Tahar Jelloun - Mi madre

Здесь есть возможность читать онлайн «Tahar Jelloun - Mi madre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mi madre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mi madre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La novela relata la relación de un escritor con su madre, mayor y enferma. Muy realista e impactante. Buena prosa. Además de profundizar en las relaciones paterno-filiales, el autor ofrece numerosos detalles costumbristas de la sociedad marroquí. Dentro de una obra tan cuidada, desentonan desagradablemente dos salidas de tono.

Mi madre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mi madre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Se cree que la Pascua es la semana que viene y me vuelve a recordar que tengo que comprar el cordero y repartir la carne entre los pobres, y añade más vale que le des el dinero a Keltum, ella comprará lo que quiera. Yo ya había hecho todo lo que me había pedido, un mes antes, por Pascua. Le digo que no se preocupe. Tengo necesidad de ir a pasar unos días con ella, preguntarle cosas, y, especialmente, por qué la educación que me ha dado no me ha evitado caer en las trampas de la vida. Me dirá que no haga caso. Ella siempre se ha mantenido al margen, ocupándose de su casa, de sus hijos, sin sentir envidia hacia los demás. La observo y veo, o más bien imagino, todo lo que ha soportado en silencio, sin protestar, sin exigir justicia. Durante mucho tiempo, percibí en su actitud, en su voz, en sus palabras, algo que designa en ella a la víctima, al ser inocente que no sabe defenderse ni vengarse. ¿Víctima de quién, de qué? No lo sé; quizá ella no tuvo las alegrías y los placeres que esperaba de la vida. Cuando murió mi padre, observé que su estado general había mejorado; como si se sintiera aliviada, como si la muerte de mi padre la hubiera liberado, le hubiera dado reposo, una especie de largas vacaciones. ¡Ella esperaba ese momento, diciendo que Dios me dé aunque sólo sea un día para vivirlo plenamente sin este hombre!

No le puedo decir que «una vida a dos es una construcción perpetua». Son palabras que no dicen lo mismo al traducirlas al árabe marroquí; me miraría fijamente para comprobar si no estoy de broma, y luego me diría: «Y tú qué sabes de la vida, en nuestro país cada cual debe quedarse en su sitio, uno coge el camino ya trazado por los antepasados, sigue su curso y luego hace lo que puede para cruzar por la vida, algunos sacan provecho de ella, otros se pasan el tiempo quejándose. Yo me dirijo a Dios y le doy las gracias».

«¿Qué vida he tenido yo?», me dijo un día, y, dando un largo suspiro, pasó a hablar de otra cosa. Soy yo, pues, quien debo adivinar su vida.

25

Keltum anuncia a mi madre que le interesa asistir a las clases de alfabetización que dan en la mezquita: «El nuevo rey quiere enseñarnos a leer y a escribir, ya es tarde, aunque al menos aprenderemos los números, podré telefonear a mis hijos y a mis nietos. Rhimo también quiere apuntarse a esas clases nocturnas». Mi madre está asustada. «¡Eso es, os habéis puesto de acuerdo para acabar conmigo! Hacéis todo lo posible para que me suba el azúcar en la sangre, y vosotras, haciéndoos las jovencitas que van a la escuela, me dejáis sola para que me muera pronto, sin la presencia de mis hijos, y, ya de paso, ¿por qué no os lleváis también a mi hija Turía, y a mi madre, que estará encantada de abandonarme? ¡Por Dios, olvidaos de lo que dice este nuevo rey! ¿Acaso ha pensado en mí, ha tenido un pensamiento para las personas que no se valen por sí mismas? No, él quiere que los ignorantes dejen de ser ignorantes, me parece muy bien, pero ¿por qué arrebatarme a Keltum y a Rhimo? Estáis locas y sois malas, yo nunca os hubiese hecho esa faena, y, además, ¿quién va a cuidar a mi hermano menor que está enfermo? Ya sé, me vais a decir que murió hace tiempo, que estoy desvariando, que he perdido la cabeza, ya sé todo eso, pero mi hermano no murió, está aquí, está cerca de mí, podéis iros, él se quedará acompañándome, junto a mi cabecera, incluso enfermo, no me abandonará, es guapo y cariñoso, es mi hermano preferido, el otro día, cuando estábamos en la celebración de la circuncisión de mi hijo, se lo dije a su mujer, incluso se emocionó y se echó a llorar de lo contenta que estaba, marchaos, marchaos a la mezquita, haced vuestras oraciones y no volváis más. ¡Aprender a leer…! ¡Qué tontería! ¿De qué os va a servir? Yo no tuve esa oportunidad. Queréis aprender a leer para entender los culebrones de los cristianos que transmiten por la tele, para entender a unos actores que hablan en un árabe que ni vosotras ni yo entendemos, eso es, para seguir viendo la tele. ¡Es el colmo! Me estáis tomando el pelo, ¿verdad? Queréis que me enfade. Se lo contaré a mi hijo, va a venir dentro de un rato, no el que vive en Francia, no, el de Casablanca, ¿cómo se llama?».

Keltum y Rhimo se echan a reír. Mi madre, tranquilizada, las manda al infierno.

En cuanto me ve, me pone sobre aviso: «Keltum está disgustada, no he podido aguantar el pis, y me lo he hecho encima, se me escapó, y ha tenido que cambiar todo, la ropa, las sábanas, la manta e incluso la alfombra». «¿Y por qué la alfombra, yemma?». «Ni idea, porque sí, porque la alfombra se ha ensuciado, según ella, pero no fui yo quien la ensució, en fin, es difícil convencerlas, quizá esté bien eso de que aprendan a leer, pero yo no quiero, no quiero encontrarme sola con dos mujeres que se van a creer superiores a mí porque descifran las letras, porque basta con que sepan el alfabeto para que se crean profesoras, doctoras, sabias, yo me las conozco a éstas, en fin, dime, hijo, ¿has pensado en darles una propina además de su paga? Está bien ser generoso, si ellas ven dinero, se olvidarán de la mezquita y de las clases nocturnas; ya sé que no se portan bien, hijo, pero merecen más que dinero, si pudiera dejarles esta casa, en fin, dejarles algo, lo digo en voz baja porque si me oye mi padre, me regañará y además tu hermano se enfadará, pero yo no estoy encariñada con las migajas de la vida, iré hacia Dios con los bolsillos vacíos y el corazón lleno de amor por el Profeta, no necesito los bienes materiales».

26

La madre de Roland se llama Zilli, diminutivo de Cecilia. Roland se llevó un disgusto enorme el otro día cuando le avisaron de la clínica que su madre se había caído y no se encontraba bien. Pidió que se la pasaran al teléfono. Zilli no reconoció a su hijo. «Caballero, no conozco a ningún Roland, me está usted importunando, no tengo ningún hijo y no insista, nunca tuve hijos, ¡así que déjeme en paz, caballero!». Era la primera vez que se le iba la memoria. Roland está muy dolido, no quería aceptar lo que acababa de oír: «¿Cómo quieres que yo, el único de Zilli, me vea desterrado al rango de los desconocidos? Es inadmisible».

Unos días después, telefonea a su madre. Lo reconoció enseguida. Él se rió y le preguntó por qué la última vez lo había tomado por un extraño. «Hijo mío, cuanto más viejo es uno, más cómico se vuelve!».

Cojo el tren para Lausanne. Roland me espera en el Hotel de la Paix.

La mejor amiga de Zilli es una mujer muy rica. Como ya no puede caminar, la han admitido en la residencia para personas mayores más cómoda de Suiza. A Zilli, como aún se vale por sí misma, sólo le permiten pasar allí quince días cada seis meses. Su mejor amiga tiene un Rolls Royce y un chófer, de vez en cuando pasa a recogerla para dar un paseo, y Zilli disfruta de esos momentos de diversión.

A mi madre ya no le quedan amigas. Sus amigas eran sus primas, o alguna vecina, mujeres que conocía del hamam, charlaban, se lamentaban entre sí, se ayudaban, se prestaban ropa y alhajas para las fiestas, y, luego, si se mudaban de casa, ya no se volvían a ver. A ella le hubiera gustado tener amigas de verdad, mujeres en quien confiar. En Tánger, nuestra vecina era una prima del rey, a mi madre le gustaba de ella su elegancia, su discreción. Pasaba temporadas en Rabat, y, cuando regresaba, le hablaba de su estancia en palacio, de los regalos que le hacía el rey. Un día le dio a mi madre un puñado de trocitos de esa apreciada madera de sándalo, el perfume de paraíso. Mi madre estaba tan contenta que decidió que lo guardaría para el día de su entierro. A veces, las primas de mi madre se enfadaban entre ellas, rencillas por cosas sin importancia, y ella, que odiaba los conflictos, calmaba a unas y otras. La consideraban como una mujer de paz, llena de sabiduría. Pero amigas cercanas y leales no había tenido. Nadie irá a recogerla para pasearla en un Rolls. Nadie le dará conversación. Lo sabe y no deja de repetirlo a quien quiera oírla. «La única amiga que me queda vive en Casablanca, que es mi prima más cercana y cuñada mía, ha tenido esa enfermedad cuyo nombre no quiero pronunciar, le quitaron un seno y ahora está bien; hace tiempo que no nos hemos visto, es normal, ella está en Casablanca y Tánger le queda lejos. Cuando yo era joven, su marido, mi hermano menor, el que murió con cuarenta años, venía a verme a menudo, me sacaba a pasear en su coche por la ciudad y los alrededores. Yo lo quería mucho. El día que murió, creí que me iría tras él a la tumba. A todos se nos quemó el corazón, con un fuego difícil de apagar. El otro día vino a verme, no ha cambiado, siempre tan elegante, tan perfumado, me dijo que nuestro hermano mayor le ha vuelto a pedir prestado dinero porque está sin trabajo, le he dicho que no se apurara pues no es por su culpa, sino por esa mujer que tiene que lo convence para que se quede en la cama en lugar de dejarle ir a trabajar. Tengo que telefonear a mi prima para darle noticias de su marido. Está muy bien de salud. ¿Recuerdas, hijo, los veranos que pasabais en Casablanca? Os dejaba a ti y a tu hermano en su casa durante las vacaciones de verano. Mira, mientras te hablo lo veo, se me aparece como un ángel, una luz súbita, y me dice cosas que me tranquilizan. Ven, siéntate, hermanito, ¿has visto en lo que me he convertido? En un objeto, un puñado de tierra, un saco de arena que se sale por todos lados. ¿Cuántos años hace que te fuiste de nosotros? ¿Treinta y cinco? ¿Tantos? Estás exagerando, lo recuerdo como si fuera ayer, entraste a la clínica para que te vieran el hígado y saliste lívido y frío. Te moriste esa misma noche. Mi madre se desmayó y tus siete hijos no sabían adonde ir con su inmenso dolor.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mi madre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mi madre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Tahar Ben Jelloun - About My Mother
Tahar Ben Jelloun
Tahar Ben Jelloun - Leaving Tangier
Tahar Ben Jelloun
Tahar Ben Jelloun - The Happy Marriage
Tahar Ben Jelloun
Tahar Ben Jelloun - A Palace in the Old Village
Tahar Ben Jelloun
Tahar ben Jelloun - The last friend
Tahar ben Jelloun
José Vicente Rodríguez Rodríguez - Los papiros de la madre Teresa de Jesús
José Vicente Rodríguez Rodríguez
Historias de madres, historias con madre
Неизвестный Автор
Отзывы о книге «Mi madre»

Обсуждение, отзывы о книге «Mi madre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x