Wang Yue cuidó sus apariencias y se arregló el pelo para parecer lo suficientemente mayor como para ser la madre de Shilin. Cada mañana recordaba a Shilin que, pasara lo que pasara, no debía decir nada acerca del nombre de sus padres ni de su antigua casa. Y aunque Shilin siempre tuvo en mente los consejos de la tía Wang, no se daba cuenta de lo que significaba dejar escapar algo. Los niños disfrutan alardeando entre sí. Un día, jugando con pequeños sacos de tela llenos de garbanzos, Shilin dijo a sus compañeros que su padre le había regalado un saco con pequeñas joyas cosidas para jugar. Uno de sus compañeros mencionó esto en casa y rápidamente corrió la voz entre los adultos.
En aquella época, todos perseguían ventajas políticas para consolidar su propia posición dentro del nuevo orden comunista. Muy pronto un representante del ejército se presentó en casa de Wang Yue y le informó de que debería dar cuenta de su «difunto marido», el padre de Shilin.
Una noche, el director de la escuela de Wang Yue entró en su habitación en un estado de fuerte agitación.
– ¡Ambas deben marcharse inmediatamente, van a arrestarlas! ¡Corran todo lo que puedan, y no vuelvan a Nanjing bajo ningún concepto! Aseguran que Shilin es la hija de un general del Guomindang y que has cometido el delito de refugiar a un contrarrevolucionario. No quiero oír vuestras explicaciones; en estos tiempos, mientras menos sepa, mejor. ¡Váyanse ahora! No empaquen nada, incluso se dice que pueden estar a punto de cerrar las orillas del río. ¡Venga, váyanse de inmediato! Si necesitan algo en el futuro, vuelvan y búsquenme. Debo irme ahora, si me agarran los del Ejército de Liberación del Pueblo toda mi familia correría un riesgo enorme.
A punto de llorar de ansiedad, Wang Yue tomó a la adormilada Shilin de la mano y salieron caminando de Nanjing. Wang Yue no sabía hacia dónde ir, y no cabía la posibilidad de pedir ayuda. No se atrevía a pensar en lo que les pasaría si las atrapaban. Caminaron unas tres horas; en el cielo se vieron relámpagos y Nanjing parecía estar justo detrás de ellas. Cuando Shilin no pudo caminar más, Wang Yue se la llevó detrás de unos arbustos al borde de la carretera y se sentaron. La tierra estaba húmeda de rocío, estaban hambrientas y tenían frío. Pero Shilin estaba tan cansada que se quedó dormida al momento, apoyada en su tía. Congelada y temerosa, Wang Yue dio por fin rienda suelta a sus lágrimas hasta que también ella se quedó dormida.
Poco después, unas voces despertaron a Wang Yue. Una pareja de mediana edad junto a un hombre joven y alto estaban parados a su lado, mirándolas con consternación.
– ¿Por qué dormís aquí? -preguntó la mujer-. Hace frío y el suelo está muy húmedo. Levantaos y encontrad una casa o algún otro sitio para dormir. Si no, os pondréis enfermas.
– Gracias, pero no podemos seguir, la niña está exhausta -contestó Wang Yue.
– ¿Hacia dónde vais? -dijo la mujer haciéndole una seña al joven para que levantara a Shilin.
– No lo sé. Sólo queremos irnos lejos de Nanjing.
Wang Yue no sabía qué decir.
– Huyendo de un casamiento forzado, ¿no? ¡Oh! Es duro cuando tienes una niña contigo -dijo la mujer dulcemente-. Esperad un momento, intentaré arreglar algo con mi marido. Éste es mi hijo Guowei, y éste mi marido.
El hombre de mediana edad que estaba a su lado las miraba con amabilidad. Habló rápido pero con suavidad:
– No hace falta decir más. Todos tenemos prisa, venid con nosotros. Es más fácil viajar en grupo. Además, ¿cómo podríamos abandonar a una viuda con una niña como usted? Venid, dejadme cargar vuestras cosas. Guowei puede hacerse cargo de la niña. Ting, ayúdala a levantarse.
Una vez en marcha, Wang Yue se enteró de que el señor se llamaba Wang Duo y que había sido el director de una escuela de Nanjing. Su mujer, Liu Ting, había sido educada en una escuela progresista para niñas, así que había ayudado a su marido en la enseñanza y las cuentas de la escuela. Wang Duo era originario de Yangzhou, donde sus ancestros habían enseñado las lecciones clásicas de Confucio en una academia privada. La escuela había sido cerrada a causa de las numerosas guerras y el caos general de las últimas décadas, y se había convertido en la casa de la familia. Cuando Wang Duo se casó, la profesión familiar y la casa le fueron traspasadas. Él pretendía abrir una escuela, pero era difícil hacerlo en un pueblo tan pequeño como Yangzhou. Con el único propósito de ofrecer una buena educación a su hijo, se mudó con toda la familia a Nanjing, donde permaneció durante diez años.
Durante los tiempos duros Wang Duo tuvo serias dificultades para instalar su escuela en Nanjing. Varias veces pensó en volver a Yangzhou para dedicarse a escribir en tranquilidad, pero Liu Ting quería que Guowei finalizara su educación superior en Nanjing, e insistió en quedarse. Ahora que la educación de Guowei había finalizado, regresaban a Yangzhou.
Wang Yue no se atrevió a decir la verdad, sólo habló de cierto secreto que resultaba difícil de explicar con palabras. En aquella época, la gente con educación sabía que el conocimiento podía resultar peligroso. Después de la caída de la dinastía Qing, China cayó en un período de anarquía y regímenes feudales. El caos había sido peor durante los cuarenta y cinco años anteriores al nuevo gobierno comunista: gobiernos y dinastías cambiaban cada día. Nadie conocía las reglas de la república todavía, y lo que se decía era: «Mantén el silencio sobre los asuntos de gobierno, habla poco acerca de tu familia, decir de menos es siempre preferible a decir de más.» La familia Wang no la presionó para conocer los detalles.
Yangzhou es una ciudad pintoresca a la vera del río, cercana a Nanjing. Sus platos típicos, las verduras al vapor, los nabos deshidratados y las lonchas de tofu en jengibre, son conocidos en toda China. Las mujeres de Yangzhou son famosas por sus cuerpos y su belleza. La zona rural de Yangzhou y su paisaje de montañas y de agua han atraído a personalidades políticas y literarias de todo el país. La cantante de ópera de Beijing, Mei Lanfang, y el famoso poeta de la Escuela de la Luna Nueva, Zu Zhimo, son de Yangzhou, al igual que Jiang Zemin, el actual presidente de China.
Wang Duo y Liu Ting tenían una casa tradicional en un suburbio al oeste de Yangzhou, cerca del lago Shouxi. Siglos de dragados, plantaciones de jardines y bosques han transformado el lago en uno de los más bellos de China.
Durante su ausencia la casa había sido vigilada y cuidada por una pareja de ancianos, así que estaba limpia y ordenada cuando regresaron. Aunque todo lo que había en la casa era viejo, se respiraba un agradable aire de escuela. Apenas llegaron a Yangzhou, Wang Yue y Shilin cayeron en cama con mucha fiebre. Liu Ting estaba muy preocupada y llamó con urgencia al herborista chino, que diagnosticó conmoción y resfriado a causa del cansancio, y prescribió un tratamiento de hierbas que Liu Ting preparó con dedicación.
Wang Yue y Shilin se recuperaron en un par de semanas, pero Shilin ya no era la misma y empezó a esconderse detrás de los mayores cuando la familia Wang la llevaba a visitar a los niños del vecindario. Wang Yue creyó que Shilin padecía los efectos colaterales de la huida de Nanjing pero que pronto se recuperaría.
Poco tiempo después Liu Ting dijo a Wang Yue:
– Mi marido dice que eres buena con el lápiz. Si quieres, puedes quedarte y ayudarnos con el trabajo de oficina. Podrás llamarnos tío y tía y a Guowei hermano mayor. También te ayudaremos a cuidar de Shilin.
Wang Yue estaba muy agradecida y aceptó enseguida.
El clima político en Yangzhou era mucho menos cargado que en las grandes ciudades. La gente de Yangzhou no era fanática de la política y la tradición cultural allí dictaba que todo el mundo debía poder vivir y trabajar en paz. La bondad y sinceridad de la familia Wang ayudó a Wang Yue a dejar atrás el terror de lo vivido.
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