Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios

Здесь есть возможность читать онлайн «Marta Rivera de laCruz - En tiempo de prodigios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En tiempo de prodigios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En tiempo de prodigios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La novela finalista del Premio Planeta 2006 Cecilia es la única persona que visita a Silvio, el abuelo de su amiga del alma, un hombre que guarda celosamente el misterio de una vida de leyenda que nunca ha querido compartir con nadie. A través de una caja con fotografías, Silvio va dando a conocer a Cecilia su fascinante historia junto a Zachary West, un extravagante norteamericano cuya llegada a Ribanova cambió el destino de quienes le trataron. Con West descubrirá todo el horror desencadenado por el ascenso del nazismo en Alemania y aprenderá el valor de sacrificar la propia vida por unos ideales. Cecilia, sumida en una profunda crisis personal tras perder a su madre y romper con su pareja, encontrará en Silvio un amigo y un aliado para reconstruir su vida.

En tiempo de prodigios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En tiempo de prodigios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Zachary West salía casi todas las noches, y Elijah y yo cenábamos solos en el comedor los platos refinadísimos confeccionados en las cocinas de la casa. A veces, después de haber dado cuenta de los medallones de foie o las perdices escabechadas, echaba vagamente de menos los guisos sencillos que servía mi abuela, pero sentía que esa añoranza era parte del peaje que debía pagar a cambio de mi ingreso en otro mundo. Fue entonces cuando aprendí a administrar sabiamente la melancolía, a comprender que la nostalgia es aceptable desde el punto de vista poético, pero inadmisible si va a poner obstáculos a nuestra evolución personal.

Aquellos diez días pasaron volando. La víspera de empezar las clases volví solo a mi casa, sintiéndome mayor e importante cuando me dejaron instalado en el compartimento del tren. Los West se despidieron de mí con un abrazo y una promesa: dentro de dos meses irían a verme a Ribanova para celebrar juntos mi cumpleaños. Entretanto, Elijah y yo nos intercambiamos cartas (todavía temblaba al ver al cartero, pues seguía siendo factible el que se descubriera el robo del famoso sobre llegado de Alemania) e hicimos todo lo posible por permanecer al tanto de nuestras vidas respectivas, él en su mansión de la Castellana, rodeado por un ejército de sirvientes antipáticos, y yo en el mundo pequeño de mi casa, con mis padres, mis abuelos y mi hermano Efraín, todos cercados por las murallas milenarias de Ribanova y los pros y los contras de nuestra ciudad natal.

Elijah volvió en mayo con su padrastro, y se quedaron dos semanas en el hotel Almirante. Venían a comer con nosotros casi todos los días, y por la noche Zachary West y mis padres cenaban con amigos en el Salón de los Espejos o acudían a alguna velada en el Casino. Creo que el señor West se divertía en Ribanova: para un hombre como él, aventurero y cosmopolita, la vida provinciana de nuestra ciudad no estaba falta de atractivos por el profundo contraste que suponía con su existencia habitual. En cuanto a mí y a Elijah, nuestra amistad había llegado a un desconcertante nivel de madurez. Habíamos dejado de ser camaradas para convertirnos en hermanos. Entonces yo no tenía ninguna duda de que mi futuro estaba uncido al suyo, pero también es cierto que a los nueve años uno no entiende cuán grave puede ser el concepto de destino. Y Elijah y yo estábamos forjando el nuestro sin saber lo esencial que nuestra amistad iba a resultar en un futuro.

Aquella tarde había escuchado a Silvio sólo a medias. Las pequeñas miserias del día habían comenzado a amontonarse en algún lugar del alma, que empezaba a pesarme como si estuviera hecha de un elemento material. Me resultaba difícil mantener la atención. Para escuchar una historia, para escucharla de verdad, son necesarios los cinco sentidos. En justicia, la historia de Silvio se merecía algo más que un par de oídos sólo mínimamente atentos, se merecía a alguien mejor que yo, y aquella certeza añadió un poco más de peso al que iba aumentando en mi interior a medida que pasaba la tarde. En ese momento, Silvio me miró de una forma que me pareció difícilmente clasificable, como si pretendiese ver lo que había en mí más allá de la piel. No sé por qué, pero me molestó aquella mirada. Nadie tiene derecho a intentar descubrir algo más que aquello que cada uno desea mostrar.

– Bueno ¿y tú? -dijo Silvio por fin-. Como hablo tanto, nunca me cuentas nada.

– No hay mucho que contar.

Silvio levantó las cejas al mirarme.

– Tengo ochenta y ocho años. Hace doce tenía setenta y seis, y dentro de doce cumpliré un siglo, así que, lo mires por donde lo mires, soy viejísimo. Eso me da cierta ventaja. Sé más cosas de ti de lo que crees…

– Por ejemplo…

– Por ejemplo que, aunque quieras disimularlo, siempre estás triste…

Sabía que iba a ocurrir. Era cuestión de tiempo. Cuando alguien te cuenta sus secretos, espera una reciprocidad y se siente insultado si no compartes los tuyos. ¿Qué quería Silvio que le contase? Y, más concretamente, ¿qué quería yo contarle a Silvio?

– Mi madre murió hace unos meses -dije, y pronuncié la frase con la intención de dejar zanjado el asunto. Semejante revelación debería servir para explicarlo todo.

– Lo siento. ¿Era mayor?

– Sesenta años.

Silvio fue incapaz de contener un gesto de sorpresa. A su edad, una mujer de sesenta años debía de parecerle una niña.

– Tenía cáncer. -No sé por qué, me sentía obligada a proporcionar más detalles. Supongo que dar respuestas antes de que las pidan es una buena forma de evitar las preguntas-. De pecho. Se murió en año y medio. No se hacía revisiones y le detectaron el tumor demasiado tarde. El médico dijo que, de haber actuado hace siete años, hubiera podido salvarse. Pero no llegamos a tiempo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Ahora sí que no hay nada más que añadir. Mi madre ha muerto y podría estar viva. Le había dado al cáncer siete años de ventaja, nada menos. Creí que, a ojos de cualquiera, acababa de ganarme el derecho de estar todo lo triste que me viniera en gana. Silvio tardó un rato en hablar de nuevo.

– Bueno… yo no sé mucho de esas cosas… pero tal vez fue mejor así.

Fui consciente de estar mirando al anciano con unos ojos duros y helados. Fue mejor así. En los días inmediatamente posteriores a la muerte de mi madre, había escuchado decenas de veces frases como aquella en boca de personas cercanas y queridas: «Para como estaba, es mejor que haya muerto»; «Vivir de esa manera no es vivir»; «No era plan, Cecilia, ni para ella ni para vosotros»; «Fue mejor así». Hubiera querido estar de acuerdo con ellos, pensar que era preferible que mi madre estuviese muerta a contemplar, impotente, sus momentos de dolor, su degradación paulatina. Pero no podía. Y me daban ganas de gritarles a todos que era mi madre la que ya no estaba, y que, si alguien me hubiera dejado decidir, hubiese preferido que viviese más tiempo, incluso con la condena de la silla de ruedas, incluso con las puntas de dolor que hacían necesaria la administración de morfina. Yo la quería conmigo de cualquier forma, a cualquier precio, enferma o sana, pero a mi lado. Soy una persona egoísta, soy una persona horrible por pensar de esa forma, pero no puedo evitarlo. No me importaba hipotecar mi tiempo libre, mi trabajo, mis proyectos, mis fines de semana, mi vida entera, mi puta vida, a cambio de tener a mi madre conmigo. Quería que viviera, por encima de todo, al margen de sus tristes circunstancias, de nuestros sacrificios, del dolor que se había convertido en vértice de nuestra existencia. Y aquellas personas, mi familia, mis amigos, repitiendo la misma cantinela, supuestamente para consolarme. «Fue mejor así.» ¿Qué sabían todos ellos lo que era mejor? ¿Qué demonios sabía Silvio de mí, de mi madre, de todos nosotros? El viejo carcamal de ochenta y tantos años diciéndome en la cara que ver morir a tu madre a los sesenta años puede tener ventajas… pero qué valor… qué cara más dura… Noté cómo la sangre se me subía a la cabeza, y Silvio también debió de darse cuenta de que algo iba mal.

– A lo mejor no me he explicado bien… Lo que quiero decir…

Sin mirarle eché mano del bolso, que descansaba sobre una silla.

– No se preocupe, ya le he entendido.

– Cecilia, espera un momento… deja que te lo aclare, por favor.

– No, Silvio, se me ha hecho muy tarde y tengo un montón de cosas pendientes.

Estaba ya en el pasillo cuando escuché su voz.

– ¿Vas a volver?

Pero fingí no haber oído nada. Necesitaba marcharme de allí.

Aquella noche hizo frío por primera vez. Salí de casa de Silvio justo cuando empezaba la lluvia y descubrí que, como a mí, el cambio de estación había cogido por sorpresa a la ciudad entera. Los abrigos, las gabardinas, los paraguas y los zapatos de goma dormían en algún armario el sueño de los justos, y la gente caminaba castañeteando los dientes, cerrándose de mala manera las chaquetas de algodón y maldiciendo la llegada repentina del mal tiempo. Yo tampoco iba demasiado abrigada y, por supuesto, no llevaba paraguas. Corrí hacia el metro, pero no llegué a entrar. Los guardias municipales habían precintado la estación con dos tiras largas de plástico amarillo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En tiempo de prodigios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En tiempo de prodigios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En tiempo de prodigios»

Обсуждение, отзывы о книге «En tiempo de prodigios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x