• Пожаловаться

Ángeles Mastretta: Arráncame La Vida

Здесь есть возможность читать онлайн «Ángeles Mastretta: Arráncame La Vida» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Ángeles Mastretta Arráncame La Vida

Arráncame La Vida: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Arráncame La Vida»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando Catalina conoce al general Andrés Asensio, todavía es una muchacha que lo ignora todo de la vida. Él, en cambio, es candidato a Gobernador del Estado de Puebla, y sabe muy bien cuáles son sus objetivos de cacique. A las pocas semanas se casan. Pero Catalina, mujer apasionada e imaginativa, descubre muy pronto que no puede aceptar el modo de vida que le impone la nueva situación y no acepta vivir sin amor.

Ángeles Mastretta: другие книги автора


Кто написал Arráncame La Vida? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Arráncame La Vida — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Arráncame La Vida», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me puse un vestido de jersey negro y abrigo de astracán. No encontré zapatos bajos. Tenia como noventa pares de zapatos y no pude encontrar unos negros cómodos. De negro sólo me vestía para ir a fiestas. Siquiera encontré unos cerrados porque con el abrigo y el frío sólo Chofi usaría sandalias. Me pinté poco: rímel en las pestañas y crema en los labios, chapas no. El pelo recogido en un chongo. Andrés hubiera dicho que era yo una viuda de buen ver.

Salimos a las nueve. Una caravana corno de cuarenta coches. Los íntimos, se dijo. Yo me quería ir con el Checo y con Juan mi chofer. Aproveché que Fito inventó cargar la caja junto con el gobernador, Martín Cienfuegos y un líder obrero para sacarla de la casa a la carroza.

– Vámonos tú y yo en el Packard -le dije a Checo. Llama a Juan.

Nos subimos al Packard y Juan lo acomodó atrás del coche de Fito, que estaba justo atrás de la carroza. Pensé que era mejor no tener que ir todo el camino viéndola.

Nos sentamos solos en el asiento de atrás. Estiré las piernas, le di un beso al niño. Estábamos muy a gusto cuando llegó el secretario particular de Rodolfo diciendo que decía el Presidente que yo me fuera con él en el otro coche.

– Dígale que gracias, que estoy bien aquí, que no quiero dejar solo al niño.

Se fue y regresó más contundente:

– Dice que se traiga usted al niño.

Iba a poner otro pretexto cuando apareció Fito. Su secretario le abrió la puerta y él se metió a nuestro coche como a su casa.

– Perdón, Catalina -dijo, no sabia que ya estabas instalada. Lo que no quiero es que vayas sola. Tú y yo debemos ir juntos tras la carroza. No tienes por qué ponerte detrás de mi coche, en este momento somos nada más su familia. Hoy no soy Presidente.

– Pues si te quitas ese chiste, ¿cuál te queda? -quise decir, pero sólo sonreí haciendo una mueca de pena, como de que agradecía las atenciones aunque la tristeza no me dejaba expresarlo en palabras.

Me corrí para que pudiera sentarse junto a nosotros. Ese coche era enorme, en el asiento de atrás cabían fácil cinco personas. Un vidrio se levantaba entre los de atrás y el chofer. Yo nunca lo cerré, me gustaba platicar con Juan y que me cantara canciones. Rodolfo lo primero que hizo fue intentar subirlo. Estaba duro por la falta de uso, su secretario pujó hasta que la palanca quiso dar vueltas y el vidrio fue subiendo. Me dio pena con Juan, él no estaba acostumbrado a esas groserías. Checo lo notó. Era buen amigo de Juan. Juan fue su papá y su mamá durante mucho tiempo. Dijo que quería irse adelante para ver. No lo consultó, abrió la puerta, se bajó y fue a sentarse junto a Juan en tres segundos. Desde ahí volteó a mirarme. Condenado muchacho, me dejó con Rodolfo y el secretario.

– Dígale a Regino que se quite de ahí y nos deje el sitio. Usted váyase con él -ordenó Fito, y nos quedamos solos. Yo me puse las manos en la cabeza, y la agaché suspirando. Me caía tan mal el señor Presidente.

Los coches empezaron a caminar despacio, como si nada más fuéramos al Panteón Francés.

– A esta velocidad no vamos a llegar ni en dos días -le dije a Rodolfo cuando por fin salimos de la ciudad. El volteó hacia atrás. No se veía el fin de la hilera de autos que nos seguían.

– Tienes razón -me contestó, y bajó el vidrio para ordenarle a Juan que llamara al chofer de la carroza en que iba Andrés a su último homenaje. Hubiera gozado con tanta gente. Después de hablar con Rodolfo, el que manejaba la carroza llevó a la comitiva a una velocidad menos fúnebre.

– ¿Así te parece bien? -preguntó Fito acariciándome la mano enguantada.

Empezamos a cruzar por pueblos grises de tierra. Así son todos los pueblos del camino antes de subir a las montañas. Pueblos a los que difícilmente les crece algo verde. Son sólo tierra y campesinos terrosos. En algunos, el gobernador organizó contingentes del partido que se paraban con flores en la orilla de la carretera. Al encontrarlos nos deteníamos, los más importantes venían hasta el coche y nos daban la mano. Los demás ponían las flores en la carroza y luego se iban a parar cerca con el sombrero entre las manos.

Me entró un sueño espantoso. Por más que hacía para no cabecear, de repente los ojos se me cerraban.

– Ponte cómoda y duerme -dijo Fito.

Nada más de oír la sugerencia desperté. Pensar que pudiera verme perdida, hasta babeando mientras dormía. No quise imaginar la humillación. Preferí platicarle. De él, de Andrés, de los hijos, del país, de la guerra.

Nunca habíamos hablado tanto tiempo. Era menos tonto de lo que imaginé. Y menos aburrido. O quizá me lo pareció porque acabamos hablando de la sucesión y de lo que él pensaba sobre cada uno de los precandidatos. Logré sacarle que su elegido era Cienfuegos. Habló de él hasta que llegamos a Zacatlán, como a las cinco.

Las calles estaban llenas de mirones. «Todos los que me ven son ojos», decía un camión de carga que nos rebasó en la carretera. Y yo pensé tomarlo así. Ojetes, diría Andrés, ojetes todos los que me están mirando y me critican.

Llegamos hasta la plaza principal a recoger a doña Herminia. Fito la abrazó.

Ahí en la calle, prendida de Rodolfo, parecía más vieja y frágil que nunca, pero en cuanto entró al coche recuperó su actitud fuerte y desapegada. Ni una lágrima ni una palabra. Noventa y cuatro años.

En el panteón hubo como veinte discursos. Creí que nunca volveríamos. Verania y Sergio estuvieron parados junto a mí todo el tiempo. Como si

hubiéramos ensayado la película de la familia unida por la pena. Verania hasta me dejó abrazarla, Checo me apretaba la mano como un novio.

Cuando los enterradores iban a palear la tierra sobre su padre les dije que tomaran un puño y lo echaran antes.

Me agaché hasta el suelo al mismo tiempo que ellos. Tomé la tierra y la tiré contra la caja que ya estaba en el fondo de un hoyo oscuro. Los demás hijos hicieron lo mismo que nosotros. Yo quise recordar la cara de Andrés. No pude. Quise sentir la pena de no ir a verlo nunca más. No pude. Me sentí libre. Tuve miedo.

Quise sentarme en la tierra. Quise que no estuvieran encima los ojos de tanta gente. Quise que no me importara llorar como Lilia que tenía la cara sucia y hacía ruido, como Marcela recargada en Octavio, como Verania hipeando de tan sorprendida y abandonada.

Pensé en Carlos, en que fui a su entierro con las lágrimas guardadas a la fuerza. A él podía recordarlo: exactas su sonrisa y sus manos arrancadas de golpe.

Entonces, como era correcto en una viuda, lloré más que mis hijos.

Checo seguía tomado de mi mano, Verania me hizo un cariño, empezó a llover. Así era Zacatlán, siempre llovía. Pero a mí ya no me importó que lloviera en ese pueblo, era mi última visita. Lo pensé llorando todavía y pensándolo dejé de llorar. Cuántas cosas ya no tendría que hacer. Estaba sola, nadie me mandaba. Cuántas cosas haría, pensé bajo la lluvia a carcajadas. Sentada en el suelo, jugando con la tierra húmeda que rodeaba la tumba de Andrés. Divertida con mi futuro, casi feliz.

Ángeles Mastretta

Arráncame La Vida - фото 2
***
Arráncame La Vida - фото 3
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Arráncame La Vida»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Arráncame La Vida» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Arráncame La Vida»

Обсуждение, отзывы о книге «Arráncame La Vida» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.