Fernando Marías - Todo el amor y casi toda la muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Fernando Marías - Todo el amor y casi toda la muerte» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Todo el amor y casi toda la muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Todo el amor y casi toda la muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Primavera de Novela 2010.
Una novela sobre la fuerza del deseo y la oscuridad de los sentimientos que redefine la literatura amorosa y el thriller psicológico a través de las historias de dos hombres unidos por una misma maldición.
Principios del siglo xx: Gabriel, infortunado poeta itinerante, vive atrapado en la pasión por una mujer que no existe, y tal obsesión condicionará su amor por Leonor, mujer de carne y hueso cuyo destino está trágicamente unido al del atormentado indiano Tomás Montaña.
Principios del siglo xxi: Sebastián, un hombre corriente en el punto de mira de una terrorífica banda criminal, se ve obligado a hacerse desaparecer a sí mismo para luego renacer bajo una identidad falsa. Pero no podrá superar el deseo que, como una condena a muerte, lo atrae sin remedio hacia Vera, insólita femme fatale que desapareció misteriosamente de su vida tiempo atrás.

Todo el amor y casi toda la muerte — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Todo el amor y casi toda la muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los treinta y tantos euros sueltos que llevaba en el bolsillo, los últimos legítimamente suyos, fueron los que decidieron el hotel en que se hospedó. Se resistía a abrir en público la bolsa, y al iniciar la huida no había tenido la previsión de coger dinero en efectivo. Temía a esa masa de billetes, a todos y cada uno de ellos, como si pudieran hablar y delatarle. Todos podían traerle la muerte lenta. Todos y cada uno de ellos. Llevo conmigo seis millones de traidores. Tras preguntar en distintas pensiones, eligió la única que podía pagar por adelantado con el billete de veinte, el billete de diez y las monedas sueltas, y en la recepción, el gesto mínimo de mostrar su carné de identidad, tantas veces realizado en su ahora casi extinta vida anterior, desencadenó un terremoto interior. No puedo usar mi nombre auténtico. Ahí, en ese instante, resolvió que nunca más lo volvería a hacer. Y por ello, cuando entró en la humilde habitación y echó el pestillo, y probó a trabar la puerta encajando una silla inclinada bajo la cerradura, y la volvió a quitar sintiéndose ridículo por haberla colocado allí o tal vez porque el gesto contenía una aceptación física, real, de que lo estaban persiguiendo, y cuando se desnudó y entró en la ducha tras depositar la bolsa con el dinero junto a la bañera y bien a la vista, y puso sobre el lavabo, lo más cerca posible de su mano, el arma que ignoraba cómo utilizar caso de tener que hacerlo, y se abandonó por un instante al placer del agua caliente, dedicó el primer pensamiento a buscar el nombre nuevo que había de adoptar cuanto antes. El cuerpo comienza en el nombre. Es lo primero que tenemos tras nacer, fuera del cuerpo desnudo cubierto de sangre. Y por ello había dedicado las horas siguientes a buscar un nombre nuevo para él, para ese fugitivo que nacía adulto en el baño de una pensión de Madrid. Cada poco, la tarea en apariencia sencilla adquiría una dimensión descomunal, que lo derrumbaba. ¿Era todo este desorden verdad?, se preguntaba cada poco. ¿En serio él, un hombre que hasta sólo dos semanas antes se hallaba deprimido por el monótono fracaso de su vida, estaba efectivamente empeñado en buscar un nombre nuevo para burlar a los hombres del serrucho y el alfiler? Fue entonces, mientras miraba por la ventana hacia la calle, hipnotizado por el neón verde de letras muertas, cuando lo había sorprendido, repentino y feroz, el pitido del móvil.

Ante su latido mudo de parpadeos rojos sigue ahora ensimismado, paralizado, aterrorizado. Tienen mi número. Vera se lo dio. ¿Cómo la habrán obligado? Esa opción implica que ella lo ha traicionado, pero también que sigue viva. ¿Y si es ella? Extiende la mano hacia el móvil. ¿Y si son ellos? Tal vez sea una llamada del banco, o de publicidad, alguna nimiedad semejante… Pero ¿y si son ellos?

Vuelve a parar la mano en el aire, y cuando cae en la cuenta de que ha realizado por tercera vez el gesto, comprende también que la única manera de no desquiciarse es escuchar el mensaje. Se vuelve a ver a sí mismo en el espejo, un hombre calvo que pulsa la tecla del buzón y se lleva ansiosamente el aparato al oído. Debe hacer un esfuerzo para que los latidos del corazón no se impongan sobre la voz metálica de mujer que anuncia con amabilidad excesiva el mensaje nuevo. La pausa, eterna, forma en su mente un interrogante absurdo que no llega a formular, aunque tampoco sea capaz de dejar de pensarlo: ¿Estás ahí? ¿Podrías ser tú? En el silencio sucio que anuncia el comienzo del mensaje flota por un momento el rumor casi inaudible de lo que podría ser una garganta absorbiendo aire. Estás ahí… La respiración del otro lado de la línea crece, abarca espacio sonoro como si buscara valor para decidirse a hablar, y por fin suena la voz. Pertenece a un hombre. Humberto, deduce en el acto. ¿Quién si no? Sebastián traga saliva al imaginarlo jugueteando con un alfiler en la mano, mientras, hace apenas unos segundos, grababa el mensaje que él escucha ahora.

– Sebastián Díaz -comienza pausadamente, pero su parsimonia tiene cuchillas entre las sílabas. Así que ésta es la voz de Humberto-. De Padrós se llevó usted algo que no le pertenece. Sería conveniente que lo devolviera. Llamaré hasta que me atienda. Le conviene hacerlo. Porque también… También quiero que hablemos de Vera.

Y al pronunciar ese nombre la voz del verdugo se ha vuelto insegura, casi rota, humana. ¿Amorosa… a punto de echarse a llorar? En la primera mitad de una décima de segundo, el inconsciente de Sebastián vislumbra una idea que su razón, en la segunda mitad del mismo segundo, emborrona y arroja al olvido: la posibilidad de que Humberto siga todavía enamorado de Vera, a pesar de todo. Ella había olvidado su vieja relación hacía mucho, y lo odiaba, según explicó mil veces. Pero ¿y él? ¿Quién dijo nunca que había dejado de amarla? Fin del mensaje. El silencio de la habitación, de nuevo protagonista, parece un ser vivo que repta sobre la moqueta sucia, al acecho, volviendo a dibujar en el aire la cuestión acuciante. ¿Cómo es que Humberto tiene mi móvil? El silencio se convulsiona de repente, removido por algún sonido cotidiano de la habitación contigua, y Sebastián se apresura a empuñar el revólver. No hay amenaza definida, pero sostener con la diestra sudada el arma que no sabe manejar le otorga protección y seguridad, y poco le importa que sean falsas. Tiene el número porque se lo dio Vera… Del móvil que aún sostiene en la zurda, a la altura del muslo, surge otra vez el susurro metálico femenino. Sebastián se acerca el aparato al oído.

– … siete mensajes de voz guardados… -termina de informar la voz. Y cae de pronto en la cuenta de que tienen que ser los mensajes de Vera. Él no los borró en ningún momento, seducido por la tentación de atesorar esas fetichistas cápsulas, pero la posibilidad de que ahora surjan literalmente desde el más allá lo sitúa con los pies sobre el abismo. Le atrae la idea de escucharlos. Tu voz, tu risa, un instante de paz falsa… Para eludir el impulso, corta la comunicación a toda prisa y arroja el móvil sobre el colchón, al otro extremo de la cama. ¿Cómo pudiste darles mi número, Vera? ¿Es que te torturaron? ¿Es que estás en sus manos? ¿Viva? La angustia, como si fuera una dolorosa estructura mecánica adherida a su esqueleto, le obliga a ponerse en pie, a dar zancadas absurdas aquí y allá, repitiéndose mientras se frota las manos que debe ordenar los pasos a seguir. Huir sigue siendo la prioridad y la única ley, y la lucidez que ha sido necesario convocar para constatarlo le regala inesperadamente ese nombre nuevo que está buscando. Porque ve justo entonces, al recalar ante la ventana en su epiléptico deambular, el neón que al otro lado de la calle anuncia un local de copas. Sus dos primeras letras están apagadas, definitivamente muertas, y las demás parpadean a intervalos agónicos, anunciando el chispazo que las arrojará sin retorno a la oscuridad. Sebastián siente una ternura histérica por esas moribundas letras de neón. También a mí me queda poco, piensa que le gustaría decirles. Y las letras le hablan, al menos las dos letras apagadas; son ellas, con su muerte eléctrica a cuestas, las que le sugieren el camuflaje mínimo, pero acaso efectivo, de cercenar la primera sílaba de su nombre.

Sebastián sin la ese y la e… Bastian.

¿Por qué no? Parece un nombre francés. Mejor como apellido. Bastian, cuando ellos buscan a Díaz… Sí, ¿por qué no?

Decide que Bastian está bien, que no va a darle más vueltas. Pensar más en ese asunto se le antoja traicionar a las generosas letras moribundas de neón, y adopta el nombre con irresponsabilidad casi alegre, infantil. Todavía hay zonas de su cerebro a salvo del trauma de la irreversible realidad acontecida, apacibles lagunas neuronales no anegadas por el maremoto que representa la bolsa de billetes. Bastian… Y por nombre de pila el más simple y antiguo de todos, tan masivamente utilizado que su misma vulgaridad será el más tupido camuflaje: Juan. Sí, ¿por qué no? Juan Bastian…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Todo el amor y casi toda la muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Todo el amor y casi toda la muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Todo el amor y casi toda la muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «Todo el amor y casi toda la muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x