David Solar - El Último Día De Adolf Hitler

Здесь есть возможность читать онлайн «David Solar - El Último Día De Adolf Hitler» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Último Día De Adolf Hitler: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Último Día De Adolf Hitler»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

30 de abril de 1945. Diez días después de cumplir 56 años, Adolf Hitler, doblegado por el desastre en el que sumió a la todopoderosa Alemania, asediado por las fuerzas soviéticas que se acercan a su última guarida, pone fin a su vida con un disparo de revólver, escondido en su búnker bajo las ruinas de la Cancillería, junto a Eva Braun. En este riguroso y documentado texto, David Solar desgrana minuto a minuto las últimas 36 horas de vida de Hitler. Ante el cataclismo final del que fuera su imperio, se apresta a vivir sus últimas horas: se casa con su amante Eva Braun después de quince años de relación; dicta sus testamentos, privado y político, se desespera de rabia e impotencia y, tras algún asomo de esperanza, se resigna a morir. El autor analiza en esta minuciosa reconstrucción los antecedentes biográficos y el contexto histórico, nacional e internacional, que permitió la llegada de Hitler al poder.

El Último Día De Adolf Hitler — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Último Día De Adolf Hitler», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Finalmente, se llegó al gran tema del día y fue el propio Hitler quien se levantó a exponerlo, en medio de una salva de aplausos y gritos de Sieg, Heil! Sieg, Heil! El Führer no estuvo especialmente inspirado, pese a las reacciones entusiásticas de los suyos. Era la primera vez que hablaba en el Parlamento y se limitó a los lugares más comunes de su arsenal dialéctico: los funestos errores de la República de Weimar, el peligro comunista, la conjura abortada y cuya manifestación más clara era el incendio del Reichstag , la excelencia del nacionalsocialismo en el que se encarnaba la superioridad aria, la necesidad de un jefe carismático, etcétera. Hubo un descanso. Los partidos de la oposición se reunieron para sopesar sus fuerzas: para sacar adelante la Ley de Plenos Poderes necesitaban los nazis dos tercios de la cámara y les sería difícil conseguirlos, aunque no era tarea imposible. Por tanto, ofrecieron a Hitler su apoyo siempre que, previamente, retirara la supresión de los derechos individuales de los decretos del 28 de febrero. Hitler y Goering se comprometieron a entregar una carta a cada portavoz de partido con ese acuerdo. Cuando se reanudó la sesión, las cartas no habían llegado. Goering les aseguró que ya habían sido enviadas, pero se retrasaban porque los mensajeros tenían ciertos problemas para entrar en el edificio debido a la aglomeración de gente. Comenzaron las votaciones y Goering volvió a asegurarles que en cuestión de minutos tendrían en sus manos las cartas prometidas por Hitler. Quince minutos después se había votado y los sufragios estaban contados: 441 votos positivos y 94 negativos: Hitler acababa de ser investido dictador. La carta prometida no llegó nunca y los derechos individuales jamás fueron restituidos. Los demócratas alemanes aprendieron aquel día que, aparte de la violencia, la falta de escrúpulos, el autoritarismo, el antisemitismo y antimarxismo, también se hallaban entre las características esenciales del nazismo la mentira y el engaño. En aquel resultado tuvo notable influencia la postura de Ludwig Kaas, jefe del partido de Centro, con cuyo apoyo, al parecer, ya contaban los nazis antes de que se iniciara el acto. Si la República de Weimar llevaba años agonizando, el día que Hitler llegó a la Cancillería se murió y el 23 de marzo, tras la concesión de plenos poderes, fue enterrada.

OPERACIÓN CONCORDATO

La claudicación del Centro, presidido por el sacerdote Ludwig Kaas, ante Hitler es uno de los asuntos más controvertidos en la conquista nazi del poder absoluto. El elegante Kaas, conocido como El Prelado por su empaque, era experto en Derecho Canónico y diputado en el Reichstag . Había conocido a Eugenio Pacelli en 1920, cuando éste llegó a Berlín como nuncio y comenzó a negociar la firma de un concordato con la derrotada Alemania. En 1928, Kaas se convirtió en el jefe del partido de Centro, parece que alentado por su amigo y mentor, el cardenal Pacelli, que dos años más tarde se convertía en secretario de Estado del Vaticano, es decir, en el jefe de la diplomacia de la Iglesia. Desde entonces fue continua la presencia de Ludwig Kaas en la residencia vaticana del secretario de Estado, hasta el punto de parecer que desde allí se dirigía la política del Centro alemán.

Para nadie era un secreto que Eugenio Pacelli estaba obsesionado con la firma de un concordato con Alemania, que no había podido negociar en los años veinte, cuando fue nuncio en Berlín, y que tampoco había podido sacar adelante a comienzos de los treinta, cuando accedió a la Secretaría de Estado, coincidiendo con la designación de un católico, Heinrich Brüning, como jefe del Gobierno alemán.

John Cornwell, el historiador que con mayor detenimiento ha estudiado la figura de Pacelli en relación con el nazismo, en su polémica obra El Papa de Hitler destaca, al referirse a la claudicación del Centro alemán, que Pío XI y su secretario de Estado, el futuro Pío XII, aborrecían el comunismo y el socialismo, no sólo por su materialismo, sino, sobre todo, a causa de las persecuciones efectuadas contra los católicos en la URSS y en México. Por eso se oponían a la participación de los católicos, como tales, en política y, más aún, a la colaboración de los partidos etiquetados como católicos con los socialistas. Pío XI había presionado al Partito Popolare italiano -mayoritariamente católico y presidido por el sacerdote Luigi Sturzo- en 1924 para que no uniera sus fuerzas a los socialistas en el intento de frenar a los fascistas de Mussolini. Cinco años después, en 1929, tras la firma del Pacto Lateranense -que ponía fin al contencioso entre el Papa y el Estado italiano- forzó la disolución del Partito Popolare , lo que eliminó el último obstáculo para el poder omnímodo de Mussolini.

Algo similar planeaba el cardenal Pacelli para Alemania. No tenía simpatía por los nazis -cuyo racismo, totalitarismo y violencia habían sido condenados reiteradamente por el episcopado católico alemán- pero le parecían aliados aceptables contra el empuje comunista, siempre que respetaran las instituciones católicas y sus prerrogativas en materia de enseñanza: de ahí su enorme interés en la firma de un concordato.

En los años anteriores al acceso de Hitler al poder, durante los gobiernos del católico Brüning, Pacelli le presionó para que firmara ese concordato, negándose el canciller porque, en plena crisis económica, no deseaba introducir un nuevo motivo de conflicto en Alemania. El concordato que pretendía el secretario de Estado era tan ventajoso para la Iglesia católica que hubiera soliviantado a la mayoría protestante del país. En las discusiones mantenidas entre Pacelli y Brüning durante una visita de éste al Vaticano, en agosto de 1931, el cardenal le llegó a pedir que el Centro se acercara a los nazis, que en las elecciones del año anterior habían conseguido 107 diputados y constituían la fuerza emergente más importante del país.

En sus memorias, Brüning confesaba:

«Le expliqué que, hasta entonces, todos los intentos honorables de llegar a un acuerdo con la extrema derecha en beneficio de la democracia habían fracasado. Pacelli no comprendía la naturaleza del nacionalsocialismo. Por otra parte, aunque los socialdemócratas alemanes no eran religiosos sí eran, al menos, tolerantes. Pero los nazis no eran ni religiosos ni tolerantes». Pese a la franca exposición, el canciller no logró convencer a Pacelli, tanto que confesaría en sus memorias -siempre, según las citas tomadas de John Cornwell- que creía que el Vaticano «se encontraría más a gusto con Hitler que con un devoto católico como yo».

Tras la caída de Brüning, en mayo de 1932, y del éxito electoral nazi en aquel verano, Pacelli reiteraría sus esfuerzos para que el Centro -con el 16,2 por ciento de los votos- se acercara a Hitler, pese a que el episcopado alemán redoblaría en los meses siguientes sus denuncias contra el NSDAP, cuyo único dios era Hitler y cuyo violento y racista ideario consideraba no solamente contrario a la doctrina evangélica sino, también, muy peligroso para la democracia, la libertad y los derechos individuales. Pero Pacelli, obsesionado por el peligro de bolchevización de Alemania, pese a que entonces los comunistas apenas contaban con el 14 por ciento de los votos, contemplaba aquellas condenas como la miopía de un clero al que los árboles le impedían ver el bosque. Él trataba de los grandes intereses globales de la Iglesia y no de minucias locales. Puesto que no fue posible al acuerdo del Centro con los nazis, él proseguiría buscando el concordato, negociándolo con ellos.

Después del acceso de Hitler al poder y de las mencionadas elecciones del 5 de marzo, el Centro mantuvo una posición sólida, con el 14 por ciento de los votos. El apoyo de sus diputados le interesaba a Hitler a la hora de hacer aprobar la Ley de Plenos Poderes, pero mucho más le importaba aún el dominio de los 23 millones de católicos, de sus múltiples organizaciones y la neutralización de sus más de 400 publicaciones periódicas… El astuto líder nazi advirtió enseguida que todo eso lo iba a tener mediante una sola y redonda operación: el concordato. Aunque no existen documentos que prueben un acuerdo previo de Ludwig Kaas y Hitler para que el Centro apoyase la Ley de Plenos Poderes a cambio de la firma del concordato, las memorias de Goebbels lo dan a entender y los hechos así se produjeron.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Último Día De Adolf Hitler»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Último Día De Adolf Hitler» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Último Día De Adolf Hitler»

Обсуждение, отзывы о книге «El Último Día De Adolf Hitler» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x