Claudia Amengual - La rosa de Jericó

Здесь есть возможность читать онлайн «Claudia Amengual - La rosa de Jericó» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La rosa de Jericó: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La rosa de Jericó»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La rosa de Jericó narra un día en la vida de una mujer de cuarenta y dos años que se ha vuelto poco menos que invisible para su marido y sus dos hijos adolescentes. Durante las escasas horas que van desde la mañana a la tarde, cuando toma una decisión, Elena repasa todo lo vivido y experimenta los comienzos de algo nuevo, que no puede describir pero que será la coronación de una crisis profunda que venía acompañándola y que estalla cuando un hecho le hace temer por su vida.
Claudia Amengual capta con especial sensibilidad qué significa para Elena -exponente de una cultura que desdeñó los valores y los derechos femeninos- reconocerse como una persona singular, única, con posibilidades propias, y relata su lucha por superar esa educación que sólo la preparó para servir a los demás y olvidarse de sí misma.

La rosa de Jericó — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La rosa de Jericó», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

¿Por qué no puede rezar? ¡Qué fácil sería si pudiera creer, encomendarse! Pero hace tiempo que no puede, y no es que no lo haya intentado, es que ya no se cree el asunto de la fe, así de sencillo y trágico. Si tan sólo pudiera murmurar "Padre nuestro que estás…", pero no, no siente que esté hablándole, no cree que Él la quiera y la cuide, que ella sea su hija. ¿Por qué no le da una mano? ¿Por qué no la ayuda si ella ya casi no tiene fuerzas? No, es imposible; quisiera de alma, pero no le sale, "…como también nosotros perdonamos…", tampoco, menos aún, ella no puede perdonar todo, no puede perdonar a Juan, no puede perdonar…

El aleteo de unas palomas la sobresalta. Han cruzado la nave central para posarse sobre el crucifijo del altar mayor. No hay en esto irreverencia; las palomas no saben de respeto o de fe. Para ellas, esa cruz puede ser una viga, una rama, cualquier cosa y, sin embargo, es La Cruz frente a la que tantos se arrodillan.

* * *

En su casa se hablaba poco de religión. Su madre había sido educada en un colegio de monjas, pero las detestaba. Elena nunca se había creído esta generalización. Prefería pensar que, como en todo, las habría buenas y malas y que en esto no existiría mayor diferencia con abogados, médicos, albañiles o trapecistas. Pero la religiosidad de su madre se manifestaba en otros aspectos. Asistía a misa los domingos, se confesaba una vez cada tanto, rezaba por las noches, prendía velas a una pequeña virgen que tenía sobre su mesa de luz, hacía promesas, y todo estaba fundamentado más en un miedo al castigo que en la supuesta serenidad de espíritu inspirada en el amor.

El padre de Elena, en cambio, negaba la existencia de Dios pero jamás discutía al respecto. Si se lo preguntaban, se limitaba a comentar su postura, pero no se dejaba atrapar por discusiones retóricas que para él no conducían a nada, pues, según decía, nadie lo iba a convencer de otra cosa y él no tenía el menor interés en matarle la ilusión a otros.

Así creció Elena, viviendo una fe bastante inmadura, sin asidero a la vida real, una fe de estampitas y oraciones repetidas con el mismo interés con que batía claras para el merengue. También era una fe basada en el miedo; miedo al castigo de Dios, miedo al infierno, miedo a Satanás, miedo, miedo, miedo como una forma de control. Era tan pecaminoso robar, matar o mentir, como comer caramelos antes de la comida, fingir dolor de barriga para faltar a la escuela, orinarse en la cama y, más adelante, tener pensamientos impuros o mirarse desnuda al espejo. Quizá fuera por eso que nunca tuvo claro de qué se trataba el pecado. Tampoco hoy lo tiene.

La monja que estaba en el jardín ha entrado y la observa mientras repasa con una franela marrón los pies de un santo, quita polvo de los reclinatorios y va encendiendo pequeñas velas aquí y allá. Todo lo hace sin perder de vista a Elena que parece absorta en sus pensamientos, aunque su actitud no es de persona religiosa sino más bien de alguien que ha entrado a descansar. Elena se siente observada pero finge no verla, está tan a gusto allí y hace tanto que no entraba en una iglesia… Le ha venido bien un poco de paz. Respira hondo y otra vez huele la humedad curiosamente agradable. La luz va cambiando según la posición del sol. Ahora entra por el lado de los cristales amarillos y todo se tiñe de un dorado suave que acentúa la sensación de estar en un lugar divino, a salvo del mundo. Es una pena que la monja, con su hábito oscuro y su desconfianza estropee este raro momento de silencio interior; pero allí está como para recordarle que no se deje seducir. Y, sin embargo, cómo quisiera hablar con Él, contarle lo preocupada que está, el miedo que tiene a la muerte, las ganas que le han venido de recuperar cada segundo desaprovechado. Entonces observa al Cristo triste que apenas puede sostenerle la mirada desde la cruz y deja fluir el alma a través de las palabras.

– No sé si estoy hablando sola o si me escuchas. No creas que esto es una vuelta arrepentida de pecadora en apuros; ni siquiera estoy volviendo. Pensarás que lo mío es interés y no estarás equivocado; interés y miedo, sobre todo miedo. No sé qué voy a enfrentar dentro de poco. Es claro que uno sabe que ha de morir, pero no se está preparado para la noticia inminente, el plazo prefijado. Si algo espanta la angustia ante la muerte es esa extraña fantasía en que vivimos y que nos permite ponerla siempre más lejos, como si esto pudiera evitar que algún día nos llegue. Cuando yo era parte de tu iglesia, tenía ese asunto bastante resuelto, repetía lo del Paraíso, el Cielo, qué sé yo, la cuestión es que me sacaba del lío y, como tantos, prefería atontarme con eso. Todavía creo que la vida continúa después de la muerte. No puedo decirte cómo, pero me resisto a pensar que terminamos con el último suspiro. Hacia algún lado irá nuestra energía, al menos.

"Es curioso, cuando pienso en mi muerte no me atormenta el no ver más a los seres queridos, como me sucedía cuando era chica. Entonces pensaba que no estaría más junto a mis padres y la sola idea me torturaba hasta hacerme doler la cabeza. Después recurría a las oraciones y ya me sentía mejor, como si hubiera tomado una aspirina o algo así. Lo que me asusta a esta altura es morir sin haber vivido plenamente, eso me da terror.

"En fin, dentro de un rato lo sabré todo. Dame una señal, por favor, algo que mitigue la angustia de la espera. Todavía tengo la posibilidad de no ir a esa consulta, y entonces jamás sabré, me negaré a atender las llamadas del médico, cerraré los ojos y seguiré como si nada. Pero no creo que opte por esto, me mataría la ansiedad. Si al menos creyera en tu poder divino, tendría el alivio de pedir salud, pero no tengo la fe necesaria así que, si el diagnóstico es el peor, estaré frita y a otra cosa, el mundo no se detendrá por mí.

"Espero que no te ofendas por mi falta de fe. Me sentiría hipócrita haciéndome la devota sólo por conveniencia. Además, si es que estás en alguna parte, no merecés una actuación. La monjita está mirándome como si yo fuera a salir corriendo con un santo bajo el brazo. Mejor me voy, no quisiera estropear este buen rato que he pasado en tu casa."

Se pone de pie bajo la atenta mirada de la monja que no le pierde ni un movimiento mientras finge ordenar el altar mayor. Elena atraviesa el jardín y vuelve a la calle, que la recibe con algo menos de calor.

* * *

La clínica queda a unas once cuadras. Caminará hasta allí, pero todavía tiene tiempo. Tener tiempo a una hora en la que debería estar trabajando le produce una sensación rara, y no sabe cómo disfrutarlo sin sentirse que lo está perdiendo. Desde pequeña le inculcaron que el tiempo es para aprovechar, cuanto más se haga en menos, mejor. Ahora está descubriendo esa sensación de transcurrir, y lo hace con una cierta torpeza. También descubre que, de vez en cuando, es bueno dejarse ir, sin planes, a lo que venga, abierta a las infinitas posibilidades de la vida. Entonces piensa que no existe el tiempo perdido, solo existe el tiempo vivido. Por esa senda ya no volverá a transitar, no importa cuánto se afane en regresar sobre sus pasos, ya no será la misma mujer.

Hace mucho que Elena anda cansada, no de cuerpo sino de espíritu, un cansancio demoledor. Y anda cansada porque perdió el don de la sorpresa, que es como tener baja tensión en el alma. Hoy, sin embargo, está conmovida hasta lo más íntimo, hasta sitios interiores que ni ella misma conocía, y ésta es la gran sorpresa, como si se abriera a una nueva mujer con la que ha convivido desde siempre. Tiene ganas de hablarse, de tocarse, de mirarse al espejo y hacerse preguntas. ¿Dónde has estado? ¿Hacia dónde iremos? Esta mujer que se le despereza en el interior la está removiendo, la cuestiona, la alienta, la empuja a seguir. Es como si tuviera que parirse a sí misma, de adentro hacia afuera, sacar la entraña, desempolvar la esencia, despertar, abrirse, pujar, pujar, pujar aunque duela, aunque sienta que no tiene fuerzas, pujar que se puede, pujar con los dientes apretados que no hay parto sin dolor, ni dolor con mayor recompensa.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La rosa de Jericó»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La rosa de Jericó» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La rosa de Jericó»

Обсуждение, отзывы о книге «La rosa de Jericó» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x