Marta Cruz - La vida después

Здесь есть возможность читать онлайн «Marta Cruz - La vida después» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La vida después: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La vida después»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Victoria lleva en Nueva York la que parece una vida envidiable: da clase en la universidad, tiene un marido rico y guapo y un ático en el Upper East Side. Cuando recibe la noticia de la muerte de Jan, su mejor amigo, regresa a Madrid para asistir al funeral. Allí se encontrará con la sofisticada Chloe, antiguo amor de Jan; con su hija, la rebelde Solange; con Marga, su esposa; con su excéntrica suegra, Shirley… Un giro de los acontecimientos obligará a Victoria a permanecer en Madrid, donde tendrá que enfrentarse a la desconfianza de cuatro mujeres que nunca creyeron que su amistad con Jan fuese del todo sincera. La vida después es una novela sobre los amigos y el afecto, y también sobre las relaciones entre mujeres. Una historia en torno al complicado mapa de los sentimientos donde hay lugar para los conflictos, los celos y la envidia, pero también para el cariño, la lealtad y la entrega. En estas páginas, Marta Rivera de la Cruz -la novelista de las cosas pequeñas- vuelve a traernos una historia de ternura sobre la que gravita una pregunta fundamental: ¿es posible que dos personas de distinto sexo se quieran sin amarse? ¿Pueden un hombre y una mujer ser nada más que amigos?

La vida después — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La vida después», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sería estupendo poder recurrir a Chloe. La madre de una cría de dieciséis años debería ser la persona más indicada para cuidarla y llevarla por el buen camino. Pero ¿ qué te voy a contar a ti de ella? No conoce a su hija, y, lo que es peor, eso es algo que no le importa. Hasta ahora me alegré. Alguien como Chloe no es la mejor influencia para una chica, así que estaba encantado de que siempre se hubiese mantenido al margen de Solange. Ahora pienso que todo sería más fácil si Chloe fuese una verdadera madre o, simplemente, una buena persona a la que se pudiese recurrir en un momento de crisis. Pero no es ni lo uno ni lo otro.

Una madre desconsiderada, una madrastra a la que no respeta, un padre muerto. Mi hija se queda sola en el mundo, Vic. La única forma de que salga adelante es que aprenda a entender a Marga. Que vuelva a quererla como la quería antes. Que la aprecie en lo que vale, que la escuche, que le permita ocuparse de ella. Que la respete, porque ahora no lo hace. Y es ahí donde entras tú.

Me ahorro las disculpas previas, porque sé que no te gustan y a mí no me salen, por eso no voy a escribir que no tengo ningún derecho a hacerte esto, etc., etc. Victoria, cuando haya muerto, necesito que tomes las riendas de mi familia. Que estés alerta para que la distancia que existe entre Marga y Solange no crezca hasta convertirse en insalvable. Que las vigiles a las dos, que medies, que intercedas. Solange te quiere con locura. En cuanto a Marga, te respeta demasiado como para no tener en cuenta cualquier cosa que propongas. Aceptará tu papel de rey Salomón, y escuchará tus opiniones como si vinieran de mí.

Siempre he creído que tú y ella no habéis llegado a conoceros bien, y la culpa es sólo mía por no haber sabido fomentar vuestro acercamiento. Siempre miraste a Marga como mi pareja. En cuanto a ella, desde el primer momento vio en ti a la mujer que había establecido conmigo una relación cuyo entendimiento se le escapaba. Así las cosas, ¿cómo ibais a crear vuestro propio territorio? Más de una vez, cuando el mundo estaba en su sitio y yo ni siquiera había pensado que podía morirme antes de cumplir los cincuenta, había dado vueltas a la forma de resolver esta situación. Y lo siento, chica, pero no se me ocurrió nada. A lo mejor es que siempre dejé el tema para más adelante. O es posible que la diplomacia no se me dé tan bien como yo creo. Pero ahora, Vic, Marga y tú estáis condenadas a entenderos, siempre y cuando aceptes cumplir mi última voluntad (qué horrible suena eso) o, más sencillamente, que me hagas el favor que voy a pedirte.

Sé que se avecina el tercer enfado: te estarás preguntando cómo demonios te las vas a ingeniar para cumplir con mis exigencias. La respuesta, Vic, no la tengo yo. Sé que sabrás arreglártelas. Siempre lo has hecho. Como cuando te las ingeniabas para conseguir los resúmenes del temario de una asignatura tres días antes del examen final. O como cuando fuiste capaz de salir adelante estando más sola que la una. Lo hiciste muy bien contigo misma, chica, así que no veo por qué no vas a ser capaz de repetir la jugada con mi gente. Te pido, te suplico, que impidas que mi familia salte por los aires, que me temo que es lo que puede ocurrir cuando yo no esté.

Vic, querida, estoy asustado. Saber que te tengo de mi parte es la única cosa que alivia un poco este miedo. Ojalá pudiese coger el teléfono ahora mismo, cuando deben de ser las cinco de la madrugada en la Costa Este, para despertarte en mitad de la noche y contarte lo que me está pasando. Pero, a pesar de lo mucho que me aliviaría compartir este secreto, a la larga sería peor. Y, perdona, pero no me refiero a ti, sino a mí. Necesito que nadie sepa lo que me ocurre para vivir lo que me queda con cierta normalidad, y poder hacerme la ilusión de que todo es como antes. Eso sería imposible si Marga y Solange estuviesen al tanto de mi enfermedad. Así pues, me aguanto las ganas de escuchar tu voz -y de provocar la indignación de Herder por no respetar la diferencia de horarios-y decido mantenerme en silencio. Sé que lo vas a entender, aunque de momento sólo tengas ganas de matarme. Pero, claro, no puedes… y no hace falta que te recuerde por qué.

Si tú y yo fuésemos de otra manera, habría llegado el momento de dedicarte unas líneas de despedida, unas frases sentimentales y con un punto cursi para recordar lo que significas en mi vida. Pero los dos somos como somos, y ni yo quiero escribir esas palabras ni tú querrías leerlas. Hace mucho tiempo que está todo dicho entre tú y yo, y no pienso estropearlo con sensiblerías que no nos van a ninguno de los dos.

Gracias por todo, chica.

– Por todos los…

El primer impulso de Victoria fue romper la carta. Hacer trizas aquellas tres páginas le hubiese sentado de maravilla porque, como Jan había predicho, se sentía fundamentalmente enfadada. Ni conmovida, ni emocionada, ni enternecida, sólo cabreada hasta la médula. Si hubiese tenido a Jan allí delante, habría sido un placer arrancarle la cabeza después de soltar a grito pelado una completa colección de insultos. Estar gravemente enfermo y no contárselo a nadie. Mejor dicho, estar enfermo y no contárselo a ella, porque le traía al fresco lo que Jan hiciera con los demás. Y luego, cuando ya estaba muerto, mandarle una cartita desde el más allá pidiéndole, exigiéndole más bien -porque así solicitaba Jan las cosas, con esa mansedumbre que en realidad encubría una férrea petición a la que no había forma de negarse- que se ocupase de una hija malcriada y una mujer inútil. Y se lo pedía precisamente a ella, Victoria, que vivía tan feliz a seis mil kilómetros de distancia. Bueno, tal vez no vivía feliz. Pero sí tranquila, y lejísimos. ¿En qué estaba pensando Jan cuando la eligió para dejar caer frente a ella semejante regalito?

La respuesta se le ocurrió en el mismo momento de formular la pregunta. ¿Y en quién iba a pensar? ¿Había alguien en la vida de Jan capaz de hacerse cargo de semejante embolado? Sólo Vic, claro.

«Lo siento mucho, chica, pero no tenía elección.»

Eso es lo que Jan diría si pudiese decir algo. Con esa frase se disculparía por ponerle sobre los hombros una carga tan grande como frágil. «Aquí, querida Vic, tienes la nutrida cristalería de Bohemia que dejo al morir. Hazte cargo de ella, por favor, y procura que todas las piezas lleguen sanas y salvas.» Y luego, adiós muy buenas. Un infarto, y punto final. Victoria se dijo que Jan había tenido buena puntería. Morirse cuando tu hogar empieza a parecerse a un polvorín es una de las cosas más inteligentes que puede hacerse.

Y luego, claro, el asunto de su dichoso corazón. ¿Se había cuidado Jan lo suficiente? La respuesta es no. La carta hablaba de una lesión cardiaca incurable, pero vete tú a saber. Seguro que, tras detectarle el problema, había seguido comiendo a dos carrillos, tomando las mismas copas y fumándose dos paquetes de cigarros cada tres días. Claro que de eso también tenía la culpa Marga, que jamás se metió en nada, que nunca quiso controlar sus comidas ni aconsejarle que redujese el consumo de alcohol, ni le daba la tabarra para que dejase de fumar. Estúpida Marga. «Quizá Jan hubiese vivido un poco más si tú no hubieses decidido respetar tanto sus malas costumbres. A lo mejor tu marido hubiese tardado un par de años en morir si, como hacen otras mujeres, hubieses impuesto en tu casa una mínima disciplina de vida sana. Pero no, claro, tú no eres de ésas. Es más cómodo hacerse la loca con respecto a los hábitos perniciosos. Disfrazar de respeto los gustos ajenos, lo que no es más que incapacidad para imponerse. Cobardía en estado puro. Dichosa imbécil.»

Y luego estaba Solange, joven e inexperta. Maleducada, egoísta, caprichosa. Un tesorito malcriado por Jan y por la inefable Marga, que había entrado en la edad de causar problemas. Por no hablar de la despreciable Chloe, con su culo operado y esa piel de nena, instalada en París y viviendo la vie en rose ajena a cuanto sucediese a su alrededor. Muerta por regresar al hogar dulce hogar soltándole un «ahí te pudras» a su hija huérfana. En eso tenía que haber pensado Jan, en ella cuando se atracaba de carne roja y se servía el cuarto single malt. Cuando fumaba como un carretero. En que tenía una hija que todavía era una niña y que iba a necesitarle durante muchos años. Pero, obviamente para Jan, era más fácil enterrar la cabeza en cualquier sitio, hacer lo que le pedía el cuerpo y dejar el muerto a la tía Vic, la amiga americana, la tonta del bote, la chica para todo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La vida después»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La vida después» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La vida después»

Обсуждение, отзывы о книге «La vida después» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x