Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios

Здесь есть возможность читать онлайн «Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En tiempo de prodigios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En tiempo de prodigios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La novela finalista del Premio Planeta 2006 Cecilia es la única persona que visita a Silvio, el abuelo de su amiga del alma, un hombre que guarda celosamente el misterio de una vida de leyenda que nunca ha querido compartir con nadie. A través de una caja con fotografías, Silvio va dando a conocer a Cecilia su fascinante historia junto a Zachary West, un extravagante norteamericano cuya llegada a Ribanova cambió el destino de quienes le trataron. Con West descubrirá todo el horror desencadenado por el ascenso del nazismo en Alemania y aprenderá el valor de sacrificar la propia vida por unos ideales. Cecilia, sumida en una profunda crisis personal tras perder a su madre y romper con su pareja, encontrará en Silvio un amigo y un aliado para reconstruir su vida.

En tiempo de prodigios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En tiempo de prodigios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Viajar a Nueva York? Me encantaría, Zachary, pero me temo que no voy a poder.

– Bueno, ya veremos. Nos ocuparemos de eso en su momento. -Me puso la mano en el brazo-. Lo importante es que te hemos recuperado. Y espero que esta vez sea para siempre.

Era casi de día cuando dejé la casa de Zachary West. Él mismo me acompañó a la puerta, y allí nos despedimos con el abrazo que no habíamos podido darnos aquella tarde, en el bar del Palace. Regresé caminado a mi casa sintiendo que había comenzado una etapa nueva. Que había llegado el momento de empezar otra vez.

«No existe un dolor mayor que recordar el tiempo feliz en la desdicha.» Es un verso de la Divina Comedia . Leí a Dante en la universidad, cuando no tenía más motivos para sentirme desgraciada que el fracaso en un examen o algún batacazo amoroso sin consecuencias. Creí entender aquella afirmación, que atesoré en medio de un mal presagio, segura de que algún día iba a recordarla con el corazón encogido. Cuando llegó mi mala hora, el verso de Dante se me vino a la cabeza muchas veces. Pero esta tarde, después de hablar con Silvio, empecé a pensar que quizá me había equivocado. Que aquel verso, atesorado con cierta sevicia, rememorado entre lágrimas, manoseado por mí quizá para regodearme en mi propia tristeza, podía no tener tanto sentido. Porque Silvio me había dado otra visión de las cosas cuando me dijo que los buenos recuerdos son una especie de tabla de náufrago a la que agarrarnos en los peores momentos, «el único andamiaje para sobrevivir a la pérdida», había sido su expresión. Supongo que debe de ser difícil seguir adelante cuando lo único que uno tiene para apoyarse es una pobre colección de amarguras.

Los buenos recuerdos iluminan la ausencia y aunque a veces agudizan el dolor, en otras ocasiones lo dulcifican y proporcionan al espíritu una serenidad misteriosa, como si se intuyese que el sufrimiento merece la pena. Supongo que uno llega a esa conclusión cuando ha sido capaz de aprender a administrar la tristeza, a manejar el lenguaje cifrado de la pena. Cuando mi madre murió, durante muchas semanas la memoria de lo vivido juntas sólo servía para atizar mi desesperación. Aquellos retazos de un tiempo feliz llegaban a mi cabeza para desestabilizarme, pues lo único que sentía era la conciencia de todo lo que había perdido para siempre, de todo lo que mi madre se había llevado consigo. Me dolía mirar sus fotos, contemplar sus objetos personales, repasar mentalmente algunos momentos felices. Así que intenté arrinconar un montón de cosas buenas en el lado más profundo del cerebro, no sé si para olvidarlas, pero sí con la intención de mantenerlas a raya para que no perturbasen mi tranquilidad, para que no me empujasen hasta la zona peor del territorio de la nostalgia. Ahora he superado esa fase del dolor, e intento recuperar cada recuerdo de mi madre, de los más grandes hasta los más insignificantes, para reconstruir lo que fue nuestra vida, pero, sobre todo, para reconstruir mi vida futura desde la protección de un pasado feliz. Ése es parte de su legado: el armazón de los buenos recuerdos, que me será indispensable para empezar otra vez.

Cuando la enfermedad de mi madre fue diagnosticada y a pesar de que el oncólogo de Madrid fue optimista con respecto a las perspectivas de supervivencia, cada uno de nosotros (mi madre la primera) supo que nuestro tiempo juntos había sido bárbaramente recortado. Nunca hablamos de eso. ¿De qué hubiera servido? Sin embargo, estoy segura de que individualmente firmamos un pacto secreto para aprovechar al máximo los días que nos quedaban. Sinceramente, creo que mi madre, mi hermana y yo sacamos a ese tiempo más partido que nadie, quizá porque las mujeres tenemos una especial capacidad para ese tipo de cosas. Es el sentido práctico que nos regala la naturaleza lo que nos permite sopesar, valorar con un rigor casi matemático algunas coordenadas de difícil medida. Como el tiempo por venir. Como el tiempo que queda y que se va acortando dolorosamente a cada minuto que pasa.

Cuando mi madre fue desahuciada, en el mes de mayo de 2003, el médico que la trataba en Lugo sólo hablaba de muerte inminente, de cuidados paliativos y una sucesión de horrores cuya sola mención nos secaba la boca y enflaquecía nuestro ánimo. Aquellos días fueron espantosos, porque no encontramos en los doctores el menor atisbo de piedad a la hora de hablar con nosotros. No puedo olvidar la forma en que aquel médico me confirmó que mi madre tenía cáncer, mientras caminaba por el pasillo, sin detenerse, yo trotando a su lado, él mirando las notas de su próxima visita, y ahora no entiendo por qué no le obligué a pararse, a mirarme a la cara, pedazo de cabrón, hijo de puta, emplea un poco de tu tiempo en decir las cosas como es debido, en comunicar a una hija que su madre va a morirse, háblame de tratamientos, de fármacos, no quiero que me cuentes milongas pero tengo derecho a exigirte cinco minutos en un lugar tranquilo donde pueda hacer preguntas y recibir respuestas. Pero no hice nada, salvo caminar junto a él llena de mansedumbre, dirigiéndole miradas suplicantes, hasta que se metió en un ascensor. En los hospitales, frente a los médicos, hasta las personas más enérgicas sufren una curiosa variante del síndrome de Estocolmo: sentimos que la vida, la nuestra o la de alguien querido, está en las manos de esos seres de bata blanca, y que sólo de su voluntad depende que cada historia tenga o no un final feliz. Por eso, aquella mañana del mes de mayo, no me enfrenté a aquel tipo. Cuando se cerraron las puertas del ascensor me quedé de pie, en un pasillo que apestaba a lejía, desorientada y triste, espantosamente sola.

Para mi madre, su enfermedad fue también una ocasión de descubrir que sus hijas habían madurado, que ya no eran dos niñas sino dos mujeres a quienes el amor por ella iba a dar el valor necesario para enfrentarse a cualquier cosa. Porque, desde el primer momento, mi hermana y yo tomamos las riendas de todo. Mi padre y mi hermano estaban demasiado aturdidos como para reaccionar. En el fondo, los hombres son mucho más cobardes que nosotras. El dolor físico les aterra, y la idea de ver sufrir a alguien querido produce en ellos un efecto paralizante. En el caso de las mujeres es distinto: todas esas cosas nos galvanizan. Eso fue lo que nos ocurrió a Lidia y a mí. La pena y el propio miedo nos hicieron más fuertes de lo que nunca hubiéramos creído ser.

Mi madre estaba orgullosa de que hubiéramos sabido reaccionar del modo correcto. Cuando, tras muchas pesquisas, Lidia y yo localizamos el sitio perfecto para que fuese tratada, llegó el momento de hablar con ella para plantearle un traslado a Madrid. Recuerdo que era un cálido mediodía de mayo, y ella estaba en Lugo, ingresada en aquel hospital donde le hacían las pruebas a cuentagotas y recogían su orina en un vaso de café. Entramos en su habitación, le explicamos cómo estaban las cosas, la poca confianza que nos inspiraban aquellos médicos, la lentitud exasperante de los exámenes, la escasa esperanza que tenían de encontrar un tratamiento para su enfermedad. Le dijimos, sin decírselo, que los médicos se habían rendido con respecto a su caso, y que nosotras no queríamos hacerlo. Le preguntamos si estaba dispuesta a venirse a Madrid, a ponerse en manos de otra gente, a enfrentarse quizá a un protocolo experimental.

Juro que pensé que íbamos a tener que emplearnos a fondo para convencerla, que habría que combinar la firmeza con las súplicas y las lágrimas, pero no fue así. Mi madre nos dirigió una sonrisa, nos miró a las dos con aquellos ojos luminosos y pacíficos y nos dijo, muy tranquila, yo voy a donde vosotras me llevéis. Recuerdo cada día aquellas palabras mágicas con las que mi madre, Lidia y yo firmamos entre nosotras un pacto secreto, un pacto para pasar juntas todo lo que pudiese venir, para sostenernos mutuamente. Un pacto de fe, un pacto de vida, un pacto de amor y de entrega. El pacto de confianza mutua y ciega entre una madre y sus dos hijas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En tiempo de prodigios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En tiempo de prodigios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En tiempo de prodigios»

Обсуждение, отзывы о книге «En tiempo de prodigios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x