Chris Bohjalian - Doble vínculo

Здесь есть возможность читать онлайн «Chris Bohjalian - Doble vínculo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Doble vínculo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Doble vínculo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Mientras Laurel Estabrook practica ciclismo en una carretera solitaria, sufre el ataque de unos hombres que tratan de violarla, pero, por suerte, consigue aferrarse a su bicicleta y salvarse de milagro. Sin embargo, el choque emocional es muy fuerte y a Laurel le cuesta recuperarse, por lo que empieza entonces a trabajar en la entidad gubernamental BEDS, dedicada a buscar alojamiento a los sin techo. Cuando parece que su trabajo puede ayudarle a encauzar su vida, se produce la muerte de uno de los indigentes, Bobbie Croker.
Al limpiar las dependencias de Bobbie, aparece una caja llena de fotografías y negativos. Laurel es la encargada de restaurar las fotografías para organizar un homenaje al fallecido y Bobbie Croker resulta ser un fotógrafo lleno de talento por cuyo trabajo ella se apasiona. Pero la joven hace un descubrimiento que le hiela la sangre: entre las fotografías aparece la de una chica montada en bicicleta y que bien podría ser ella el día en que fue atacada.
Empieza entonces a investigar el pasado de Bobbie y a recrear su historia para olvidar su propia experiencia.

Doble vínculo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Doble vínculo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Serena observó a un par de camareras que charlaban en la barra sin haberlas atendido.

– ¡Joder! -exclamó con una sonrisa-. Si ofreciera este servicio donde yo trabajo, me despedirían.

Por fin, una de las camareras las atendió y Laurel pidió una ensalada mixta y un refresco sin azúcar. Todavía se sentía pesada debido al copioso desayuno que había hecho.

– La ensalada de huevo al curry ¿es fresca? -preguntó Serena.

– Mucho -respondió la sonriente camarera, una chica delgada como un palo, que parecía demasiado joven para trabajar en un sitio como ése. Serena decidió probarla.

Estaban rodeadas de hombres y mujeres de negocios cuyas oficinas daban al lago y turistas de visita en Burlington. Hablaron del trabajo, y Serena le contó cosas de su novio. Salía con un chico que trabajaba en el turno de noche de una fábrica de helados en Waterbury, pero acababa de solicitar un puesto en el departamento de marketing. Serena pensaba que tenía posibilidades porque era listo, y en la empresa estaban más interesados en buenas ideas que en buenos currículos. Además, tenía mucha experiencia en el sector de los helados. Laurel le habló de su relación con David, y no se sorprendió cuando Serena le comentó:

– Es algo pasajero, ¿no?

Laurel pensó que parecía disgustada por el hecho de que saliera con un hombre mayor.

– Sí -contestó-, algo así.

Finalmente, Laurel sacó el tema de Bobbie Crocker. Le contó a Serena que, después de su muerte, habían encontrado unas fotos del club de campo en el que ella pasó gran parte de su juventud. También le dijo que creía que el viejo Bobbie había crecido rodeado de riqueza en una mansión que quedaba al otro lado de la bahía, y le pidió que le contara otra vez la historia de cómo lo había conocido.

– Pues estaba muy claro que no tenía adonde ir -dijo Serena-. A ver, se supone que tenía que estar en algún sitio. En el hospital psiquiátrico no te abren la puerta y te dicen: «Vuela libre, pajarito». Llevo demasiado tiempo viviendo en Waterbury como para saber que controlan bien a todos los pacientes. Supongo que tendría un permiso para ir a algún sitio, o que le habrían dejado salir acompañado de alguien, pero él no era capaz de decirme adonde o con quién. O quizá no quería, ¿quién sabe? Ni tan siquiera pudo decirme cómo había llegado hasta Burlington. ¿En autobús?, ¿haciendo dedo? No tengo ni pajolera idea. Lo cierto es que con esta gente sólo hace falta un pequeño soplo para que se derrumben y dejen de tomar su medicación. Pero me cayó bien y pensé que, con un poco de ayuda, podría arreglárselas por sí solo. No me parecía que necesitase estar en un hospital, no constituía un peligro para nadie. Por eso lo llevé a BEDS. En la cafetería hablo con suficientes policías como para saber qué es lo que ellos habrían hecho.

Serena se recostó en el respaldo de la silla y estrechó las manos tras la cabeza.

– ¿Qué fue lo que te gustó de él? -le preguntó Laurel.

– Oh, pues que era muy agradable. A ver, se pasaba todo el rato ofreciéndome ayuda, era una locura.

– ¿Cómo es eso?

– Bueno, se ofrecía para llamar personalmente a directores de compañías discográficas para hablarles de mí. Le repetí mil veces que yo no cantaba, pero no sirvió de nada. No paraba de decir que había un montón de directores de compañías discográficas que le debían favores, y que con sólo una llamada de teléfono podría conseguirme un contrato. ¿Sabes por qué lo hacía? Porque yo le servía raciones generosas de ensalada de col y a veces le dejaba repetir gratis. ¡Por eso! A ver, este señor llegaba y apenas tenía dinero para pagarse un sandwich de queso. Sin embargo, aunque estuviera muerto de hambre, era muy divertido, ya sabes. Una noche apareció contándome chistes de esos de «Se abre el telón…» sobre mendigos, o sobre cuántos indigentes hacen falta para cambiar una bombilla. Y claro, como normalmente no tenía dinero, me daba consejos de propina. «Ahí tienes tu propina, decía: Al que madruga Dios le ayuda.» Estaba un poco pasado de moda, pero era muy dulce. Por desgracia, no me decía dónde se supone que debía estar. Ése era el problema. No tenía ni idea de dónde dormía antes de terminar en la calle.

– Es cierto -dijo Laurel-. Debió de haber algún lugar en el período que pasó entre el hospital y BEDS. Está claro que, antes de nosotros, le debieron de dejar a cargo de alguien.

– Yo le preguntaba todo el rato dónde vivía -dijo Serena, encogiéndose de hombros-. Al final, él siempre terminaba restregándose los ojos con fuerza, como un niño, ¿sabes?, con los puños, y me contestaba que estaba seguro de que iba a pasar la noche en el mismo sitio en el que lo hizo el día anterior.

– Y eso, ¿dónde era?

– El cuarto de calderas de ese hotel que queda en lo alto de la colina. Un triste lugar para acabar tus días. No sé cuánto tiempo durmió allí, pero me negué a que pasara una noche más en ese sitio.

La camarera les trajo las bebidas y durante un momento permanecieron en silencio. Laurel contempló cómo Serena desenvolvía su pajita del papel.

– Así que nos lo trajiste -dijo Laurel.

– Eso es. Y no pareció importarle. Ya sabes, siempre dicen que los indigentes se resisten a abandonar las calles. Yo misma soy un ejemplo de ello, pero él estaba más feliz que unas castañuelas.

– ¿Era consciente de adonde le estabas llevando?

– ¡Pues claro! Sólo quería que le asegurasen que nadie iba a quitarle su petate. Le pregunté qué llevaba dentro que fuese tan importante y me contestó que sus fotos.

– ¿Cuándo lo volviste a ver?

– ¡Buf! Mucho antes de que muriera. Una vez, su asistente social, una mujer llamada Emily, creo que la conoces, me lo trajo al restaurante para que pudiera darme las gracias. Fue muy amable por su parte. Y otra vez lo vi en la vigilia que organizáis en Church Street antes de Navidad. Ya sabes, la marcha en la que decís los nombres de los vagabundos.

– ¿Estuviste allí? -Laurel sonrió-. ¡Qué pena que no te vi!

– Pues sí, estaba entre la gente. Me dio mucha vergüenza decir un nombre en la iglesia, pero participé en la marcha con mi velita. ¡Joder! Mira lo que hicisteis por mí, os lo debo.

– Bueno, si recuerdo bien, sólo estuviste una semana y media en el albergue. No fue para tanto lo que hicimos.

– Pero durante esa semana y media yo necesitaba un sitio como fuese -dijo Serena con firmeza, mirando a los ojos a Laurel con una intensidad que la sorprendió.

– ¿Alguna vez te habló Bobbie de su hermana?

– ¿Su hermana? No sabía que tuviera una.

Laurel hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

– No la vi en su funeral. ¿Está viva?

– Sí.

– ¿La conoces?

– Un poco. La conocí la semana pasada.

– ¿También está un poco chirlada?

Laurel se lo pensó un instante antes de contestar:

– No, no lo está. Por lo menos, no como Bobbie. En realidad, es bastante desagradable.

– Supongo que Bobbie y ella no estaban muy unidos.

– No, para nada. ¿Alguna vez mencionó él que tuviera familia?

– Nunca -dijo Serena con tono serio, como intentando evocar en su mente alguna familia para Bobbie Crocker-. Ni una palabra.

– Háblame de la primera noche que apareció en el restaurante. Intenta recordar… Cuando le preguntaste si tenía algún sitio adonde ir, ¿te dijo algo más?

Les trajeron la comida, y Laurel pudo ver cómo Serena hacía memoria para repasar aquella noche de agosto en la que Bobbie apareció en la barra con su hatillo y un puñado de monedas.

– Déjame pensar -murmuró. Su ensalada de huevo tenía el color anaranjado del curry y estaba servida como una bola de helado sobre una hoja de lechuga-. ¿Sabes? Puede que dijera una cosa importante.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Doble vínculo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Doble vínculo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arturo Fontaine - La Vida Doble
Arturo Fontaine
Chris Bohjalian - Midwives
Chris Bohjalian
libcat.ru: книга без обложки
Chris Bohjalian
Chris Bohjalian - Skeletons at the Feast
Chris Bohjalian
Chris Bohjalian - The Night Strangers
Chris Bohjalian
Chris Bohjalian - Secrets of Eden
Chris Bohjalian
Robert Heinlein - Estrella doble
Robert Heinlein
Christopher Bohjalian - The Double Bind
Christopher Bohjalian
Michael G. Brown - Vínculo sagrado
Michael G. Brown
Hugo Egido Pérez - El vínculo que nos une
Hugo Egido Pérez
Отзывы о книге «Doble vínculo»

Обсуждение, отзывы о книге «Doble vínculo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x