Ramón Sender - Siete domingos rojos

Здесь есть возможность читать онлайн «Ramón Sender - Siete domingos rojos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Siete domingos rojos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Siete domingos rojos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Siete domingos rojos (1932) es una de las primeras novelas de Ramón J. Sender (1901-1982) y también una de las más vigorosas de su extensa producción. Con abundantes dosis de reportaje, con no pocos ingredientes extraídos de su propia circunstancia personal, el autor traza las líneas maestras del anarquismo español en el periodo republicano, Samar, el protagonista, recuerda al propio Sender tanto por la pasión con que se inmiscuye en las luchas sociales de su tiempo como por el afán reflexivo mediante el que pretende distanciarse del torbellino de la historia para entenderlo mejor. Conviene recordar que hasta ahora no se había reeditado la primera versión de la obra. En los años setenta, fue publicada en varias ocasiones pero siempre con importantes modificaciones con respecto al texto original, como bien pone en evidencia la presente edición crítica.

Siete domingos rojos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Siete domingos rojos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Muy bien, Star.

Yo aseguro el gallo debajo del brazo y pienso que si no fuera por mí lo hubieran detenido. Pero esto no lo digo porque ya sé que cuando una persona está agradecida no hay que hacer resaltar los motivos de gratitud. Ser anarquista no quita para que una se fije. A los guardias yo no los tomo en serio, porque suelen ser buenos mozos y llevan un traje gris y un correaje amarillo. Ahora, que en lugar de servir al Estado me gustaría que sirvieran a la FAI y que nosotros fuéramos burgueses y nos hubieran detenido y machacado la cabeza. Eso tampoco lo digo porque es una estupidez, y si el pensamiento es libre y a veces es tonto no siempre se debe decir lo que se piensa. Miro a Samar de reojo y él no se da cuenta. Va pensando cosas profundas y está muy lejos de mí y de esto. Yo tengo ganas de cantar y aunque cante no se entenderá. El Sol saca brillo de las jícaras de los postes del telégrafo y las golondrinas pasan rozando con el ala las latas de un vertedero.

Pero Samar me dice que mañana por la mañana debo entrar en el cuartel de Artillería y dar unas hojas de propaganda a un soldado que está ya de acuerdo con nosotros. Eso es imposible en estado de guerra porque las tropas están acuarteladas y no entra nadie como no sea con permiso del coronel.

– No importa. Tú tendrás ese permiso. Entrarás con una olla, que irá llena de manifiestos y te dirigirás a las cocinas. Te saldrá al paso un soldado. Le das la olla y esperas que te la devuelvan. Luego sales como si volvieras de coger rancho.

Bien está el plan si sale así. En todo caso, si me atrapan soy menor de edad, mujer, y además digo que no sabía lo que iba dentro. Seguimos andando. La Ronda se ensancha en la desembocadura de una gran avenida. Sube por allí un furgón automóvil a toda marcha. Es del servicio del hospital y lleva encima una cruz. Pasa por delante de nosotros a toda velocidad y se pierde hacia el cementerio del Este. Samar se detiene y se queda mirándolo.

– Probablemente -dice- va ahí tu padre.

Yo lo oigo como si de pronto me dijeran que se desgajaba el universo encima de nosotros y me lo dijeran cantando y con una dulce música. Lo veo, a Samar, entristecido por esa idea y para consolarlo le digo que a lo mejor mañana a esta misma hora es él quien pasa en el mismo furgón y con la misma dirección. Parecerá mentira, pero eso le consuela y hace que le quite importancia al recuerdo de mi padre. Samar sonríe y se queda mirándome. Le debo parecer bonita. No se decide a decírmelo pero yo lo adivino. Él se da cuenta de que lo he adivinado, y como quien cierra los ojos y se tira al agua me dice:

– No quisiera marcharme sin haberte dado un beso.

Yo me detengo, me pongo de puntillas y le ofrezco los labios. Entonces me coge la cabeza con las manos y me besa. No sé qué ha ocurrido que he soltado al gallo y se me ha escapado. Me separo y voy corriendo a buscarlo. Entre los dos lo cogemos. Seguimos andando. Por la Ronda no pasa nadie. A un lado está sin edificar, Samar me dice:

– ¿Y si no me matan hoy?

No piensa en las balas, sino en otro género de muerte que yo no entiendo. Soy bastante aguda para adivinar lo que no se dice, pero a veces sin duda soy muy joven y no tengo experiencia de la vida, veo cosas obscuras que no puedo explicar.

– Si no te matan hoy -le digo-, mejor. Así verás en qué acaba todo esto.

Pero no me contesta. Samar está enfermo, muy enfermo.

Yo lo curaría si se dejara, pero no es de los que se dejan. Me arrastraría con él yo no sé adonde. Le pregunto:

– ¿Por qué me has besado?

Se encoge de hombros y sigue andando.

– ¿No lo sabes? -insisto.

Calla, le arranca al gallo una pluma del rabo y se la pone en el ojal de modo que sólo se vean los últimos dos centímetros. El gallo ha dado unas voces como si lo asesinaran y yo me lo cambio de brazo. Vuelvo a preguntarle y me contesta de mala manera. En vista de eso, me callo. Pero yo lo curaría. Ese beso que me ha dado me ha revelado el secreto. Ya lo creo que lo curaría. ¿Cómo? No lo sé. Estando a su lado. Si me arrastrara consigo no me importaría. Y si nos estrellábamos al final, tampoco. Sólo al pensarlo siento que la cabeza se me va como cuando bajaba por la pendiente última en las montañas rusas… ¡Quién sabe! Aquella carta que leí tenía algo de despedida. ¡Pero yo no puedo ir callada!

– ¿Quieres mucho a tu novia?

– Sí.

– Eres un podrido burgués.

– Puede que tengas razón.

Lo ha dicho tan desesperado que no me atrevo a seguir hablándole. Pero lo miro de vez en cuando. A ver si acierto lo que piensa. Desde pequeño ha leído y ha vivido mucho y ha sido feliz cambiando de mujer a menudo, y sin pensar en ellas más de diez minutos cada semana, porque aunque estuviera a su lado no pensaba en ellas, como le pasa ahora conmigo. Era feliz y tenía ya una serie de cosas pensadas en las que apoyaba su felicidad. Y decía -porque eso lo dice aún, con un gesto, sin hablar.

– Bueno. ¿Qué más da? Todo es estúpido y sucio y ruin, pero yo escojo lo mejor y lo disfruto y aun me queda un remanente en el fondo del alma para mí solo. Así pasaba por entre las gentes muy fino y muy atento, sonriendo con piedad o con esa simpatía que debe tener el médico por el niño enfermo. Claro que estaba un poco por encima o al margen de esas cosas y que no las quería.

– ¿Y tú -me pregunta- ¿Eres feliz?

– ¿Yo? ¿Qué quieres decir con eso?

Ahora piensa algo más complicado, que no sé qué es. Desde luego ese pensamiento le viene de lo mismo, pero tampoco él lo sabría explicar, como me ocurre a mí cuando pienso lo que sería el mundo antes de que existiera el mundo. Quiero pensar y representarme el pensamiento y no puedo. Algunas veces me mareo. También él piensa alguna de esas cosas que marean. En el amor antes de que existiera el amor, por ejemplo. -¿Dónde la conociste? -le pregunto. Contesta como si hablara solo:

– Fui al colegio para cumplir el encargo de unos parientes que tenían allí una niña. Coincidí en la sala de visitas con el coronel García del Río y su esposa, conocidos de mi familia. Nos saludamos y las monjas nos llevaron a una ventana desde donde se veía a las pequeñas dedicadas a la gimnasia de la mañana en el jardín. Formaban, en largas hileras, un cuadrado con dos diagonales y hacían movimientos rítmicos. El amplificador de una gramola eléctrica los dirigía con la marcha de Schubert. La monotonía de aquellas actitudes daba a las chicas una gracia de muñecos mecánicos. La marcha de Schubert se proponía movilizar para una guerra de banderas azules todas las flores del jardín. Amparo estaba en el punto de intersección de las dos diagonales, en el centro geométrico -fíjate bien: geométrico-, del cuadro, del jardín y de la mañana. Si hubiera estado en un costado quizá no hubiera ocurrido nada. Me hizo una impresión muy rara. Abría los brazos, inclinaba la cabeza a un lado cerrando los ojos bajo el primer Sol de la mañana y yo me diluía en aquel aire enrarecido de infantilidad y de pureza, y sentía impulsos y energías de raíz ignorada. Nos retiramos y fueron a avisar a la pequeña. Una monja nos decía que la gimnasia era lo único que Amparo hacía a disgusto en el colegio. Apareció ella corriendo y se fue a los brazos de sus padres. Aparentaba unos catorce años. Dio un hondo suspiro y se lamentó:

– Me aburro mucho, papá.

– ¿Cómo? -se extrañaron.

Llegó otra monja. Se veía que la chica estaba con ellas a la defensiva y la inspectora de turno les dijo que en las clases de historia se distraía.

– Nos dice que es inútil que queramos hacerle comprender los parentescos de doña Juana la Loca cuando no ha podido comprender todavía los de su familia.

Al salir llevaba en los oídos la música de Schubert y el sol de mi corazón enviaba inquietos enjambres de avispas doradas al cerebro. Un coro de cabezas infantiles decía mi nombre cantando a lo largo de las avenidas y me arrojaban al mismo tiempo hojas de mirto y flores blancas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Siete domingos rojos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Siete domingos rojos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Siete domingos rojos»

Обсуждение, отзывы о книге «Siete domingos rojos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x