desde hacía tres o cuatro horas. Murió cuando yo estaba sentada a su lado y todas las demás miraban muchas veces desde la puerta. No pudimos hacer nada.
Todas lloramos, también Denja, pero Sergej se marchó con el médico. Volvió más tarde y dijo que teníamos que enterrar a Galina por la noche. Ya había excavado antes la tumba, le dijo a Denja, por si la necesitaba.
Era casi de noche, y todas dijimos que queríamos estar en el entierro. Sergej dijo que ya se vería y que teníamos que vestir a Galina para la tumba. Denja sacó un camisón blanco y entre todos, menos Sergej, se lo pusimos a Galina, pero primero la lavamos. La cara blanca, pero todo el cuerpo de un extraño amarillo claro y lila, y muy delgada; noté todos los huesos de las manos y los brazos cuando la lavaba y lloraba y lloraba. ¡Galina! Galupka.
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