Kazuo Ishiguro - Los inconsolables

Здесь есть возможность читать онлайн «Kazuo Ishiguro - Los inconsolables» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los inconsolables: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los inconsolables»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ryder, un famoso pianista, llega a una ciudad de provincias en algún lugar de Europa central. Sus habitantes adoran la música y creen haber descubierto que quienes antes satisfacían esta pasión eran impostores. Ryder es recibido como el salvador y en un concierto apoteósico, para el que todos se están preparando, deberá reconducirlos por el camino del arte y la verdad. Pero el pianista descubrirá muy pronto que de un salvador siempre se espera mucho más de lo que puede dar y que los habitantes de aquella ciudad esconden oscuras culpas, antiguas heridas jamás cerradas, y también demandas insaciables. "Los inconsolables" es una obra inclasificable, enigmática, de un discurrir fascinante, colmada de pequeñas narraciones que se adentran en el laberinto de la narración principal, en una escritura onírica y naturalista a un tiempo, y cuentan una historia de guerras del pasado, exilios y crueldades, relaciones imposibles entre padres e hijos, maridos y mujeres, ciudades y artistas. Una obra que ha hecho evocar "El hombre sin atributos" de Musil.

Los inconsolables — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los inconsolables», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ahora, Stephan, tomémonos un pequeño descanso antes del postre. ¿Por qué no tocas algo dedicado a tu madre para celebrar su cumpleaños? -Acompañó sus palabras de un ademán en dirección a la pared donde se hallaba el piano vertical.

Aquel gesto…, aquel simple ademán señalando el piano del comedor…, quedaría grabado para siempre en la memoria de Stephan, que lo recordaría una y otra vez en el curso de los años. Cada vez que lo evocara volvería a experimentar el mortal escalofrío de entonces. Al principio había mirado a su padre con expresión de incredulidad, pero éste se había limitado a sonreírle, satisfecho, y a mantener inmóvil la mano que apuntaba hacia el piano.

– Vamos, Stephan… Algo que le guste a tu madre. Tal vez alguna pieza de Bach. O de un autor contemporáneo. De Kazan, quizá. O de Mullery…

Estirando el cuello para incluirla en su campo de visión, el joven había visto la cara de su madre suavizada por la sonrisa que le dirigía y por unos rasgos de jovialidad absolutamente nuevos para él. Luego ella, dirigiéndose más al director del hotel que al propio Stephan, había dicho:

– Sí, querido… Creo que Mullery vendría como anillo al dedo. Sería estupendo.

– Adelante, Stephan -había insistido jovialmente el director del hotel-. Es el cumpleaños de tu madre, después de todo… No la decepciones.

Por la mente de Stephan cruzó como un relámpago la idea de que sus padres conspiraban en su contra, pero la rechazó al instante. Y, ciertamente, por la forma en que le miraban -tan llena de ilusionado orgullo-, era como si se les hubiera borrado por completo de la mente la angustiosa historia en torno a sus escarceos con el piano. En cualquier caso, la protesta que Stephan había empezado a formular quedó ahogada en sus labios, y el muchacho se había levantado de la mesa sin acabar de ser consciente de lo que estaba haciendo.

La situación del piano, adosado a la pared, era tal que cuando Stephan tomó asiento delante de él pudo ver por el rabillo del ojo a sus padres, que aguardaban con los codos apoyados encima de la mesa, ligeramente inclinados el uno hacia el otro. De hecho no pudo evitar volverse para mirarlos, para colmar su deseo de verlos así una última vez: juntos los dos y compartiendo unidos una felicidad sencilla. Luego se había encarado con el piano, abrumado por la certidumbre de que la velada estaba a punto de convertirse en un desastre. Curiosamente, al hacerlo, había comprobado también, que no le sorprendía lo más mínimo aquel último giro de los acontecimientos; que en realidad llevaba mucho rato esperándolo, y que le producía una inconfundible sensación de alivio.

Durante unos segundos, Stephan permaneció sentado ante el piano sin tocar, tratando desesperadamente de sacudirse de encima los efectos del vino y repasar mentalmente la pieza que se disponía a interpretar. Y en un instante de obnubilación hasta contempló la posibilidad de mostrar un nivel interpretativo jamás antes alcanzado -después de todo, la velada había sido tan pródiga en hechos excepcionales…-, y de que al finalizar la pieza vería a sus padres sonrientes, aplaudiendo y dirigiéndose miradas de profundo afecto. Pero le bastó acometer el compás inicial de Epicycloid, de Mullery, para comprender la extrema improbabilidad de tal cosa.

Sin embargo, había seguido tocando. Durante un buen rato -a lo largo de gran parte del primer movimiento- las figuras que entreveía a un extremo de su campo visual habían permanecido totalmente inmóviles. Luego había visto a su madre reclinarse ligeramente en su asiento y llevarse una mano a la barbilla. Algunos compases después, su padre había desviado la mirada y, con las manos cruzadas sobre el regazo, había bajado la cabeza como si estuviera estudiando algún punto concreto de la mesa.

Entretanto, la interpretación avanzaba, y aunque el joven sintió varias veces el deseo casi insuperable de abandonar la pieza a medias, intuía asimismo que esa era, de algún modo, la opción más terrible de todas. Y había continuado. Y, cuando hubo terminado, se quedó unos instantes contemplando el teclado antes de hacer acopio de valor para volverse y ver la escena que le aguardaba.

Ni su padre ni su madre le miraban. Él tenía ahora la cabeza tan hundida, que su frente tocaba casi el tablero de la mesa. Su madre miraba hacia el extremo más distante de la estancia, con aquella expresión de frialdad que le resultaba tan familiar a Stephan y que, asombrosamente, no había sorprendido en ella hasta aquel punto de la velada.

A Stephan le bastó un segundo para hacerse cargo de la situación. Luego, poniéndose en pie, se había apresurado a volver a la mesa, como si con ello pudiera borrar los minutos transcurridos desde que la dejara. Y durante un rato los tres permanecieron sentados en silencio, hasta que su madre se levantó y dijo:

– Ha sido una velada muy agradable. Gracias, gracias a los dos. Pero me siento algo cansada ahora y pienso que debería subir a acostarme.

Al principio pareció que el director del hotel no había oído sus palabras. Pero, cuando la madre de Stephan se dirigió a la puerta, el hombre alzó la cabeza y dijo en voz muy queda:

– El pastel, cariño… Falta el pastel. Y es algo… muy especial.

– Eres muy amable, querido, pero he comido demasiado… Ahora necesito dormir.

– Claro, claro… -asintió el director del hotel hundiendo de nuevo la mirada en la mesa con aire de resignación. Pero al momento siguiente, cuando ya la madre de Stephan salía del comedor, el hombre había erguido el cuerpo para decir en voz alta-: Por lo menos, querida, deja que te lo enseñe. Míralo, nada más… Como te digo, es algo muy especial.

Su madre había titubeado, pero accedido al fin:

– Está bien. Enséñamelo. Pero date prisa. De verdad que necesito dormir. Tal vez sea el vino, pero me encuentro muy cansada.

Al oír esto, el director del hotel se levantó como impulsado por un resorte, e instantes después acompañaba a su mujer fuera del comedor.

El joven oyó los pasos de sus padres camino de la cocina y, apenas un minuto después, volvió a oírlos regresar al pasillo y subir por la escalera. Stephan había permanecido algún tiempo sentado a la mesa. Le llegaron de arriba algunos ruidos, pero no oyó ninguna voz. Hasta que finalmente se le ocurrió que lo mejor que podía hacer era subir al coche y volver a Heidelberg aquella misma noche. Porque no había duda de que su presencia allí a la hora del desayuno difícilmente serviría de ayuda a su padre en la lenta e ingente tarea de recomponer el buen humor de su esposa.

Había salido ya del comedor en un intento de abandonar la casa sin que lo advirtieran cuando en el vestíbulo se encontró con su padre que bajaba la escalera. El director del hotel se había llevado un dedo a los labios, diciendo:

– Tenemos que hablar bajo. Tu madre acaba de acostarse.

Stephan informó a su padre de su intención de partir de inmediato, a lo que el director del hotel respondió:

– ¡Qué lástima! Mamá y yo pensábamos que ibas a quedarte más tiempo. Pero si, como dices, tienes clases por la mañana… Ya se lo explicaré a tu madre. Seguro que lo comprenderá.

– Espero que mamá haya disfrutado con la velada -había dicho Stephan.

Y su padre había sonreído, aunque durante un brevísimo instante antes de hacerlo Stephan sorprendió en su rostro una profunda desolación.

– ¡Oh, sí, claro que sí! Sé que lo ha pasado muy bien. ¡Estaba tan contenta de que hubieras podido tomarte un respiro en tus estudios para viajar hasta aquí…! Me consta que esperaba que te quedaras unos cuantos días, pero no te preocupes. Se lo explicaré.

Aquella noche, mientras conducía por las desiertas autopistas, Stephan había reconsiderado una y otra vez todos los aspectos de lo ocurrido en aquella velada… y seguirá haciéndolo luego, reiteradamente, en el curso de los siguientes años. Con el tiempo había ido menguando poco a poco la angustia que sentía al evocar aquella ocasión tan penosa, pero ahora la inexorable proximidad de la noche del jueves le había traído muchos de sus viejos terrores, y lo había hecho regresar, mientras viajábamos en la noche lluviosa, a aquella penosa velada vivida algunos años antes.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los inconsolables»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los inconsolables» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los inconsolables»

Обсуждение, отзывы о книге «Los inconsolables» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x