Yasmina Khadra - El Atentado

Здесь есть возможность читать онлайн «Yasmina Khadra - El Atentado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Atentado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Atentado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tel Aviv, hora punta. Una mujer acciona los explosivos que oculta bajo sus ropas en un restaurante atestado de personas. Las numerosas víctimas empiezan a llegar por oleadas al hospital. El doctor Amín Jaafari, un israelí de origen palestino, se pasa el día intentando salvar lo insalvable. Hasta que de repente el caos y la confusión dejan paso a la sorpresa y la amargura: entre los muertos se halla el cadáver destrozado de su mujer. Y, lo que es peor, todo apunta a que ella es la terrorista suicida. El mundo se derrumba en torno al doctor Amín. De médico modélico pasa a ser un sospechoso para sus compañeros, para sus vecinos y, por supuesto, para la policía. Sumido en un profundo estado de ansiedad, necesita saber qué llevó a una mujer moderna, sin ataduras religiosas, integrada en la vida israelí, a inmolarse en un atroz atentado. Sus preguntas en el entorno familiar le depararán ingratas y peligrosas sorpresas.
En clave de intriga, Yasmina Khadra hace una nueva incursión en el mundo del terrorismo islámico para recordarnos que la barbarie permanece oculta tras la vida civilizada y autocomplaciente que nos hemos inventado en la sociedad moderna. Que vivimos en una ficción teatral frente a la salvaje realidad que subyace entre bambalinas. Pero El atentado no es sólo una reflexión sobre la convivencia entre culturas y pueblos y sobre la incidencia del integrismo. Con su tradicional maestría para el trazo sicológico de los personajes, elaborar diálogos precisos y contundentes, y crear un ambiente emocionante por medio de la tensión narrativa, características elogiadas por el premio Nobel
J. M. Coetzee, Yasmina Khadra hace de El atentado una novela de engaños y desengaños, de ilusiones y decepciones, una intervención quirúrgica en vivo sobre el amor, la incomunicación y las relaciones de pareja en la sociedad actual. Una reflexión, en suma, sobre la vida y la muerte en tiempos difíciles.

El Atentado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Atentado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Se cree investido de una misión divina.

– Todo valiente lo está. De no ser así, sólo sería vanidoso, egoísta e injusto.

Da una palmada. El discípulo, que por supuesto estaba escuchando tras la cortina, entra y me vuelve a agarrar por el hombro. Lo repelo con rabia y miro al imán.

– No me iré de Belén sin haberme entrevistado con un responsable de su movimiento.

– Haga el favor de irse de mi casa -me dice el imán recogiendo su libro del atril.

Se vuelve a sentar sobre el cojín y me ignora completamente.

Kim me llama al móvil. Le ha sentado muy mal mi manera de desaparecer. Para compensarla, consiento en que me recoja en Belén y la cito en una gasolinera a la entrada de la ciudad. Luego vamos a casa de mi hermana de leche, que no se ha recuperado de su última recaída.

Convencido de que los hombres del imán acabarán manifestándose, nos quedamos cuidando de Leila. Yaser llega un poco después. Ve a Kim junto a su mujer y no intenta enterarse de si se trata de una amiga o de un médico de urgencias. Nos retiramos a una habitación para hablar. Para impedirme que le estropee lo que queda de día, me cuenta el peligro que corre su molino, las deudas que no paran de crecer, el chantaje de sus acreedores. Lo escucho hasta que se queda sin aliento. Le cuento entonces mi expeditiva entrevista con el imán. Se limita a menear la barbilla a la vez que una arruga profunda le surca la frente. Elude por prudencia hacer algún comentario, pero la actitud del imán hacia mí le inquieta visiblemente.

Al anochecer, viendo que no ocurre nada, decido regresar a la mezquita. Dos hombres se me echan encima en una callejuela. Uno me agarra del cuello y me barre las piernas con un pie; el otro me da un rodillazo en la cadera antes de que caiga. Oculto la muñeca herida bajo la axila y, con el brazo protegiendo la cara, me encojo para defenderme de la lluvia de golpes que me viene encima. Los dos hombres se ensañan conmigo y prometen lincharme in situ si me vuelven a pillar por los alrededores. Intento levantarme o arrastrarme hacia un portón. Me arrastran de las piernas hacia el medio de la callejuela y me dan patadas en la espalda y las piernas. Los escasos transeúntes que pululan por la calle se quitan de en medio y me dejan a merced de la furia de mis agresores. Entre gritos y contorsiones, algo restalla en mi cabeza y pierdo el conocimiento…

Cuando recobro el sentido, una piara de mocosos me rodea. Uno pregunta si estoy muerto, y otro le contesta que probablemente borracho. Todos dan un bote hacia atrás cuando me incorporo.

Ya es de noche. Titubeo y me apoyo en las paredes, pero las piernas no me sujetan y me zumba la cabeza. Tras mil acrobacias, alcanzo la casa de mi cuñado.

– ¡Dios mío! -grita Kim.

Me tumba con ayuda de Yaser sobre un banco alargado y acolchado y empieza a quitarme la camisa. Siente alivio al constatar que, aparte de las contusiones y los rasguños, no hay huella de arma blanca ni de disparo. Tras dispensarme los primeros auxilios, agarra el teléfono para llamar a la policía, pero a Yaser casi le da un infarto. Pido a Kim que no lo haga, pues no tengo intención de escaquearme, sobre todo después de la paliza que me acaban de dar. Protesta, me llama loco y me suplica que la siga sin más tardar a Jerusalén. Me niego categóricamente a irme de Belén. Kim se da cuenta de que estoy completamente cegado por el odio y que nada puede hacerme desistir de mi empeño.

Al día siguiente, con el cuerpo hecho trizas y renqueando, regreso a la mezquita. Nadie acude a expulsarme. Al no verme levantarme para la oración, algunos fieles creen que soy un retrasado mental.

Al anochecer, alguien llama a casa de Yaser y le dice que pasarán a recogerme dentro de media hora. Kim me avisa de que se trata con seguridad de una trampa. Me da igual. Estoy cansado de plantar cara al diablo y sólo recibir coces. Quiero verlo de cuerpo entero, aunque tenga que pagarlo el resto de mi vida.

Primero se presenta un chico en casa de Yaser. Me pide que lo siga hasta la plaza, donde un adolescente lo releva. Éste me hace caminar por una barriada oscura, y sospecho que da vueltas para despistarme. Por fin llegamos a una tienda destartalada. Un hombre nos espera junto a una cortina metálica medio bajada. Despide al chico y me pide que lo siga dentro de la casa. Al fondo de un pasillo atestado de cajas vacías y de cartones destripados, otro hombre se hace cargo de mí. Cruzamos un patinillo y luego llegamos a un patio escasamente alumbrado. En una habitación vacía me piden que me desnude y que me ponga un chándal y unas deportivas nuevas. El hombre me explica que son medidas de seguridad y que el Shin Beth podía haber ocultado un chip para tenerme localizado en cualquier momento. Se cerciora asimismo de que no llevo micro ni aparatejo extraño. Tras una hora de espera, viene a recogerme una furgoneta. Me vendan los ojos y me pegan al suelo. Un millón de vueltas más tarde oigo cómo se abre una verja y se cierra tras el paso del vehículo. Un perro ladra y lo llama al orden una voz de hombre. Unos brazos me levantan y me retiran la venda. Me encuentro en un patio grande en uno de cuyos extremos me están esperando unas siluetas armadas. Por un momento, un escalofrío me desgarra la espalda. Tengo miedo y me siento acorralado.

El conductor de la furgoneta me agarra por el codo y me empuja hacia una vivienda. No va más allá. Un gigantón con pinta de forzudo de circo me invita a entrar en un salón cubierto de alfombras de lana donde un joven con kamis negro de mangas y cuello bordados me abre sus brazos.

– Hermano Amín, es para mí un privilegio recibirte en mi modesta morada -me dice con ligero acento libanés.

Su cara no me suena. No creo habérmelo cruzado jamás. Es guapo, de ojos claros y rasgos finos, y lleva un bigote demasiado grueso para ser suyo. No parece tener más de treinta años.

Se acerca a mí y me abraza dándome palmadas en la espalda, al estilo muyahidín.

– Hermano Amín, amigo, destino mío. No sabes hasta qué punto me siento honrado.

Juzgo inútil recordarle la paliza que me dieron sus esbirros la víspera.

– Ven -me dice cogiéndome de la mano-, siéntate en este banco junto a mí.

Miro hacia el coloso que está de guardia en la puerta. Mi huésped lo despide con un imperceptible gesto de la cabeza.

– Siento lo de anoche -me confiesa-, pero reconozca que se lo ha estado buscando.

– Si éste es el precio que hay que pagar por hablar con usted, la cuenta me parece una clavada.

Ríe.

– Otros no han tenido tanta suerte como tú -me confía con un toque de arrogancia-. Pasamos por momentos en que nada se puede dejar al azar. El menor descuido puede dar al traste con todo.

Se recoge el bajo del kamis y se sienta directamente sobre una estera.

– Tu pena me llega al alma, hermano Amín. Dios es testigo de que sufro tanto como tú.

– Eso lo dudo. Son cosas que no se comparten con la misma intensidad.

– Yo también he perdido a los míos.

– Yo no los he llorado tanto como tú.

Aprieta los labios.

– Ya veo…

– Ésta no es una visita de cortesía -le digo.

– Ya lo sé… ¿Qué puedo hacer por ti?

– Mi esposa ha muerto. Pero antes de volarse en medio de una pandilla de escolares vino a esta ciudad a encontrarse con su gurú. Me cabrea mucho que haya preferido a unos integristas antes que a mí -añado, incapaz de contener la rabia que me invade como una marea oscura-. Y me cabrea el doble no haberme olido nada. Confieso que me cabrea mucho más esto último que lo demás. ¡Islamista, mi mujer! ¡Y desde cuándo, vamos a ver! Eso sigue sin entrarme en la cabeza. Era una mujer de hoy. Le gustaba viajar y nadar, tomarse una granizada de limón en la terraza de las heladerías, y estaba demasiado orgullosa de su pelo para ocultarlo bajo un velo… ¿Qué le habéis contado para convertirla en un monstruo, una terrorista, una integrista suicida, a ella que no podía oír llorar a un cachorro?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Atentado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Atentado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Atentado»

Обсуждение, отзывы о книге «El Atentado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x