Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios

Здесь есть возможность читать онлайн «Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En tiempo de prodigios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En tiempo de prodigios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La novela finalista del Premio Planeta 2006 Cecilia es la única persona que visita a Silvio, el abuelo de su amiga del alma, un hombre que guarda celosamente el misterio de una vida de leyenda que nunca ha querido compartir con nadie. A través de una caja con fotografías, Silvio va dando a conocer a Cecilia su fascinante historia junto a Zachary West, un extravagante norteamericano cuya llegada a Ribanova cambió el destino de quienes le trataron. Con West descubrirá todo el horror desencadenado por el ascenso del nazismo en Alemania y aprenderá el valor de sacrificar la propia vida por unos ideales. Cecilia, sumida en una profunda crisis personal tras perder a su madre y romper con su pareja, encontrará en Silvio un amigo y un aliado para reconstruir su vida.

En tiempo de prodigios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En tiempo de prodigios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Antes de tomar el autobús, metí mil pesetas en la cartera. Era todo lo que tenía para gastar esa noche, y me prometí a mí misma que me marcharía a casa en cuanto el billete verde se me terminase. Había sido una pena no elegir para nuestra cita una cervecería de Moncloa, donde en 1999, mil pesetas daban para pagar varias rondas, pero el mal ya estaba hecho.

Cuando llegué al Central, la banda de jazz aún no había empezado a tocar. Sergio parecía llevar allí un buen rato, pues había un par de tazas vacías delante de él. Entré muerta de frío, temblando en mi chaqueta negra insuficiente para el invierno de Madrid, y él se puso de pie cuando vio que me acercaba.

– Cecilia… cuánto tiempo…

– Hola. ¿Llego tarde?

– No, no, me he adelantado yo. ¿Qué quieres tomar?

Pedí un té con leche para quitarme la tiritona. Sergio se tomó otro. Llevábamos dos años sin vernos, desde su estancia en Oxford. Nos pusimos al día, aunque yo no tenía tantas cosas que contar como él, que había ampliado sus estudios con varios cursos especializados y acababa de aceptar un puesto en la sede de la FAO. Parecía satisfecho y feliz. El clásico ejemplo de un ganador amable y agradecido con su suerte, que cuenta las cosas como son, sin darse un lustre excesivo ni adornarse con una falsa modestia. Pensé que hacía dos años Sergio no era así. Le recordaba como un muchacho inseguro, parapetado detrás de aquellas gafas de concha, siempre asustado ante la perspectiva de los exámenes eliminatorios de la London School of Economics, siempre preocupado, como si sobre su cabeza pendiese eternamente la espada de Damocles de un fracaso que sólo él era capaz de presentir. Los demás -Elena, sus amigos, yo misma- veíamos en Sergio a un futuro triunfador, a un profesional exitoso que iba a alcanzar la cumbre fuese cual fuese la meta propuesta. Mientras, él seguía temblando la víspera de los exámenes, y teniendo pesadillas sin sentido que hablaban de expulsiones, becas retiradas y masters que no le permitían terminar.

Todo aquello había quedado atrás. Frente a mí estaba el Sergio que todos habíamos adivinado, el Sergio que esperábamos y del que sólo él mismo había dudado en otro tiempo. Ahora, encauzada ya su vida, se había transformado en una persona igual pero mejor, libre ya del aura de inseguridad que le rodeaba y que acababa por resultar levemente incómoda. Llevaba un jersey de suave cachemira encima de una camisa de rayas y el pelo perfectamente cortado. En el respaldo de su silla se espachurraba un bonito chaquetón de cuero. Tenía unas manos fuertes, de uñas cortas y pulidas. A su lado, me sentí desaliñada y vulgar, e instintivamente coloqué los pies muy juntos debajo de la mesa para que mis bailarinas desgastadas no contrastasen demasiado con los zapatos de Sergio, que eran nuevos y brillaban como espejos.

A pesar de encontrarme en una situación de clara inferioridad, me gustaba estar allí, con él, escuchándole hablar de sus planes para el futuro inmediato. Me contó que se trasladaría a Roma en cuanto terminase el curso que estaba haciendo. Había alquilado un pequeño apartamento en el Trastévere -no sé por qué me gustó tanto aquella frase, «un pequeño apartamento en el Trastévere»- y se había propuesto explorar la ciudad hasta sus últimas piedras. El tiempo pasó muy deprisa. Pedimos otra ronda -con la que se agotaba mi presupuesto- y, bordeando las doce y media de la noche, como una cenicienta sui géneris, expliqué que tenía que marcharme.

– ¿Tan pronto? -Sergio parecía decepcionado-. Pensé que podíamos tomar una copa en alguna parte.

Yo deseaba lo mismo. De hecho, de camino al lugar de la cita, había pensado en todos los sitios que me gustaría visitar con Sergio, todos los lugares de moda que conocía sólo por referencias o bien había visitado en otras épocas de bonanza económica, cuando no tenía que hacer números para tomar un café fuera de casa.

– Lo siento. Es que tengo que terminar unos dibujos y aún me queda mucho que hacer.

– Pues… bueno, no pasa nada. ¿Comemos mañana?

Mi sentido común se desplazó, dolorosamente, hacia la cuenta de ahorros donde ya sólo quedaban cinco mil pesetas, y balbuceé una excusa que no recuerdo para justificar mi negativa. Sergio, incapaz de adivinar las oscuras razones que hubiesen explicado una resistencia tan poco cortés, no volvió a insistir. Pidió la cuenta y se hizo cargo de ella a pesar de mis protestas. Al salir, para que no se preocupase al verme marchar caminado, paré un taxi al que hice detener un par de manzanas más allá, para acabar el trayecto hasta mi casa en un autobús nocturno. Al entrar en mi diminuto apartamento, con las ventanas que cerraban mal y perpetuamente agitado por una extraña selección de ruidos, me sentí la protagonista de alguna historia de pobreza y escasez concebida por Charles Dickens, y supongo que hasta invoqué al espíritu de las Navidades pasadas, presentes o futuras, pues sólo una intervención sobrenatural podía servirme de ayuda.

Sin embargo, aquella vez, los dioses se apiadaron de mí. A la mañana siguiente se me ocurrió comprobar mis cuentas en el banco, más que nada para cerciorarme de que no había llegado ningún recibo capaz de desbaratar por completo mi ya maltrecha economía. Para mi sorpresa, el saldo a mi favor era de doscientas setenta y siete mil pesetas. Entré en la sucursal, preparada para enterarme de que había habido algún un error. Pero era yo quien se equivocaba. Acababa de recibir el pago de unas ilustraciones entregadas once meses atrás y cuyo cobro, después de mucha insistencia ante el cliente, había dado definitivamente por perdido. Me había olvidado de aquel dinero y de pronto, como un milagro, la pasta estaba ahí como para darme una oportunidad.

Sin pensarlo dos veces, retiré treinta mil pesetas de la cuenta y llamé a Sergio a su hotel desde una cabina. Habían retrasado la entrega de los dibujos, le dije. Si todavía quería comer conmigo, tenía tiempo para encontrarme con él. Dije que pasaría a buscarle por su hotel a las dos en punto. Mientras, con el dinero caliente en el bolsillo, fui a una tienda Zara y me compré un abrigo de la nueva colección que me costó catorce mil pesetas, y un jersey negro de cuello de cisne por el que pagué otras cuatro mil. Consciente del dispendio, entré en una peluquería del barrio y pedí que me cortaran las puntas de la melena, que llevaba meses creciendo a su aire. Cuando salí de mi casa en dirección al hotel de Sergio, enfundada en mi jersey, protegida por mi abrigo nuevo del frío de Madrid, me sentía una mujer muy distinta a la pobre chica que había dejado plantado a Sergio la noche anterior. Él se dio cuenta nada más llegar. Supongo que por eso me besó en la boca ante la atención indiscreta del personal de recepción. Aquel beso, largo y aplazado, fue sólo el principio de una temporada feliz.

Sergio y yo no volvimos a separarnos en las siete semanas que duró su estancia en Madrid. Dormí en su hotel casi todas las noches, hasta que las miradas de reprobación de los conserjes se volvieron comprensivas, y luego cómplices y hasta cariñosas. No conté a nadie lo que estaba pasando entre nosotros dos. Sabía que era imposible iniciar con él una relación más o menos estable (los noviazgos a distancia no son mi fuerte), así que acepté con gusto la ambigua condición de amante.

Tal como estaba previsto, Sergio dejó Madrid a mediados de diciembre para tomar posesión de su puesto en Roma. La víspera de su marcha él y yo cenamos en un restaurante indio que nos gustaba a ambos, y ninguno de los dos habló de la inminencia de la despedida ni tuvo el mal gusto de preguntar al otro ¿qué va a pasar ahora? Demasiado bien sabíamos los dos lo que iba a pasar. Nos despedimos a la mañana siguiente, en la misma puerta de su hotel, cuando estaba a punto de tomar el taxi que le llevaría al aeropuerto y a la siguiente etapa de su vida. Hacia una etapa definitiva en la que yo no tenía sitio, ni pretendía tenerlo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En tiempo de prodigios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En tiempo de prodigios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En tiempo de prodigios»

Обсуждение, отзывы о книге «En tiempo de prodigios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x