José Santos - La Amante Francesa

Здесь есть возможность читать онлайн «José Santos - La Amante Francesa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Amante Francesa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Amante Francesa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Primera Guerra Mundial. El capitán del ejército portugués Afonso Brandão está al frente de la compañía de Brigada de Minho; lleva casi dos meses luchando en las trincheras, por lo que decide tomarse un descanso y alojarse en un castillo de Armentières, donde conoce a una baronesa. Entre ellos surge una atracción irresistible que pronto se verá puesta a prueba por el inexorable transcurrir de la guerra.

La Amante Francesa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Amante Francesa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuadros rústicos en el extremo de las paredes de las escalinatas centrales del cuartel mencionaban «combates en los que tomamos parte con ocasión de», inscripciones seguidas de una larga lista de lugares y fechas: «Bucalo en 1810», «Fuentes de Onoro en 1811», «Salamanca en 1811», «Pyreneos en 1813», «Nive en 1813», «Barcelona en 1814», «Orthez en 1814», «Toulouse en 1814», y otros registros de esa clase. A Afonso le llamaron la atención algunos nombres y fue a reunirse con el alférez Pinto, un habitante del Miño delgado y pelirrojo, a quien llamaban el Zanahoria, muchacho arrebatado y nervioso, simpatizante de la Monarquía. Con él había trabado amistad. El alférez Pinto estaba desde hacía dos años en el regimiento y Afonso le preguntó qué significaban aquellas referencias.

– Son las batallas en las que participó nuestro regimiento -aclaró enseguida el Zanahoria.

– ¿Infantería 8?

– Sí, claro.

– Pero allí se mencionan ciudades francesas, como Orthez y Toulouse…

– ¿Y?

– Pero ¿nosotros estuvimos combatiendo en Francia?

– Sí.

– ¿En Francia?

– Sí, claro. Fue durante las invasiones napoleónicas. Fuimos detrás de ellos por España y por Francia, con Wellington a la cabeza, quien decía que nosotros éramos los gallos de pelea de su ejército.

– ¡Arre!

Para matar el tiempo, Afonso se hizo visita regular del padre Álvaro y fue dos veces al Largo de Sào Thiago a recorrer el seminario y rever rostros conocidos. Los seminaristas eran otros, pero don Basilio Crisòstomo seguía siendo vicerrector y aún estaban los mismos profesores, a excepción del padre Fachetti, que había regresado a Nápoles, y del padre Nunes, que se había trasladado a Oporto. Verlo de uniforme dejó a los sacerdotes sorprendidos; Afonso había pasado de soldado de Cristo a soldado del Rey, ironía que suscitó graciosos comentarios.

– ¿Sigues pateando piedras? -le preguntó el padre Francisco, el bonachón maestro de Retórica.

Todos se rieron y Afonso se sonrojó.

– A veces.

– ¡Vaya muchacho travieso! -se burlaban los curas, divertidos al recordar las extrañas escenas en el patio del seminario.

Hasta el vicerrector, que en aquel entonces no había estado dispuesto a tolerar travesuras, parecía ahora encontrar en ellas una gracia inesperada, como si aquel comportamiento que había provocado la expulsión del seminarista se hubiera transformado en una mera excentricidad digna de figurar en la mitología de la institución.

– Entonces, ¿ cómo llegaste a ser oficial, Afonso, tú que no eres capaz de matar una mosca? -quiso saber don Basilio Crisòstomo.

– Oh, es una larga historia -dijo con un suspiro Afonso-. Digamos que anduve buscando una profesión para no hacer nada. Como ustedes no me dejaron ser sacerdote, me fui al Ejército.

– Estás siendo injusto -comentó el padre Francisco con expresión burlona-. Nosotros nos dedicamos a Dios, y no existe nada de mayor responsabilidad. Además, tenemos que soportar a los alumnos del seminario, y eso da un trabajo de mil demonios, créeme.

– Vaya si lo da -coincidió don Basilio con naturalidad.

– Pero miren que nosotros también, en el Ejército, nos hartamos de trabajar -replicó Afonso.

– ¿Haciendo qué, si se puede saber?

– Muchas cosas. Además de las formaciones, jugamos a las cartas, bebemos unas cervecitas, salimos a ver a las muchachas, nos agotamos durmiendo, es un agobio, una labor tremenda, hay que estar ahí para verlo.

A pesar de cultivar un discreto sentido del humor, el alférez Afonso no era hombre de hacer muchos amigos. Era una persona de trato fácil y se había vuelto relativamente culto e interesado por el mundo, pero en las relaciones personales prefería la calidad a la cantidad. A excepción del alférez Pinto, el Zanahoria, su lista de amigos estaba formada sobre todo por aquellos que había conocido a lo largo de su vida. Convivía con el padre Álvaro en Braga e iba a visitar a Vila Real a su amigo Gustavo Mascaren has, quien había conseguido ubicarse en la Infantería 13, lo que no era digno de sorpresa, porque Vila Real no era un sitio muy procurado por los cadetes que se formaban en la Escuela del Ejército. Llegó incluso a ir a Vinhais a ver a Amé- rico. El antiguo compañero del seminario estaba diferente, se había casado, tenía hijos y había entrado en el negocio de su padre. Recibió a Afonso con afecto, lo atiborró de comida y lo rodeó de atenciones, pero Vinhais estaba lejos y aquél fue el único viaje que el oficial hizo hasta la remota población tramontana. El alférez mantenía además correspondencia con Trindade, el Mocoso, que había seguido el curso de Estado Mayor y aún estaba en la Escuela del Ejército. A través de estas cartas, Afonso recibía noticias del Campeonato de Lisboa de Football, siendo informado por el Mocoso de que el Benfica había puesto fin al reinado del Carcavellos Club y se había consagrado finalmente campeón. El Sporting quedó en quinto lugar. El alférez celebró la noticia con oporto y mandó una carta al sportinguista Mascarenhas dándole la noticia y, por añadidura, el pésame.

Afonso nunca había prestado especial atención a la política, ése era un asunto que no formaba parte de su universo de intereses. En eso fue una excepción. Casi todos sus compañeros discutían con expresión conspirativa el turbulento estado del país, y Afonso reparó en que, a pesar del predominante ambiente conservador de Braga, algunos oficiales eran republicanos. La capitulación de la Corona ante el ultimátum británico de 1890, que deshizo los sueños imperiales del mapa color rosa, minó profundamente la credibilidad de la Monarquía en el medio militar, y no sólo eso. El descontento se extendía por todas partes; el propio Afonso tendía a apoyar la idea de que la monarquía era cosa del pasado. La imagen del rostro lechoso de don Manuel II en la apertura del año escolar de 1908 le había quedado marcada de manera indeleble en la memoria, le resultaba chocante pensar que el Rey no era más que un chaval de su edad, ¿cómo era posible creer que un mozo aún imberbe fuera capaz de gobernar un imperio?

Durante el desayuno, en el cuartel de la Infantería 8, Afonso oyó por primera vez la noticia de que estaba ocurriendo algo muy grave en Lisboa. Corría la mañana del 4 de octubre de 1910.

– ¿Te has enterado de la novedad? -le preguntó el alférez Pinto con un tono sigiloso en cuanto lo vio.

– Lo sé, el Benfica es campeón.

– No seas tonto. Andan a tiros en Lisboa.

– ¿Qué?

– Me lo ha dicho el telegrafista.

– ¿Andan a tiros?

– Tal como te lo he dicho. Parece que salió a la calle el movimiento republicano y hubo algunas unidades que lo han apoyado.

– ¿Cuáles?

– No sé muy bien cuáles. El telegrafista me ha hablado de la Marina y de la Artillería 1, pero la situación permanece confusa.

– ¿Y nosotros?

– ¿Y nosotros? Nosotros, nada, estamos lejos de las cosas. El coronel se ha reunido con su Estado Mayor, los mayores y los oficiales de su confianza. Dicen ellos que han ido a conferenciar, pero creo que en realidad están cagados de miedo y prefieren quedarse viendo cómo va todo para apoyar después al vencedor.

– ¿A quiénes apoyas tú?

– ¿Yo? Qué pregunta, Afonso. Yo estoy por el Rey, ya lo sabes.

El día se prolongó, tenso e irritante, y los oficiales del regimiento de Braga se pasaron las horas alrededor del telegrafista y conspirando en voz baja en los pasillos, unos por la Monarquía, otros por la República, la mayoría expectantes y sin comprometerse. El telégrafo difundía fragmentos sueltos de información. Según las noticias que llegaban por cuentagotas, elementos de la Artillería 1 y la Infantería 16 habían ocupado la Rotunda, donde también se encontraban algunos cadetes de la Escuela del Ejército y civiles armados. Se hablaba de la Carbonaria. Las fuerzas leales al Rey ocupaban el Rossio y defendían puntos estratégicos, como los bancos, el arsenal del Ejército y el palacio de las Necesidades, donde se refugiaba el monarca. En un momento dado, llegó la noticia de que uno de los jefes de los revoltosos, el almirante Cándido dos Reis, se había suicidado después de recibir la información de que el golpe había fracasado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Amante Francesa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Amante Francesa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jose dos Santos - La Formule de Dieu
Jose dos Santos
Barbara Dunlop - La amante del francés
Barbara Dunlop
Susana Fortes - El amante albanés
Susana Fortes
José Santos - El séptimo sello
José Santos
José Santos - El códice 632
José Santos
Álvaro Santos Iglesias - Momentos twitter
Álvaro Santos Iglesias
Francisco Javier de la Torre Díaz - Los santos y la enfermedad
Francisco Javier de la Torre Díaz
Alberto S. Santos - Amantes de Buenos Aires
Alberto S. Santos
libcat.ru: книга без обложки
José Rivera Ramírez
Отзывы о книге «La Amante Francesa»

Обсуждение, отзывы о книге «La Amante Francesa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x