Almudena Grandes - EL CORAZÓN HELADO
Здесь есть возможность читать онлайн «Almudena Grandes - EL CORAZÓN HELADO» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:EL CORAZÓN HELADO
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
EL CORAZÓN HELADO: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «EL CORAZÓN HELADO»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
EL CORAZÓN HELADO — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «EL CORAZÓN HELADO», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—No te entiendo, Álvaro.
—Da igual —y lo repetí para mí mismo, daba igual—. No estoy orgulloso de lo que pasó ayer, y la verdad es que yo tampoco lo entiendo —no mentía y ella se dio cuenta—. Nunca me había pasado nada parecido, y estoy seguro de que no me va a volver a pasar.
Clara no quiso decir nada mientras yo volvía a sentirme culpable y algo peor, enfermo de vergüenza al imaginar aquella escena, Angélica entrando por la puerta de Urgencias del hospital, escogiendo a un compañero de confianza al que contarle al oído que dos de sus hermanos se habían liado a hostias, Rafa sentado en una silla de plástico, con la cara hinchada, llena de sangre, odiándome por dentro, y Julio a su lado, sin saber qué decir, cómo acompañarle mientras toda la sala de espera los miraba. Había tenido que ser horrible, humillante para todos, sobre todo para mí aunque no hubiera estado allí, con ellos. Me daba tanta vergüenza imaginarlo que intenté justificarme y fue peor.
—Y además, tampoco es tan grave, ¿no? La gente se pega todo el tiempo, cuando se emborracha, cuando se da un golpe con el coche, se pegan por las mujeres, por… —me callé al contemplar una tristeza espesa y líquida, súbitamente sabia, en los ojos de mi hermana.
—Esta historia te está volviendo loco, Álvaro.
Intenté mirarme con aquellos ojos que seguían pareciendo dos gotas de miel dorada y limpia, los ojos de Clara, la pequeña, la mimada, la ratita, ratita, que cuando éramos niños me conocía mejor que nadie y después empezó a mirarme como si fuera un marciano, un ser extraño, incomprensible, que tenía un trabajo absurdo y tomaba decisiones absurdas, y decía, y pensaba, y creía cosas absurdas, pero que nunca había dejado de ser su hermano Álvaro, la otra mitad del equipo [902] condenado a perder todos los partidos que jugaba contra su eterno rival, el equipo de los mayores. Ahora se había hecho mayor, tenía treinta y cinco años, acababa
de decirme que me estaba volviendo loco y quizás tuviera razón, porque me miraba desde la distancia de su cordura, una impasibilidad casi absoluta que la anclaba sin ninguna complicación, ningún conflicto, en la plácida facilidad de una infancia permanente, un universo de colores pálidos donde las emociones tal vez no fueran muy intensas, pero jamás turbias ni desagradables. Para mi hermana, la vida nunca había llegado a ser algo muy distinto de la escalera donde estábamos sentados, no lo era mientras me miraba aquella mañana, tan pesarosa y desconcertada como si acabara de romper otra bailarina de porcelana, no más, pero tampoco menos. Para Clara, la vida nunca sería otra cosa, porque ella jamás lo consentiría.
—Esta historia volvería loco a cualquiera —le advertí, sin embargo.
—No, Álvaro, a mí no —me miró, sonrió, volvió a decir que no con la cabeza—. A mí no, ya lo sabes. Se lo dije a Angélica anoche, cuando intentó contarme que la chica esa por la que has dejado a Mai es prima nuestra, y que te ha contado… No sé, cosas horribles de papá y de mamá, de la abuela Mariana, ¿no? Le dije que no quiero saberlas, y te lo digo a ti, ahora, yo no quiero saber nada. Ni hoy ni nunca, nada. Yo voy a seguir llevándome bien con todos vosotros, porque todos sois mis hermanos y vais a seguir siéndolo, y papá era mi padre, y para mí era el mejor, siempre será el mejor, pase lo que pase, sepas lo que sepas…
Las lágrimas no la dejaron seguir, y yo podría haberle preguntado por qué lloraba entonces, cuál era el origen, la razón del llanto que contradecía su fe, el fanático fervor de esas palabras que había pronunciado con tanta dulzura, pero no lo hice. Conocía la respuesta y que ella sólo me daría otra distinta, lloro porque todo esto me da mucha pena, porque no puedo soportar que os peguéis, que os peleéis, porque os quiero mucho a todos. Eso era verdad, nos quería mucho a todos, todos nos queríamos mucho, ¿cómo no íbamos a querernos?, éramos hermanos.
—Déjalo, Álvaro, por favor —me cogió de las manos y las apretó, igual que había hecho Raquel aquella mañana para pedirme que no me marchara—. Déjalo ya, una historia tan fea, tan sucia… Nosotros no podemos entenderla. Ya sé que tú dices que sí, pero yo creo que no, que Rafa tiene razón, que no podemos saber lo que habríamos hecho nosotros si… —no quiso seguir por ahí, y cambió de táctica—. Y, sobre todo, lo que no puedo entender… ¿A ti qué más te da? ¿Qué importa a estas alturas lo que pueda haber hecho papá cuando no le conocíamos? Después fue un buen hombre, un buen padre, un empresario inteligente [903] y ambicioso, pero honrado, el mejor, le dio trabajo a mucha gente, todo el mundo le quería, así le conocimos y por eso le quisimos tanto, le quisimos mucho, y tú más que yo, Álvaro, tú más que nadie… Eso es lo más gracioso, lo más triste de todo, anoche lo estuve pensando, y… Julio y yo siempre fuimos de mamá, y de vosotros tres, él siempre te quiso más a ti, después a Angélica, y Rafa… ¡Pobre Rafa! —me soltó para apoyar su cabeza sobre las palmas de sus manos, la giró para mirarme y sus ojos se cargaron de melancolía—. Y tú le querías, Álvaro, más que ninguno, yo lo sé, siempre lo he sabido, esas cosas se notan. Por eso no entiendo… No entiendo nada, Álvaro.
—Yo le quería, Clara —confirmé—, y le sigo queriendo. Nunca podré dejar de quererle, aunque no me guste, aunque preferiría olvidarlo… Julio dice que se puede olvidar, que él lo ha conseguido, pero me temo que yo no
voy a poder, ¿sabes?, yo no me parezco a Julio. Ahora me acuerdo mucho de papá, más que antes, me acuerdo sin querer, aunque esté pensando en otra cosa, y siempre le veo en los mejores momentos, ayudándome, cuidándome, ocupándose de mí, siempre igual… Con Mai me pasa algo parecido. Nunca ha sido tan guapa ni tan adorable como hoy mismo, nunca he sido tan feliz con ella como recuerdo ahora haberlo sido —miré a mi hermana y sonreí—. Eso es la culpa, mi culpa, lo sé, y sé que se me pasará. Y que si mi historia con Raquel no se hubiera complicado tanto, si no nos hubiera salpicado a todos, el recuerdo de Mai sería mucho más débil. Eso también lo sé, y puedo controlarlo, pero lo de papá es distinto. Lo de papá es algo que está por encima de mis posibilidades.
—Entonces, déjalo ya, Álvaro. No lo hagas por papá, ni siquiera por mamá, hazlo por ti… Y hazlo por mí. Deja las cosas como están, porque ya no sirve de nada, nada sirve para nada. Papá está muerto pero nosotros estamos vivos y tenemos que seguir viviendo, tenemos que intentar ser felices, y mira lo que has conseguido, ahora Rafa te odia, acabará odiando a Julio por defenderte, Angélica está fatal, y yo…
Mi hermana volvió a llorar y la abracé, le pasé un brazo por los hombros, la atraje hacia mí, apoyé su cabeza sobre mi pecho y pensé en ella, en sus argumentos y en los míos, en algunas palabras importantes para los dos, generosidad, responsabilidad, egoísmo, y en otras que Clara jamás aprendería, tú tienes que ser un hombre digno, bueno, valiente, a lo mejor me equivoco, pero siento que estoy haciendo lo que tengo que hacer, y lo hago por amor… Ella no me entendía a mí, pero yo sí la entendía, más allá de lo que me parecía bien o mal, justo o injusto, sano, razonable, imprescindible. Clara no quería saber, prefería ignorar la cantidad y la calidad de cuanto desconocía, se había [904] empeñado en vivir, o en hacer como que vivía, dentro de su propio invernadero de paredes de cristal. No era muy original, pero tenía derecho a escoger ese camino, a unir el estrépito de sus labios sellados al clamoroso silencio de millones de voces que habían elegido callar antes que ella, cerrar sus oídos al estruendo de un silencio más ruidoso que cualquier grito. Yo también había dispuesto de esa opción. Desde el principio, siempre había sabido que también se puede no hacer nada, meter los pedazos de una bailarina de porcelana en una bolsa de plástico, cerrarla con un nudo bien apretado, tirarla al cubo de la basura, amontonar encima otros desperdicios y prensarlos con el pie. Ése era su sistema, y cuando era niña, la pillaban siempre. Por mucho que corriera ahora, el futuro la iba a pillar igual, porque antes o después, acabaría sabiendo sin querer saber, escuchando lo que no quería escuchar, y siempre podría pensar que todo era mentira pero no lo lograría del todo, ya no. Algún detalle de la verdad, ese enemigo del que pretendía escapar, se deslizaría sin remedio bajo su piel como una astilla, uno de esos diminutos fragmentos de madera que no abren una herida ni convocan el color de la sangre, que ni siquiera hacen daño, pero se van endureciendo con el tiempo hasta convertirse en un relieve calloso que forma parte del dedo donde se han clavado, igual que el cuerpo blando de un camarón abandonado sobre una roca se hace piedra con ella. Eso era lo que iba a pasar, yo lo sabía. Seguía siendo su hermano mayor y había pasado antes por todas las fases del mismo proceso, pero ella tenía derecho a elegir, y había elegido.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «EL CORAZÓN HELADO»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «EL CORAZÓN HELADO» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «EL CORAZÓN HELADO» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.