Guowei comenzó a enseñar en una escuela recién inaugurada a la que llevaba a Shilin cada día. De vuelta con los niños de su edad, Shilin volvió a ser la de antes.
A Guowei le gustaba su trabajo porque en la escuela había una atmósfera creativa y allí no se hacía distinción entre ricos y pobres. La dedicación de Guowei era recompensada por la escuela, que le facilitaba la participación en varias actividades extraescolares. Cuando Guowei comentaba entusiasmado su trabajo en casa, sus padres le advertían que debía ser más prudente. Wang Yue lo escuchaba con atención, mostrando interés y comprensión por las pasiones de Guowei. Pronto se enamoraron y se prometieron al tercer año de haberse conocido.
El día del compromiso, Wang Yue decidió decir la verdad a la familia Wang. Mientras Liu Ting escuchaba no paraba de repetir una y otra vez:
– Lo has pasado mal, lo has pasado muy mal. Wang Duo dijo:
– Shilin es la hija de tu hermana, y es nuestra hija también. Desde mañana serás hija de la familia Wang y, por lo tanto, Shilin será nieta de la familia.
Shilin trataba a Wang Duo y Liu Ting como abuelos y a Wang Yue como si fuera su madre, pero no le resultaba fácil reconocer en Guowei a un padre. Tenía ya diez años y era difícil para ella cambiar el modo de tratar a Guowei ante sus compañeros de clase. En la boda de Wang Yue y Guowei lo llamó papá por primera vez, sin que nadie le insistiera en hacerlo. Guowei estaba tan contento que la alzó en brazos y la abrazó con tanta fuerza que Liu Ting tuvo que pedirle que la bajara porque le haría daño.
Shilin era brillante y siempre estaba dispuesta a todo, y, además, la educaban los miembros de su familia, que eran todos maestros. Era una estudiante excelente, hasta tal punto que se saltó un par de cursos, pasando de tercero a quinto directamente. Cuando entró en sexto, Shilin representó a la escuela en el certamen de ensayo regional del norte de la provincia de Jiangsu y ganó el primer premio. Siguió adelante hasta ganar la medalla de bronce en el certamen que incluía a niños de toda la provincia de Jiangsu. Wang Yue y Guowei estaban encantados con la noticia y abrazaron a Shilin con tanta efusión que dejaron de lado los llantos de su primer hijo. Toda la familia estaba orgulllosísima, hasta los vecinos llegaban para felicitarlos por la excelencia de Shilin.
Al día siguiente, mientras Guowei estaba escribiendo unas coplas sobre papel rojo para exponerlas el día internacional del niño, el 1 de junio, una niña entró gritando en la sala y, casi sin aliento, dijo:
– ¡Señor Wang, venga rápido! Los niños están insultando a Shilin y ella está peleando con ellos. ¡Está exhausta pero las niñas no se atreven a ayudarla porque los chicos dicen que le darán una paliza a quien lo haga!
Mientras Guowei corría hacia el patio de la escuela, podía oír a los niños gritar a Shilin:
– ¡Tú, mentirosa!
– ¡Niña bastarda!
– ¡Los bastardos siempre son los más listos!
– Pregúntale a tu madre quién era tu padre. ¿Era un borracho que encontró en una zanja?
Guowei se abalanzó hacia la jauría y, apartando a los niños a puñetazos, tomó a Shilin en brazos mientras gritaba ferozmente:
– ¿Quién dice que Shilin no tiene padre? ¡Si alguien se atreve a decir una palabra más, será lo último que haga, porque lo voy a moler los huesos! ¡Si no me creéis, probadme!
Asustados, los pequeños matones huyeron despavoridos. Shilin temblaba en brazos de Guowei, pálida como un papel, sudando a mares y con sangre en los labios de tanto mordérselos.
Una vez en casa, Shilin empezó a tener fiebre.
– No soy una bastarda, tengo mamá y papá excelente -repetía una y otra vez.
Liu Ting y Wang Yue se dedicaron por completo a cuidarla.
El doctor dijo a la familia que Shilin había sufrido una conmoción: había irregularidades en el latido de su corazón. Dijo que si la temperatura no le bajaba pronto, podría sufrir daños mentales permanentes. El doctor se preguntaba qué podría haber pasado para que una niña de doce años sufriera semejante conmoción.
Wang Duo dijo furioso:
– Este país se pone cada día peor. ¿Cómo pueden unos niños hacer semejante atrocidad? Lo que le han hecho a la niña es monstruoso.
Guowei se disculpó con la familia por no poder quedarse cuidando de Shilin, pero todos sabían que nadie podía reprocharle nada. Poco después, Guowei descubrió cómo había comenzado la escena en el patio de la escuela. Uno de los niños mayores había querido abrazar a Shilin, pero ella lo había apartado diciéndole que se comportara. Furioso y avergonzado, el niño señaló a Shilin gritando:
– ¿Quién te crees que eres? ¿Quién es tu padre? No hay ni sombra de Guowei en tu rostro. Ve a casa y pregúntale a tu madre con quién tuvo que acostarse para tener una bastarda como tú. ¡Para ya de fingir que eres modesta y decente!
Luego ordenó a los demás niños, todos menores que él, que comenzaran a insultar a Shilin, amenazando con golpear a quien se atreviera a desobedecerlo. Guowei se quedó blanco, y sin detenerse a pensar en su posición de maestro, buscó al muchacho y, cuando lo encontró, le propinó una buena paliza.
Shilin se recuperó, pero hablaba poco y rara vez salía a la calle. Casi siempre se quedaba sola en casa. Los exámenes de ingreso al ciclo medio escolar se acercaban, de modo que todos pensaron que ella estaría estudiando y que por eso no iba a la escuela. Wang Yue era la única que todavía se sentía intranquila. Intuía que había algo que no andaba bien con Shilin, pero no se atrevía a comentar sus conjeturas con nadie para no meter a la familia en problemas. Movimientos políticos como el antiderechista comenzaban a expandirse por Yangzhou y muchos ignorantes y gente sin educación pensaban que había llegado el momento de reducir las diferencias entre ricos y pobres recorriendo las casas de los ricos, saqueándolas y repartiéndose el botín, práctica que perduraba desde los tiempos de la dinastía Ming. Comenzaron haciendo una lista de ricas mansiones, planeando causar desmanes usando de tapadera la revolución. La familia Wang se encontraba en medio, no era rica ni pobre, pero nunca se sabía cuándo llegaría el momento en que alguien con resentimiento hacia ellos los catalogaría de ricos propietarios.
Shilin no sobresalió en los exámenes de entrada al ciclo escolar medio, tal y como se esperaba de ella antes del incidente en el patio escolar, pero sus notas fueron lo suficientemente buenas como para asegurarse una plaza en uno de los mejores colegios. La escuela que escogió quedaba cerca de casa de los Wang, cosa que tranquilizaba c a Wang Yue.
Shilin seguía silenciosa y retraída en la escuela, pero comenzaba a mostrarse más abierta en casa. Empezó a preguntar a Wang Duo acerca de los movimientos políticos que estaban teniendo lugar en el país y acerca de la enemistad entre el Guomindang y el Partido Comunista. A menudo preguntaba a Wang Yue sobre sus padres, pero Wang Yue poco sabía acerca de su hermana a causa de la brecha generacional existente entre ellas. Wang Yue era muy pequeña cuando su hermana dejó la casa paterna para asistir a una escuela en el sur, y sólo tenía cuatro años cuando ésta se casó. Shilin pensaba que Wang Yue estaba tratando de ocultarle la verdad para evitar que pensara en el pasado.
Al iniciarse la Revolución Cultural, cuando las relaciones extramatrimoniales pasaron a convertirse en un crimen contrarrevolucionario, la Guardia Roja tachó a Wang Yue de criminal por haber tenido a Shilin antes de casarse. Embarazada de su segundo hijo, Wang Yue fue objeto de frecuentes condenas públicas por parte de la Guardia Roja. Aun así, ella no dijo ni una sola palabra. Wang Duo, Liu Ting y Guowei fueron encarcelados e interrogados uno por uno, pero los tres aseguraron no saber nada acerca del pasado de Wang Yue y Shilin. Uno de los Escoltas Rojos que condujo el brutal interrogatorio era el adolescente que había intentado abrazar a Shilin en la escuela y había sido golpeado por Guowei. El joven humilló a todos sin piedad y golpeó tanto a Guowei en la pierna izquierda que lo dejó rengo para siempre.
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