Hillary Waugh - Corra cuando diga ya
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Y yo cruzo el océano para recogerla y te recojo a ti en lugar de recogerla a ella. Ella no estaba en ese sitio, estabas tú. Así que quiero saber qué pasó con ella. A mí no me han pedido que te lleve a Estados Unidos; me han ordenado que la lleve a ella. De modo que me dirás dónde está.
– Peter, Peter -murmuró la muchacha sentándose nuevamente en el borde de la cama-. Estás confundido. Tienes que llevarme a mí.
– Empecemos de nuevo -dijo Peter acercándose a la cama y aferrando una de las muñecas de la mujer-. No quiero ser duro contigo; pero seré todo lo duro que sea preciso. Y quiero que me creas. Se me ha encomendado una misión y haré lo que sea necesario para cumplirla. Para eso me tienes que decir dónde está esa mujer, cómo te las arreglaste para ocupar su sitio, por qué lo haces y quién está detrás de todo esto. Cuatro preguntas. Empecemos por la primera. ¿Dónde está esa mujer? La verdadera amante.
Karen meneó la cabeza y apartó los ojos.
– No lo sé.

Él la hizo volverse con tanta violencia, que sus pechos temblaron.
– Vamos, nenita. Tú la suplantaste. Tienes que saber por qué la has suplantado. De modo que sabrás también qué se proyecta hacer con ella. ¿Está viva o muerta?
La muchacha estaba muy pálida.
– Por favor. Me haces daño.
– Ni siquiera he comenzado. Te he dicho que vas a contestar a mis preguntas. Si tengo que hacerte daño para persuadirte, lo haré en la medida necesaria. ¿Está viva o muerta?
– No lo sé.
Peter aumentó la presión de sus manos y ella hizo una mueca de dolor.
– Está viva, que yo sepa -susurró-. Creo que está viva.
– ¿Dónde?
Karen movió la cabeza en un gesto negativo.
– Lo ignoro. De veras lo ignoro.
– Nenita…
Peter dejó la frase pendiente por unos segundos.
– Recuerda que estás metida en esto hasta el cuello. Tú sabes todo. Sé buena y dile a papá lo que debes decirle.
– Peter, por favor. No lo aguanto. Mi muñeca.
– ¿Dónde está?
– Peter, te juro por Dios que no lo sé. Ellos no me confiaron ese tipo de información.
– ¿Quiénes son «ellos»?
Volvió a mover la cabeza, se encogió de dolor cuando le retorció un poco más la muñeca y susurró:
– En realidad no hay «ellos». No es lo que piensas.
– ¿Qué significa «en realidad»?
– Es un solo hombre -respondió la muchacha y se volvió-. Por favor, Peter. No me preguntes su nombre. Me mataría si te lo dijera. Me hizo jurar.
– ¿Cuál es su nombre, Karen?
Cedió y las lágrimas rodaron por su rostro.
– Es el senador Gorman -dijo.
Sábado 0.30-1.15 horas
Peter se quedó tan helado que soltó las muñecas de Karen.
– ¿Gorman? -repitió-. ¿Dices que el senador Gorman te embarcó en esto?
Asintió con la cabeza y apretó contra su cuerpo el brazo que Peter había estado retorciendo. El tirante del camisón volvió a caer, pero esta vez lo ignoró.
– Pero ¿por qué? -preguntó Peter.
– Me utiliza de señuelo.
– Y a mí me ha hecho hacer el papel de estúpido. ¡Cómo no te iba a hacer jurar que no dirías nada!
Peter lanzó una carcajada amarga, sacó cigarrillos del bolsillo de su bata y encendió dos. Le dio uno a ella, y ella le dio las gracias con la cabeza.
– Está bien -prosiguió Peter-. Quiero conocer toda la historia. ¿Cómo te viste mezclada en esto? ¿Y qué diablos está tratando de demostrar Gorman?
Abrió las puertas del balcón, le alcanzó el salto de cama y le ayudó a ponérselo. Ella se ató el lazo, aspiró el humo de su cigarrillo y dijo:
– Bueno, es una historia muy larga. ¿Estás seguro de que quieres oírla?
– Con todo detalle.
Karen se encogió de hombros.
– ¿Te habló Gorman de un hombre llamado William Clive?
Peter asintió.
– Era un detective privado que fue asesinado.
– Sí. Asesinado por la mafia.
La muchacha dio una última chupada y apagó el cigarrillo.
– Era mi hermano. En realidad éramos medio hermanos. Karen Halley es mi verdadero nombre. Por eso mi pasaporte es válido. Es el verdadero pasaporte. De cualquier manera nuestra madre era noruega, de modo que tengo realmente sangre nórdica. Se casó con un inglés llamado Clive, que murió en la guerra, en la primera de 1940. Bill nació cuando vivían en Inglaterra. Luego llegaron los norteamericanos y conoció a mi padre y se casó con él. Yo nací en Inglaterra y viví tres años allí, hasta que mi padre fue relevado. Entonces nos instalamos en Estados Unidos.
Hizo una pausa para encender otro cigarrillo y prosiguió:
– Bill tenía una agencia de detectives en Washington. Era una organización pequeña. Él y yo, nada más. Yo era secretaria, tenedora de libros y todo lo demás.
»E1 senador le contrató para la misión que estás haciendo tú ahora, pero le descubrieron y le mataron. Tenía mujer y tres hijos pequeños.
»Y un día el senador me llamó. Quería hablar conmigo y tuve que hacer todo un complejo ritual para que la mafia no nos viera juntos. Nos encontramos y hablamos. El senador es muy persuasivo. Yo estaba interesada en el asunto y no necesité demasiada persuasión, pero él fue muy hábil en exponer todas las razones que yo necesitaba para aceptar la misión que él había previsto. La tarea consistía en hacerme pasar por la amante de Joe Bono… Me iba a enviar a una cabaña en una pequeña aldea inglesa e iba a contratar otro detective para la misión en la que había perdido la vida Bill. Enviaría al detective a buscarme. Su plan consistía en desorientar a la mafia y hacerles seguir una pista falsa.
– Y quizá matar a la falsa amante -comentó Peter.
– Bueno, ese riesgo existía -admitió ella-. Pero no insistió demasiado sobre eso; en cambio insistió sobre la posibilidad de descubrir a los asesinos de mi hermano. El próximo detective estaría bien prevenido, de modo que si le seguían la pista la cosa sería muy diferente. Y, por supuesto, estaba el aspecto patriótico… colaborar con el Senado de Estados Unidos de América. También habló de desenmascarar la vil conspiración de la mafia. Creo que eso último fue lo que más me llegó. No tenía más que mirar a Doris… Es la esposa de Bill, viuda, con tres bocas para alimentar, obligada a buscar trabajo para alimentarlas… No tenía más que mirarla para que mi sangre hirviera de indignación. Deseaba hacer algo para dar con la gente que había matado a Bill. Por eso fui una presa fácil. Estaba dispuesta a hacer todo lo posible por ayudar a Gorman a llevar a la amante de Bono al banquillo de los testigos. Por supuesto también estaba el aspecto económico. No hay que pasarlo por alto. Me iban a pagar cinco mil dólares por la empresa… mejor dicho, se los iban a pagar a Doris, porque se los di a ella con el cuento de que era un seguro extra de Bill, que había olvidado poner a nombre de su esposa cuando se casó. Por supuesto también me pagaban dietas y tenía oportunidad de ver un poco de mundo.
»Y así empezó la cosa. Comprenderás que me pintó el panorama con colores bastante distintos de los que ha tenido en realidad. Me aseguró… casi me garantizó… que no habría problemas. No sería nada más que unas vacaciones muy provechosas desde el punto de vista económico, y yo haría una importante contribución a la sociedad. Oyéndole, parecía algo imposible de rechazar.
Karen calló un instante y Peter aguardó en silencio, mirándola, escuchándola. Luego ella prosiguió:
– Después resultó que no iba a ser Inglaterra. Descubrió que hablaba el italiano con fluidez y decidió que iría a Florencia. Italia era un lugar más lógico para enviar a un detective a buscar a la amante de Bono.
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