Daniel Muxica - El vientre convexo

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El vientre convexo: краткое содержание, описание и аннотация

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Un pequeño grupo peronista – los uturuncos – es el punto de partida real de la novela de Daniel Muxica, narrador y poeta argentino. El punto de partida y también el núcleo de la acción. Al funcionar como un ensayo de montoneros en una época de tolerancia cero, este "experimento nacional" proporciona ya algunas de las claves de lo que será el esplendor montonero de los tempranos setenta.

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Zarza terminó el despacho de la Rupe y con ademán de cabeza y sonrisa acogedora le hizo señas de que entrara.

– ¿ La Tetona lo puso al tanto? -la cara circunspecta del profesor delataba que no quería hablar de su problema delante de la mujer y mintió una afonía; el boticario le recomendó una infusión de yerba de perdiz, jaramago, llantén y flores de malva, a la que, una vez en ebullición, debía agregar borato y bicarbonato de sodio, y después hacerse unas gárgaras.

– Pasen para el fondo.

Las mateadas en el patio trasero bajo el parral eran una costumbre cotidiana. En semicírculo, con la pava dispuesta, absorbíamos el aire matinal impregnado con los aromas que, desde los anaqueles, despedía la herboristería.

– No sé por qué cuando lo veo a usted o al doctor Germano, me la paso hablando de ñañas -comentó Serrao.

– Estamos en edad, profesor.

Con los primeros mates la conversación derivó a pedir del historiador que, sin la afonía circunstancial, reflexionó sobre la aplicación histórica de los conocimientos en la realidad, argumentando contra la Academia que seguía rechazando sus argumentos respecto de El Saucecito. ¿Qué se puede esperar de una operación estratégica sobre un objetivo modesto y con medios insuficientes? La batalla era la parte más importante de la guerra, en ella estaban empeñadas todas las tropas de combate y toda su potencia de lucha se desplegaba para alcanzar la derrota del enemigo. Estaba en discusión la hora del veneno en los pastizales. Según su versión, el día anterior a la refriega López mandó envenenar los pastos, así que cuando la caballada unitaria comió, se quedó de a pie, y bastaron unas pocas horas para que los federales dieran cuenta de ellos. Violín y violón, dijo, pasándose el dedo índice por el cuello a modo de afilada cuchilla, en el tono épico de los cielitos. Luciano de Montes de Oca era un militar de lógica europea: "No hay medio de reducir sino por el terror y la muerte -había dicho-; es preciso fusilar por lo menos cincuenta, sólo así quedará este paraje sojuzgado y sano, para esto es preciso que me manden un capellán, porque es horrible matar a estos salvajes sin proporcionarles auxilios espirituales".

Comprobó en sus estudios, y eso lo deslumbraba, la perspicacia del mariscal para dejar al enemigo de a pie; mujeres, niños, enfermos e inválidos trabajaron en la copiosa tarea de envenenamiento. Destacaba el valor del pueblo en la lucha armada. Los pájaros estaban aletargados, los unitarios estupefactos presenciaban la muerte de sus caballos. Se preguntó qué droga o yuyo usaron. Montes de Oca intentó envolver el flanco derecho de los federales bajo el fuego directo de la artillería y realizó una desatinada maniobra de infantería. Entonces Estanislao López, guiado más que por teorías estratégicas por su propia intuición de caudillo, aferró el frente del enemigo atacando decididamente el flanco izquierdo y precisamente en ese lugar, precisamente ahí, fue donde la caballería de Montes de Oca no pudo hacerse presente. Una pequeña Austerlitz, dijo, una perfecta contramaniobra que desgravita su propio frente, un ejército superado ampliamente en número que logra, por una estratagema lúcida, la victoria. De la necesidad nace la intuición, reflexionó; porque, seriamente, no puede hablarse de disciplina ni educación militar en ninguno de los dos bandos. ¿El combate propiamente dicho? Unos cuarenta minutos, no más. Evitó describir las escenas de pánico, los caballos muertos, los cuerpos, la carne aciruelada de ése y tantos otros campos. ¿Qué veneno debieron usar?

– Posiblemente cicuta -argumentó Zarza-, que no mata sólo a los filósofos. Paracelso explicó que la cicuta puede confundirse con el perejil. Produce sed, dolor de cabeza, dolor de estómago, delirio, y por último un enfriamiento general que precede a la muerte.

– El número en una guerra es un error -amplió Serrao-, puede que en el letargo o en el delirio los unitarios vieran que la gente de López se multiplicaba.

– ¿Un amargo?

– Bueno.

– En las cenizas de la yerba se hallan sodio, potasio, magnesio, manganeso, cal, hierro, litina y vitamina C -se explayó el boticario, afecto a las demostraciones botánicas.

La ronda de mate llegó a mí.

Zarza se lucía contando que, en 1890, Alejandro Dumas escribió en Le Matin que "el mate es una bebida tonificante, de un gusto tan agradable como el té; si se le agrega, como yo lo hago, una pequeña cantidad de cognac o kirsch, se obtiene una bebida que se gusta con tanto placer como el grog americano, el más complicado".

– ¿El grog? -pregunté.

Para el historiador una complicación era algo a desentrañar; para Zarza simplemente una enfermedad o un parto.

Deme la mano, abuela, tengo un dolor insoportable, una espera insoportable, la semana pasada me pidió más libros, La montaña mágica y un libro de poesía de Catulo; me los metí por ahí, pero me negué a hacer lo mismo con el tocadiscos, dice que la música facilitaría las cosas, que está escribiendo, que le es placentero hacerlo con música, que lo inspira más, ¿se da cuenta?, ya inspiro, abuela, espiro; dice que no me queje, para él también es un esfuerzo, que la palabra es así, ¿se puede tratar así a un ser humano, abuela?, mire mi cuerpo, al Cholito no le intereso en este estado, le resulto desagradable, debo estar muy fea; ¿qué dijo el doctor?, llame al escribano, abuela, hay que desalojarlo, no lo quiero más ahí, no lo quiero más en ninguna parte; me pide que aguante un poco que ya va, que ya va, que ya termina; para cuando termine, el Cholito no me va a querer, abuela, voy a ser una mujer muerta, la partera me aconseja calor, que la temperatura le resulte insoportable, que me agache como para cagar, que haga fuerza, que se trata de una expulsión, me dice; que sea menos maternal, que lo expulse, pero no es tan fácil, a veces creo que cuando salga lo voy a extrañar, qué loco, ¿no?, el parto es un proceso, la escritura es un proceso, ¿hace demasiado calor?, ¿demasiado hacer adentro? ¿una fantasía mía?; vamos a necesitar un nombre, una manera de llamarlo, algo que confirme lo que sale; a veces pienso si entre tanto plasma estoy en mis cabales, ¿ahogado?, a veces pienso en meter mis manos y tirar de él, quizá si lo nombrara; ayer le hablé, le pedí por favor, como lo sabe pedir una madre, tiene que entender que ya no me queda líquido, que no puedo alimentarlo, que el último plazo es el día de la Virgen; me promete que va a salir antes, que me va a devolver la mujer, llame al Cholito, dígale que todo se trata de una horrible confusión, que lo siento mucho, pero que no me deje, que no me deje; el dolor, abuela, otra vez el dolor, ¿lo ablandé?, quizá si usted lo nombra, o la partera, qué sé yo, me dijo que ya falta poco, que ya termina, que lo suyo no es sólo un capricho, quizá si le diéramos un nombre, me dice que no lo llamamos de ninguna manera, que ya viene, que ya va…

Esperaba la presencia del hombre con cierta incomodidad, llevaba un viejo vestido de colección que el diplomático le compró en Praga veintidós años atrás, con motivo de una recepción que el representante de negocios inglés brindó a las delegaciones extranjeras en esa enigmática ciudad.

Conoció allí a una pareja que trataba de ocultar sus dificultades. Ella era una actriz norteamericana rubia, estilo Jayne Mansfield, que acaparaba la atención de los invitados. Cuando cruzó el vestíbulo del hotel, la reunión dejó de ser de formal etiqueta para transformarse en algo semejante a una comedia musical de Ziegfeld en pleno Broadway; se abrieron cortinas, aparecieron escalinatas, caballeros engominados, enmudecidos por la sinuosidad de las caderas y con sonrisas de oreja a oreja, que se acercaban a besar las manos enjoyadas.

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