Marta Cruz - La vida después

Здесь есть возможность читать онлайн «Marta Cruz - La vida después» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La vida después: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La vida después»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Victoria lleva en Nueva York la que parece una vida envidiable: da clase en la universidad, tiene un marido rico y guapo y un ático en el Upper East Side. Cuando recibe la noticia de la muerte de Jan, su mejor amigo, regresa a Madrid para asistir al funeral. Allí se encontrará con la sofisticada Chloe, antiguo amor de Jan; con su hija, la rebelde Solange; con Marga, su esposa; con su excéntrica suegra, Shirley… Un giro de los acontecimientos obligará a Victoria a permanecer en Madrid, donde tendrá que enfrentarse a la desconfianza de cuatro mujeres que nunca creyeron que su amistad con Jan fuese del todo sincera. La vida después es una novela sobre los amigos y el afecto, y también sobre las relaciones entre mujeres. Una historia en torno al complicado mapa de los sentimientos donde hay lugar para los conflictos, los celos y la envidia, pero también para el cariño, la lealtad y la entrega. En estas páginas, Marta Rivera de la Cruz -la novelista de las cosas pequeñas- vuelve a traernos una historia de ternura sobre la que gravita una pregunta fundamental: ¿es posible que dos personas de distinto sexo se quieran sin amarse? ¿Pueden un hombre y una mujer ser nada más que amigos?

La vida después — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La vida después», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No quería decir eso… Es que estoy sorprendida, nada más.

Antes muerta que reconocer una debilidad de carácter, un defecto innegable, un borrón en su expediente de persona perfecta. Por fortuna, Santiago no tenía intención de hurgar en la herida. Tomó el sobre de la mesa y se lo tendió. Victoria tardó unos segundos en cogerlo, y cuando lo hizo lo guardó en el bolso con la rapidez del rayo.

– Tengo que marcharme -le dijo Santiago-. Hay una reunión en el despacho y ya llego tarde.

– Vaya. Siento haberte entretenido.

– No pasa nada. ¿Cuándo vuelves a Nueva York?

– Mañana. La verdad es que ya no me queda gran cosa que hacer en Madrid.

Santiago la miró largamente, y Victoria tuvo la sensación de que iba a decirle algo, pero no fue así.

– ¿Tienes que ir a algún sitio? Puedo llevarte a donde quieras, tengo el coche ahí mismo. La única ventaja del verano en Madrid es que puedes aparcar en donde te venga mejor.

– No. Creo que voy a quedarme un rato. No estoy lo que se dice muy ocupada y me ha entrado un poco de hambre. Ya nos veremos.

– Lo veo difícil, si te vas mañana -le dio un beso rápido-. Hasta cuando sea.

– ¿Quiere algo más?

Victoria decidió no buscar señales de retintín en la pregunta supuestamente servicial de la camarera. Delante de sí tenía los restos de un cruasán relleno de chocolate, una magdalena de arándanos y una crepe con dulce de leche coronada con nata montada. Había acompañado la mezcla con una cocacola light, no como una forma de pitorreo hacia sí misma sino porque se había acostumbrado a los refrescos sin calorías. Frente a ella, la camarera contemplaba los restos del naufragio -virutas de chocolate derretidas que se habían pegado al fondo del plato, un puñado de migas amoratadas, nata deshecha y mezclada con el dulce de leche-, preguntándose seguramente qué clase de enferma era capaz de atracarse de esa manera y en qué momento aquella mujer iba a salir disparada a vomitar en el cuarto de baño para aliviar a la vez su estómago y su mala conciencia.

– Sí, gracias. Tráigame un té verde. Con sacarina, por favor.

Pedir edulcorante después de aquel festín constituía una última provocación. Nunca tomaba azúcar con el té, pero quería remachar la opinión que la camarera debía de haberse formado: era una completa chiflada que sufría ataques alternos de gula y sobriedad alimentaria.

Aquella chica, por lo demás tan profesional como escasamente simpática, no podía adivinar que desde tiempos inmemoriales Victoria necesitaba atiborrarse de cosas dulces antes de enfrentar una situación complicada. Cuando estaba en la universidad solía engullir tres bollos grasientos de la cafetería de la facul antes de mirar las notas de los exámenes de fin de curso, y veinte años después aún se daba un atracón de pasteles cuando iba a recoger los resultados de su chequeo anual a la consulta del ginecólogo. Y, desde luego, leer la carta postuma de Jan era algo mucho peor que enterarse de los pormenores de una citología o las calificaciones de una prueba. Se bebió el té a sorbitos, con la vaga esperanza de que la infusión pudiese absorber una pequeña parte del exceso de mantequilla del cruasán y del bollo con fruta, y luego tomó la decisión de leer la carta allí mismo, en la pastelería, donde posiblemente la camarera habría dado ya la voz de alarma y el resto del personal estaría pendiente de la bulímica de la mesa cuatro que se había zampado tres meriendas completas.

Se entretuvo unos segundos en mirar el sobre antes de abrirlo. Era blanco, de tamaño cuartilla, con su nombre escrito a máquina (Jan siempre había desconfiado en exceso de su caligrafía) y ninguna señal en el remite.

«¿A qué viene esto, Jan? ¿Qué sorpresa me has preparado?»

Dejar una carta postuma no era propio de Jan, no señor. Y por eso Victoria estaba aterrada. Porque sabía que cualquier cosa que contuviera aquel sobre tenía que ser más que importante. Estaba segura de que no iba a encontrar allí dentro una cálida declaración de amistad, ni una innecesaria revelación de afecto eterno más allá de la muerte. Jan jamás le hubiese legado nada parecido. Y por eso tenía miedo. Porque, sin ninguna duda, lo que había allí dentro iba a impedir que al día siguiente durmiese a pierna suelta en su asiento de primera clase de camino a Nueva York.

«¿A qué estás esperando, chica? Empieza de una vez.»

A Victoria le pareció escuchar la voz de Jan justo antes de rasgar con cuidado el lateral del sobre. Dentro había unos folios mecanografiados. Al verlos, ni siquiera se dio cuenta de que la camarera había dejado frente a ella un puñado de sobres de sacarina.

Vic:

Cuando leas esta carta creerás que tienes motivos para enfadarte conmigo. Así pues, empiezo suplicándote clemencia, y te pido que recuerdes que, después de todo, si estas páginas han llegado a tus manos es porque estoy muerto. Eso debería ser suficiente como para que me perdonases casi cualquier cosa.

Ayer estuve en el cardiólogo. Llevaba días sintiéndome raro, y ya imaginarás que para vencer la antipatía que tengo a los hospitales debí de encontrarme bastante mal, así que te ahorraré los detalles. Pedí una cita con el médico, que prescribió una batería de pruebas hasta acabar en un especialista. El caso es que aquel tipo de bata blanca me cobró un dineral por decir que voy a morirme en cuestión de meses. Al parecer, tengo una lesión incurable en no sé qué válvula del corazón. La cosa es grave, tanto que me han apuntado en la lista de trasplantes, pero ese médico tan caro me ha advertido de que no hay muchas posibilidades de encontrar un donante compatible conmigo. Mi grupo sanguíneo complica las cosas. Así que, después de dos horas y muchas pruebas, salí de la consulta con seis mil euros menos y la sentencia de muerte debajo del brazo. Todo un negocio, chica. ¿ Ves como tengo razón cuando digo que es preferible no ir al médico?

Después de pensarlo, he decidido no hablar del asunto a Marga, mucho menos a Solange. De hecho, no pienso contarle esto a nadie. Y eso, querida, te incluye a ti, que sabes de mí más que cualquiera. Espero que me perdones por no compartir contigo este secreto. Y ahí empieza, supongo, tu primer enfado. Antes de que crezca y se convierta en algo parecido a la cólera de los dioses, deja que me justifique: no vale de nada que tú sepas lo que me ocurre. No puedes ayudarme y, de todas formas, la única manera de guardar un secreto es no compartirlo con nadie. Así que tienes que entenderlo, porque no te queda otra. Y permite que vuelva a recordarte que estoy muerto.

Si las predicciones del matasanos atracabolsillos se cumplen al pie de la letra, todavía me quedan unas semanas para poner en orden algunas cosas materiales, que son las que están en mi mano. Aunque no voy a ocultar que la idea de morirme no me hace ninguna gracia, mi familia es en este momento mi mayor preocupación. Por supuesto, quiero que no les falte de nada, que puedan seguir viviendo más o menos como hasta ahora, y estoy haciendo lo posible para conseguirlo. Pero no es eso lo que me quita el sueño.

Vic, hace unos meses que Solange no se lleva bien con Marga. Siempre pensé que la actitud de mi hija en los últimos tiempos era cosa de la edad. A mí ya se me ha olvidado lo que es ser adolescente -quizá a ti no, siempre tuviste buena memoria- pero, en cualquier caso, recuerdo que puede ser una etapa complicada. Hasta ahora no había dado importancia a los constantes enfados de Solange con mi mujer. Estaba seguro de que con el tiempo las aguas volverían a su cauce y, en cualquier caso, ahí estaba yo para reconducir la situación y evitar que la sangre llegara al río. Siempre se me dio bien hacer de árbitro. Pero el destino ha hecho de las suyas, chica. Y yo ya no podré poner paz entre las dos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La vida después»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La vida después» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La vida después»

Обсуждение, отзывы о книге «La vida después» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x